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Pensamiento Número 59

Siempre que me rijo en la idea de lo que es Dios, sigo más la línea helénica menos comentada. Suelo argumentar que Dios es "Caos"; ni Jehová, Alá o Vinshu...solo "Caos". Un nombre que, de forma homónima, transcribe su naturaleza. El "Dios" Caos es una entidad poco documentada y que resalta en la Teogonía de Hesiodo como el estado primordial del universo. Antes del caos, no había nada más. No fue hasta que, de manera reflectante, gestó a Éter y Erebo (El Día y la Noche) surgiendo en la eternidad en un punto indeterminado. Y a partir de ese punto, su participación y actividad se basa en solo estar presente. Hablamos de una entidad que está siempre ahí pero que pasamos por alto; que, como en todo en la mitología griega, es una personificación de algún rasgo del universo. Y es curioso como los griegos determinaban a esta entidad como "el origen de todo" o "el primordial". Entra dentro de mis opciones sin duda alguna que, al final del cuentas, el caos sea nuestro único Dios.

Exactamente: caos, azar, indeterminismo, aleatoriedad, arbitrariedad o cualquier cosa no planeada. Siempre que pensamos en el universo, vemos el polo contrario al desear que todo tenga un sentido. El sentido es algo de especialidad y nos llena a final del día; el creer que nuestro planeta tuvo la mera suerte de estar a la distancia prudente, las capas atmosféricas necesarias, el agua como condimento, el tiempo necesario y la ausencia de accidente turbulentos en nuestro apogeo...suena irreal. Pero suena más fantasioso cuando metemos a la ecuación una mente consolidada en su trono que ordenó todo, porque es mera suposición. Una suposición que se puede negar como mentira, al menos que prefiramos omitirla. No hay nada de científico, realmente, sino meramente teórico. La que tal entidad con un poder de dicho calibre pueda personificarlo todo.

Aún así, al no querer aceptar el desorden, preferimos forzarnos a ignorar la ciencia porque no nos gustan sus resultados. Descartamos todo aquello que descubrimos y mantenemos lo que aseguramos que es así porque sí. Tendemos al orden porque directamente somos seres pensantes que creamos algo que no existía naturalmente, como si un animal no le importara matar tanto como pueda, y que solo se crea equilibrio al hacerse más difícil cazar con menos presas y así regresar al ciclo de crecimiento. Es lógica que catalogamos de equilibrio divino, como si descubriesemos por arte de magia que las sumas conlleven restas y el restar conlleve sumas.

No entendemos lo siguiente: de la misma manera que es espectacular que en este planeta haya vida, deberíamos sorprendernos de la singularidad de que cientos de mundos no tengan nada en su campo terrestre. Que otros mundos, directamente, no tengan siquiera algo sólido donde aterrizar. Anillos compuestos de meteoros girando en estrellas. Magníficas figuras galácticas con formas de mano o animal. Soles en colapso subsionando todo. Lumínicas farolas que brillan en exceso...

Y todo eso es un caso aparte; del que nadie pensaría un plan más allá de solo estar ahí. ¿Un ente pensante, como el que la biblia o muchas religiones proponen, crearía a nuestro especie como especial, alegaria que la tierra es todo lo que él  ha creado...para luego a esculpir otras cosas nunca vistas a lo lejos de nuestro satélite?. Esas cosas no tienen razón de ser y parecen producto del azar. Un azar matemático que demostraba la probabilidad de algo en este vasto universo y que, sin desmentir que pueda ser, calcula cuanto puede aparecer. Y, aunque nos preguntemos más sobre la causa de lo que somos ahora, hay que entender que somos algo ahora porque hubo dicha suerte. Y de no existir dicha suerte, o, si quieren quitarle el toque supersticioso, simplemente no habríamos de estar. El problema es...que estamos aquí, gritando, brillando, creciendo...

Y no hubo las circunstancias perfectas; solo hubo las adecuadas. Porque, seamos algo más críticos y analicemos lo siguiente: nuestra planeta nunca estuvo en el momento perfecto para manifestar vida. Simplemente tuvo lo adecuado para ella. Porque demasiadas cosas fallaron en nuestro mundo y siguen fallando. Solo tuvimos un instante para que todo lo que ya había antes se sumase y naciese la vida como la conocemos.

No veo un plan; siento el caos en todo. No había un plan para que leyeses éstas líneas, hubo una probabilidad que solo sucedió. Y de no haberse sucedido se pudo perfectamente. No obstante, has leído todo esto. Así que, hazme caso, no te lo cuestiones. Solo tuviste la ocasión de leerme y ello sucedió, sin más guion en tu película, ni cortes del director.

Siempre atacamos el caos. Arremetemos contra él al anhelar desafiarlo. No entendemos sus beneficios.

El caos es aquello que genera todo lo improbable en el universo. Cientos de coincidencias que llamamos destinos. Estructuras colosales que llamamos edificaciones. Templos que llamaremos planetas. Estrellas que llamaremos sueños.

Sin un juicio para nuestra destrucción, solo acto. Sin un beneficio para nosotros, solo trabajo. Sin un futuro pensado, solo presente en potencia.

Así es como veo que existimos. Es así como me gusta decir que vivimos en el orden del caos, si es que quieres unirlos. Agradezco que nadie decida quién seré. Estaré feliz de morir sin alguien escribiendo dicha muerte. Será suficiente ser lo bastante arbitrario en un mundo sin pautas.


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