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Kusakabe El Ex Atsuya 2/? (Too Bright)

«Demasiado brillante»

Summary. Gojo se rió y se llevó una uva a la boca, lanzándola en el aire y atrapándola como una canasta de basketball, Utahime puso los ojos en blanco y pidió que lo hiciera con ella. No, no Iori. Gojo Utahime.

Que nombre tan extraño.

Hubo una época en la que era completamente inaudito siquiera pensar que ambos nombres podrían juntarse. Y ahora eran uno solo y el mundo seguía en órbita con el sol. ¡Que locura!


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Había semanas en las que Kusakabe ni siquiera pensaba en ella. Habían demasiadas cosas que hacer como nuevo director de una escuela en pedazos, y se tenía que ser muy minucioso y responsable para escoger el nuevo círculo de liderazgo para que los abusos de poder no volvieran a suceder pronto como en la historia ya vivida. Se desviaba con facilidad ante tanto estrés y Mei Mei tenía que volver a sentarlo en su escritorio con una sonrisa burlona, él no tenía un grillete, pero fácilmente la mujer podría considerarse como uno. Como ella prácticamente le había dado el puesto del alto cargo, ella se aseguraba personalmente que estuviera haciendo el mayor esfuerzo posible y los resultados fueras más que satisfactorios. La escuela todavía era pública, pero quien pudiera pagar, en especial los clanes, extranjeros y solicitantes para las misiones, lo harían. Mei Mei tenía muchísimos proyectos ahora que tenía la correa oficial del mundo jujutsu en sus uñas limadas. Él solo tenía que moverse hacia donde ella quería y olvidar.

Así que básicamente tenía la agenda llena para no pensar en ella. Incluso cuando mucho tiempo después, Utahime había regresado de su larguísima luna miel. Ella no regreso a sus funciones de inmediato, y Kusakabe se hubiera arrastrado como una babosa a suplicarle que retomara su puesto como profesora y liderazgo en el consejo, medio esperanzando de tener una compañía agradable que no lo exprimiera como un limón hasta sacarle cada gota de esfuerzo como si se le escapara la vida, y medio aliviado de tener alguien confiable en quien poner parte de la carga que le habían impuesto, sino la hubiera visto caminando lentamente con su vientre muy hinchado, con la mano del hombre más odioso con el que había tenido la desgracia de cruzarse, apoyando su palma enorme en su pequeña espalda para ayudarle con una suavidad que Kusakabe nunca pensó que él tendría en su juego.

No lo había pensado antes. Por supuesto que no lo había hecho. Nunca se había visualizado teniendo hijos. Y por supuesto, nunca había imaginado su futuro con Utahime teniendo un hijo suyo, así que la imagen de ella tan embarazada y centelleante como nunca la había visto en su vida, lo desconcentraba desmedidamente. Nunca pensó que la maternidad le asentara tan bien a ella.

Había captado las señales de Utahime siendo cariñosa y maternal con los estudiantes y eso era recíproco, e incluso cuando uno de los problemas que habían surgido en su relación había sido su misma incapacidad de visualizarse como padre, una parte de él pensó que Utahime pronto despertaría de su sueño infantil. El mundo de la hechicería no era amable con las mujeres y sus hijos, todo el tiempo fallecían los niños antes de llegar a convertirse en adultos jóvenes, algunos ni siquiera llegaban a la adolescencia. La idea de una maternidad sana era absurda y masoquista, y Utahime iba a entenderlo en algún momento, aunque no había querido ser él quien se lo dijera.

Viéndola caminar suavemente y en completa paz en el parque mientras que los niños de primer año de Gojo y las chicas de Utahime alistaban el lugar para el picnic. Apoyada con confianza en el hombro de Gojo Satoru que la sostenía como un tesoro. Con esa sonrisa suave y paciente, y aquellos ojos brillantes, y fue como si Kusakabe recordara cómo se sintió el puñetazo de Gojo en su estómago. Todo vísceras retorciéndose de dolor y culpa, estallando en su torso y vomitándolo como borbotones de sangre, con un toque de acidez que hacía pedazos su garganta.

Se quedó detrás de un árbol como un cobarde y fisgón, con una canasta de frutas como regalo de bienvenida ya que no había tenido tiempo ni la consideración de saludar cuando ellos regresaron. Pero no pudo moverse ni acercarse.

Miwa levantó la mirada, viendo a la pareja acercarse, ella agitó el hombro de Itadori y le dijo algo que hizo que el chico se detuviera con un recipiente en manos donde había estado arreglando los depósitos de comida en el mantel. Itadori titiló ansioso poniéndose de pie y buscando entre las cosas que habían traído, desplegó una silla de tela y plástico y la ajustó debajo del árbol en la mejor posición para que no se tambaleara, y le hizo señas a Utahime para que se sentara ahí.

Gojo hizo un comentario que hizo reír a Kugisaki, y que hizo que hizo que Nishimiya le diera una palmada en el hombro a la chica. Fushiguro se acercó para ajustarle la almohada en la espalda a Utahime mientras ella se sentaba con lentitud, incómoda por su condición, pero su rostro, que no tenía ningún rastro de molestia, brillaba en gratitud y dulzura. Veía a los chicos y su sonrisa se anchaba más, apretaba la mano de Gojo contra la suya, y luego jaló su mano hacia su vientre, donde él empezó a hacer figuras de círculos con naturalidad, sentándose al lado de ella, era tan alto que no importaba que él estuviera sentado en el piso sobre un taburete y ella en una silla, ya que quedaban casi al mismo nivel.

Tōdou llegó con una canasta más grande y se acercó a abrazar a su maestra, el muchacho había sido de los pocos que se había quedado cerca de Kusakabe para ayudarle con el liderazgo, su puesto como hechicero de primer grado le había dado mucho estatus, pero ahora raras veces hacía bromas, la guerra le había arrebatado parte de su humor, pero ahora podía verlo más relajado y menos tosco cuando le daba una palmaba en el hombro a Gojo.

La imagen era demasiado brillante y Kusakabe se preguntó si todavía seguía dormido, y en realidad estaba presenciando un sueño. Todo era demasiado onírico para ser real. Entonces Nishimiya puso una música estridente que hizo a todos saltar, ella se sonrojó furiosamente y se disculpó, cambiando la USB de la bocina y ganándose un par de risas de todos. El sonido lo había sorprendido tanto que se sostuvo el pecho de la impresión.

Ahora sabía que había sido cruel, mezquino y egoísta con el corazón desbordante y cálido de una mujer que añoraba su maternidad como un futuro brillante y una esperanza en un mundo que le había despedazado la vida de todas las maneras posibles. Un sueño donde los retazos unidos de forma amorfa que conformaban a una mujer guerrera que anhelaba engendrar una esperanza. Y él nunca había sido el pilar inamovible que sostendría su mano para acompañarla.

Ahora entendía porque Utahime le había lanzado una mirada inexpresiva, sus ojos brillando con amargura, cuando él le había dicho con fastidio que no deseaba tener una familia. No había querido explicar sobre eso. Pensó que simplemente decirle que no estaba en su futuro ser un padre de familia, sería suficiente para que ella entendiera que todas esas cosas no duraban en un mundo como el de ellos y que era mejor evitarlo. Quería que comprendiera que estaban bien así como eran.

Había ya muchos niños huérfanos en la sociedad jujutsu. Los clanes producían ilegítimos en masas. Siempre había niños hechiceros que necesitarían una guía e incluso extranjeros afectados por energía maldita. No había necesidad de tener los propios. Ya tenían suficiente responsabilidad en sus hombros.

Ella lo entendió, por supuesto que lo hizo. Él pensó que necesitaban un tiempo para aclarase y ella lo aceptó. Pero sabía, muy en el fondo de su corazón, que eso había sido el final.

Nunca pudo decirle como todavía se despertaba con el escalofrío de las manos pequeñas de su sobrino aferrándose a su ropa, gimiendo y retorciéndose de dolor mientras se desvanecía en sus manos, como escuchaba su diminuto corazón deteniéndose y toda su sangre desparramada en su ropa. Los gritos de su hermana al fondo, perdiendo la cordura por el dolor y la pena, marchitándose con cada lágrima, enfermándose hasta la muerte. Tal vez ella lo hubiera comprendido mejor si él hubiera tenido el valor de explicarle cómo se había obligado a engañar a su hermana pequeña con un muñeco maldito que tenía la voz y los recuerdos de su hijo, como único ancla para asegurarse que ella recuperara la voluntad de vivir por su cuenta, y como solo había logrado volverla dependiente de ello. Siempre encogiéndose cuando llegaba el momento de separarse de nuevo de su hijo. Nunca de nuevo su hermana pequeña, su única familia y que había fallado en proteger. Solo había tenido una cosa valiosa para resguardar y había fracasado. ¿Qué decía eso de sí mismo?

Había pensando que estaba siendo práctico. Se había justificado en el trauma de su sobrino y su hermana para alejar cualquier indicio de responsabilizarse de sí mismo.

Ahora sabía que solo había estado huyendo.

Utahime no había huido.

Ella había visto su alma y ella comprendió que él estaba asustado, y eso estaba bien. Pero ella no podía aferrarse al miedo de alguien más mientras que su vida siguiera avanzando, esperando que él llegara ahí cuando sabía que Kusakabe ni siquiera lo estaba intentando. Él no podía más que admirarla por su firmeza en dar media vuelta y seguir adelante, incluso si era a él a quién había dejado atrás en el proceso.

Tal vez si él lo hubiera intentado de forma genuina. Ella se hubiera encontrado con temor a fallar, a decepcionarla, pero con convicción y compromiso para afrontar el desafío y el futuro, en lugar de cobardía y vagancia. Tal vez, entonces él no se sintiera tan inconmensurablemente avergonzado de acercarse a ella ahora que ya estaba cumpliendo con su sueño que él había catalogado como infantil e imposible.

Debía haber sabido que Iori Utahime era demasiada mujer para alguien como él. Que él no era suficiente para alguien como ella.

Gojo se rió y se llevó una uva a la boca, lanzándola en el aire y atrapándola como una canasta de basketball, Utahime puso los ojos en blanco y pidió que lo hiciera con ella. No, no Iori. Gojo Utahime.

Que nombre tan extraño.

Hubo una época en la que era completamente inaudito siquiera pensar que ambos nombres podrían juntarse. Y ahora eran uno solo y el mundo seguía en órbita con el sol. ¡Que locura!

Había pensando que Gojo tendría un pensamiento similar al suyo. No estaba al tanto de todas las malversaciones de los clanes, ni tampoco se había interesado en el pasado del hechicero de grado especial, pero no había que ser tan inteligente para saber que Gojo Satoru no había tenido una infancia ordinaria y que su clan estaban tan lleno de sapos y ratas como cualquier otro. Por supuesto, él tendría que tener una familia como líder del clan (si mínimo se animaba a cumplir lo ínfimo como su deber a cargo del clan), pero Kusakabe pensaba tan poco en el hombre que estaba seguro que embarazaría a una mujer cualquiera para fastidiar a su clan y luego la colmaría de lujos y niñeras para atender a su heredero, o tal vez aceptar un matrimonio arreglado y dejar que el clan hiciera lo que le plazca, mientras él mismo hacía lo que a él le diera la gana. No veía como alguien tan poco comprometido con esforzarse en impartir una clase teórica funcional pudiera tener estima en la familia y el matrimonio, o fuera algo que estuviera en su mente.

Tal vez él había querido reivindicar su infancia desahuciada rompiendo el sistema con sus propios hijos. Tal vez era parte de su plan de reforma que sus herederos continuarán con su legado y sus planes. Tal vez solo se sentía egoísta como siempre y quería eso para sí.

O quizás era un poco también el efecto Utahime que le inspiraba a asentarse y anidar. Utahime era un hogar y solamente alguien que estuviera dispuesto a construir y comprometerse podría quedarse. Pensó que Gojo Satoru huiría de esa responsabilidad, pero el hombre resultó ser una caja de sorpresas. A lo mejor había empezado como un desafío. Pero independiente de ello, la realidad había sido que Satoru se había quedado y había construido, y no había manera de moverlo de aquel lugar sin su esposa y su futuro bebé.

Debería verse encogido por mostrar al mundo abiertamente su debilidad, pero a Kusakabe le parecía más fuerte, más orgulloso y muchísimo más feroz que nunca ahora que tenía algo mucho más personal que proteger. Solo un suicida se acercaría a ponerle un dedo sobre lo suyo y podía visualizar muertes horribles para quien fuera lo suficiente tonto como para siquiera acercarse a intentarlo.

Prefería pensar que él solo estaba siendo egoísta una vez más consiguiendo un bebé para sí y una hechicera dispuesta a dárselo, en lugar de reflexionar en la posibilidad de que Gojo solo había sido más valiente, osado y comprometido para disparar su arsenal, y mínimamente digno a los ojos de la hechicera para recibir una respuesta favorable de su parte. De cualquier manera, si no hubiera valido la pena, Utahime tampoco se hubiera quedado. Aunque le costaba vincular como alguien con quien simpatiza tan poco podría ganar el favor de alguien como Utahime.

La tercera uva le rebotó en la nariz de Utahime y se quedó atascada en su camisa, ella hizo un puchero, Gojo se lanzó una carcajada mientras estiraba un brazo para alcanzar la bolsa de uvas. Los chicos habían caminado a la mesa a traer más bocadillos, distrayéndose entre ellos, así que no notaron el momento en que Utahime se inclinó y le dio un beso en la frente a Gojo, justo ahí donde la cicatriz de su infame estado durante la guerra había perseverado, mientras le revolvía el pelo y sonreía.

Él le lanzó una mirada y luego le dio un beso que se sostuvo en la cicatriz de ella, ambos lanzaron risitas mientras él ponía ambas manos en su vientre, de alguna manera, él había podido moverse todo el rato sin dejar de tocar su panza con al menos una mano. Fushiguro, que estaba más cerca de ellos durante el cortejo, desvió la mirada para ayudar fingiendo no haber visto nada.

Kusakabe no pudo sostener la mirada y finalmente decidió tomar lo poco de dignidad que tenía para voltearse con la cola entre las patas mientras se retiraba, y dejaba de comportarse como un sucio intruso en una imagen maravillosa.

Probablemente nunca comprendería que maldita sea había hecho Gojo Satoru para volverse el objeto de los deseos de Utahime. Podría seguir pensando que él la había embaucado y en algún momento la estafaría, pero eso repercutiría en pensar que Utahime estaba siendo ingenua y tonta, y él no pensaba eso de ella de ninguna manera. Aunque seguía siendo una mujer con la añoranza de la maternidad, quizás en el fondo también podría sentir el anhelo por el deseo romántico. Pero no veía como ella podría llegar a la conclusión de intentarlo con alguien como Gojo. Y tampoco podía pensar en ella escogiendo mal incluso cuando su elección era tan desconcertante y singular, y se veía totalmente como la más insólita.

No podía detenerse, mirar a Gojo Satoru y pensar que era un hombre que una mujer escogería para ser el padre presente de sus hijos, y mucho menos en un esposo confiable. Él tenía buen parecer y buen capital, seguro que si, pero era una cara y personalidad que daba la vibra de que probablemente abandonaría la responsabilidad en la primera oportunidad. Ninguna mujer cuerda lo escogería.

Pero ahí estaba Utahime, la mujer más impávida, prístina, sensata y cuerda que había conocido, bien embarazada del primogénito Gojo, con un anillo en su dedo que la declaraba como su mujer ante el mundo. Y la sensación que se le había escapado el universo entre los dedos dejaba un vacío en su pecho que lo dejaba gravitando en la nada. Y seguía sin llegar a una comprensión satisfactoria.

En esos días, el trabajo era una responsabilidad bien recibida que le venía de perlas. Lo suficiente agotador para mantener a raya sus pensamientos y las imágenes demasiado brillantes de las que no formaba parte.

Mei levantó una ceja albina cuando lo vio entrar a la oficina.

—¿Tan pronto regresas conmigo, Kusakabe-san? Sabía que no podías resistir pasar un día sin mí. Aunque estaba segura que no querías saber nada de mí hasta mañana —ella se burló, curiosa sobre cómo Kusakabe volvía por su propio pie al escritorio y se ponía a revisar los papeles pendientes, todo en modo automático y ella no había tenido que arrastrarlo por el cuello en contra de su voluntad mientras él suplicaba por un respiro. Vaya cambio de ambiente—. ¿No tenías que hacer algo muy importante hoy? Incluso había pospuesto tus reuniones para la próxima semana. ¿No soy una colega maravillosa?

Kusakabe se paralizó con los papeles en las manos y Mei Mei se volteó completamente a mirarlo. Las imágenes del día de campo del matrimonio Gojo volvieron a invadirlo, y sintió que podría enfermarse. Junto los papeles, golpeándolos en la mesa mientras los ponía todos al mismo nivel para ganar tiempo para responder.

—¿Oh? ¿Dije que era importante? —Él tragó saliva y sacó los lentes de lectura para prepararse—. No era nada del otro mundo. Puedo hacerlo después —Echó un vistazo por encima de lo que iba a leer—. Así que no te preocupes.

Mei guardó silencio mientras lo veía hacer el intento por leer. Notaba como sus dedos callosos sudaban y temblaban mientras sostenían las hojas, y se veía un poco pálido como si hubiera visto un fantasma, y ahora estuviera maldecido con una indigestión.

—Bueno —Ella camino contemplativamente hacia la cafetera de la oficina y la encendió—. Ya que estás tan entusiasmado por trabajar supongo que no te importará que reprograme las sesiones con el nuevo consejo. De hecho estoy bastante aliviada de que vuelvas tan pronto. La próxima semana hubiera sido una pesadilla para ambos. Pero ahora contigo aquí podemos empezar de inmediato. Y no es lo suficiente tarde como para decirte que Gakuganji-san nos quiere en la reunión de la tarde, así que deberíamos partir pronto a Kioto. Ya tengo tu boleto.

Kusakabe gimió en voz alta como si hubiera caído de un precipicio por su propio pie y desgraciadamente hubiera sobrevivido, él golpeó su frente contra la mesa.

—Eres cruel, ¿sabes? La mujer más desalmada y antipática que conozco. La peor de todas.

Mei lanzó una risita que fingía ser educada, pero en realidad era espinosa, bastante complacida por su reacción.

—Vaya, me siento halagada. Muchísimas gracias.

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¡Estoy aquí con otra sección de Kusakabe Ex Atsuya! ✨🤭. Gracias a todos por su participación y apoyo en la primera parte, me siento bastante animada gracias a todos ustedes 🫶💖.

Quiero aclarar que estas partes no tendrán orden cronológico ni tampoco todas serán narraciones como está; esto es el resultado de una lluvia de ideas después de empaparme de varios headcannon de X y convergieron en esto. Eso si, todas las partes están relacionadas entre sí, así que si quieres averiguar más de cómo Kusakabe metió la pata con nuestra reina Utahime y mi versión de porque Gojo lo golpeó quédate por aquí~

Nuevamente muchísimas gracias por leer, muchísimas gracias por votar y mil gracias por ser tan bellísimo en dejarme un comentario 🥹🫶✨. Me encanta mucho leer sus reacciones y estoy feliz de toparme con gente en mi misma órbita hehe 🤭, y de disfrutar de nuestro lindo ship 💜.

No te preocupes, incluso si hablo en algún momento del KusaHime en realidad este no tuvo ninguna oportunidad y ni siquiera fue cosa de Gojo, sino fue cosa del mismo Kusakabe. Pronto lo averiguaremos, tal vez.

¡Cuídate mucho, gracias por leer 🦋🌼!

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