Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

All I want


⚠️ ¡Escuchar capítulo con sonido! Ampliamente recomendado ⚠️



No tenía ninguna llamada de la persona que esperaba en la mañana cuando desperté. Ni un mensaje.

Me resigné a continuar con mi vida. Acepté lo que estaba a punto de pasar.

Tuve que hacer maravillas para conseguir que una maceta de gardenias llegara a la casa, con un moño blanco. A mi mamá le encantó su regalo.

Nuestra despedida fue rápida, corta, sin necesidad de drama, y durante todo el camino hacia el aeropuerto, sólo me hice la idea de que Joana regresaría a Londres, que Francisco iría a Alemania, al igual que Jorge, y que personas como mi mamá, Rubén, Rafa, e incluso Cheto, se quedarían a continuar con sus vidas en esta ciudad.

Le pedí que no bajara del auto; así sería menos difícil para ambas, y entonces lo veríamos como algo sin tanta importancia, a pesar de que estábamos deshaciéndonos por dentro.

Mi deber ahora sólo consiste en sobrevivir, enfocarme en reforzar y mejorar mis conocimientos en idiomas, y de una manera u otra, sobrevivir a base de comisiones en dibujos. ¡Ja! Como si eso fuera a dejarme una ganancia significativa para mis escapadas a Estados Unidos y bares. Aunque, si logro fallar en algo, tengo la opción de subsistir a base de comer barritas energéticas y conseguir un empleo temporal en una cafetería llevando la contaduría.

Gracias, mamá.

—Jamie —le llamo, molesta—. ¿Dónde estás?

—Ay —suena afligido—. On my way. I'm almost there. En diez minutos llego. ¡Hold on!

Mis piernas y mi hombro necesitan un descanso. Mis nervios se transforman en estrés, y el estrés me lleva a la ansiedad...

Ya me enojé.

—¿Puedo esperarte en la sala de espera?

—¡No, espérame en el check-in!

—¡Corre entonces!

La cantidad de gente que entra por las puertas para dirigirse a la sala diez y once me hacen creer que el vuelo será bastante cansado y apretado. En serio, ¿así es como voy a iniciar mi aventura? Lo pongo el altavoz para poder bajar mi mochila al suelo y descansar el hombro izquierdo. 

—Estamos estancados por el hotel Hilton del aeropuerto.

Brrr, brrr.

Un mensaje.

iMesagge
Hoy 5:31PM

Voltea ;)
hacia atrás, jaja

¿Pero qué...?

El corazón de pronto se me acelera de golpe. No, no es cierto. No es cierto. Esto no está pasando.

Ahí, de pie, frente a la puerta de entrada, está Rubén, con su teléfono en mano, vistiendo una horrible playera y unos jeans que le quedan grandes. 

No, no, no es cierto. Apenas me ve, extiende sus brazos y levanta una ceja, divertido. Este tipo está... ¡Está loquísimo!

¡Está de coña!

Sin pensarlo dos veces, dejo ambas maletas en el suelo y me hecho a correr hacia él con todas mis fuerzas posibles. Mis piernas comienzan a temblar, y poco a poco, comienzo a perder la noción de todo; no soy consciente de mi respiración, o movimientos. Mi cuerpo se mueve por sí sólo, y no pienso claramente, pero en un impulso desesperado y de falta de razón, extiendo mis brazos, y de un brinco, logro ser atrapada por sus brazos y cuerpo, dando ambos un especie de giro.

Hago fuerte mi agarre a su cuello, a su cuerpo, sintiendo una calma increíblemente reconfortante. Río de pronto, con una combinación de nervios y adrenalina. ¡Mis dedos están temblando!

—¡Rubén! —exclamo, estrujándolo más cerca de mí—. ¡Estás loquísimo! ¡Estás demente!

En su rostro, tiene una mirada boba, perdida, justo como las que le lanzaba a Joana cuando ella estaba distraída, y él comenzaba a apreciar su belleza. Mi cerebro no termina de procesar lo que está pasando. 

¿No se supone que esto es la vida real? Este tipo de cosas sólo suceden en las películas.

O cuando le importas realmente a alguien.

—¿Qué demonios haces aquí? ¿Cómo llegaste? ¿Te das cuenta de que esto es demasiada coincidencia? —miro por detrás de él, que Cheto se dirige hacia nosotros—. ¿Cómo supiste a qué hora era el vue—

Sin más, toma mi rostro, y me besa.

Me besa, en los labios.

...

Describir este roce como algo intrépido y precipitado no es nada; esto es, toda una explosión de sentimientos, de varias combinaciones fusionadas entre sí. Su beso, tan súbito y gentil al mismo tiempo, me hacen quedar en shock durante varias milésimas de segundo.

Pero al final, mi cuerpo cede, y termina correspondiéndole como es debido, acercando mi cuerpo al de él para que nuestras frentes se encuentran de frente, chocando durante unos segundos.

Mi corazón brinca de alegría; se quiere salir de mi pecho, quiere que sea eterno este sentimiento de satisfacción. 

Su aliento es tibio, y tiene un ligero aroma a café. Tengo que ponerme de puntillas para poder tomarle el cabello y comenzar a atraerlo más hacia mí, porque él, no suelta la parte de mi cintura; la toma con algo de fuerza para acercarme a su estómago, junto con algo de desesperación, quizá, para poder estar más juntos.

Oh, por Dios. Qué bien se siente esto. Pero qué bien se siente, después de tanto tiempo. Es un sentimiento de poder decir, ¡al fin!

Cuando termina, me toma de nuevo el rostro y me comprime ambas mejillas con cuidado.

—Te voy a esperar, Ale —sus ojos parecen excesivamente contentos, alegres, optimistas—. Esperaré aquí, por ti. Un año, dos, tres, los que sean —asiente con su cabeza, tratando de aceptar las cosas—. Te voy a estar esperando.

Trato de ahogar el nudo que se me forma en la garganta.

—No me rendiré —continúa, tratando de no llorar también—. No tan fácilmente. Me voy a aferrar a ti, y, no importa qué hagas, o, qué pase, no... No me rendiré contigo. Te voy a esperar, y tampoco iré a ningún lado, ¿vale?

Sonrío, complacida por sus palabras. ¿Esto es... felicidad?

—Porque... porque te quiero. En serio... —se le rompe la voz, y entonces, se lanza a abrazarme de nuevo—, en serio te quiero, ¿vale? Perdón por haberlo dicho tan tarde. Quería estar seguro de lo que sentía por ti.

—Y... ¿te sientes seguro justo ahora?

—Jamás había estado más seguro de algo, como lo estoy ahora. Y, y, el hecho de que estemos separados, no significa que vaya a dejar de quererte.

Sonríe, con su sonrisa de tonto que me encanta ver, provocando dentro de mí una seguridad hacia él que no había sentido antes. 

Entonces, alguien arrastra un par de mocos; Cheto.

—Ah —hiperventila, sentimental—. Qué hermoso. Y yo que no quería venir.

Junto a él, descansan mis dos maletas. ¿Fue por ellas y regresó? Qué amable gesto de su parte; por un momento las había olvidado. ¡Y ahí están todos mis documentos!

—¿Valió la pena? —pregunta Rubén, dirigiéndose a su compañero.

—Cada segundo de tu estrés y gritos —parpadea un par de veces para espantarse las lágrimas.

Ambos reímos ante el comentario. Nunca, en mis dieciocho años de vida, llegué a imaginar que algo como esto me sucediera. Nunca. Siempre fui realista, y, lo máximo a lo que aspiraba el día de hoy, era que me dieran un aperitivo y una bolsa de cacahuates. Eso, o que un muchacho súper rico quisiera adquirir para mí uno de esos boletos de clase alta donde puedo descansar mi espalda y pedir todos los bocadillos que quisiera.

Pero esto es mejor en cualquier sentido.

—Esto es demasiado para mí —prosigue Cheto—. No puedo con tanto.

Ahora sólo, quiero volver a besar a Rubén, una y otra vez, pero...

Salida del vuelo Lufthansa 2202 con destino Frankfort —escuchamos por el megáfono—. Señores pasajeros, embarquen por la puerta número D59.

Lo miro, con ojos un tanto tristes. Ambos sabemos para quién va dirigido ese mensaje. ¿Qué se supone que debería decir ahora? ¿Debería, volver a besarlo?

—Gracias, por todo, Rubius —le extiendo mi mano, sintiéndome completamente satisfecha por dentro—. Espero poder verte el próximo verano.

Al principio, me mira confundido cuando se percata de lo que hago, y luego, sonríe, negando la cabeza.

—Así será —toma mi mano, pero no la estrecha, sino que le besa gentilmente los nudillos, haciendo una especie de reverencia—, Alejandra.

Dios. Mis mejillas están que arden.

—¿A que escribiremos juntos el próximo año, verdad? —inquiere entonces, soltándome.

—Es una opción. Pero suena bien.

Mis mejillas rojas se estiran conforme esbozo una sonrisa tonta.

—¡Ale! —grita Jamie, uniéndosenos—. ¡Sorry I'm late!

—Hola, amiguito —saluda Rubén.

Jamie, con sus mejillas coloradas por el calor, se recarga sobre sus rodillas para recuperar el aliento.

Sup, Ruben —jadea—. Cheto. Hi there.

—Vámonos —le digo, dándole un empujón en el brazo.

—Voy.

Comenzamos a caminar por el pasillo para documentar nuestras maletas, y mientras tanto, trato de no enfocarme tanto en mis sentimientos, que han quedado hechos una maraña. Emoción, adrenalina, confusión, alegría, sosiego, calidez, cariño, nervios, miedo...

¿Cómo se supone que controle todo esto?

Cuando la chica de la aerolínea nos da nuestros boletos y nos dirigimos hacia el pasillo que nos conducirá hasta los hangares, volteo una última vez hacia atrás. Ambos chicos, de pie, observando cómo nos vamos, sonríen nostálgicos. Titubeante, levanto mi mano a la altura de mi pecho y me despido haciendo un movimiento con ella.

Adiós, Rubén, repito en mi cabeza. Prometo que regresaré cuando menos lo esperes.

—¡Adiós, Ale! —menea su brazo por encima de su cabeza—. ¡Adiós, Jamie! ¡Suerte con todo! ¡Os quiero!

—¡Cuidaos de los osos pardos y los alces! —grita Cheto—. ¡No os acerquéis a los ocelotes!

Jamie y yo reímos. Parece que no está al tanto de a dónde vamos a llegar.

Entramos por un par de puertas de seguridad, y en el proceso, pienso en todo el verano. En lo loco, y dinámico que se puso todo, y, en todas las veces en que mi itinerario se salía de control y las cosas que planeaba no resultaban. Y todo gracias a situaciones que se me salían de las manos...

Había momentos en mis días de verano, donde las palabras no me salían, momentos donde, por mucho que pretendía escribir, mi mente se ponía en blanco y no lograba nada. Todo esto inició como una tarea escolar para quedar bien con un profesor de literatura, pero, ahora, aquí sentada, rumbo a Vancouver, me doy cuenta de que, realmente esto significó algo más que una tarea. Esto, representa una nueva etapa en mi vida, un nuevo comienzo, una nueva aventura, nuevos retos, una nueva perspectiva para analizar y explotar.

En este verano, pude comenzar a llenar mi vida con aventuras, y no cosas. Ahora tengo una historia para contar, y no cosas qué mostrar a los demás. Lo que más me da miedo de esta distancia, es que no sé si me van a extrañar, o a olvidar. Pero tengo por seguro, que más de una persona estará dispuesta a escuchar mi historia, porque ahora sé, que cuando más intento escapar de las personas que me rodean, llega una, y me inspira a quedarme.

Aunque les prometo que volveré con todo;

El próximo verano.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro