Twelve 🍫
⚠️Un poco de limonsito por allí⚠️
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Helena se sentía emocionada, por fin era el último día de juego y en sus manos tenía las bolsitas con los trozos de chocolate, por supuesto, tenía ya a sus preferidos.
Se sintió mal al ver la bolsa de Frank y Gerard ya con los cuatro pedazos de pepero, los malditos otra vez la habían dejado con ganas de Frerard pero tenía que resignarse al saber que eran posibles ganadores.
Apresuró el paso, el director le había dado permiso de salir en el receso para traer los premios y otras cosas, aunque se tardó un poco en conseguirlas, ya se encontraba de regreso pero antes, ella tenía un asunto que tratar.
—¡Psi! ¡Psi! –Helena rodó los ojos al reconocer la voz femenina que le llamaba, ajustó el bolsón en su hombro y giró hacia la chica.
Quiso reír al ver a la chica de pelo negro vestida toda de oscuro, inclusive el tapa bocas, gorra y como olvidarse de las gafas también.
—¿Qué eres, una espía? No me dijiste que teníamos que venir disfrazadas Sae.
La hizo callar con en un sonido mientras llevaba su dedo índice sobre su tapa bocas, se acercó "sigilosamente" a Helena para susurrar.
—¿Trajiste lo que te pedí? –preguntó mirando a todas direcciones, haciendo a Helena rodar los ojos.
—Si ¿Y tú? –dijo alzando una ceja, observó como la chica llevaba su mano al bolsillo del pantalón que llevaba, sacando de ella una USB que tenía forma de un pollo muy interesante.
Helena lo tomó dudosa entre sus dedos y levantó la cabeza del pollo que simulaba la pequeña tapa para luego regresar la mirada a Sae.
—Grabé cuando Frank le pidió ser su novio al bonito ayer ¿Cómo es que se llamaba? Gabriel.. German...
—Gerard. –dijo perdida sin poder creer lo que tenía entre sus manos. –Se llama Gerard.
—Aaah si bueno, como sea, es mi hermano quien va por su trasero no yo. –dijo Sae sacándose por fin el tapa bocas. —Pero en fin, quiero lo mío ahora.
Helena distraídamente y aun sin quitar la mirada de la USB sacó de su bolsón una carpeta y se lo entregó.
—Vanessa es muy difícil de fotografiar, nunca se queda quieta pero he tomado algunas buenas.
Sae no dijo nada tratando de lucir profesional pero estaba gritando internamente mientras sus ojos se paseaban en cada foto del amor de su vida.
—Muy bien. –dijo después de unos segundos mientras carraspeaba. Alzó una mano hacia Helena y cuando ella la tomó, empezó a agitarlas de arriba hacia abajo. —A sido todo un placer el hacer negocios contigo querida.
Con una sonrisa triunfante, Helena asintió de acuerdo a sus palabras.
—Lo mismo digo, Sae, lo mismo digo.
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Gerard se había prometido que todas las cosas perversas que quería hacer con Frank las haría en casa de él pero cada minuto que pasaba se hacía eterno y Frank no le ayudaba a ser paciente.
El grupo de Frank estaba en educación física, él se suponía debería estar en ciencias pero prefirió escaparse para ir a ver a su novio.
Suspiró escondido entre las gradas de la cancha disfrutando ver los músculos tensos del pelinegro por el esfuerzo que estaba haciendo jugando basquetbol.
Gerard recordó los piropos de camionero que escuchó una vez en un centro comercial por parte de un grupo de hombres hacia cada chica que pasaba cerca de ellos y él podía imaginarse diciéndole cada uno a Frank.
Rió suavemente al pensar en cómo sería la reacción del pelinegro pero fue distraído al ver como la camiseta se alzaba un poco del cuerpo del chico cuando encesto.
Gerard sabía que no debía sentir celos por tonterías pero cuando el equipo de Frank se acercó a él para celebrar, uno de los chicos lo abrazó de más por la cintura y no parecía que lo quería soltar.
—Vic o te alejas de mi hombre o le digo al güero que lo estas engañando. –murmuró para si mismo un poco enfadado.—Ni siquiera te gusta el deporte, no hagas que te ponga en mi lista negra.
Suspiró aliviado cuando vio a Frank apartarse con un apretón en el hombro, pero aun así se prometió a sí mismo tener un ojo encima sobre el castaño.
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Frank se despidió de sus compañeros rápidamente, Gerard le había escrito hace unos momentos diciendo que lo esparaba en el cuarto de limpieza del segundo piso y Frank estaba preocupado corriendo hasta llegar frente a la puerta del pequeño cuarto, observo los pasillos solos por un momento y toco suavemente para después entrar lentamente.
—¿Fosforito? ¿Estas bien? -Frank entro al oscuro cuarto cerrando tras el y tanteando la pared a su izquierda, buscando el interruptor para encenderla luz pero unas manos en su pecho lo detuvieron.
—Tardaste mucho, Frankie. -la voz de Gerard salio meloso y Frank podía imaginarse el puchero que estaba haciendo el pelirrojo en esos momentos.—Cense que no vendrías.
Frank rió nerviosamente mientras pasaba sus brazos alrededor de la cintura de Gerard, su corazón bombeando con fuerza ante la cercanía y no pudo evitar jadear cuando Gerard se apretó contra él, rozando su entrepierna contra la suya.
—Pensé que esperaríamos hasta que estemos en casa. –murmuró con la voz ronca por la excitación.
—Lo sé, pero eso no significa que no podamos jugar un poco.– dijo Gerard empezando a repartir besos húmedos en los cachetes de Frank mientras que una de sus manos bajaba juguetona hacia el botón de su pantalón.
—¿Estas seguro, bebé? –le preguntó Frank tomando su rostro entre sus manos.
Gerard jadeó asintiendo mientras empezaba a sonrojarse y como sabía que el pelinegro no podía verlo habló como pudo.
—S-Si, por favor, yo quiero. –Gerard se detuvo, estaba demasiado ansioso, sus manos temblorosas lograron desabrochar el pantalón y rápidamente llegaron al miembro ya erecto de Frank.
El pelinegro gimió bajo, sabía que no estaban en el lugar correcto para ponerse ruidosos así que antes de que Gerard llegara a su pene, lo besó con fuerza y hambre siendo recibido con la misma intensidad.
Gerard gimió enrollando sus brazos alrededor del cuello del pelinegro mientras dejaba que mordiera sus labios, su lengua con ansiedad busco la de él y sintió que se derretía entre los brazos de Frank.
Luego de unos minutos se alejaron jadeantes y Gerard llevó sus manos de nuevo al miembro de Frank sin olvidar su primera misión, el pelinegro jadeó mientras envolvía una de sus manos sobre las de Gerard.
—Déjame hacerlo. –pidió Gerard y se acercó para besar los labios de Frank y así succionar el labio inferior. —Por favor.
No recibió respuesta de parte de Frank pero aun así se agachó bajando de paso su pantalón, sintió las manos del pelinegro en su cabello, acariciándolo pero Gerard estaba demasiado ocupado, rozó el largo del pene de Frank y trago saliva al sentir lo grande que era.
Frank maldijo mientras se estremecía, Gerard estaba jugando con fuego, parecía entretenido explorando primero, su mano derecha apretó un poco el cabello rojo cuando sintió su aliento y gimió un poco fuerte cuando Gerard lamió la punta.
—Gee, por favor. –gimió Frank un poco alterado, Gerard rió juguetonamente y por fin se atrevió a llevarse lo que podía a la boca.
Gerard no era experto, es más, la primera y última vez que el intento comprar un consolador se había desmayo de la vergüenza en plena tienda así que jamás volvió a intentar nada de nada que tuviera que ver con sexo hasta esos momentos.
Empezó a masturbarlo lentamente y llegando hasta donde podía, los gemidos de Frank lo alentaban cada vez más a explorar, sin poder evitarlo llevo una de sus manos al cierre su pantalón para liberar su erección y masturbase también.
En el pequeño cuarto solo se podía escuchar los suaves gemidos de ambos y la succiones que hacía Gerard y en tan poco tiempo ya empezaban a sentirse al límite.
Gerard dejó de masturbarse para así acelerar las succiones en el pene de Frank, ambas manos acariciando los genitales y parte del tronco y cuando el pelinegro empezó a mover sus caderas con más insistencia, supo que estaba a punto de llegar.
Apretó más sus labios, ansioso alrededor del pene, jadeando y se quejó un poco cuando sintió que jalaba su cabello inútilmente para apartarlo.
—Gerard, bebé. –dijo Frank con la voz ronca y entrecortada.—Voy a correrme, no quiero ensuciarte.
Gerard gimió en desacuerdo demasiado embelesado en su tarea, lamió con más insistencia la punta del pene de Frank hasta que sintió las manos de él dejar de hacer presión sobre su cabello.
Fue cuestión de segundos después cuando Gerard obtuvo lo que quería, Frank se corrió con fuerza mientras gemía el nombre de Gerard. El pelirrojo recibió cada gota de semen por parte del pelinegro hasta que ya no quedará nada.
Gerard hizo un puchero queriendo más, lamió sus labios con un sabor salado para luego inclinarse con intención de seguir lamiendo pero se apartó cuando sintió el cuerpo de Frank moverse.
El pelinegro se dejó caer contra la pared hasta el suelo, con las piernas temblorosas, llevó sus manos a las de Gerard que seguían firmes en su pene, como le hubiera encantado ver la expresión que tenía el chico en esos momentos.
—Ven aquí Fosforito. –murmuró con la voz suave.
Casi al instante tenía a Gerard sentado sobre sus piernas besándolo con determinación. Algo que le encantaba y sorprendía a Frank era como Gerard podía ser tan dominante y a la vez tan sumiso, le encantaba llevar el mando cuando se trataba de besos, como en esos momentos.
Gerard empujó su lengua dentro de la boca de Frank, explorando la zona y siendo gratamente recibido por la lengua del pelinegro, el beso que le estaba dando Gerard era duro y pasional. Frank llevó sus manos al trasero de Gerard, lo acarició y dio pequeños apretones, transformando así el beso de Gerard quién gimió mientras se derretía contra el cuerpo firme del pelinegro.
—Fra–Frank.–la voz de Gerard salió temblorosa, una de sus manos retuvo la de Frank contra su trasero, buscando más contacto.—¡Si! –gimió cuando el pelinegro apretó con ambas manos y con fuerza su trasero.
Frank lo besó de nuevo, con hambre, su pene volviendo a despertar de a poco, llevó una de sus manos a la erección de Gerard y lo apretó con fuerza.
Gerard gritó ante eso para luego enterrar su rostro en el cuello de Frank.
Frank empezó con firmeza a masturbarlo mientras escuchaba a Gerard murmurar incoherencias, las caderas del pelinegro se movían junto a su mano, sabía que Gerard se correría rápido cuando sintió el presemen llegar a su mano.
—Frank, más fuerte, por favor. –gimió con fuerza.
Gerard estaba perdido en la laguna de la lujuria, estaba a nada de correrse sus murmullos empezaron a ser más fuertes mientras se balanceaba al compás de la mano de Frank.
—Baja la voz mi amor, nos van a escuchar. –murmuró contra su oído Frank.
Los ojos de Gerard brillaron ante el apodo del pelinegro, su corazón martilló y sus labios se transformaron en una sonrisa, se apoyó por completo contra Frank y jadeó con fuerza cuando se corrió.
Sus piernas temblaban y luchaba con su respiración agitada, el agarre de Frank en su pene se detuvo y Gerard busco la mano con las suyas encontrándolas mojadas, un pensamiento morboso llegó a su mente, llevó la mano de Frank a sus labios y lamió su propia esencia limpiando la palma del pelinegro.
—Mierda. –gruñó Frank cerrando los ojos, sabía que no podía llegar a más pero Gerard no le ayudaba a controlarse.—Bebé, detente.
La risa tierna de Gerard y lo sorprendió, el chico soltó su mano pero se abrazó a su cuerpo, enterrando su rostro en el centro de su cuello.
—Mi amor. –lo escuchó murmurar. —Me llamaste mi amor, Frankie
Frank sonrió embobado mientras abrazaba por completo a Gerard, pensó en las palabras de su chico sintiendo el corazón alterado.
—Eso es lo que eres amor. –susurró besando la frente de Gerard
Y la burbuja de amor en la que se encontraban antes parecía crecer más, esperando nunca explotar.
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