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Episodio 6. Melodías de dolor.

—Tienes que esforzarte un poco más, no puedes simplemente asumir que esta es tu realidad. Tu mente está perdida seis siglos atrás Vida, ha pasado mucho desde entonces— aseguró Sabiduría, quien llevaba semanas asistiendo al pequeño creador, sin mucho éxito tratándose de su memoria. Los ejercicios diarios lograban que el primer dios recordara algunos sucesos del presente, pero siempre que se tocaba el tema sobre su relación con Muerte, el Benefactor se irritaba hasta volverse insoportable —aunque no quieras hablar de él, tienes que entender que se volvió alguien muy importante para ti. En esta época ambos eran tan unidos...incluso se arriesgó a enfrentar a los pecados capitales por si solo ¿de verdad no lo recuerdas?—


—Recuerdo claramente una ballena reclamándome por qué no hice nada para evitar su muerte...—masculló con desgano, dejándose caer sobre la cama para llevarse ambas manos al rostro y frotárselo enérgicamente un par de veces— me duele la cabeza, Sabiduría. Dejemos la rehabilitación por hoy, necesito un rato a solas...—


El sabio respiró profundo, pero aceptó dejar el asunto, ya que también estaba agotado. Después de palpar un poco el cabello del primer dios, se retiró en silencio, quitándose los lentes del rostro para frotarse un poco los ojos, tratando de lograr que su mente se relajara, aunque parecía imposible. El asunto resultaba ser grave para todos los dioses. La relación con Muerte había dado mucha paz respecto al estado de ánimo de Vida y el juez logró que se volviera más maduro. Pero ahora estaban en el mismo punto de partida, y probablemente el recolector de almas tenía que enamorarlo nuevamente.


Pero Muerte estaba herido profundamente. La sombra de los días amargos, las discusiones, las constantes contradicciones del Benefactor y su mirada llena de desprecio, todo en conjunto volvieron al igual que sus recuerdos. El único dios que volteó a mirarlo desde el principio, por segunda vez en su existencia volvía a rechazarle, y esta vez parecía más aferrado que nunca. En casa de Amor, el juez nuevamente lloraba a mares, mientras su amiga de toda la vida lo acompañaba. Sus manos no eran suficientes para apagar el llanto, y el intentar hablar de ese modo era imposible, pero siempre encontraba algo de paz en los consejos de su querida amiga.


—Oh , por favor debes calmarte, Vida te ama con todo su ser, ¿Por qué no le das una oportunidad? ¿Acaso dejarás que unas cuantas plantas te arrebaten el amor verdadero?— cuestionó la diosa, deslizando sus pequeños dedos enguantados entre los cabellos revueltos del dios juez.


—No puedo con esto de nuevo, Amor. Por favor ya no insistas. Tu misma fuiste testigo de la forma en que me ha tratado, ni siquiera permite que este cerca de él más de cinco minutos. Las veces que acudí a verlo terminó lanzándome indirectas hasta hartarme y obligarme a salir como un cobarde. No puedo con esto Amor, no importa cuanto lo piense, me duele tanto la forma en que me trata. Si lo que mi padre pretendía era separarnos, lo ha logrado de verdad—


—Muerte...—la joven de cabellos platinados colocó ambas manos en las mejillas del oscuro y lo miró a los ojos. Era imposible leer la verdad en su corazón teniendo la mente sumida en un estado tan caótico, pero Amor no necesitaba meterse nunca más en la mente del juez, lo conocía demasiado bien— ¿lo amas?—


—Con toda mi divina existencia— respondió el recolector de almas, sin titubear ni demorar.


—¿No estabas dispuesto a dar la vida por él, si fuera necesario?—


—Mi carne, mi sangre, hasta el más pequeño de mis cabellos...—


—¿De verdad logró Nim separarlos?—


—No...— balbuceó tratando de contener las lágrimas, aunque los guantes de Amor eran suficiente para secarlas conforme se escapaban de los orbes de sol — no quiero quedarme en el olvido... tengo miedo, no sé qué hacer esta vez, no sé qué decirle... no sé cómo manejar esta situación, me supera en todos los grados posibles—


—Pero si tú tienes toda la ventaja, mi querido hermano y amigo— comentó alegremente la diosa, rodeándolo con sus brazos para darle un fuerte abrazo. Amor estaba aguantando las lágrimas, le dolía en el alma escuchar a Muerte de esa manera, pero estaba siendo fuerte por los dos— Vida te ama de pies a cabeza, te demostró que podía mejorar y superarse, que podía salir adelante ante todo peligro y que pasara lo que pasara, tu siempre serías lo primero en su vida. Esa clase de amor lleno de fidelidad no se borra con el tiempo, no existe magia que se sobreponga a algo tan poderoso que fue cultivado por ambos...sus recuerdos están justo aquí— aseguró la joven, tocando el pecho de Muerte mientras lo liberaba, para verlo a los ojos nuevamente —si él no es capaz de desbloquear su mente, entonces ocúpate de hacerlo recordarte, ¿entiendes? El amor prevalece, en las buenas y en las malas, no por nada los votos matrimoniales lo dicen generación con generación. En las buenas y en las malas, Muerte. Solo tú puedes hacerlo—


Los ojos del oscuro parecían iluminarse con cada palabra de la joven morena, y asintió una y otra vez, completamente decidido. Después de pedirle un pequeño favor, Muerte se presentó al día siguiente en casa de Vida, mucho antes de que el sol se asomara en Ithis.


El Benefactor tenía que recibir un desayuno especial cada mañana, así que reaccionó poco a poco ante el delicioso aroma de un bocado más agradable que la comida "de hospital" que Sabiduría le estaba preparando a primera hora del día. El olor a panqueques y crema batida, así como la deliciosa promesa de un buen café provocaron una sensación de nostalgia en el pecho del joven de piel turquesa, mismo que se puso en pie a toda prisa, hasta llegar al comedor, donde una mesa ya puesta le esperaba, iluminada con tres hermosas velas. Solo estaba un plato, por lo que esperó pacientemente, aunque extrañado. Sabiduría siempre desayunaba con él, así que asumió que el dios no se quedaría esa mañana.


Cuando Muerte salió de la cocina con una charola en la mano, la expresión de emoción en el rostro de Vida se apagó, sin embargo, el juez estaba más que motivado.


—Antes de que me haga un desplante, le informo que Sabiduría cayó enfermo y nadie más está desocupado, así que estaré asistiéndolo unos días. Por su bienestar y el mío, le ruego no sea grosero, solo estoy cubriendo a un buen amigo— indicó el oscuro, colocando los panqueques recién horneados ante el mayor. Lo que no mencionó, es que Sabiduría se retorcía de dolor en casa, puesto que Muerte había dejado una canasta con galletas de Amor en su puerta, sin remitente, bañadas en un laxante que robó del botiquín de médico. Internamente rogaba que el sabio le perdonara algún día, y que Médico jamás descubriera quien había robado una de sus valiosas "medicinas". El café estaba en su punto, coronado con un poco de crema chantilly y un toque de canela, por lo que olía delicioso, provocando que las tripas de Vida chillaran sonoramente, lo que coloreó las mejillas del príncipe al instante. Un poco de cajeta sirvió para decorar los panecillos, y justo cuando Muerte se disponía a volver a la cocina, la voz de Vida lo detuvo.


— ¿Voy a desayunar solo...?—


—Usted me ha dejado claro que mi presencia es desagradable, además no creo que se extravíe mientras disfruta del desayuno. Tampoco le puse veneno, si eso es lo que le preocupa—


—No era mi intención ser grosero contigo...—confesó Vida, observando el contenido de su platillo con algo de culpa. Por un momento, sintió que su cabeza daba algunas vueltas, viéndose obligado a llevase una mano a la cabeza. El aroma, la charla, la hora, algo en ese cuadro existencial le hacía sentirse demasiado bien. Muerte le miró preocupado, pero mantuvo su distancia. Todo tenía que ser un paso a la vez, necesitaba demasiada paciencia si quería lograr algo— esto... ¿es lo que me cocinabas cuando estábamos juntos?—


—Mi señor, no vine a rehabilitarlo, tan sólo limítese a comer para poder llevarlo a su revisión con Médico y...—


—Respóndeme, por favor—


—Algunas veces...no es lo más sano que se puede comer al despertar, pero no encontré algo más en la cocina, traeré algunas cosas para la comida de medio día, lo prometo— sin más, el juez se inclinó ante Vida y corrió a la cocina antes de que le siguieran cuestionando. El corazón le latía demasiado rápido, sentía que se sofocaba y al estar a salvo, se bebió un litro de agua de golpe, para calmar la ansiedad. Estar tan cerca del Benefactor era difícil, ansiaba abrazarlo, quería besarlo y decirle que todo estaría bien. Contenerse era realmente complicado, pero tal como lo pensó, ofrecerle a Vida fragmentos de su pasado juntos por medio de cosas o situaciones que pudieran hacerle recordar, era una idea estupenda. Sin embargo, cuando volvió donde el primer dios con un tazón de fruta fresca picada, lo encontró de brazos cruzados, sin haber probado un solo bocado. Suspiró largo y tendido, y sirvió la fruta, pero el joven de piel turquesa hizo un ademán con el rostro, rechazándolo.


—¿Acaso no es de su gusto el melón y la manzana?—


—Dije que no quería comer solo, además tengo muchas preguntas y te fuiste sin terminar de escucharme— respondió caprichoso el príncipe, exasperando a Muerte.


—Responderé todo lo que quiera cuando desayune—


—Desayunaré cuando me respondas todo lo que quiero saber—


—¿Tendré que obligarlo a comer entonces?—


—Inténtalo si puedes...—advirtió Vida, y ese fue su grave error. Estando aún algo débil, fue muy sencillo para Muerte atraparlo con su poder oscuro y obligarlo a abrir la boca, mientras lo hacía comerse los panqueques y la fruta. Para cuando terminaron, el Benefactor estaba avergonzado, pues prácticamente le habían movido la quijada para masticar y sólo faltaba el café, dejándole casi al borde del llanto ya que encontraba terrible la capacidad y el poder de Muerte cuando estaba decidido —¡s-sólo estaba bromeando, no era necesario llegar a tanto!— reclamó rápidamente, agradeciendo que esas líneas de energía negra ya no lo estuvieran tocando.


Muerte comenzó a reír por fin. La expresión en su pareja era tan divertida que no pudo contenerse, y en ese momento el príncipe tuvo una breve sombra en su memoria. En esas imágenes, Muerte reía de la misma manera, con el rostro lleno de pintura. Al parecer ambos estaban jugando, decorando una pared donde se dibujaron mutuamente con pintura fluorescente, y el color verde neón que estaba untado en el rostro de Muerte iluminaba su sonrisa de una forma divertida por la noche.


—La próxima vez hágame el favor de comerse su desayuno usted mismo. No es un bebé como para necesitar que se le suministren los alimentos directamente en la boca— indicó Muerte, retirando los platos sucios y sacando así a Vida de ese flashback tan breve. El juez se veía tan distinto y serio cuando no sonreía, que resultaba algo confuso el tratar de pensar en lo que acababa de descubrir. Vida quería entenderlo, necesitaba encontrar esos recuerdos, aunque le resultaba difícil tratándose de Muerte y de todo lo que el juez representaba.


—No quise ofenderte, de verdad lo lamento...—susurró el príncipe, justo cuando atrapó el brazo de Muerte, evitando que se alejara— me estoy esforzando, de verdad lo estoy haciendo... solo... dame algo de tiempo... aún me parece increíble que tu yo...—


—Si usted no es capaz de recordar esos días, ese "tú y yo" no existe en realidad— interrumpió el oscuro, moviendo su brazo para liberarse— ya había escuchado esas groserías antes mi señor, no tiene por qué disculparse. Diría que estoy acostumbrado. Quiero que entienda que no tiene ninguna obligación conmigo ahora mismo, yo solo lo estoy atendiendo y nada más...creo que podemos pactar una "tregua" si eso lo tiene más tranquilo— Era realmente difícil para el juez tomar esa actitud, pero era necesario. Uno de los dos debía estar bien cuerdo y seguro, y tener la rienda de la situación siempre en la mano, y Muerte no estaba dispuesto a perder todavía más de lo que ya estaba perdido. Con respeto se volvió a inclinar ante aquel que fuera su pareja apenas unos días atrás y que ahora volvía a convertirse en su señor, para declarar su fidelidad divina — no somos solo usted y yo, somos los dioses de la Vida y de la Muerte, el alba y el ocaso, el día y la noche, los reyes de la luz y de la oscuridad. Usted da, yo quito... no podemos ser egoístas y evadir nuestras responsabilidades, ni tampoco seguir discutiendo al respecto. Por favor, vuelva a su trono pronto, la Tierra se volverá un caos sin su presencia. Coma y beba como es debido, deje que Médico se encargue de administrarle las medicinas y recupérese pronto. De esa manera, usted y yo no tendremos que tratarnos todos los días, y así podrá tenerme tan lejos como lo desea—


Vida aceptó la tregua en silencio, con montañas de dudas en la cabeza. Pero la convivencia diaria era limitada e insuficiente para cambiar la forma de pensar del primer dios. Día tras día, Muerte se ocupó de alimentarlo, de procurarle ropa limpia y un hogar en orden, para retirarse por las noches a realizar su trabajo. A diferencia de todos los dioses de Ithis, el juez no necesitaba dormir. De esa cualidad nació aquel dicho que rezaba "La muerte nunca descansa". Pero a la mañana siguiente, se topaba con una ola de reproches pesados.


"¿Dónde estabas? ¿Fuiste a matar de nuevo? ¿Acaso eso te divierte? ¿No puedes perdonar aunque sea un alma? ¿Qué sientes cuando robas un espíritu?"


La marejada de preguntas se apagaba cuando el desayuno en turno aparecía, provocando que Vida nuevamente se sintiera culpable, y que la familiaridad de esos platillos le causara un dolor profundo en el pecho. Al final se disculpaba, como todos los días anteriores, dejando a Muerte con una gran frustración en el alma cuando la luna se asomaba nuevamente en el firmamento.


La misma situación se repitió una y otra vez, hasta el momento en el que Médico se compadeció del juez, declarando sano a Vida, incluso si tenía dudas al respecto. La última cena que Muerte prepararía llegaría con ansias apenas se ocultó el sol ese día, siendo tan solo algo de ensalada y agua de frutas lo que esperaría en la mesa del Benefactor. Esa noche el dios oscuro lucía inusualmente radiante, y ya portaba su traje característico, mismo que estuvo ausente las últimas semanas para no incomoda al príncipe, sustituido por ropas comunes, muy parecidas a las humanas. Cuando Vida lo vio de pie, junto a la mesa, como las últimas noches, se sorprendió un poco, entendiendo que sería la última vez.


—Está demás el recordatorio, pero por favor, no haga sobreesfuerzos. Según las palabras de Médico, usted puede volver a sus labores desde mañana y Sabiduría se encargará de acompañarlo las veces que lo requiera—


—Muerte...—


—También quiero agregar que las incidencias de blights aumentaron en un 30%, por lo que debe probar un poco su resistencia al activar Alis Aquilae


—Muerte, espera...—


—Por último y no menos importante...—


—¡¿Quieres callarte de una puta vez?!— Y fue la única manera en que el juez cerró la boca por fin, recogiendo una mano contra el pecho al escuchar el tono agresivo de Vida, mismo que ruborizó en el momento que se dio cuenta de su pequeño error— es... muy pronto para que te vayas, aún no he recordado nada respecto a nosotros, esto... todos los días cuidaste de mi de una manera increíble, me soportaste incluso. Necesito un poco más de tiempo. Ni siquiera me has llevado al sitio donde compartíamos nuestros días, tal vez si acudiéramos a ese lugar podría recordar algo, lo que sea—


—Hemos estado en ese sitio...todo este tiempo, Vida— susurró con amargura el juez, para extender una mano lentamente. Aquello que se creía eran sombras proyectadas de los objetos que descansaban como inmobiliario en el hogar del príncipe, en realidad resultaron ser pantallas de energía oscura que Muerte usó para cubrir las pruebas de la vida de pareja que llevaban. Fotografías por todas partes, pinturas en la pared, firmas y promesas escritas en el techo. Incluso algunos adornos donde siempre aparecía alguna figura blanca y otra negra, y todos los regalos que Vida le había dado durante siglos al dios oscuro, inmortalizados y colocados en floreros, o como parte de una singular decoración— yo...cubrí las evidencias... por que creí que el simple hecho de verme aquí día tras día sería suficiente para ti. Pero no fue así. No recordaste absolutamente nada. Apenas si lograste tolerarme, y creo que fue tu mayor logro hasta ahora... esto... esto no tiene solución, Vida. No puedo atarte a un sentimiento que te es ajeno... jeh... ni siquiera eres capaz de dedicarme una sonrisa— y poco a poco las lágrimas rodaron por las mejillas del desdichado dios, mismo que se acercó hasta tomar el rostro del joven de piel turquesa. Ante la conmoción, Vida no supo que hacer en el momento que el oscuro le robo un beso, uno empapado de llanto. El sabor salino de esas lágrimas se quedó impregnado en los labios resecos del Benefactor, quien estaba boquiabierto al ver tan cerca a Muerte. Tan cálida la sensación de esa pequeña boca temblorosa, tan dulce el aroma de la piel helada del dios recolector, tan doloroso el ver como su rostro se torcía en una mueca de angustia al ver que Vida no reaccionaba— ya veo... no eres como los sapos de los cuentos humanos... un beso de amor no funciona contigo...— susurró acongojado, y retrocedió varios pasos.


—¿Por qué no me lo dijiste?—


—¡Tenías que saberlo, tenías que darte cuenta por ti mismo, esforzarte tan solo un poco!— Muerte apretó los puños, cada vez más dolido.


—¡¿Cómo iba a darme cuenta si no me lo decías?! Todo este tiempo tuve todo a mí alrededor y no lo pude ver, todo por tu egoísmo—


—¡¿MI EGOÍSMO?! ¡Para empezar todo esto empezó por que te enfermaste TÚ! ¡Al que no le funcionaba el pene era a ti! ¿Y quién te dijo que tú eras solo un falo complaciente para mí? ¿En qué momento yo fui tan poca cosa como para que pensaras que sin un pene funcional nuestra relación se iría al carajo? ¡Eras el amor de mi vida, maldita sea! No era solo tu piel o tu cuerpo, no éramos solo labios o caricias, era el tiempo, eran las sonrisas, el trato, los momentos juntos, las guerras libradas, incluso las veces que sangré por ti...para mí siempre fueron momentos gratos, tan solo por que estabas ahí, ¿pero qué recuerdas de eso? ¡NADA!—


—M-Muerte... por favor cálmate...— susurró Vida, quien se puso de pie para intentar acercarse. Pero Muerte lo alejó con un golpe, negando con la cabeza de forma enérgica.


—¡NO! ¡No me calmo! ¡No quiero pensar las cosas nunca más! Estoy harto de esto...yo siempre tengo que cargar con lo malo de esta relación disfuncional, siempre tengo que ser el que comprende, el que escucha, el que resuelve... ¡YA NO QUIERO ESTO PARA MI! Puedes ir y crear todas las especies que se te den la gana, puedes hacer lo que quieras con quien quieras a partir de ahora. No estoy dispuesto a seguir, ya no—


—¡BIEN! ¡Lárgate entonces!— explotó el príncipe de forma inconsciente, ya que se sentía acorralado al no entender la mitad de lo que el juez le reclamaba— ¡si no funcionó antes no funcionará ahorita!—


El rostro de Muerte desarmó completamente a Vida. La ira que mostraba se transformó en el dolor más terrible que jamás había expresado, y era imposible para el juez decir palabra alguna. El dios oscuro gimoteaba desconsolado, y cuando el Benefactor trató de acercarse nuevamente, Muerte simplemente desapareció. En ese instante, algo retumbó en su cabeza, tan claro, que le hizo tragar saliva.


<< "...Cuando todo esto termine, quiero hablar contigo... quiero verte a los ojos y decirte todo lo que mi corazón guarda para ti, Muerte...">>


Vida no podía creerlo. ¿En verdad había sido besado de esa manera tan inocente? ¿Era tan fuerte el amor que Muerte le tenía, como para llegar a ese punto? ¿En verdad se habían dicho todo eso? Los ojos llenos de lágrimas del juez, sus labios curvados en una mueca de impotencia y esas mejillas empapadas... definitivamente no era el cuadro de un ser que estuviera recibiendo los sentimientos prometidos. ¿Qué era lo que realmente anhelaba decirle? ¿Por qué no podía recordar el contexto de todo lo que le rodeaba ahora?


Vida se apresuró a revisar cada elemento, cada fotografía, cada obsequio acomodado religiosamente en los rincones del hogar. Y mientras más observaba, más culpable se sentía al ver la sonrisa inmaculada del juez en cada imagen donde aparecían juntos. Incluso había un cuadro que enmarcaba una fotografía especial, donde Locura parecía sacarse una selfie, mientras Vida y Muerte reían tirados en el piso, llenos de pintura verde neón, bajo un manto nocturno lleno de estrellas. ¿Acaso era ese pequeño flash del pasado que días antes recordó? El brillo en los ojos ámbar del segundo dios no se comparaba con la sombra oscura que le regaló al pedirle que se fuera de esa manera tan horrible, y ahora el príncipe entendía que había cometido un grave error.


Corrió desesperado hasta llegar al hogar de Sabiduría, pero antes de que golpeara la puerta, el sabio la abrió inesperadamente, recibiéndolo a media noche.


—Pasa... sé por qué estás aquí— indicó el rubio, invitando al pequeño creador a su morada.


—¿Tu lo sabías? ¿Lo supiste todo este tiempo?— exigió saber el joven de piel turquesa, pero Sabiduría guardó silencio. Vida lo siguió con prisa, y mientras su anfitrión se ocupaba de servir un par de bebidas, el Benefactor descubrió un pequeño libro viejo y empolvado sobre una de las repisas de la sala de estar. El sabio lo miró de reojo, pero no le impidió que curioseara un poco. Conforme los ojos de Vida repasaban las anotaciones en aquella pequeña libreta, su rostro parecía desencajarse de vergüenza, e incluso enrojeció— Sabiduría... esto es...—


—Un diario, si— interrumpió con tristeza, entregando un vaso con wiski al príncipe— uno escrito desde que despertaste sano y salvo, hasta ayer...—


—¿Dónde esta Muerte?— preguntó Vida, incapaz de despegar sus ojos del librillo, pero al recibir la copa, sus ojos se cruzaron con la mirada del rubio, aumentando su ansiedad —¿me acompañarías a hablar con él? Tuvimos una discusión... sé que no recuerdo nada en concreto, pero puedo lograrlo, Sabiduría, con tu ayuda y la de todos... con la ayuda de Muerte...—


—Esto irremediablemente iba a suceder, Vida. Te lo advertí. Te dije que debías esforzarte más, pero preferiste colmarle la paciencia sin detenerte a preguntar el porqué de su constancia. Toda paciencia tiene un límite—


—¡Esta bien! ¡Si no quieres acompañarme lo entiendo! Como demonios voy a arreglar esto si nadie me dice nada, maldición— masculló enfadado el príncipe, arrojando el vaso de wiski a una mesilla, donde terminó quebrándose y derramándose. Sin embargo, pronto se detuvo de golpe. Poco a poco sus ojos se abrieron asombrados, y cuando volteó a ver a Sabiduría, insistió— ¿Dónde esta Muerte? N-no puedo sentir su presencia...esto...esto jamás me había pasado—


—Está en un lugar donde no podrás alcanzarlo ahora...—


—¡¿DÓNDE?!—


—En el Nim... Muerte decidió volver al Nim...—


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¡Bienvenida sea Laura Sad! ¿Que? ¿Pensaron que Penalidades sería solo risas? :'v no papuhs, lloren conmigo. ¡Saludos desde México :D! [no me apedreen plis]

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