Vuelve.

Hace meses que no nos vemos, semanas que no llamas, días que me siento morir cada vez que pienso en ti y cada minuto que pasa las lágrimas me acompañan a cada paso que doy, recordándote.

¿Dónde estás? Lo único que sé es que cada día hay una nueva batalla, que cada instante alguien muere y ni siquiera quiero imaginar que ahora mismo tú también puedas estar… muerto.

Hay noches en las que me despierto de repente y durante un instante, apenas un solo segundo, sé que tú estás a mi lado.

Siento tu calor, noto cómo me acaricias la nuca, tu aliento cálido en mis hombros y tu voz ronca al llamarme “morena” en un sensual susurro que despierta hasta el último de mis instintos.

Pero esa ilusión desaparece tan rápido como viene y la realidad cae pesada, destruyendo el espejismo: No estás aquí conmigo, sino a miles de kilómetros, luchando, y quizá muriendo…

Ahora vives en un campamento, en una tienda fría, vacía y compartida con seis soldados más. Sin espacio, sin intimidad, sin tiempo. Sois como hojas llevadas a merced del viento. ¿Habrá alguien esperándolos a ellos como yo te espero a ti? ¿Llorarán sus novias, sus mujeres y sus madres todas las noches al recordarlos? ¿Mirarán sus padres y hermanos al cielo con la esperanza de recibir una sola señal que pueda orientarlos en esta desesperada oscuridad?

 Rezo. Rezo porque algo sea capaz de traer mi cabeza de vuelta, porque haya un día sin suspiros y una noche sin llantos. Por tenerte a mi lado sin tener que preocuparme ni una sola noche más.

A veces te imagino antes de acostarte y el suave sonido de tu voz mece mis intranquilos pensamientos. Casi puedo ver con claridad cómo acaricias mi fotografía y vislumbro esa preciosa sonrisa dibujándose en tu rostro, la misma sonrisa que surge en mí cuando te miro.

Son las tres de la madrugada y aún sigo despierta, el sueño huye de mí como el verano huye del invierno. Espero que tú puedas dormir tranquilamente y nada turbe tu sueño en estos momentos, mi vida.

 He oído que ha habido un nuevo atentado, que han estallado tres bombas más y que ha habido muertos, pero aun así conservo la esperanza de que todo eso haya sucedido muy lejos de ti.

Recuerda que mi cuerpo está aquí, en esta casa vacía, pero mi corazón está allí contigo y te seguiré allá donde vayas hasta el final.

Amor, no tengas miedo, yo estaré siempre a tu lado y en cada nueva guerra que se nos presente lucharé junto a ti.

Vuelve, por favor.