Hoy más que nunca me haces falta, tengo tantos recuerdos pasando por mi cabeza que cuando caigo en la realidad y veo que ya no estás duele demasiado.

Recuerdo aquella vez; fue un atardecer en el parque y decías que el sol a esa hora ya estaba cansado de trabajar, que por eso sus colores cambiaban y perdía ese amarillo tan fuerte. ¿Lo recuerdas? Recuerdo que luego de ver los colores de aquel sol agotado esperábamos por la luna, que aunque decían que estaba sola siempre la veíamos acompañada de sus pequeñas estrellas. Eran horas tan simples que cualquiera diría que estábamos perdiendo el tiempo, pero así no lo sentía; estaba junto a ti, pasando los últimos días de tu vida, y aunque doliera saber que pronto te irías siempre se quedaría en mi memoria la sonrisa que nunca borrabas.

Recuerdo también como decías que pronto ibas a ser esa luna, que a pesar de sus errores siempre brillaba junto a sus estrellas. Por eso hoy estoy aquí, en el mismo parque y puede que en el mismo banco donde nos sentabamos. No me culpes por eso, solo estoy viendo la luna que querías ser.