Pensamiento Número 67
Cada tiempo tiene una élite con riqueza que se rige por una serie de valores o conductas; una serie de comportamientos que quieran reflejar una imagen suya que sea pulcra, adecuada y, sobre todo, elevada. El "elitismo" es el nombre que se le otorga a este habito, con la intención de marcar a la élite en sus gustos culturales.
Actualmente, esta élite tiene un nuevo gusto por el "progreso"; siendo la mirada a lo clásico hecha con cierto tono despectivo, despertando una vuelta de mirada hacia el mañana.
Esto es lo que debería ser "el mañana": una aceptación de los demás, la búsqueda del altruismo compartido, la convivencia innata, la comprensión de que cada uno tiene su propio camino...
En su lugar, alegaciones contra el uso de gases contaminantes hacia países tercermundistas previamente obstaculizados por sus propios países (insinuaciones de mal), el bulo de la mano de obra barata, el arrebato contra la religión tradicional sin entender que no es el problema, la exigencia de la moral sobre la ciencia...cosas que recuerdan al tránsito entre la Edad Antigua a la Edad Media de la Europa romana.
Las actuales élites han exigido consumir productos de bajos desperdicios que solo son accesibles con un alto salario; exigen el respeto a minorías en base a, prácticamente, nulo interés verdadero en los grupos que "defienden"; han transformado el gusto popular en la transmutación de sus falsas pretensiones con el único objetivo de verse "correctos"...causando un daño hacia los grupos de diversa sexualidad, etnia y religión.
El progresismo no es solo una propaganda política; es una propaganda de "virtuosa" actitud de la clase alta, como caballeros de alta honra en el ejército; la de unos sujetos que se mofan de tener gastos con ausencia de plásticos a la vez que invierten y trabajan para empresas explotadoras; es el método de la salvación generacional, de que las palabras y sus inversiones puedan en el futuro salvar su imagen. En los siglos del arte románico, gótico y renacentista, se solía hacer exactamente lo mismo al construir iglesias y catedrales para tener un boleto al cielo y al panorama del recuerdo. Era equivalente a comprar la salvación eterna.
Todos recordamos ahora plenamente que sus motivos reales son claramente urgidos en la aprobación ¿Pero alguien recordará eso, o que invirtió en el futuro que lo toca a ese alguien? ¿Se recordará más los motivos o los hechos tangibles? Quedando, finalmente, idealizados por sus gastos más que por su verdadera personalidad.
Tal vez el internet pueda labrar un recuerdo más claro sobre la opinión popular. Porque, en cuanto a mí respecta, estamos en las generaciones de la memoria eterna; donde es posible que todos dejemos nuestras huellas, solo si todos colaboramos en su recuerdo constante. No es como antes, donde la memoria se torcía siempre y lo "fijo" por escrito era solo la perspectiva elitista. Tenemos en nuestra disposición una infinitud de recursos para labrar en láminas de oro la máxima verdad. Solo que, lastimosamente, ¿Cuantas personas se tomarán enserio esta verdad y ayudarán a que se tenga en constancia?¿y qué personas son preferiblemente creíbles sobre su testimonio? Sea como sea, al menos hay algo mejor que en años anteriores con lo que se puede escribir y publicar.
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