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Pensamiento Número 74

La justicia siempre ha sido el medio de regulación natural de los individuos para castigar o recompensar a otros individuos sobre sus acciones en relación a otros de su misma categoría; ello al menos en la idealización más concreta de lo que es la justicia como idea, en lo que implica hacer pagar a una persona sobre qué ha hecho para la sociedad. El sistema de recompensas es uno de los menos problemáticos, aunque también el menos abundante, al contrario que el sistema de castigos a nivel judicial, en cuanto al tratamiento de los que han realizado actos contra los derechos de sus iguales.

Uno de los mayores problemas que tenemos en la sociedad moderna es sobre el ejercicio de la justicia sobre los criminales, quienes en antaño podían ser abandonados a la suerte, entendidos como irrecuperables y, ciertamente, aborrecibles, siendo impensable respetar sus derechos como individuos...al quitarles tal apelativo de semejantes. Pasaron de ser miembros de nuestra sociedad a ser los prisioneros de ella: con justa razón, no hay que ignorar tampoco. Si no respetas las reglas que tenemos para poder coexistir como especie, ¿Esperas que te respetemos como parte de esta?

En cierto sentido, cabe aclarar, que el razonamiento tiene un punto, más no quiere decir que sea una verdad auténtica. Simplemente, cada grupo poblacional decide qué hacer con sus criminales, habiendo todo tipo de penitencias sesgadas por costumbres, políticas o ideologías...pero más aún, limitadas por razones económicas. Y estás razones económicas suponen un limitante para las fuerzas de autoridad, en cuanto a cómo pueden manejar situaciones y encarcelar a los penitenciarios.

¿Qué se quiere ahondar en este barullo? El problema de obligar a unas fuerzas del orden de un país en vías de desarrollo ha "respetar en toda regla" los derechos intrínsecos de los delincuentes solo por el hecho de pertenecer a nuestra especie. El antropocentrismo moderno abarca a toda forma humana, sin distinguir cuáles hayan sido sus actos, para configurar así una red segura que sustente el bien de toda la humanidad. Se entiende que no hay distinciones con criminales para evitar que haya distinciones para todos los sujetos sociales de nuestra vida moderna, exponiendo así una existencia de derechos naturales abarcables a todos. El rechazar a los delincuentes supondría ver qué "pueden haber excepciones"...y donde hay una excepción, hay más; es ahí donde radica esa fidelidad de muchos autores a afirmar los derechos de los encarcelados, pues es necesario que se haga solo por ser humanos, por tener derecho a ser reconocido como tales. Eso implica que internacionalmente, ya sea por gobiernos o solo grupos conglomerados masivamente, se luche o exija el respeto de los abusadores de la ley, en todo país y región del mundo.

Muchas veces, se reduce a una falta de moralidad o ética por no acatar las reclamaciones internacionales. Se limitan a que se rechace la gestión de estas personas por creerse en un supuesto seguimiento de ideas retrógradas, incivilizadas... insuficientes para arreglar los problemas de la sociedad criticada.

Hay un punto de verdad en que castigar desmesuradamente no arregla al final nada. Se cometen crímenes no por temor a la cárcel sino por los ambientes nocivos que se tienen en las calles de los ciudadanos.

Sin embargo, el punto de inflexión que marca todo el asunto es que la mayoría de las veces, el cómo se gestione a los penitenciarios se reduce a una cuestión económica, no moral. ¿Por qué los buenos ciudadanos deberían pagar más impuestos para que se tenga un ecosistema de alcurnia para cada preso? ¿Por qué se deberían gastar más en tecnología puntera para operaciones policiales, la cual pueda garantizar un arresto fácil e indoloro al agresor? El asunto es que muchos países en vías de desarrollo no tratan bien a los delincuentes porque no tienen los medios suficientes para "hacerlo bien". Los países del primer mundo tienen dichos recursos y, como siempre, pueden hacer gastos en esas áreas, ¿Pero acaso el Salvador podía detener todas las pandillas de su país con drones, escaneos, armas con puntería automática, o incluso miras térmicas? ¿Podía disponer de tales medios tan avanzados que le permitan tranquilamente arrestar a todos los pandilleros?

No, no podía...de hecho, ni los países del primer mundo, con esa tecnología, lo logran, ¿Cómo lo iban a lograr en el tercer mundo? No pueden exigir que se disponga de suficiente solvencia para gastar en no herir de forma excesiva a quienes no respetan nada.

Se debería poder ejecutar perfectamente lo que muchos teóricos éticos dicen: el poder arrestar sin problemas y mantenerlos en las prisiones en paz, con posibilidad de reeducación y reintegración ciudadana. Pero eso solo es un trabajo en proceso para los primermundistas...no para el resto del mundo. Las exigencias sobre los derechos humanos deben estar priorizados en quienes sí ayudan a ello, no quienes lo dificultan. Cada país debe ejercer un correcto manejo de los procesos penitenciarios en cuanto a lo que puede hacer, no en cuanto el mundo le exige que haga. Cada uno a su paso, pero nunca se podrá obligar a un conjunto sin los recursos mínimos para realizar tal proeza.

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