🦋25-Más problemas🦋
-Díos mío que vergüenza -murmuro mirando la pizza. Me encojo de hombros-, bueno, si ya esta aquí no voy a desperdiciarla.
Una hora más tarde la pizza ya esta completamente devorada y yo estoy satisfecha porque con hambre ya no me quedo. Vuelvo a leer la tarjeta y sonrío momentáneamente. Aún no le he escrito y no creo que lo haga o puede que sí, pero la verdad es que su acción me ha dejado con un poco de ansiedad.
Saco mi teléfono del bolso y marco a la escuela en dónde están mis tres hermanos más grande para confirmar que si están ahí estudiando. Después cuelgo y para cuando me doy cuenta ya estoy marcando su número.
Intento colgar pero por alguna extraña razón mi teléfono no responde entonces lo escucho.
_Hola...hola. Si esto es una broma déjeme decirle que_....
-No es una broma-me apresuro a decir antes que cuelgue.
_¿Savanah?_
<que repita mi nombre otra vez hace que mi corazón palpite mas rápido de lo normal>
-Sí, hola,- balbuceo nerviosa-, soy yo.
_Pensé que no llamarías, ¿no te gustó la pizza?_ -pregunta y enrojesco de la pena.
-Si, gracias-digo con la vergüenza recorriendo mi cuerpo.- Pero no tenía porque haberse molestado.
_Para mí no fue molestia al contrario, podría darte mucho más._
Me despego el celular de la oreja porque creo haber escuchado mal.
_¿Ava? ¿estás ahí?_
Joder, se que el puede darme más, estoy segura de eso.
-Si, lo siento-me excuso-, debo dejarlo tengo mucho trabajo.
Pero antes de que me responda cuelgo.
<¿en dónde te estás metiendo Ava?>
<no puedes volver a caer>
Son las siete y cuarto de la tarde, voy de regreso a mí casa mientras reviso la información de la nueva escuela en dónde impactaré mis clases.
Llevo varios minutos con una abrumadora sensación de que soy observada pero no más volteo y ni siquiera un perro callejero hay.
Llego a mi edificio por fin encontrándome con que mis hermanos están sentados en la escalera.
-Hola mis amores-la primera en reaccionar es Alicia como siempre que hace saltos para que la cargue-, ¿qué hacen aquí afuera con este frío?.
-Esperabamos por tí-responde Sherlock intentando sacar a Alicia de arriba de mí. Aunque tenga once años sigue creyendo que es una bebé como Fiore.
-La señora Miler ya ha bañado a Fiore-me informa Shelly-, también le dió de comer.
-¿Qué vamos a cenar nosotros?-curiosea Alicia con inocencia.
Dios, me gustaría tanto decirles "mamá preparó una rica cena". Se me estruja el alma ver a mis hermanos así.
-Prepararé algo rápido cariño, ahora entremos.
Dejo a mis hermanos en el departamento y me dirijo hacia el de la señora Miler.
-¿Entonces los niños estuvieron con usted todo este tiempo?-escucho como alguién pregunta.
-Si, la muchacha trabaja todo el día y su madre...-comenta la señora Miller, chasquea la lengua-, esa ni se aparece.
-Hablaré con mis superiores.
-¿Sobre que quiere hablar?-interrumpo la conversación.
-Ah mire, es ella, la hermana mayor.
Una señora vestida de traje con lentes y portafolio en mano se levanta del sofá.
-Señorita Savanah Hudson, mi nombre es Margo Sanders, soy de DCYF (The San Francisco Department of Children, Youth and Their Families)-encarno una ceja.
<¿y esta que quiere?>
-Vengo porque a nuestras oficinas a llegado una queja sobre niños que estan solos en un departamento.
-¿De qué está hablando?-pregunto incrédula -, mis hermanos no están solos, yo los cuido-reafirmo.
-Es cierto, pero como usted sabe no es su tutora legar-informa sacando una hoja de una carpeta azul.
-¿Y eso que significa?-tomo el papel y lo leo.
-Tiene cuarenta y ocho horas para entregarnos a los niños o me veré obligada a llevármelos con la justicia.
-¡Usted está loca!-chillo-, no le daré a mis hermanos, son mis hermanos.
-Ya le he informado señorita, usted decida que hacer.
Se va dejándome con la palabra en la boca.
La señora Miller que viene con Fiore en brazos y me mira con lástima
<no por dios, odio que las personas me miren así>
-Lo siento mi niña, no sabía que decirle y tu madre..
-Tranquila señora Miller -tomo a Fiore en mis brazos-, ya buscaré como resolver este problema.
-Lo siento tanto caro, de verdad quisiera hacer más.
-Usted hace bastante señora Miller, de verdad que si.
<Dios ayúdame>-suplico
Suspiro angustiada. Ya he llorado en silencio. No pude cenar porque con esta angustia mi estómago no admite alimento.
La verdad es que no tengo ni idea de como resolver esto. Son las nueve de la noche, mis hermanos duermen y yo apesar de que tengo sueño no puedo pegar un ojo.
Agarro el teléfono esperando encontrar una llamada o un mensaje de mi madre, pero nada.
Dios, necesito que me des fuerzas.
De momento mi teléfono suena sobresaltándome haciendo que el móvil se me caiga de las manos.
-¡Mierda!-chillo cuando veo la pantalla roto por una esquina.
-¿Savavah?, ¿estás bien?-escucho la voz preocupada de Axel y mi cuerpo se estremece. No pensar en el se hace más difícil.
Sí, a esta hora es él quién me llama.
-Si-contesto agachándome a recoger mi móvil -, ay no-me lamento.
-¿Qué, que pasa?
-Mi teléfono está roto-musito
-¿Tiene arreglo?-pregunta.
-Sí, no es nada grave.
-Perfecto. Entonces-se aclara la garganta antes de continuar-, mis amigos en la policía tienen información sobre tu madre.
-¿Apareció?-pregunto, asustada esperando lo peor.
-No lo sé. Mañana paso por tí a tu trabajo para ir juntos. Buenas noches _mariposa_.
La llamada se corta y me quedo en shock. Tiene que habérsele escapado, de otra forma no me hubiese llamada así.
Olvidé preguntarle lo más importante
SCARLETT
Es el tercer día que viene seguido, su cicatriz lo hace inconfundible ante mí. He hecho varias rutinas nuevas todas dedicadas a él, con un solo objetivo, alcanzar la fama que me merezco.
Ahora estoy en mi camerino y si todo sale bien en cinco minutos debe tocar esa puerta.
No pasan ni tres cuando la misma se abre y el entra. Vestido de negro, traje a medida y reloj caro. Perfume de marca y zapatos de diseñador. Millonario a plena vista.
-Scarlett.
-Te estaba esperando-murmuro, mirando mi reflejo en el espejo. Aún conservo la máscara así que mi rostro para él sigue siendo desconocido.
-Tendré el placer hoy de tenerte para mí.
-Ya le he dicho incontables de veces que no soy una prostituta, que no vendo y tampoco tengo esa necesidad.
-Si estás aquí es porque....
-Porque me gusta bailar-lo interrumpo-, cuidado con lo que dirá a partir de ahora.
-Todas tienen un precio-demanda-, y yo voy a descubrir cual es el tuyo-sentencia. La rabia se refleja en sus ojos.
-Suerte con eso, señor Wade.
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