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people fall in love in mysterious ways

La sala estaba llena de luces cálidas y murmullos de alegría. La recepción había sido mágica, todos los invitados estaban muy alegres por el nuevo matrimonio.
Harry y Louis, tomados de la mano, caminaban hacia el centro de la pista. El suave piano de su canción favorita comenzó a sonar, y las conversaciones se apagaron, esperando ansiosamente la entrada de la pareja.
Era su primer baile como esposos, un momento solo para ellos, pero también para todos los que los habían acompañado en este viaje lleno de risas, lágrimas y amor. 

Louis levantó la mirada hacia Harry mientras se colocaban en posición para bailar. Su esposo lo recibió con una sonrisa. Sus ojos azules brillaban como la primera vez que se vieron. 

Era una tarde lluviosa en Londres, y Louis estaba resguardándose en una cafetería después de una pésima audición. Mientras maldecía su estúpida suerte, un chico alto y de rizos desordenados entró, empapado y riéndose de su propia torpeza. Harry había pedido un café y, al ver que todos los asientos estaban ocupados, pidió permiso para sentarse frente a Louis. 

—¿Te importa? —preguntó Harry, sonriendo con cortesía. 

Louis, aún molesto por su día, frunció el ceño. 

—Supongo que no tengo opción. 

Harry se rió, y esa risa fue el primer indicio de algo mágico. 

El suave giro del vals los llevaba de un lado al otro de la pista. Harry le apretó la mano con cariño, mientras que posaba la otra acercando su cintura, recordando su primera cita. 

Habían terminado intercambiando números de teléfono después de esa tarde lluviosa, y Harry insistió en invitarlo a cenar. Louis aceptó con una mezcla de curiosidad y escepticismo. 

La cena fue sencilla, en un pequeño restaurante italiano que Harry amaba. La conversación fluyó como si se conocieran de toda la vida, porque tal vez así fue, contaron desde sus sueños hasta sus temores más profundos. Y una noche les quedó corta.

—¿Siempre hablas tanto? —bromeó Louis, ocultando una sonrisa detrás de su copa de vino. 

—Solo cuando estoy nervioso —admitió Harry. 

Louis soltó una carcajada, y desde entonces, Harry supo que estaba perdido. 

Los movimientos del baile se volvieron más cercanos, más íntimos, como lo fue su primera noche juntos. 

No fue planeado, ni siquiera lo habían discutido.  Ambos lo querían sin embargo. Harry había invitado a Louis a su apartamento después de varias citas, y entre risas, charlas y miradas intensas, la distancia entre ellos desapareció. 

Todo eran besos desordenados, y toqueteos, fue cuando Harry decidió ir más allá, bajando las manos posándolas en el trasero de Louis.

—¿Esto está bien? —preguntó Harry, inseguro y nervioso.

—Más que bien —respondió Louis, cerrando la distancia entre ellos con otro beso suave pero lleno de promesas. 

Esa noche no fue perfecta, pero fue real. Y eso fue suficiente. 

El ritmo del vals pareció volverse melancólico, con tintes de nostalgia como el recuerdo de la primera vez que se separaron. 

Harry había estado trabajando demasiado, y Louis se sentía cada vez más solo. 

—No puedo seguir así, Harry. No estoy compitiendo con tu carrera —dijo Louis, con lágrimas en los ojos. 

Harry, agotado y confundido, no supo qué decir. Louis se fue esa noche, y durante semanas, ambos vivieron con el vacío de la ausencia. 

Pero el amor que sentían era demasiado fuerte. Días después Harry apareció en la puerta de Louis una madrugada con flores y una disculpa sincera. 

—Eres lo único que importa, Louis. Lo siento tanto. 

Louis lo abrazó, prometiéndose a sí mismo que nunca dejarían que el orgullo los separara otra vez. 

El vals alcanzó un punto culminante, Harry elevó a Louis por los aires, dando un par de vueltas, ambos recordando el día que le propuso matrimonio. 

Fue en la playa, al atardecer, durante un viaje sorpresa de aniversario. Harry estaba tan nervioso que casi dejó caer el anillo en la arena. 

—Louis Tomlinson, ¿harías que el resto de mi vida sea mejor aceptando ser mi esposo?

Louis lloró tanto que apenas pudo decir que sí, pero la respuesta estaba clara cuando lo besó y se abalanzó sobre él. No cabía de emoción y el sello de su amor quedó marcado a la orilla del mar.
 

Mientras giraban en la pista, de esquina a esquina a vista de sus familias y amigos, ambos recordaron los meses de planificación: elegir flores, discutir sobre la lista de invitados, e incluso un susto inesperado. 

Louis había sentido mareos y náuseas, y ambos pensaron que quizás estaban esperando un bebé.  Era emocionante, aunque Harry nunca mencionaría en voz alta que pasó semanas detenido en el área de ropa infantil.
Al final resultó ser solo estrés, el susto les hizo reflexionar sobre el futuro, sentar cabeza y buscar tal vez una casa mas grande con la esperanza de poder lograr lo que querían construir juntos, lleno de amor y nuevas aventuras

El vals llegó a su fin, y Harry y Louis se detuvieron, sus frentes juntas mientras la sala estallaba en aplausos, ovaciones y felicitaciones de los invitados. Sus miradas se encontraron una vez más.

—¿Estás feliz? —susurró Harry, acariciando la mejilla de Louis. 

—Mucho más de lo que jamás imaginé —respondió Louis, con lágrimas de felicidad.  Sus ojos azules brillaban y deslumbraban. Harry cayó por ellos.

Habían llegado hasta allí, a través de los altibajos, y sabían que seguirían enfrentando lo que viniera juntos. Bajo las luces cálidas y rodeados de sus seres queridos, su amor brillaba más fuerte que nunca. Eran ellos dos, siendo fueron y valientes. Cálidos y enamorados.

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