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Pensamientos Intrusivos

Me desperté con el sonido de la alarma, con la mala suerte de estar llegando tarde, bastante tarde.

Me levanté de la cama mas rápido que la velocidad de la luz y me lavé los dientes. Me cambié lo mas veloz que pude y salí de casa. Desayunaré en el colegio, espero.

Mientras esperaba el bus, se iba haciendo cada vez mas tarde, así que decidí caminar, en total, no eran mas de quince minutos.

...

Al llegar al colegio, cansada por ir prácticamente corriendo, llegué, y justo a tiempo, porque aún no habían tomado los presentes. Si hay alguien allí arriba, gracias.

Al sentarme, pude notar muy fácilmente que mi mejor amiga, y la única, había faltado. Te odio quien quiera que esté allí arriba.

Cuando Delilah falta, debo juntarme con una "amiga", con unas comillas muy grandes, enormes. Es demasiado... ¿cómo decirlo sin que suene tan grosero? Ya que, es un poco falsa.

Odio juntarme con ella porque se la pasa hablando mal de todas. Una vez me habló mal de Delilah.

—Hey, Kate, ¿Delilah faltó hoy? Es una pena —dijo Meghan, sentándose y poniendo sus cosas en el asiento de al lado mio.

—¿Cómo estás Meghan?

—Bien, como siempre. No sabes lo que me pasó el viernes —dijo, algo emocionada—. El chico que me gusta se ha confesado, ¡resulta que también le gusto!

—Qué bueno, me alegro por ti —sonreí, y aunque crean que sea falso, en serio me alegro por ella. No soy como Meghan, yo si me alegro por los logros de los demás.

—¿Pueden guardar silencio? Si los nombro y no contestan, quedan ausentes —dijo la profesora de biología, con mala gana, como todos los lunes.

...

Luego de esas dos horas aburridas de biología, somos libres por unos quince minutos, gracias receso.

—¿Vienes Kate? Iremos a por algo de comer en la cafetería —dijo Meghan, apuntando a sus otras dos amigas, Emma y Tanya.

—No, iré con una amiga de quinto año —sonreí, sabiendo que luego me iban a criticar a mis espaldas por no estar con ellas. Lo sé, una idiotez, así son ellas.

...

Al llegar al salón de quinto año, oh sorpresa, tampoco vino.

Que lindo día para que ninguna de mis amigas haya venido. Ahora, a por mi ultima jugada, mi amiga de sexto. Ella debió venir, siempre viene.

Spoiler, no vino. Definitivamente, no es mi día.

Resignada, decidí ir con Meghan.

...

Al llegar a la cafetería, la vi a ella y a sus dos amigas. Al acercarme mas, pude notar que estaba llorando.

—¿Qué pasa? —pregunté amablemente.

—El imbécil de Chris se confesó por una apuesta —explicó Tanya.

—¿En serio? Es un idiota.

—¿Tu qué haces aquí? ¿No era que ibas a estar con tus amiguitas? —dijo Meghan, enojada.

—Hoy faltaron...

—Claro, como no vinieron, vienes a aquí porque no tienes mas opción —hoy Meghan no está de muy buen humor...

—Bien, lo siento, no hace falta gritarme.

—No quiero verte, fuera de aquí.

Así es Meghan, si está enojada con X, se mete con Y.

Suspiré y me fui. Eso ya me hizo ponerme de muy mal humor.

...

Cuando llegué a mi salón, estaba Taylor, mi hermano, con su grupito de amigos.

—Miren, parece que al final si llegó —rió.

—Gracias por despertarme, ¿eh?

—De nada hermanita —sonrió como un idiota.

Como lo odio. Me hace la vida imposible, todo porque mi padre se metió con su madre cuando estaban ellos dos juntos. Su madre, Julia, dejó al padre de Taylor por mi padre. Lo entiendo, pero, ¿yo que tengo que ver?

—¿Te enteraste lo que Chris hizo? —rió Taylor, puesto que Chris es uno de los amigos suyos.

—Sí, felicidades, eres el ser mas cruel y miserable de la escuela —dije sin pensar.

—Lo sé, hacer esa apuesta fue la mejor idea de mi vida —alardeó.

—Vaya eres idiota, se nota como no te importa los sentimientos de los demás. Sin duda sales a tu madre.

—La mía sigue viva al menos —sonrío maliciosamente.

—Eres un... —decidí irme, no iba a permitir que esos imbéciles me vean llorar.

...

Al llegar al baño, puse a limpiarme las lágrimas. Ya iban dos años que ella murió, por cáncer.

Fue la única de mi familia que me entendía y me trataba bien. No es que mi padre no lo fuera... solo no le gustaba el afecto.

Pero... cuando ella murió, él comenzó a ser mas afectivo. Como si quisiera que eso me haga sentir mejor, lo cual funcionó.

Me limpié las últimas lágrimas de mis mejillas y miré al espejo.

Desde la esquina de este pude ver un mueble. Giré un poco mi cabeza y vi la puerta de este semiabierta. En su interior habían químicos de limpieza.

Un fugaz pensamiento invadió mi mente, uno horrible. ¿Y si... me tomo un poco de aquéllos líquidos? Eso haría que me vaya de nuevo con mi madre.

Una voz me hizo girar: Delilah.

—¿Qué miras?

—¿D-Delilah?

—Sí, me quedé dormida, lo siento —se rascó el cuello—. ¿Qué miras allí? —miro detrás mio y entendió todo—. ¿Ahora que pasó?

Supongo que era obvio, después de todo, nos conocemos desde la infancia, sabe todo de mí, como yo sé todo de ella. Parecemos gemelas, sabiendo lo que piensa la otra.

—Taylor...

—¿Otra vez ese imbécil? Iré a darle un puñetazo... —la agarré del brazo, sé que ella es capaz de hacerlo.

—No hace falta.

—Kate, sabes que hacer eso no es la solución —dijo tras un suspiro.

—L-lo sé... solo que... siento que no pertenezco aquí.

—Sé que fue hace solo dos años, pero Kate, debes ser feliz, eso es lo que ella hubiera querido. Aunque también sé que a pesar que te diga esto, no lo serás. ¿Quién es feliz porque alguien le dice que lo sea? Nadie.

—Delilah...

—Kate, ¿me prometes que no volverás a pensar en eso?

—Yo... no puedo prometerlo.

—Prométeme que al menos intentarás no hacerlo.

—Prometo... intentar no hacerlo.

—Gracias —sonrió—. Vayamos al salón, ya terminó el receso hace muy poco tiempo.

¿Esto está bien? ¿Prometer algo que sé que no cumpliré?

—De acuerdo —sonreí.

Yo... amo a mi padre, a mis amigas... pero... lo que siento... este pesar que hay en mi. Lo odio.

—Encima ahora tenemos matemáticas —bufó.

—Mira el lado bueno, la profesora está enferma así que tenemos a la suplente —sonreí.

Mi madre siempre me decía que sea feliz. Que no permita que nadie controle mis sentimientos, que yo sea la dueña de ellos.

Hace ya mucho tiempo que no soy dueña de mis sentimientos. Hace ya mucho tiempo que no puedo controlarlos. Hay días en los que estoy bien... otros en los que mi simple existencia duele.

¿Qué debo hacer? ¿Quedarme o irme? Si tan solo Delilah supiera de estos pensamientos intrusivos...

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