Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Boba Date


Al llegar a la entrada del arcade, me percato de que Joana no trae puesta una usual falda, sino un pantalón de mezclilla y una playera oscura con el dibujo de un control de Xbox, lo cual me hace pensar que, para alguien tan linda como ella, debe ser raro vestir este tipo de estampados en la ropa. 

—Vengan —nos hace un ademán con la mano—. Tenemos mucho qué jugar hoy.

Lo dice como si fuera una especie de obligación o algo así. 

Nos adentramos al lugar y empezamos a caminar entre toda la gente para llegar adonde Joana quiere, y cuando pasamos por las máquinas donde están los juegos de puntería y disparos, veo a una alta y delgada figura en una posición como de pelea: Rubén está jugando el juego de Point Blank.

—Eh, Rubén —dice Joana—. Ven a saludar.

Termina de jugar su partida y camina hacia nosotros, indiferente, con una actitud prepotente. No me dirige la mirada, aunque tiene una irritante sonrisa en la cara que me dan ganas de quitársela con un golpe.

—Hola —saluda en general, aunque sé que sólo se refiere a Joana.

No respondo, así que Jamie me da un leve empujón para que corresponda al saludo.

—Hola.

—Traes el mismo suéter con el que te tumbé —añade, con un tono extraño, y puedo captar entre líneas que no se trata de un comentario positivo—. Qué lindo.

—Se nota que tienes un chingo de espacio libre en tu cerebro como para estar memorizando lo que me pongo —ataco, un poco más seria de lo que respondo siempre—. Qué lindo.

Se hace un silencio y ambos nos lanzamos una mirada de odio. 

Tan bien que iba todo, y ahora sólo quiero irme a otro lugar donde no pueda respirar cerca de este sujeto. Jamie toma la manga de mi suéter, por lo que miro a sus ojos y me percato de lo que intentan decirme, así que decido tranquilizarme un poco.

—Díganme —añade Joana, un poco nerviosa—. ¿Quisieran empezar a jugar?

—¡Yes! —añade Jamie, emocionado.

Sin dejar todavía de mirar los ojos de Rubén, frunzo más el ceño, a lo que sonríe un tanto divertido.

—¿Sabéis qué? —dice en voz alta—. Prefiero iniciar directamente con las retas.

—No, Rubén —comienza a regañar Joana.

—No, no —interfiero, calmada—. Está bien. Es más divertido así.

Sé lo que este sujeto está tratando de hacer, y no va a lograrlo. Por fortuna, Jamie y yo llevamos viniendo a este lugar desde que comenzó a abrir; tenemos la mejor coordinación que puede haber.

—Jamie se queda en mi equipo.

—Como gustes —hace un gesto con el rostro.

—¿Cuál jugaremos? —cuestiona mi amigo, tímido.

Quisiera responder, pero sé que solo ignorará mi respuesta, y a como lo veo, él es el que está al mando de lo que se hace hoy, puesto que su motivación por ganarme es tanta, que incluso yo lo dejo hacer lo que quiera. Quiero dejar que se ilusione un rato en lo que vuelve a su realidad. 

Después de eso, lo aplastaré tan fuerte que querrá no haberme hecho molestar.

Mortal Kombat —responde, confiado.

Joana y Jamie quedan perplejos. Pero qué sorpresa, esto se pone cada vez más interesante. 

La chica camina con discreción hacia su amigo y le susurra algo, a lo que éste simplemente ignora y ríe con sarcasmo.

—¿Lista para saber lo que es perder?

—Ay, ajá. Tu culo.


ò_ó


—Te advertí que era buena —añade Joana, tomando un sorbo de su malteada de fresa.

Tomo asiento junto a Jamie y nos quedamos mirando a la deriva; con el inicio de vacaciones, Madrid parece hormiguero por donde vayas, y con la llegada de cientos de turistas a diario, todavía más. 

Me agrada sentir el fresco aire de la victoria soplándome en la cara.

—Están ricas —comenta Jamie.

—¡Sí! Son mis favoritas —dice Joana, acomodándose las gafas.

Comenzamos a caminar hacia la calle Mayor, para dar un leve paseo; estoy tan de buen humor que no puedo simplemente negarme a caminar por esta calle tan linda. Doblamos hacia la derecha justo cuando llegamos a la esquina donde está Custo Barcelona. Tal parece que les ha llegado mercancía nueva, puesto que tienen collares y brazaletes que no había visto anteriormente.

—¿Te gustó, Ale? —indaga Joana, amable. 

Asiento con la cabeza un par de veces, sin dejar de sorber de la pajilla; el sabor de cereza en estas malteadas es algo alucinante.

—La mía está rara —comenta Rubén, revisando su vaso—. Diferente, como amarga.

Sonrío ante tal respuesta.

—Así sabe la derrota.

No podría estar más feliz en estos momentos; gané, junto con Jamie, y estoy bebiendo una malteada que Rubén pagó. ¿Qué mejor que eso?

Meneo la pajilla de un lado a otro para evitar que el sabor se asiente y comienzo a mirar alrededor. Recuerdo haber venido a esta tienda junto a nosotros en un cumpleaños de mi mamá para comprarle una mascada nueva. La tienda olía a madera y a fragancias, tenía dos candelabros de color dorado colgando del techo, y la pared derecha llena de collares, pendientes, carteras y demás cosas.

Al terminar la malteada, tiro el vaso de plástico al primer bote de basura que veo cerca de mí.

—¿Quieren continuar caminando? —cuestiona Joana, sin perder el tono amable—. ¿O quieren irse ya?

—Creo que Ale debería irse a bañar —comenta Rubén por debajo de su aliento.

—No seas grosero —regaña ella.

No me ofendo, puesto que no huelo mal, ni nada. De hecho, hasta yo puedo percibir el aroma de mi perfume. En estos momentos no puedo molestar por comentarios que este tipo haga: su cara de derrota fue tan épica que me es imposible olvidarla. 

—No soporta el olor a victoria —añado, queriendo sonreír.

Continuamos caminando todos por la misma calle, hombro con hombro, por lo que, cuando llegamos al puesto de las monedas de colección, Rubén añade, en un tono más o menos desafiante:

—No dejaré esto aquí —nos volvemos todos a él, sin dejar de avanzar—. Quiero la revancha.

—No estés chingando —le digo divertida.

—Rubén no es alguien a quien puedas convencer tan fácil de rendirse —me dice Joana con un guiño—. Créeme, lo he visto.

Me vuelvo a él y comienzo a analizarlo; a pesar de su postura desgarbada, puedo notar por la mirada que me lanza que no se detendrá hasta ganarme. Suspiro un tanto ruidosa mirando a Jamie, a lo que sonríe de manera tierna.

—Es como Francisco —añade.

—Terco, nercio.

Asiento con la cabeza y, por un momento, me dan unas tremendas ganas de volver a hacerle un fatality a Rubén. Negarme a tan tentadora oferta sería desperdiciar grandes oportunidades de dejar en claro quién mandan en estos juegos. Lo miro, torciendo un poco el labio y asintiendo una vez con la cabeza.

—Vale —parece complacido—. El viernes dejaré a Sub-Zero tirado en el suelo.

—Tu culo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro