Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prayer Intoxicated



Toda la noche di vueltas en la cama como salchicha en aceite de lo nervioso que estaba con respecto a la situación entre Joana y yo.

Tuve que hacer una rápida videollamada.

—Mamá —digo desesperado apenas contesta—. ¡Ayuda!

—¿Qué pasa, amor? —ríe.

—Tengo un problema.

El lugar luce un tanto oscuro, con poca luz de fondo, y tal parece que está en su habitación.

—¿Problema? —ríe—. ¿De qué se trata ahora?

—Sobre Joana.

—Qué novedad —escucho los pasos de sus botas para el frío—. ¿Por qué me llamaste a esta hora? Debe ser algo importante, seguramente. Du ringer bare meg når du trenger noe.

—Eso no es cierto —excuso—. También llamo para saludar, a veces. Pero, necesito un consejo.

—¿Qué clase de consejo?

—Vale, uhm... —desvío la mirada, nervioso, un tanto colorado para poder cruzar la calle—. Es de esos que... vale, requieren una especie de, uhm... ¿confesión? ¿Declaración?

—Madre mía, hijo —exclama contenta—. ¿Te le vas a declarar a Joana? ¡Hvor spennende! —de pronto, el ruido de una silla recorriéndose hacia atrás con fuerza se escucha—. ¡Héctor! ¡Héctor, ven! —grita.

—No, mamá —digo nervioso—. ¡Mamá!

—¡Héctor, que Rubén necesita un consejo de hombre a hombre!

—¿Qué pasa? —escucho a lo lejos.

—¡Ven, rápido, que necesitamos tu ayuda!

Hostia... Y yo que quería ser discreto con la situación. Continúo arreglando mi escritorio para cuando mi amiga llegue y encuentre un tanto más en órden.

—¿Aló?

—¡Padrino! —saludo con emoción para ocultar mis nervios y vergüenza—. ¡Eeeehhh!

—¡Hola campeón! ¿Cómo va todo?

—Hola, hola, hola —río—. Todo bien. Está todo bien aquí. ¿Qué tal allá?

Tan sólo imaginar a Joana sentada sobre mi cama me pone a dar vueltas el estómago de una manera nerviosa y emocionada.

—Por acá todo bien —abraza a mi madre por el hombro—. Esta mujer de aquí, que se la pasa gritándome siempre.

—Quiere declararle su amor a una chica —interrumpe, inquieta, con una sonrisa del tamaño de sus mejillas.

Abre sus ojos, grandes, llenos de sorpresa ante el tema de conversación.

—Hmm, buena pregunta. Supongo que debes iniciar con la propuesta en sí, me refiero a que, debes tener un lugar en mente para decírselo, ¿no?

—Sí, sí —respondo—, pero, ¿y yo qué digo, o, qué hago? ¿Cómo debo decírselo?

—Así; sólo dilo y ya, amor —añade mamá—. No es tan difícil. Si te dan nervios, solo respira, y suéltalo cuando sea el mejor momento. Invítala a cenar, eso siempre ayuda.

—¡Sí! Invítala, a un lugar bonito. Sólo sé tu mismo campeón, si realmente sientes que esta chica es para ti, podrás con ello. No necesitarás cientos de flores ni chocolates; con mirarla a los ojos lo sabrás. Sentirás este cosquilleo, y las manos te van a sudar, y pues, eso.

Suponiendo que todos sus consejos funcionen, y ambos tengan razón hasta ese punto, y que todo durante esa cita sea perfecto y color rosa...

—¿Qué haré si me rechaza?

Ikke vær negativ. Inténtalo. El que persevera, alcanza.

—Vale —suspiro, queriendo sonreír—. Gracias, a los dos.

Detrás de mi cara de calma, hay todo un caos en mi mente. 

No dejo de mover mis piernas, y comienzo a pensar en miles de posibilidades. Joana me gusta demasiado, me encanta, pero, ¿y si no soy tan bueno para ella? ¿Y si tiene a otra persona en mente?

De pronto escucho ruidos en la cocina, por lo que camino hacia allá aprovechando que tendré la compañía de Juan; necesito tomar un cuchillo de todas maneras para poder abrir unas cintas adhesivas imposibles.

Cuando entro, lo primero que el rabillo de mi ojo alcanza a percibir es el oscuro cabello rizado de mi amigo, por lo que comienzo a hablarle. Pero qué largo tiene el cabello ya.

—Eh, Juan —comienzo a decirle al tiempo que abro el cajón—. Enciende el ventilador. Hace un calor brutal afuera.

—¿A quién putas le dices Juan?

Volteo de golpe y me encuentro con Alejandra tomando un vaso de agua. ¿¡Pero qué leches!?

—¡Eh! ¿Qué coño haces en mi casa? —digo cabreado—. ¿Cómo entraste?

—Qué te importa, no seas metiche.

—Es mi casa —ataco—. Claro que me importa.

Deja el vaso junto a ella y camina hacia la sala de estar, pasando junto a mí como si no fuera la gran cosa. ¿Qué le pasa? Salgo corriendo tras de ella.

—¡Eh, fuera de mi casa!

—Ni te apures que ni de pedo vine a ver a ti —dice seria, volviéndose a mí.

—¿Qué?

Me hace una seña con la cabeza, apuntando hacia el baño.

—Joana vino a dejarte algo y vine con ella —se encoge de hombros—. Me obligó, a venir, de hecho.

Me tranquilizo un poco y comienzo a respirar. Esto es extraño, mucho, y aunque quisiera reclamarle simplemente no puedo; viene con Joana y, por lo tanto, no cuenta como un allanamiento a propiedad privada, ¿o sí?

—Bueno, con tu permiso.

Se sienta con cuidado y se recarga en el respaldo del sillón al tiempo que cierra sus ojos y se pone cómoda. Acto seguido, Mia aparece del otro lado de la sala y se trepa del lado contrario a Alejandra. 

Desde aquí, es como si la gata tratara de asechar a la chica desconocida que tiene en frente, como si fuera una criatura nueva para ella que quiere morder y arañar. Pero no es hasta que comienza a caminar con cuidado hacia la extraña, olfateando todo y viendo con detalle cada parte de ella, que da un par de pasitos más y comienza a acomodarse entre sus piernas. 

Y entonces comienza a ronronear.

—¡Qué! —grito, corriendo hacia ellas—. ¡No, no! ¡Mi sobrina no! 

Tomo a Mia entre mis brazos y la aferro a mí.

—¿Qué fue eso? —le grito a Ale, molesto.

—¿Qué?

—¡Eso que hiciste!

No me lo creo. ¿Mia solo... acaba de acomodarse en las piernas de Alejandra? ¿Por qué? Ella nunca le había demostrado sus mimos a nadie que no fuera yo o Juan. Y ni si quiera a él; a veces lo ve y lo araña. 

A mi todavía me llega a usar de poste de arañar de vez en cuando, también.

—¿Qué pasa? —inquiere una dulce voz apareciendo por el pasillo.

—¡Joana! —grito aliviado—. Mia acaba de...—pensarlo me da rabia—, ¡Se frotó en las piernas de ella!

Voltea a ver a su amiga y sonríe de oreja a oreja.

—Es adorable.

—¡No lo es! —replico indignado.

Entonces lo capto; claro, Alejandra tiene el aroma de su apestoso gato... y por eso se le acurrucó.

—Háblala con Jamie y Ale sobre una guerra de pintura mañana —anima—. Ya sabes, guerra de paintballs. Fue idea de Ale.

Apenas escucha su nombre, se pone de pie y comienza a caminar hacia la salida, con Joana siguiéndola por detrás.

—Dejé tu chamarra en el cuarto —comienza a decir—. Gracias por prestármela.

—No es nada —me encojo de hombros, subiendo a Mia para que no se resbale y caiga.

—¿Quieren una? —ofrece Alejandra a Joana al tiempo que saca un pequeño paquete de galletas Oreo a medio comer.

—Gracias.

Gira el paquete en dirección mía, y por mucho que quiero rechazarla, mi estómago realmente desea una, por lo que termina dándole la orden directa a mi cerebro de aceptarla antes de que mi voluntad de orgullo la rechace. 

Ale sonríe un poco, complacida, y yo termino reaccionando demasiado tarde, pues apenas la muerdo, comienzo a imaginar mi parte favorita, esa cuando el chocolate y la crema blanca se mezclan y forman una explosión de sabores en mi boca. Pero en lugar de eso, la escupo de inmediato en mi mano.

—¡Eagh!

¿Pero qué...?

Esto sabe a pasta de dientes... ¡Maldita sea! Corro a la cocina a tomar agua del grifo y espantarme el sabor de la boca. ¡Pero qué desagradable! ¡Alejandra me ha engañado! ¡¿Pero qué le pasa?!

Cuando termino de enjuagarme, veo dos vasos grandes de vidrio sobre la mesa llenos de agua, bocabajo. Y una nota adjunta.

Suerte limpiando.

A.

¿¡Estás de coña, Alejandra!?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro