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Episodio 9. Del Odio al Amor solo hay un paso.

El reencuentro amoroso tenía que esperar por lo menos una semana. Las heridas de Vida no sanarían en el momento, por lo que tuvo que ser auxiliado a toda prisa, mientras Muerte era conducido directo a Ithis, puesto que apenas si cruzó esas pequeñas palabras con el Benefactor, cuando se desplomó a su lado. El juez no estaba en condiciones de comparecer ante la junta que le esperaba en su antiguo hogar, por lo que sería retenido al igual que su hermano Odio. 



Seis litros de café americano barato, combinados con bebidas energéticas, alcohol añejo y mucha soda no eran suficientes. La migraña de Sabiduría había llegado para quedarse, luego de todos los sucesos que le estuvieron rodeando desde que su mejor amigo perdió la capacidad de partirle el orto a Muerte y ahora solo rogaba un poco de descanso, mismo que no terminaba de llegar. Antes del regreso a Ithis (aún bastante molesto con Locura por proceder sin consultarle) fue necesario retener a Odio a como diera lugar. Era la primera vez que tenía a su alcance un dios oscuro vivo y no desperdiciarían la oportunidad de atraparlo. El juez no estaba de acuerdo, pero su cansancio era tanto, que terminó inconsciente, siendo llevado a toda prisa de vuelta a casa, junto a su hermano inmortal.


Todos se extrañaron al notar que pudieron ingresar al juez sin problemas a Ithis, pero atribuyeron esa capacidad a que había vuelto a ser el mismo y que tal vez ya poseía de regreso la gracia del Gran Padre Creador. Fue necesario llegar directamente a la morada de Médico, quien se encargó de darle los primeros auxilios al nuevo rey del Nim, muy a su pesar.


Descubrieron que Médico ya lucía su apariencia femenina, aunque bastante inconforme, ya que estaba segura que el efecto sería permanente o como menos, unos meses más. Sin embargo, cuando se le dijo que podía proceder con Hatty Nimson como deseara, la felicidad le embargó por completo. La única condición que se le impuso fue que trabajaría bajo la supervisión de todos los dioses que desearan estar presentes mientras realizara sus investigaciones. La preocupación era clara: era más probable que Médico destruyera a Odio, que viceversa.


Locura permaneció todos esos días en las afueras del laboratorio de la diosa, jugueteando con un par de Parcas que siguieron incansables a Muerte. La explicación era simple: mientras el dios oscuro fuera rey del Nim, las Parcas eran como perritos que reaccionaban a sus emociones y a otros seres oscuros, y que mejor que Locura para servir de "entrenador de mascotas". Varias Parcas habían intentado recuperar a su rey, persiguiendo a la comitiva cuando volvían a casa, pero solo dos lograron soportar el peso de la pureza del ambiente de Ithis y para ser contenidas, se quedaron a cargo de Locura, quien tenía la diversión asegurada. El dios de la demencia se dedicó a lanzar varas para que los guardianes del Nim las recogieran y las trajeran de regreso; también les enseñó a comer los frutos dulces que crecían por doquier en Ithis, así como la forma correcta de solicitar algo sin arrebatarlo. Incluso había logrado que le "dieran la garrita" o que "le hicieran al muerto", aunque esa última pirueta fue recriminada por Muerte, quien una vez despierto y ligeramente repuesto, le regañó enérgicamente al ver que las Parcas hacían expresiones horrendas al fingir "el muertito".


Pero lo importante residía dentro del laboratorio. En un cuarto frío lo suficientemente grande para convocar una junta, se conglomeraron todos los dioses de luz. Odio era el sujeto de prueba y los presentes querían saber de que se componía un dios del Nim, quien resultaba ser muy distinto a Muerte. Era como tener una rana atada, lista para ser diseccionada.


—Bien. He tomado suficientes pruebas, tanto físicas como psicológicas para determinar las características más reconocibles que componen a este espectro— indicó Médico, quien sostenía un resumen de sus descubrimientos sobre un brazo— lo primero que noté cuando lo trajeron a mí, es que por alguna razón su sangre mantiene fuertes a las Parcas que sobrevivieron al viaje de regreso a nuestro reino. Las vi claramente absorbiendo las gotas de sangre que encontraron en la entrada de mi hogar, y eso las ha mantenido saludables desde que llegaron. Sabemos de antemano varios poderes de este dios, pero jamás había visto que un ser del Nim fuera capaz de mantener vivo a otro. Es increíble lo que los bastardos del Gran Padre Destructor pueden hacer—


—Nimson. Mi nombre es Hatty Nimson— murmuró el pelirrojo, muy irritado. Estaba crucificado con estacas bañadas en la sangre de Médico, un componente venenoso que aparentemente impedía que el dios del odio se regenerara, y tampoco le dejaba absorber energía para valerse por sí mismo. El simple hecho de mantenerse dentro de Ithis mermaba su salud a cada instante, pero parecía resistirlo bien, lo que fascinaba a la diosa— suéltame, y te juro que verás lo mejor de mí, preciosa. Experimentarás el sabor de la maldad en carne propia y no querrás dejarlo una vez que lo saborees— aseguró el oscuro, pero Médico le respondió enterrándole un bisturí en el vientre. Para sorpresa de los presentes, Nimson no emitió ni un sonido de dolor. Al contrario, parecía disfrutarlo. Muerte se tensó en su sitio, pero Vida le aferró por la muñeca, negándole con la mirada al percatarse que el rey del Nim ansiaba intervenir.


—Es evidente que físicamente puede sentir, pero no reacciona como nosotros. De hecho, juraría que busca que lo lastime, pero la pregunta es... ¿por qué?— cuestionó la diosa, removiendo el filo quirúrgico dentro de la carne de Odio, quien entrecerró un ojo, sin borrar su amplia y galante sonrisa— ¿Por qué sonríes, masoquista de mierda? ¿Por qué no suplicas que me detenga?—


—Basta, es suficiente— tomó la palabra Muerte por fin, quien se puso en pie, alejándose de la protección de Vida, para ocuparse de apartar a la joven, retirando el bisturí a toda prisa.


—Esta es mi investigación, no puedes intervenir a la hora que se te dé la gana. ¿O acaso piensas que me voy a inclinar ante tu corona, "Rey del Nim"?— masculló Médico, extendiendo una mano de forma amenazante, como si buscara tocar al juez para impregnarlo con su veneno. Pero el dios oscuro no se movió ni un pelo. Su mirada estaba cargada de un pesar que incomodó a la diosa. Vida tragaba saliva, temiendo que el retener a Odio fuera la causa de que ahora todos estuvieran tan hostiles.


—Si tanto quieres llegar a una conclusión, entonces corta aquí— respondió Muerte, con el rostro tenso, señalando el pecho de Nimson. Fue en ese momento que Odio por fin mostró un gesto de preocupación, pero antes de que comenzara a negarse, su hermano le cubrió la boca con fuerza, ahogando sus gritos. Médico dudaba. No sabía si era correcto proceder, después de todo, ahora el juez podía considerarse un enemigo. Pero la duda le escocía las entrañas.


El escarpelo se deslizó con gran precisión dentro de la carne ajena, ante la vista de todos los dioses. Locura observaba desde una ventana, amontonado en medio de las dos Parcas que parecieran no haber visto nunca a Odio lastimado, y a pesar de que el caballero del Nim se retorcía tratando de liberarse, Médico no se detuvo hasta descubrir bien la cavidad torácica del pelirrojo. Como Muerte esperaba, tan solo una acumulación de energía espesa y oscura se concentraba dentro del lugar donde debería haber un órgano, el más importante de todos.


—Q-Que dem... ¡¿Qué significa esto?! No esta... ¡el corazón no está! ¿Dónde está el corazón de Odio? ¿Cómo es posible que se mantenga vivo si no tiene un corazón?— exclamó la diosa , evidentemente perturbada. El bisturí se cayó de sus dedos, provocando un sonido agudo que ensordeció a algunos tan solo unos instantes, y se alejó lo suficiente como para no ver esa zona expuesta. Muerte deslizó sus dedos sobre la herida, y poco a poco la carne del dios se fue cerrando, como si reaccionara a esa caricia sutil. Preventivamente, el juez bloqueó los labios de Odio valiéndose de su propia energía, para evitar que siguiera charlando con todos los demás.


—Mi padre le arrancó el corazón desde que nació— el juez miró de reojo a su hermano, notando que Odio no observaba a nadie, como si tratara de ausentarse, de no escucharlo— Hatty no es capaz de albergar ningún sentimiento, tal como lo deseaba Nim. Es el general perfecto para su ejército. Un guerrero sin corazón, que no le tiene miedo a nada, que no duda, que no se conmueve por nadie. Un cuerpo que genera esencia del Nim todo el tiempo, tan impregnado, que cada trozo de su carne puede devolverle la fuerza a cualquier espectro. Por eso las Parcas bebieron apresuradas su sangre, porque para ellas Hatty no es un compañero, si no su fuente de alimento— por un instante, el juez se mantuvo en silencio, ocupándose de cubrir nuevamente el pecho de Odio al cerrarle la camisa, pues odiaba verlo expuesto de una forma tan severa e injusta.


—Hatty no dudará en arrancarles la cabeza si le fuera posible, porque no es capaz de sentir remordimiento...— prosiguió, con el cansancio reflejado en sus palabras— no creo que exista cosa más cruel, que negarle el derecho de poseer emociones... por eso disfruta el dolor. El dolor se prolonga el tiempo que el cuerpo se regenere, es menos breve que una situación. El dolor es lo más cercano que ha tenido de conocer lo que es un sentimiento verdadero. Y eso es lo que Nimson quiere en realidad, que mi padre le devuelva su corazón. Pero todos aquí sabemos que eso no pasará— confesó el juez, percibiendo la humillación que Hatty sentía mientras explicaba su situación. Muerte rogó perdón tan solo con una mirada que no fue atendida por el agredido y volvió su vista al resto de los dioses— Yo no deseaba que lo trajeran aquí. Si existe algún problema, lo debemos resolver entre nosotros. Hatty sólo estaba siguiendo las órdenes de mi padre y nada más, no deben retenerlo aquí, no saben nada de él, no saben cuánto puede afectar el entorno de Ithis... ni siquiera... ni siquiera yo debería estar aquí...— terminó entre susurros el recolector de almas, apretando un puño contra su pecho, incapaz de mirar al Benefactor a los ojos.


Sabiduría se acercó, invitando a su anfitriona y al mancillado Muerte a tomar un lugar junto a los demás.


—Entiendo perfectamente tus deseos, Muerte— aclaró el sabio— pero te recuerdo que Nimson no sólo participó a favor tuyo, si no que desde siglos atrás ya era un dolor de cabeza para todos nosotros. Liberarlo no está en nuestras opciones. Lo ideal es que permanezca en Ithis, y si es necesario, será sellado—


—¡No puedes decidir eso a la ligera, maldito sabelotodo! ¡No quiero ver a nadie más siendo sellado!— Vanidad alzó la voz y la discusión se extendió por toda la sala en un estallido de opiniones sin control. Las voces de todos los dioses se contraponían una y otra vez, discutiendo el asunto sin lograr llegar a un acuerdo común. Ni siquiera Vida se quedó en silencio, puesto que no dudó en ponerse de pie para defender a Muerte cuando comenzó a ser señalado, pero en medio del escándalo, sólo una diosa estaba callada, observando fijamente a Odio.


Amor temblaba, apretando sus pequeñas manos sobre los bordes de sus vestidos, viendo como Hatty suspiraba cuando el poder de Muerte dejó de bloquear sus labios, debido a la pérdida de concentración que la discusión a su alrededor le provocaba. Para Nimson, todo a su alrededor le parecía ajeno. En ese momento,  la voz de Amor resonó con todas sus fuerzas.


—¡YA BASTA!— exclamó, provocando que las miradas, incluyendo la de Hatty, se posaran sobre ella. El silencio sobrevino en la sala, y la diosa se apresuró a llegar donde Sabiduría, elevándose sobre la punta de sus zapatos blancos a fin de poder hacerle frente— ¿Desde cuándo te volviste tan egoísta? ¿Ah? ¡¿Desde cuándo todos ustedes se volvieron tan injustos?!—


— A-Amor, ¿Qué sucede contigo? ¿Estás defendiendo a este tipo?—cuestionó Médico, al ver que el dios rubio era incapaz de responder, pero la pequeña dama de piel oscura también le dedicó una mirada cargada de enfado, provocando que la anfitriona retrocediera nuevamente.


—¡Todos ustedes están equivocados! ¿Acaso quieren cometer los mismos errores del pasado? ¿Acaso no promovían el respeto entre los dioses?— exigió saber, observando cada rostro que encontraba en la sala— ¡Ese es su trabajo, Nimson para eso fue creado, para sembrar odio en el mundo! Sé muy bien lo que significa, él es el único ser capaz de contrariar completamente lo que yo represento... ¡Y por eso lo entiendo! ¡Por eso respeto lo que hace! ¡El que más está sufriendo aquí es Hatty Nimson! ¿Acaso quieren hacerle lo mismo que le hicieron a Guerra? A pesar de que era nuestro hermano... ustedes son tan...—


Las lágrimas pronto se acumularon en el borde de los ojos de la diosa. Sus mejillas se empaparon de lágrimas tan dulces como la miel, ante la mirada atónita de Nimson, quien no podía entender por qué una deidad de Ithis le estaba defendiendo de esa manera tan férrea. Muerte se acercó para ofrecerle un pañuelo, mismo que Amor agradeció con una sonrisa forzada, para limpiarse a toda prisa.


—El poder de Odio se está extendiendo entre nosotros... creo que lo más conveniente es que Amor lo vigile, al menos unas horas antes de que volvamos. Si estamos todos alrededor de él, irremediablemente seguiremos siendo afectados. No debemos olvidar que todo esto comenzó por un problema completamente distinto, y afortunadamente tanto Vida como Muerte están bien. Deberíamos ser agradecidos por eso, ya que el balance universal se recuperará muy pronto y todavía debemos evaluar las consecuencias en el mundo debido a los problemas que estos dos cabezas huecas provocaron. Mañana regresaremos con la mente más despejada a decidir qué haremos con Odio. Amor es la única inmune a su presencia. Así que...damas y caballeros, la salida está detrás de ustedes— Sabiduría se inclinó avergonzado ante Amor, y despidió en silencio a todos los dioses. Nadie más se atrevió a comentar al respecto, ni siquiera Médico, quien a pesar de estar en sus propios dominios se limitó a retirarse, no sin antes asegurarle a la diosa del amor que estaría para ella si se lo requería. Muerte depositó un beso en la mejilla de su mejor amiga y le sonrió con calidez, haciéndole saber que estaba agradecido por su valor y sin más, se retiró junto con los demás.


En el momento que el recinto se quedó en silencio por fin, la diosa recogió ambas manos sobre su pecho, dirigiendo su mirada hacia el pelirrojo, quien mantenía la cabeza colgada hacia el frente. Era evidente que la posición en la que se encontraba lo agotaba. Pero fue incapaz de dirigirle la palabra en ese momento. Primero fue necesario lavarse el rostro, y de paso revisó que el recinto estuviera vacío como había prometido Sabiduría, para sentirse segura al cuidar de Nimson. Una vez que se refrescó el rostro, volvió donde el laboratorio y estuvo sentada varias horas, hasta que por fin fue capaz de hablar con el prisionero.


—Te soltaré si prometes no hacerme daño...— dijo de pronto la joven, acercándose con cautela.


—No necesito tu lástima ni la de nadie, mujer. No te atrevas a tocarme— advirtió Hatty, sin dignarse a mirarla—siempre me han dado grima los enanos—


—Que grosero— farfulló la damita, apretando ambas manos al escuchar semejante insulto— no te he dado razones para que me agredas, ¿acaso no eres un caballero?—


—¿Qué es esto? ¿Buscas un caballero, pequeña Hobbit? ¿Acaso piensas hacer una comunidad del anillo también?— bromeó el pelirrojo, logrando que las mejillas de la chica se inflaran, cada vez más enfadada.


—¡Es suficiente! Soy pequeña pero estoy rellena de amor— respondió orgullosa de si misma, cruzando ambos brazos. La delicada vista que ofreció cuando sus generosos atributos saltaron a la vista gracias a esa posición, no pasó desapercibida de los orbes rojizos, mismos que observaron de reojo, tan solo para perderse en la línea divisoria entre los pechos de la joven, aún sin mirarle el rostro.


—Vaya...para ser tan enana recibiste dos enormes bendiciones de tu padre. Podría perdonarte el envase minúsculo que eres si me dejas meter mi rostro entre tus tetas— aseguró.


—¡Estas loco!— exclamó la chica, acalorada. Antes pensaba que Locura era irreverente, pero Hattty lo superaba con creces. Parecía que la lengua del dios oscuro no tenía control, y ahora comprobaba con sus propios oídos que el no tenía una pizca de vergüenza al hablar. Era evidente que no podría analizarlo tan solo charlando, porque ya estaba perdiendo la batalla desde que se quedó en la habitación.


Pero Amor resultó ser más obstinada de lo que parecía. El sonido de un objeto arrastrándose obligó a Nimson a observarla por fin, descubriendo que a duras penas la damita acercó una mesa de baja altura para poder estar frente a él. Una vez allí, con algo de esfuerzo la joven trepó sobre la madera, y así pudo estar a la altura de los ojos del dios pelirrojo con la intención de charlar más cómodamente. El pelirrojo frunció el entrecejo al sentir el perfume excesivamente dulce que despedía el cuerpo de la señorita, encontrando ridículo todas las acciones de Amor— ¿Que no era más sencillo sólo levitar y ya? Pareces una niña humana ridícula intentando alcanzar una fruta—


—Mírame cuando te hablo— exigió la damita, sin lograr que el pelirrojo elevara la cabeza lo suficiente para que sus miradas se cruzaran. Amor infló las mejillas cada vez más enojada y sin pensarlo, atrapó el rostro de Nimson con ambas manos para mirarlo a los ojos— déjame descubrir los secretos que oculta tu corazón perdido...todos podemos sentir, lo sé muy bien, porque ese es mi trabajo... enseñarte que puedes sentir de una forma maravillosa... todo está en tus memorias...—


Un golpe de calor inmenso azotó a Hatty en el momento que los dedos enguantados de la diosa le acariciaron la piel. Sus orbes rojizas se quedaron fijas en las pupilas con forma de corazón que le observaban a detalle y fue en ese momento que muchos de los recuerdos "extraviados" de Odio vinieron a la mente de Amor. La diosa fue testigo de la convivencia con los dioses oscuros, los días en los que la deidad maligna sonreía con emoción al salir a la tierra, no para sembrar el caos si no para disfrutar de una puesta de sol o de perseguir algún bicho. Pero también percibió en carne propia los días más oscuros de ese pasado perdido y tan sólo por un instante, la imagen de Nim y de Muerte junto a Hatty parecía más real que nunca.


El sobresalto que provocó la chica fue suficiente para que el oscuro emitiera un grito de horror, mismo que obligó a la joven a soltarlo, casi al punto de caerse de espaldas. Pero la diosa ahora sabía lo que necesitaba.


—Odio...tu...—


—¡No te atrevas a tocarme de nuevo!— exclamó furico, y con un par de tirones se desprendió de las estacas que le detenían, traspasándolas con tanta facilidad que parecía imposible haberlo detenido tantas horas. Atrapó a la damita por las muñecas y así evitó que volviera a rozarlo con sus dedos— el hecho de que seas inmune a mí no te da derecho de quedarte aquí, debiste irte cuando podías, voy a destrozarte de tal forma que van a tener que usarte como rompecabezas para encontrarte forma antes de sepultarte—aseguró el dios oscuro, extendiendo un brazo para mostrarle a la joven como una de sus manos se tornaba negra y sus garras afiladas recordaban las manos de Muerte, solo que estas eran mucho más largas y grotescas. Sin embargo, la diosa no se inmutó.


—No me harías daño— aseguró Amor, con un gesto de ternura en su rostro. La sonrisa cálida que la joven ofrecía logró que las mejillas blancas del dios oscuro se tornaran ligeramente rosadas. Hatty no dudó en empujarla, haciéndola caer de espaldas. El golpe fue aparatoso, pero la chica se puso de pie rápidamente. El dios del Odio deseaba que se alejara, que huyera. Mientras más lejos la tuviera, mejor.


—Pareces muy segura de ti misma. Y eso es extraño, viniendo de un dios inferior que no tiene ni la mitad del poder necesario para detenerme—


—Y aún así, no me harás daño— recalcó la dulce señorita— por qué jamás fuiste capaz de destruir nada de lo que te hace percibir sentimientos, ¿no es así?—


Nimson apretó los labios y chasqueó los labios, apartando la mirada. Su debilidad estaba expuesta y eso le molestaba bastante. Recuperó la forma humana de sus manos para frotarse las heridas que Médico le había provocado, logrando que su cuerpo comenzara a regenerarse, tan rápido que parecía tener cientos de agujas enhebrando carne de forma delicada y precisa. Las Parcas aparecieron a través de su sombra, atraídas por el olor de la sangre, para luego flotar alrededor del oscuro como si fueran dos perritos ansiosos. Amor comenzó a reír al ser testigo de esa escena tan divertida, y Odio se sintió aún más avergonzado.


—¡Sólo te quedaste a meterte en mi mente para humillarme y lo sigues haciendo, mujer! Es cierto lo que se dice en el mundo medio, ustedes los dioses de Ithis no son distintos de nosotros—


—Lo siento, lo siento de verdad— la diosa negó con ambas manos, y enseguida se aventuró a acariciar una de las cabezas cadavéricas de las Parcas. Nimson extendió una mano para tratar de detenerla, pero el asombro llegó cuando la mano delicada de la dama se deslizó sin ningún problema sobre el hueso seco y frío que componía la cabeza espectral. Incluso parecía que aquel sirviente carente de cerebro se esforzaba en mover su cuerpo, como lo haría un mamífero para mover una cola que no poseía —Locura los ha entrenado muy bien y en poco tiempo. Son increíbles estos seres tan irreales. Jamás había visto un blight tan de cerca, mucho menos a sus mascotas—


—Deberías tenerles más respeto— Hatty negó con la cabeza, llevándose una mano al rostro para frotárselo en señal reprobatoria. Era evidente que no podía presumir de buena paciencia— gracias a las Parcas el Nim se mantiene en su sitio. Evitan que los blights salgan innecesariamente al mundo medio. Pero tus amigos que escupen azúcar, flores y muchos colores como tú, tuvieron la gentileza de destruir tantas que no se qué hará el Gran Padre Destructor cuando se entere. Maldita sea....— el dios oscuro suspiró pesado, ahora frotándose el rostro con ambas manos. Después de todo, era su culpa que Muerte se saliera de su reino para confrontar a Vida y ahora casi todos los centinelas del Nim se habían disuelto para siempre. Estaba seguro de que Nim no se lo perdonaría nunca.


—No está mal desear una familia— interrumpió la joven, acercándose a pasos cortos pero firmes. Nimson la miró de reojo, por lo que Amor se detuvo en seco, aguardando— ahora entiendo un poco más sobre ti. Claro que puedes sentir, pero estas desconectado completamente—


—¿Desconectado, eh?— respondió burlón el pelirrojo, irguiéndose hasta poder cruzarse de brazos— aquí a la única que se le desconectaron los cables es a usted, jovencita. No se de lo que hablas. En Nim el concepto de familia no existe, es una utopía creada por ustedes. Una falsedad. Es mejor que te vayas ahora mismo, me estas hartando—


—Tu corazón— insistió la diosa— a nivel físico y espiritual, todos necesitamos un corazón para unir esas partes. Nim lo sabía de antemano, lo importante que es un corazón. Arrancó el punto de unión y ahora no puedes recordar lo que es sentir algo, al menos no por largo rato. Pero tu cuerpo a grabado cada experiencia. Hatty, tus sentimientos están en cada parte de ti, sólo que no puedes retomarlo porque estas desconectado. Pero no debes perder la esperanza... en el fondo... tienes un corazón latiendo, uno que está ansioso de conocer la felicidad...—aseguró la joven, logrando que sus miradas se conectaran nuevamente— pude verlo en tus recuerdos... en el fondo, no odias a Muerte. Anhelas que vuelva a casa, que sea el hermano mayor que siempre has admirado. Quieres estar en batallas junto a tu padre y a tu hermano, los únicos a los que reconoces como una familia de verdad...y eso está bien, eso es bueno. Eso quiere decir que tu también anhelas ser feliz—


Las palabras de la diosa parecían caricias en los oídos de Odio. Percibía que alrededor de la joven algo la iluminaba sutilmente, y con cada frase que escapaba de esos labios delicadamente coloreados por un tono rosado, su pecho parecía quemar un poco. Nimson no podía entender esa nueva sensación. No era el calor de un amante, de eso estaba seguro. Tampoco era dolor, a pesar de que su pecho se sintiera incómodo, como pocas veces en su larga vida. No, eso era algo más. Comenzó a sentir una fuerte ansiedad y sin pensarlo demasiado, se inclinó para tomar las manos de la chica y llevarlas nuevamente sobre sus mejillas pálidas, a fin de percibir ese estremecimiento por más tiempo. Como lo esperaba, el calor invadió no solo su rostro, si no todo su ser, pero esta vez cerró los ojos para evitar que Amor hurgara en su alma nuevamente.


Odio estaba conmocionado. Los labios le temblaron ligeramente cuando las manos de Amor se apartaron lentamente, y al volver a mirarse, Hatty estaba llorando, con una expresión de asombro en sus facciones.


—Esto es...es horrible...— balbuceó inseguro, entrecerrando la mirada— es aterrador... es como si infectara mi interior por completo. Como las garras de algo invisible que te enajena entero, pero no es dolor lo que provoca...es una incomodidad difícil de soportar... quiero que estés más cerca... tu perfume ya no parece tan asqueroso. Esto es...demasiado extraño...no estoy seguro de querer esta sensación en mi piel...— el pelirrojo tragó saliva. Cuando los dedos de Amor se deslizaron en sus mejillas para secarle las lágrimas, la mano de Hatty atrapó a la joven, obligándola a acercarse tanto que el corazón de la diosa se aceleró de golpe, pero a pesar de que trató de liberarse, era imposible. La fuerza de Odio la superaba y no podía apartar sus ojos de esas gemas carmesí que aún lucían húmedas, como si la interrogaran en silencio— ¿qué fue lo que me hiciste?— cuestionó Nimson, inclinándose lentamente, casi al punto de besarla.


—Yo... yo no hice nada... yo... yo solo te mostré...—


—Acaso...esto que siento dentro de mí ahora mismo...es lo que llaman...—


—¡¡AMOR!!!— El juez entró a la habitación justo cuando los labios del dios oscuro rozaron los de la joven morena, lanzando el filo de Memento Mori sobre Odio, para obligar al pelirrojo a soltar a la joven y alejarse antes de que la peligrosa guadaña se le enterrara en la piel. Muerte lucía agitado, pero no dudó en interponerse, sosteniendo con fuerza su arma mientras observaba a su hermano— ¿Amor, estas bien? ¿Te hizo daño? Maldición, si no llego a tiempo...—


—¡No lo lastimes! No me ha herido, Muerte, por favor, cálmate, solo... solo es un malentendido, no le hagas daño, el aún no se recupera— rogó la joven, apretando sus pequeños dedos contra el brazo del juez. Muerte la observó de reojo, bastante desconcertado. Era la segunda vez en el día que era testigo de la forma en que su mejor amiga protegía a un ser del Nim, pero se reservó su opinión debido a la premura de la situación. El rey oscuro replegó su guadaña y observó como Hatty se levantaba, restregándose una muñeca en la mejilla, donde el filo de Memento Mori había logrado provocar un ligero corte. No tardó más que segundos en sanar, pero el pelirrojo no quería perder lo que acaba de aprender, por lo que mantuvo su posición.


—¿Por qué estuviste jugando al tonto todo este tiempo? ¿Qué pretendías?— dijo de pronto el juez, con un aire sereno. Nimson no pudo contener la risa, pero se limitó a encogerse de hombros, como si no le diera importancia a la pregunta.


—¿A qué te refieres, Muerte?— quiso saber Amor.


—Soy el único capaz de hacerle un daño auténtico a Hatty. Ustedes conocen muy poco de sus capacidades, pero son bastante problemáticas. Sólo estuvo fingiendo que lo habían atrapado, tenía cansancio y nada más. Médico jamás podría detenerlo sólo con un poco de su veneno—


—Ni con todo el veneno de las serpientes del mundo— interrumpió Nimson, liberando una pequeña carcajada— pero yo también soy un caballero, jamás heriría el orgullo de una diosa; nunca le digas eso a tu amiga, preciosa— guiñó un ojo para Amor, y pronto un portal se abrió a espaldas del pelirrojo. La figura de Pereza emergió lentamente, para atrapar a su general en un abrazo cuidadoso, obligándolo a regresar al Nim. Hatty recordó que las Parcas seguían merodeando y de pronto emitió un silbido, lo que llamó la atención de los espectros, que acudieron a toda prisa para acompañarlo— ¡Eros! ¡Psique! ¡Nos vamos ya, dejen de jugar! ¡Rápido o se van a quedar!—


—¿Q-qué fue lo que dijiste?— Muerte estaba boquiabierto. Al ponerle atención a las Parcas, pudo notar que una de ellas poseía un brillo azul dentro de las cuencas de sus ojos, mientras que la otra se le arremolinaba, con sus falsos orbes rojos bien puestos en su compañero espectral. Definitivamente se trataba de los dioses que había visto perecer antes.


—Mi padre no es tan cruel como parece— afirmó Pereza— y las Parcas no son simples centinelas... poseen esencia, alma verdadera. Nos veremos de nuevo algún día, Muerte. Espero que reconsideres volver a tu reino, nuestro padre sería muy feliz si así lo hicieras—


—Estoy en casa, pequeño hermano. Váyanse ahora, los dioses de Ithis no tardarán en llegar— indicó el juez, materializando su corona de espinos en una mano, para lanzársela a Odio, quien la atrapó sin problemas. El pelirrojo sonrió levemente y se colocó la corona por un costado de la cabeza, mirando con gran orgullo a Muerte.


—El Nim solo puede tener un rey y te aseguro que ese siempre seré yo— fue lo último que declaró el dios oscuro. Pero sus ojos se desviaron para ver por última vez el rostro de Amor, descubriendo que era capaz de percibir un intenso sonrojo en la piel morena de la joven, mientras las manos pequeñas que antes le sostenían el rostro, ahora se apretaban con fuerza sobre el pecho de la dama. Hatty le sonrió con levedad, como jamás lo había hecho para nadie y sin dudarlo, le lanzó un beso a la distancia. Amor se ruborizó aún más, permaneciendo detrás de Muerte hasta que el portal se cerró por completo, eliminando todo rastro de energía negativa que los acompañaba.


Las rodillas de la diosa se doblaron hasta que cayó sobre el suelo frío que la sostenía, sintiendo como el aire puro regresaba, rellenándole los pulmones de una frescura que necesitaba desde hacía un par de horas. Ciertamente la presencia de Nimson era tóxica para todos en Ithis, pero ella estaba segura de que ese sopor que le ahogaba no era negativo. No del todo. Las mejillas le ardían, pero cuando Muerte se acercó para auxiliarla, ocultó la mirada, manteniéndose en el suelo un poco más, evitando que el juez le ayudara a ponerse de pie.


—¿De verdad estas bien, Amor? Médico no tardará en llegar aquí, le pediré que te revise cuanto antes—


—N-No es necesario. Sólo dame unos minutos, Muerte. No soy una guerrera como tú y otros dioses, lo sabes de antemano. S-sólo... no estoy acostumbrada a esta clase de sensaciones...—


—Ahora que lo pienso... ¿que estaban haciendo cuando yo llegué?— quiso saber el recolector de almas de pronto, provocando que Amor se pusiera en pie de un salto, negando con las manos una y otra vez, muy escandalizada.


—¡NADA! ¡No era nada, lo juro! ¡No es lo que tu piensas!—


—Oh por Ithis, Amor acaso tu...¡POR TODOS LOS CUPIDOS! Tienes que contarmelo T-O-D-O, ¿entendiste?—


—¡¿Contarte qué?! ¡No paso nada, lo juro, lo juro Muerte!—


—Pero pudo haber pasado si yo no hubiera llegada, vaya que inoportuno puedo ser a veces ¿Debería decirle al tío Tiempo que nos regrese a algún punto del pasado donde yo pueda evitar llegar tan pronto?— comentó el juez con una sonrisa amplia y cómplice, deleitándose con las reacciones exageradas de su amiga, hasta que optó por inclinarse lo suficiente para susurrar al oído de la diosa— yo podría decirte como invocar o encontrar a Odio en la tierra media—


—¡M-Muerte!—


La bromas estaban a la orden del día por cortesía del bochornoso momento de Amor y Odio, pero las lágrimas llegarían junto con Locura, quien fue el primero en llegar luego de que el rehén del Nim se esfumara. El joven de cabellos platinados entró corriendo a donde se encontraban Muerte y Amor, pero no se detuvo a charlar con ellos. Siguió el rastro de las Parcas, ya que les había colocado cascabeles para ubicarlas más rápido. Sin embargo, justo donde los espectros partieron junto con su amo al Nim, yacían en el suelo ambos collares, y entonces los ojos del dios moreno se llenaron poco a poco. Sus dedos ásperos recogieron ambos cascabeles, para estrecharlos contra su pecho mientras gimoteaba, provocando que las sonrisas de Muerte se esfumaran. El juez se acercó para palpar la espalda de su igual, pero Locura estaba inconsolable.


—Ngh... A la grande le puse "Cuca"...— confesó el albino, refiriéndose a Psique. Muerte no sabía si reír o llorar con él, pero colocó su mano derecha sobre los puños que apretaban los cascabeles, para transmitirle algo de empatía.


—"Cuca" estará mejor en el Nim, Locura. Este sitio no es adecuado para ellas, sin Hatty, se iban a convertir en cenizas, como todas las que intentaron seguirme, ¿no querías eso para ellas, cierto?—


Locura asintió como un niño que aceptaba la partida de su primer pez, mismo que no logró ver cuando se iba por el escusado.


—¿Serán felices allá? ¿Crees que me recuerden? Mi recámara está llena de juguetes para ellas...quería adoptarlas, pero ahora ya no estarán más conmigo—


—Claro que van a recordarte. Te prometo que si Ithis lo permite, te llevaré a verlas muy pronto, ¿está bien?— comentó el juez, logrando que Locura por fin sonriera, asintiendo emocionado ante esa posibilidad. Sin embargo, el alboroto en el exterior los alertó a todos— chicos, será mejor que se vayan. Si los encuentran aquí conmigo los harán responsables también— indicó el juez, puesto que aún no era capaz de trasladarse de un espacio a otro como solía hacerlo. Pero sus ojos se abrieron con sorpresa al sentir la mano de Amor envolviendo su diestra, y la mano de Locura apretando su siniestra, mientras ambos asentían observándose.


—Si nos vamos...— susurrró Locura, sonriendo a medio labio, comenzando a teletransportarse al mismo tiempo que Amor.


—Nos vamos juntos, Muerte— aseguró la damita, apretando fuerte la mano de su amigo— no eres un traidor. Y tu juicio no será hasta dentro de tres días. Y ninguno estuvimos aquí. Hatty se escapó solo y nadie podrá alcanzarlo. Eso es lo que vamos a decir—


Cuando la puerta se abrió de golpe, la sala estaba completamente vacía. Médico ingresó escandalizada, buscando por todos los rincones de su laboratorio, pero de Hatty solo quedaba el recuerdo y las estacas que le soportaban. Angustia y Musa se unieron a la búsqueda, pero Sabiduría se mantuvo tranquilo, observando todo a su alrededor, buscando una pista. En el suelo alcanzó a divisar un trozo de tela amarillenta. Se inclinó sin que el resto se percatara, y al llevarse la gasa a la nariz, supo inmediatamente a quien pertenecía. Suspiró acomodándose los lentes y ocultó la venda en su bolsillo, para luego reportar que ahí ya no encontrarían nada que perseguir y que prefería marcharse a casa. El sabio definitivamente necesitaba un descanso.

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¡Vuelvo de la inactividad por fin ♡ (⇀ 3 ↼)! Lamento haberles hecho esperar tanto, y de antemano les agradezco que aún sigan leyendo esta historia sin sentido (?) El próximo episodio probablemente sea el último ;D ñaca ñaca, ¡Saludos desde México a todos! Os ama su Lord Lemonoso~

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