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🦋5-Axel🦋

Fecha de publicación:5/1/24

Abrí los ojos lentamente descubriendo que aún seguía en su habitación. Que día sería este, tres cuatro, diez. Me levanté y salí de la cama sorprendiéndome con que esta vez el suelo estaba frío. Llamé a Axel en un susurro pero no hubo respuesta fue entonces cuando decidí salir de aquellas cuatro paredes.

Caminé por algunos minutos por un largo pasillo alumbrado solo por velas, buscando en cada jodida puerta algo que me diera un indicio de que Axel o alguién estuviera aquí en la casa.

Seguí caminado, aguantando el frío hasta que lo escuché detrás de una puerta por la cual se colaba un poco de claridad

-Mariposa. -Un gemido torturado.

Esa voz era de Axel, estaba segura.

Un infierno estalló a través de mí ante el sonido de su voz.

Me acerqué más y más a la puerta. Otro suave gemido con mi apodo. Abrí la puerta con lentitud y él quedó a la vista. Se me cortó la respiración y algo dentro de mí palpito con la misma intensidad que él gruñía de placer.

Por dios se estaba tocando con mi apodo en su boca y yo era solo una niña de 16 embobada por él.

Observé los músculos esculpidos de su absomen, la piel resbaladiza y brillante por el sudor, su mano aferrándose a su polla dura mientras iba de arriba abajo, de ida y vuelta

Sus movimientos eran espasmódicos, y juro que los sentía en mi núcleo. Apreté mis muslos, ignorando el latido que me insitaba a unirme a él, pero que podría hacer yo, nada me dije a mi misma.

Mis ojos recorrieron sus anchos hombros, su abdomen bien marcado. Busqué delirante aquel tatuaje de estrella que me había obsesionado tanto. Sus brazos se flexionaban con cada movimiento mientras su mano agarraba su miembro y tiraba de el una vez más, arriba y abajo.

Se movió un poco y contuve la respiración, preocupada por que me atraparan. Pero él nunca miró en mi dirección, ahora dándome la vista más de frente aún. Apostaría mi vida a que él follaba rápido y duro. Sin piedad, en celo como una bestia.

Otro gruñido. Su cabeza se inclinó hacia atrás, sus ojos se cerraron con fuerza. Sus gemidos eran ásperos y roncos, seduciéndome. Tirando de mí.
No podía dejar de mirarlo. Mi boca estaba seca, mi pulso acelerado y mi respiración dificultosa. Mi corazón latía bajo mis costillas con tanta fuerza que amenazaba con romperlas.

-Mierda, sí -gimió, flexionando su bíceps. Un suave gemido se deslizó por mis labios al mismo tiempo que él decía con voz áspera-: Savanah.

Al oír mi nombre, mi boca se abrió de golpe. Mi cuerpo se encendió como un volcán y mi coño palpitó con un dolor que sabía que solo él podía saciar.

<coño>-era la primera vez que decía esa palabra y no en voz alta.

Se corrió con un sonido gutural, incendiando cada centímetro de mi piel.

Sin hacer ruido, como una cobarde, di un paso atrás. Y otro más. Luego me apresuré a volver a su dormitorio rezando por que esta calentura que incendiaba mi cuerpo bajase de inmediato.

Otro día más, misma historia pero esta vez no me salí de la cama. Me negaba a encontrarme nuevamente con otra escena igual a la de ayer.

Unos suaves toques en la puerta me sobresaltaron.

-Señorita Ava-aclamó una suave voz-, ¿puedo pasar?.

-¿Quién es?

-Soy María, la nana del señor Axel.

-Pase.

La puerta se abrió y una señora de unos 50 o talvez 60 años entró.

-Mi niño ha salido temprano y dejó la orden de que prepararan tu desayuno-comentó, colocándo la bandeja de aluminio tapada.

-¿Él lo hizo?-pregunté sorprendida, pero María negó-, ya sabía que el señor Wade no más servía para....<matar y masrurbarse>-quice decir pero me detuve.

-Por favor, mi niño es de sentimientos especiales.

<muy especiales>-pensé

-Gracias por el desayuno, María.

Cerca de las ocho de la noche visto en el enorme reloj de pared decidí bajar y tomar el sol o aire, ni siquiera sabía que clima hacía.

Llegué hasta el salón y una suave música salida de un piano llamó mi atención.

Atraída por las notas, giré en mi eje caminado hacia donde el sonido se hacía más fuerte y bonito. Encontrándome con Axel sentado en un banco frente a un majestuoso piano dorado.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza al ver como sus manos se volvían delicadas al tocar las teclas.

-Bienvenida, mariposa.

<el me había oído>

-Entra.

Caminé hacia él, inoptizada por la melodía. Me senté en el mueble a su derecha y entonces el comenzó a tocar con más fuerza.

La primera tonada me fue normal, pero entonces de repente las jodidas imágenes de Axel tocándose llegaron a mi cabeza y muy pronto mi cuerpo comenzó a calentarse. Cada nota hacía vibrar mis músculos, tentándome a acercarme y tocarlo, pero me controlaba, tenía solo 16 años y con esa idea me obliga a enterrar aquellas emociones.

Las notas aumentaron y el calor me fue insoportable así qué me levanté y salí corriendo de aquella habitación, buscándo aire y un sin fin de excusas para no volver allí, ninguna con sentido por cierto.

Me adentré en la habitación que ocupaba que gracias a las cortinas seguía oscura y entonces no pude más. Me despojé del camisón negro quedándome solo en bragas y me arrecosté en la cama.

Llevé una de mis manos a mi centro y lo sentí, la maldita húmedad nuevamente. Subí con suavidad mis dedos por la tela y de repente me estremcí cuando el contacto de las llemas tocó una protuberancia.

-Dios-gemí, volviendo a repetir la acción una y otra vez. Arriba y abajo, al igual que él.

Cerré los ojos y me adentré entonces en la perdición.

Las imágenes de Axel tocándose, luego en el piano, su voz llamándome mariposa y de de repente sentí como mi cuerpo caía por un precipicio, mientras mis piernas temblaban y algo parecido a unos gemidos de dolor salían de mi boca junto con mi respiración agitada.

La nube supongo que de placer se disipo unos segundos después y entonces lo vi, en el marco de la puerta, con los ojos brillos, hambrientos, deseosos, su boca en una descarada sonrisa ladina y su mano acariciándose la maldita polla.

<si, dije polla maldita sea>

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