Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 41

23 de abril de 1941.

La habitación que se nos había entregado era más pequeña que la del cuartel, pero, al menos, no estaba constituida por un suelo de tierra o una puerta de tela. Sin embargo, el compartir un espacio reducido en el cuál apenas cabían dos camas y un armario diminuto no era demasiado cómodo. Ahora disponía de un nuevo compañero, el cual era mayor que yo. A pesar de ser robusto y fuerte, prevalecía en el silencio de un brazo herido y cicatrices. Se llamaba Gustav Lange. Lo conocía solamente de vista y, al permanecer siempre tan frío y distante, posiblemente seguiría siendo así.

El día recién empezaba y, con él, la sensación de angustia ante la lista de encargos a hacer. Prevalecían algunos nombres junto a datos como dirección, edad y familia, todo sujeto a una nota roja. Según entendía, los primeros días serían de entregar la carta que solicitaba la presencia de los jóvenes en el campo de batalla. El resto de los meses pasaríamos en busca de aquellos que no acaten la orden y los obligaríamos a emprender el camino hacia la perdición.

No sabía que tan difícil o dolorosa sería llevar a cabo dicha encomienda, pero una parte de mi estaba sin el peso de las armas y era más que suficiente. Por otro lado, la ubicación de Gretchen se había vuelto memoria y el deseo de verla crecía, pero aún no era el momento. Tenía que esperar una carta por parte de Bernardo en la cual me brindaría instrucciones de como escapar durante unos cortos días.

Mantuve la respiración tras ver el reloj y, tras unos segundos, suspiré derrotado. Era momento de iniciar una jornada desconocida que se tejía en el miedo de ver ojos llorosos y familias rotas.

-No puede ser tan malo -intenté consolarme mientras tomaba el casco.

(...)

Las miradas no eran disimuladas, algunas mostraban fascinación y otras terror. Gustav no parecía sorprendido o incómodo, sólo caminaba con rapidez hacia la casa señalada en el mapa.

-Es aquí -sentenció tocando la aldaba y sacando un documento.

Nos recibió una pequeña niña la cual sostenía con inocencia su peluche. Torció la cabeza con duda para después invocar en un grito agudo la presencia de su madre y padre. Estos no tardaron en aparecer con una sonrisa, la cual se esfumó al contemplar nuestros uniformes.

-¿Le puedo ayudar en algo?

-¿Arthur Hoffmann? -asintió el mencionado mientras recibía el papel-. Felicidades, ha sido convocado para formar parte en las filas del ejército alemán. Tiene cinco días para prepararse y tomar un tren. Las especificaciones están dentro del sobre.

La mujer, a diferencia del señor, no mostró pizca de valentía, cayendo de rodillas y dejando que las lágrimas profanaran su limpia tez. La infanta aún se mostraba a un lado y, al ver a su mamá sumergirse en el llanto, no tardó en colmarse en tristeza también.

-Esto debe ser un error -dijo el hombre con las manos temblorosas leyendo la noticia-. Esto no puede ser posible.

Mientras releía lo ya tallado en el destino, de fondo se observaba a una madre acurrucar a su hija desconsolada mientras trataba de calmar su propio dolor.

-Recuerde que es por la patria, por un futuro mejor.

-¡No me intente vender esa mierda! ¿Dónde está mi libertad de elección? ¿Por qué tengo que abandonar a mi familia e ir a una guerra que no pedí? -preguntó con ira mientras sostenía la camisa del oficial.

-Voy a ignorar esta imprudencia -dijo desprendiéndose del agarre en un movimiento tosco-. Nos retiramos.

Realizamos lo anunciado, dejando en el olvido a personas descorazonadas, incapaces de restaurar su vida otra vez.

Éramos como la parca sólo que, en lugar de depositar tranquilidad en el dormir eterno, le brindábamos un pase al infierno mismo.

-Debemos ir a otra casa.

(...)

Abandonamos el lugar en silencio, entendiendo que, una vez más, habíamos arrebatado felicidad entre esas cuatro paredes.

Las lágrimas en pocas horas se habían vuelto cotidianidad, reflejando almas rotas y cartas vacías de empatía. Mientras algunos niños sueñan con ser soldados, lo adultos se corrompen en tristeza al volverse dicha pesadilla realidad.

-Hemos culminado por hoy -dijo mi compañero mientras echaba su cabello hacia atrás; lucía cansado.

-Ha sido un largo día -comenté en un intento de entablar una conversación.

-Aunque es preferible que estar en el combate -argumentó mientras mostraba su brazo herido-. Debo admitir que me sorprende que estés en esta misión.

-¿Por qué? -interrogué con asombro.

-Bueno... -realizó una breve pausa para suspirar-. Eres el consentido del coronel y muchas veces has logrado evitar ir a la guerra o realizar actividades en el campamento. Supuse que sucedería lo mismo esta vez. Sin embargo, puede que al interferir el señor Bernardo haya sido imposible el poder huir- tras esas palabras, continuó el trayecto con paso lento pero firme.

Yo prevalecí atrás en silencio mientras era golpeado por una realidad que había olvidado. Mis compañeros se habían percatado de todo. Tal vez no conocían con detalles el motivo por el cual Schulz me protegía, pero estaban conscientes que algo bueno no era.

Esto simbolizaba un deterioro de confianza con los soldados quien, de por sí, nuestra comunicación había sido casi nula desde que Edel comenzó los rumores de mi supuesta homosexualidad. No era descabellado que las conclusiones fuera una relación secreta con el jefe, aunque... no era tan alejado de la realidad. Su hijo Ludwig...

Hubiera seguido divagando entre mis pensamientos de no ser por una silueta preciosamente conocida. Cabellos negros, esbelta y con un vestido tejido rosa. No necesitaba apreciar su rostro para comprender que el leve olor a rosas en el aire provenía de mi amada.

Jamás volteó para poder encerrar con mi mirada la suya esmeralda, pero fue suficiente para armar mi corazón en coraje. Debía ir a verla. No importaba gloria ni pena, sólo deseaba tocar sus labios con la comisura de los míos y profesar amor eterno, aunque este no fuera recíproco.

Tras perderla de vista, saqué un pequeño papel mal doblado de un bolsillo. Contenía el camino hacia la felicidad o la tristeza.

Klinikum der Universität München.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro