Pensamiento Número 33
Cuando escucho las quejas hacia el imperialismo de algunas potencias hegemónicas, noto no solo una reclamación, sino una tontería que no puedo calificar con menos exclamaciones porque sería un insulto a la razón no hacerlo.
Es pura hipocresía, el victimismo que puede alguna gente fingir. Todos hablan de un pasado como mancha hacia los imperios que se le han impuesto, pero no contemplan ni la naturaleza de los imperios de su tierra a través de los siglos. El victimismo se da pese a que un pueblo, propiamente señalado, ya ha tenido igualmente un pasado imperial. Estúpidas son las frases que tachan de robar oro y recursos a España; las que señalan a España como liberadora de los pueblos oprimidos por los incas...quienes a su vez, habían sido opresores, como la cultura Chasca o Cuñari, sin olvidar el fantaseado reino de Quito. O, yendo a la misma España, la misma que habla de leyenda negra creando, paradójicamente, una leyenda rosa. Y que sus quejas son contra la leyenda negra española, pero luego no les falta lengua para alardes de peligro y deshumanización producto de la expansión musulmana a la península durante casi mil años. Ellos cortaban cabezas, masacraban cristianos o destruían todo lo que vivían, exageran al día de hoy los cristianos menos perspicaces en leyendas turbulentas. No es que los árabes fundasen ciudades como Madrid y Albacete, o que fuese durante siglos la ciudad del Andalus el mayor foco cultural de Europa.
Simplemente, ningún imperio de la humanidad ha sido bueno o malo, sino que cada imperio ha tenido sus elementos negativos y positivos según haya sido su juicio sobre la dignidad humana.
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