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O5

Los murmullos y múltiples llamadas eran constantes en el recinto del 911, en donde se atienden todas las llamadas de emergencia , en él se homologan todos los números de atención de emergencias médicas, de seguridad y de protección civil a nivel federal, estatal y municipal.

Muchas personas atienden detrás de estas llamadas, llamadas que deben ser atendidas no importa la emergencia, sin importar como pidan ayuda.

— 911, ¿Cuál es su emergencia? — Alguien atendió, un hombre mayor que desde hace años atiende detrás de la línea.

Quisiera- Quisiera una pizza. — Se escuchó desde la otra línea, aquel hombre suspiró.

— Espere un segundo, su llamada será redirigida. — Habló mecánicamente mientras tapaba el micrófono y en voz alta hablaba. — Es el niño de las pizzas otra vez.

— Dáselo al nuevo. — Se escuchó desde lejos, el hombre solo asintió apretando un botón mientras la llamada se redirigía al sujeto nuevo en el recinto.

JungKook, voz grave, cabello negro en punta, por desgracia era nuevo, se le eran redirigidas todas las llamadas entrantes que sus superiores en edad no querían contestar.

Con un gruñido aceptó la llamada.

— 911, ¿Cuál es su emergencia?

Me-me gustaría ordenar una pi-pizza... — Aquella voz le parecía familiar, pero estaba consternado.

¿Era un bromista? ¿Se había equivocado de número? ¿Por qué llamaba tan seguido con lo mismo?

— Creo que se a equivocado de número. — Quería agregar algo más, pero tampoco quería ser tan honesto diciéndole que se vaya al demonio por intento de bromas fallidas, necesitaba aquel nuevo trabajo.

No, no lo creo. — Se escuchó desde la otra línea, realmente conocía aquella voz, pero no sabía de donde.

Si realmente no se equivocó de línea, entonces- Oh no.

Recordó aquella voz, aquella temblorosa e inocente, aquella voz acompañada de pecas y hermosos ojos verdes esmeraldas.

— ¿Hay alguien que no lo deja hablar libremente? — Preguntó con nerviosismo, queria, suplicaba a quien quiera que viera que aquella llamada fuera una broma.

Que aquel tras el teléfono no fuera él.

Si-si. — Se escuchó sollozos, jadeos y murmullos, su corazón se estrujó.

— ¿Jimin? — Preguntó para confirmar. — ¿Eres tú? ¿Estás en peligro?

Los hombres y mujeres al rededor de él aumentaron, a la fuerza poniendo el altavoz en aquella llamada.

No lo podían creer.

Si- — Sollozó mientras se interrumpía. — Por favor... ¿Aun tienen la orilla con queso? ¿La dirección? Claro... Es calle Manchester, casa número 148.

JungKook suspiró, sus manos empezaron a temblar mientras rápidamente anotaba la dirección en su pantalla de computador.

— Jimin, soy JungKook, ¿Me recuerdas? La ayuda va en camino.

Al rededor de él, las personas oyentes estaban estáticas, cada murmullo y suspiro en la habitación fue erradicado por completo, las llamadas entrantes eran atendidas en silencio y con discreción mientras se desarrollaba algo más importante que un robo de un bolso.

El pelinegro tecleó dando informes a la policía más cercana, dando dirección y los datos necesarios para el arresto del maltratador.

— Escucha, Jimin, necesito que me digas cuántas personas hay en tu casa.

¿Una mediana de pepperoni alcanza para dos personas?

¿Qué mierda? Quiero una grande imbécil. — Se escuchó de fondo mientras la respiración ante el teléfono se volvió errática.

— Okay la persona junto a ti es a quien escucho, ¿Verdad?

— Si. — La voz poco a poco empezó a volverse más confiada, mas uniforme.

— Necesito su nombre, ¿Puedes darme su nombre... Para la tarjeta?

Las personas al rededor estaban atentas aun contestando cada llamada entrante, atentos a aquella persona que cada tres días siempre llamaba pidiendo una pizza.

Aquella persona que siempre pensaron que era un bromista de quinta, realmente estaba pidiendo ayuda.

— Min Yoongi. — Dijo casi en un murmullo, el azabache escribió el nombre y en un susurro le pidió a alguien que estaba presente que buscara los antecedentes de aquel idiota.

— Bien, lo haces muy bien Jimin. — Con un suspiro echó la cabeza hacia atrás y preguntó. — ¿La persona con la que estás está armada?

A-Así es.

El silencio en la habitación fue ensordecedora, se podría oir hasta una aguja caer en el piso, JungKook contuvo la respiración, sus manos empezaron a sudar mientras las pasaba por sus cabellos azabache.

— Si el arma es una pistola, quiero que digas "Pepperoni Extra".

Pe-Pepperoni extra, por favor... Sería estupendo.

Sus manos se empuñaron con fuerza, la vena en su frente palpitaba en ira pura.

— De acuerdo, ¿Esposo? ¿Ex esposo? ¿Pareja solamente?

El tercero, ¿Cuánto tardarán en llegar?

La voz empezó a temblar, su respiración se empezó a elevar.

— Ocho minutos Jimin, necesito que te calmes, no levantes sospechas, respira. — Exigió mientras seguía escribiendo sobre su teclado bajo la atenta mirada de terceros. — Di pimienta si puedes ir a un lugar seguro.

No... — Tembló casi sollozando. — Lo queremos sin pimienta.

¿Pimienta? ¿Es acaso una jodida ensalada? — Se escuchó de fondo junto al pequeño chillido proveniente del de ojos esmeraldas.

Uno de los hombres dentro del recinto volvió con una hoja llena de información sobre aquel hombre.

— Min Yoongi; Asalto a mano armada, presunto sospechoso en un asesinato. — Dijo en un murmullo aquel hombre. — La policía está llegando.

— Ese hijo de puta no se irá pacíficamente. — Murmuró antes de volver a hablarle. — Jimin quiero cerciorarme de estar en lo correcto, estas en la zona oeste, ¿Es así?

Desde el otro lado de la línea se volvió a escuchar una afirmación junto con aquella tétrica voz nuevamente.

¿Por qué tardan tanto?

No-No lo sé, deben estar ocupados.

Entonces llama a otro lugar maldita sea, muero de hambre.

Se escuchó en murmullos antes de que aquella dulce voz se volviera a escuchar con normalidad.

Escuche, cancelaré la orden, mi novio se está enojando mucho y..

— Jimin, por favor necesito que te mantengas en la línea, los oficiales estarán en menos de dos minutos en la puerta de tu casa, por favor quedate en la línea. — Rogó.

Las personas al rededor lo miraban con los ojos abiertos, conocían bien la actitud de JungKook de tan solo días de entrar a trabajar a aquel recinto, era brusco y carecía de delicadeza alguna.

Verlo y oírlo hablarle a alguien de una manera diferente a lo habitual logró erizar los vellos de su cuerpo.

Si... Si, creo que puedo hacer eso.

— De acuerdo, necesito que intentes alejarte lo más posible de la puerta, ¿Puedes decirme si él está mirando la puerta?

Silencio.

Buen intento perra. — Se escuchó desde la otra línea, su sangre se congeló, si fuera posible sus manos humearían y estallarían en ira pura. — De aquí nadie saldrá con vida.

Cortó.

La llamada fue cortada, los ojos de JungKook se abrieron de par en par.

Sus hombros se cayeron y sus pupilas tintineaban, sus palmas sudaban y el pánico empezó a calar por toda su espina dorsal.

Por primera vez en la vida, tuvo miedo.

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