Necesito ayuda, porque al creer que podía sanarte terminé destrozándome a mí también.

Te ví ahí, tan roto y solo que no pude ignorar cada una de tus heridas. Las quise arreglar, una a una, con la atención que merecían y sin darme cuenta me iba rompiendo a mí misma. Me hacías daño, pero igual te quería, y anhelaba sanarte; aunque eso significara perderme. Y me iba perdiendo, claro que lo hacía. Pero ya no podía soltarte y eso me dolía aún más, porque conocía del daño que me estabas causando.

Pero discúlpame, eso hora de decir adiós. De soltar todas estas cadenas y ayudarme a mí ahora. Y tal vez, solo tal vez, cuando ambos dejemos de estar rotos podamos volver a encontrarnos.