Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Water Fountain



Ayer por la noche, después de haber jugado Assassins Creed Brotherhood con Jamie, llegué a la casa y encontré otra postal en mi puerta. Esta vez, se trata de una imagen de agua con los peces de color naranja con manchas blancas que hay en las fuentes japonesas nadando. Y al igual que la anterior, está hecha a mano con acuarela.

Los dibujos son lindos, y no quiero deshacerme de ellos porque son sobre Japón, mi lugar favorito en el mundo. Desde la última vez que fui, me han quedado unas ganas tremendas de regresar; espero hacerlo pronto para los festivales que hacen en noviembre. No he podido obtener más información sobre esta chica, pero Jamie me asegura que Alejandra hace lo que puede para encontrar algo. Ni si quiera sé bien porqué, pero de una manera u otra terminé sentado en la banca de la plaza más cercana que tengo. Quizá sólo necesito respirar y tomar algo de aire fresco.

Me siento muy mal, vacío, herido, quizá también gasta golpeado. Ayer, ver a Joana tan contenta y alegre con ese sujeto, sin rastro alguno de tristeza en su rostro, me hace preguntarme si realmente siente algo por mi después de lo que pasó hace unos días, independientemente de si es un sentimiento de amistad o de algo más.

¿Ella realmente me quiso alguna vez? No lo dudo que lo haya hecho antes cuando éramos amigos, pero incluso si lo digo así... no deja de doler.

Quizá ella y yo no éramos algo más, pero definitivamente teníamos algo. Solía aferrarse mi brazo a veces cuando caminábamos en la calle, y en ocasiones me abrazaba durante largos periodos de tiempo, cuando se sentía triste y necesitaba consuelo. Llegué a verla dormir en varias ocasiones, y llegué a darle regalos en ciertas fechas especiales. Me besaba las mejillas cuando nos despedíamos y saludábamos, reíamos juntos por cualquier cosa, escuchábamos música romántica y la cantábamos a todo pulmón... compartíamos secretos y aventuras...

¿Por qué entonces no le gusté? ¿Será porque no tengo el cabello lindo? ¿O porque mis ojos no son de color? ¿Porque no soy el gerente de un hotel prestigiado?

No debería estar en este parque, por donde caminábamos ella y yo a veces muy juntos. Yo siempre hacía todo por ella, cualquier cosa que me pidiera para que fuera feliz... No entiendo qué pasó. No debería estar aquí, y mucho menos viendo viejas capturas de pantalla que tomé cuando en un momento fueron hermosas. Ahora me duele a morir.

Hoy será un día muy, muy largo.


('д`)


Tuve que cambiarme después de unas horas de lugar para que el sol no me quemara la piel. No sé cuánto llevo aquí, ni siquiera tengo noción del tiempo porque mi teléfono murió hace un buen rato. Sólo sé que el sol ya está bajando, y el clima se hace cada vez más fresco. Por un lado, me siento tranquilo y relajado. Pero vacío.

—¿Rubén? —escucho decir.

Cuando me vuelvo a la voz, me percato de dos sombras oscuras que me miran; cuando mis ojos terminan de acostumbrarse a la fuerte luz que hay tras de ellas, termino dándome cuenta de que se trata de Alejandra y su mamá.

—¡Hola! —saluda la señora—. ¿Cómo estás?

—Hola —respondo, casi sin ganas, haciendo el mínimo esfuerzo por sonreír.

—¿Qué haces aquí? ¿Te verás con alguien? —vuelve a preguntar. Ambas tienen un cono de nieve a medio comer en mano, y la señora tiene una expresión tranquila, contenta. Por otro lado, su hija me mira inexpresiva, aunque puedo notar algo más en su mirada—. ¿Esperas a Joana?

Cuando escucho eso, un golpe caliente me golpea el pecho y el cuello, haciendo que de mis ojos comiencen a brotar lágrimas.

Agacho la mirada un poco.

—Mamá —dice Ale rápidamente en un tono de voz tranquilo—. ¿Puedo alcanzarte ahorita?

Se hace un breve silencio. Pero qué vergüenza; si soy discreto y no me muevo mucho puede que no se den cuenta de que estoy llorando.

—Oh. Claro —responde con cuidado.

La señora Sandra se va, quedándonos sólo Ale y yo. ¿Qué prosigue? ¿Un discurso de mi debilidad? ¿Burlas o indirectas? ¿Sarcasmo?

—¿Estás bien?

—Mejor que nunca.

He logrado controlarme y ya no siento ganas de llorar, pero el sentimiento sigue ahí.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Oh, ya sabes —digo, recargando los antebrazos en mis muslos—. Disfrutar de la naturaleza. Ver la belleza de la vida.

—Claro.

Se hace un incómodo silencio, aunque decido no darle mucha importancia. No tarda en oscurecer, y no estoy seguro de si quiero regresar a casa.

—Lamento lo del otro día —suelto en voz baja, sin siquiera saber bien por qué—. Estaba molesto.

—Sí, pude notarlo.

Otro silencio. Poco a poco, comienzo a darme cuenta de que esta chica no es realmente de muchas palabras, por lo que concentro mi vista en la tierra que hay bajo mis zapatos.

—Lamento que las cosas no hayan funcionado como esperabas —aunque no la veo, sé que lo dice en serio—. Sé que es difícil.

—Sí... —me encojo de hombros—. No pasa nada.

Intento no darle mucha importancia a los asuntos que suceden dentro de mi cabeza; así es más fácil para lo demás no preocuparse por mí. Por lo general, yo soy un chico optimista y alegre que siempre ve lo mejor de la vida... Pero estos días han sido difíciles y dolorosos.

—Te extraña —continúa diciendo. Habla con una voz suave y cuidadosa, distinta a cualquiera que le hay escuchado—. Y te quiere. Lo sabes.

No me sorprende mucho el que Joana le haya contado lo que pasó a Alejandra, y tampoco me asombraría mucho el saber que ella fue la primera persona en enterarse. Después de todo, ella solía decirme que esta amiga suya es de buen fiar.

Todavía no puedo comprobar eso.

—Son cosas que pasan —su tono frío sigue ahí, pero es distinto—. Necesitas seguir adelante.

Las lágrimas comienzan a brotarme de nuevo, por lo que decido esconder el rostro entre el hueco de mis brazos y piernas; la tierra y mis zapatos se ven borrosos.

Por un momento no dice nada, por lo que me hace creer que tal vez ya no tiene nada qué decir. Yo en cambio, tengo muchas cosas que me gustaría comentar y hacer.

—Todo lo que yo quería —gimoteo, y la voz se me rompe a media frase—, era sentirme especial.

Especial para ella, querido por ella. Y ahora no puedo, porque soy débil y no le soy digno. Coño, soy un desastre; sentado a mitad de un parque en una banca con media pijama puesta, el cabello sin arreglar, llorando, con una amiga que ni siquiera es tan cercana, a estas horas tardías. Por razones como estas Joana no es mi novia.

—Fui rechazado.

Termino por iniciar un llanto silencioso. No me importa que me vea la gente que pasa, ni Alejandra, ni nadie. ¿Está mal llorar por el amor de tu vida? ¿Por la persona que más quisiste y que te rechazó? No debí haber venido aquí; debí haberme quedado en casa con Mia y mi computador viendo escenas románticas de animes depresivas.

—Hmm —piensa—. Eso crees tú.

Escucho que se levanta, y por el rabillo de mi ojo noto que se detiene justo frente a mí.

—Más bien fuiste redireccionado a algo mejor —levanto la vista al escuchar eso, y noto que me extiende una mano—. ¿No crees?

No digo nada, sólo me quedo mirándola desde aquí abajo unos segundos. ¿Redireccionado? ¿Algo mejor? ¿De qué habla?

—¡Mi brazo se cansa! —dice un poco molesta—. ¿Lo vas a tomar o qué?

No sé qué significa ese gesto de estrechar la mano viniendo de ella, puede ser un especie de tregua, o una especie de broma, o quizá el inicio de un ataque sorpresa donde me lanza hacia adelante con mucha fuerza y salgo volando por los aires. Aunque viendo esa expresión en su rostro tan tranquila, y con una leve y ligera sonrisa esbozada, sé que no es algo tan malvado.

Cuando estrecho mi mano contra la suya, sonrío, quizá agradecido o quizá nervioso, pero apenas siento fuerza por parte suya hacia mí, me estreso.

—Ven —de un tirón logra ponerme de pie—. Vamos por un helado.

La miro, confundido. ¿Qué clase de Alejandra hace eso?

—¿Qué? C-creí que no te agradaba...

—Oh —me suelta la mano—. Así es —comienza a caminar—. Pero ahora eres amigo de Jamie; y por tanto mío.

¡Pero qué lógica tan extraña es esa! Eso significa, ¿que somos amigos ya?

Omg...


(。・_・。)


—Siento como si... quisiera irme para siempre y nunca volver.

—Vale, Rubius, sé que estás triste pero no es para tanto —anima, con su voz gruesa—. Es sólo una etapa. Ya pasará pronto.

Llamé a El padrino para que me diera consejos sobre cómo salir de la depresión post-rechazo. Mamá no estaba, por lo que aproveché para hacerle una videollamada.

—¿Y si nos vamos a Japón de nuevo? —indago, con voz triste—. No sería mala idea.

—Hostia —suelta una risa—. ¿Y qué planeas hacer tan lejos?

—Irme —respondo—. No lo sé. Estoy seguro de que allá sería más feliz.

—Ánimo, campeón —dice, bebiendo de su caña fría—. No es el fin del mundo. ¿Sabes cuántas mujeres me rechazaron a mí?

—No lo sé. ¿Muchas?

—Así es. Y me sentí igual que tú —explica—; perdido, triste, vacío, tonto, humillado, avergonzado. No quería salir de casa, ni ver a mis amigos, yo sólo quería estar con mi tristeza, y, como tú, planeaba irme lejos de ellas, lo más lejos posible, porque por más que luchaba no lograba encontrar la razón de mis fracasos. Pero... ¿te digo algo?

Asiento con la cabeza dos veces.

—Cuando intentamos escapar de las personas que nos rodean, siempre llegará una que nos inspire a quedarnos. Te lo aseguro.

—¿Y si no ha llegado esa persona?

—Es porque aún no es tiempo. Ten paciencia; perderla, es perder la batalla.

—Vale, vale, vale —suelto con una sonrisa—. Me animaré un poco.

—¡Así se habla! —sonríe ampliamente—. Ahora, ve y busca a tu gata, que quiero verla.

—¡Sí, señor!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro