Pensamiento Número 63
Todo lenguaje es esclavo de la multitud. Por más que un grupo de personas quieran cambiar la lengua por motivos políticos, lo cierto es que la gramática y el léxico nunca serán dominados por academias o reglas impuestas al método draconiano.
La lengua es aquello que se escapa de nuestra boca. El lenguaje aquello que sale de nuestra mente. Y el código lingüístico despierta del subconsciente colectivo, por motivos culturales o sociales.
Los académicos no hacen más que escribir las normas que la mayoría usa sin desearlo. Las normas se crean por como todos se comportan al hablar: ahí aparecen los patrones que se fijan. Así, pues, resulta que los diccionarios son nuestros súbditos.
No importa si alguien intenta dar sus cambios de forma aislada: la lengua es tan viva que seguirá cambiando y expresándose por como es popularmente que académicamente. Claro que existirá un lenguaje elegante y formal, pero incluso ese lenguaje es formulado por el habla popular de la élite. Si un día en las altas esferas se popularizan palabras hoy consideradas simples, entonces serán cultas. Así es como funciona todo idioma. Todo idioma está en constante cambio; y todo ese cambio no es controlado por una pequeña cantidad...es, directamente, incontrolable para cualquier grupo.
Mientras no sea adaptada cualquier palabrería de forma popular: entonces la palabrería quedará huérfana, sin hogar en nuestros diccionarios, sin siquiera un significado apropiado más que un significante. De ahí, la imposibilidad de que formatos como "el lenguaje inclusivo" tengan cavidad, porque no es más que la exigencia de una minoría.
Ahora bien, una minoría tiene el derecho de tener su propio dialecto: pero no la imposición de su dialecto. A su vez, las condiciones para aceptar una nueva palabra en nuestras bocas, dependerá de la naturaleza del origen de esa palabra; porque siempre será más fácil utilizar una palabra creada para designar una nueva realidad de una cultura (o adaptando palabras de una cultura diferente, que sean provenientes de su idioma), que un cambio lingüístico completo como proponen los lingüistas inclusivos. Una cosa es "wasapear" (que alude al nuevo concepto de mandar mensajes en una aplicación tan estandarizada como lo es Whatssap)y otra estar con "todes" en una comunidad; ¿dónde está el uso para una nueva realidad, si no es más que el cambio repentino de significado establecido? Y más problemático supone entender que la alusión de nueva realidad debe de ser al no existir previamente una equivalencia, pero el "todes" solo pretende deshacerse del "todos". Todos deberían, ante ello, despertar de tal inconsistente confusión.
Claro que no aseguro que este llamado "lenguaje" debe ser extinguido; pero fue creado por una idea politizada, en la que no era más que un arma para amenazar por votos a quienes no tenían la conciencia del elitismo progresista.
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