🏹14-Ella no esta🏹
Fecha: 30/3/24
Abrí los ojos cuando la quinta descarga eléctrica tocó mi cuerpo.
Débil
Así me sentía estos últimos meses, habían sido demasiadas torturas para una sola persona, al menos no era una persona normal. Yo estaba entrenado para aguantar bajo presión cualquier cosa.
Pero, saber que ella ya no estaba me estaba quitando la vida.
Mi hermosa mariposa había dejado este mundo. Un incendio. Un maldito incendio había terminado con su vida.
-Despierta Axel, es hoy-la voz de Bruno me sacó del letargo.
-¿De qué hablas?-tartamudeé, temblando de frío.
De seguro la fiebre me estaba comiendo vivo y la infección en mi pierna era la caustante de ello.
-Vamos levántate -ordenó, acomodándose de tal forma que casi me carga en su espalda-, si salimos con vida de esta tú vas a cargarme en la tuya.
Sus palabras casi me hicieron reír si no fuese porque me dolían hasta las muelas.
-Es cambio de turno así que solo tenemos cinco minutos para salir y escondernos en la ropa sucia, la que sale hacia afuera del recinto.
-¿Por qué me estas ayudando?
Se encogió de hombros.
-Mi mejor hombre me traicionó-le recordé-, ¿por qué tú no harías lo mismo?.
-Porque no trabajo para tí, ahora cállate y camina.
No sé que tiempo llevamos caminado pero me parece eterno. La pierna me duele horrible y las pocas fuerzas que me quedan son lo que mantienen mis ojos abiertos.
-Ya casi estamos.
-Eso dijiste la última vez-comenté, con sarcasmo.
-Hemos pasado la mayor parte de los puntos, y pasarán algunos minutos más hasta que se den cuenta de que...
De repente las alarmas empezaron a sonar.
-Tal ves no. Muévete.
Comenzamos a caminar esta vez casi corriendo, la pierna comenzó a fallarme y caí al suelo.
-Venga-Bruno me ayudó a levantarme pero entonces se quedó quieto, levantó las manos y se posicionó de espaldas a mí.
-Bruno, Bruno. Sabía que eras muy débil.
Uno de los hombres del ruso nos había atrapado.
-El jefe estará tan agradecido conmigo que me dará tu puesto.
-Dejános ir Javier-pidió Bruno-, así también tendrás mi puesto.
-Y quitarme el placer de matarte, eso nunca.
Apuntó a Bruno con su Arma pero yo fui mas rápido, saqué la pistola de Bruno de su funda del pie y disparé directo a su cabeza.
La sangre del sujeto nos salpicó a ambos.
-Mierda, que puntería -alagó Bruno.
-Si bueno, y eso que lo hice con un solo ojo.
Bruno me ayudó a levantarme para seguir caminado. Las sirenas de alarma sonaban por todos lados y el corretaje de los hombres del ruso se hacían más cerca.
-Debemos correr, solo faltan unos pasos y ya nos están esperando.
Corrimos como locos, sofocados, sin fuerzas, los pasos llegando de todos lados, los disparos chocaban gracias a dios fuera del alcance de nosotros.
No tenía idea si ibamos a sobrevivir pero si eso pasaba, mi venganza iba a ser mucho peor.
Estábamos vivos.
Seguro estaba de eso porque mi pierna quemaba demasiado y el dolor era diez veces más insoportable. Mi garganta dolía, quizás por el frío. Tragué saliva mientras intenté presionarme contra la esquina de la pared y la pequeña manta me cubría solo la mitad del cuerpo. El lugar es frío joder, creo que eso ya lo había dicho. Mi piel era un témpano de hielo, lo sabía porque este se me desborda por los poros.
Escuché el sonido de la puerta abrirse y me quedé en silencio total por si era un enemigo. Una sombra apareció primero en el umbral y luego la voz de Bruno.
-¿Qué?-miró mi postura y se río.-Estamos a salvo, al menos por estos días.
-¿Puedo preguntarte algo?-dejó las bolsas encima de la mesa y se sentó en una silla.
-Pregunta.
-¿Por qué me salvaste?
-Una deuda-respondió sereno.
-¿De quién?-curioseé
-Tu hermana.
Arrugué el seño
-Tu hermana y yo.... digamos que...nosotros-comenzó a divagar-, bueno, se lo debía.
-Te acostabas con ella-comenté, y no era una pregunta.
-Era más que eso...pero ya no importa.
-Son tus secretos.
-Bien. Te he traído todo para curarte esa herida, la farmacéutica me ayudó.
-Supongo que debo darte las gracias.
-No estaría de más, pero tampoco me importa-sonreí con ironía -, ¿puedes levantarte?.
Con dificultad me levanté de la esquina en donde estaba y me senté en la silla frente a él. Con unas tijeras que sacó de una de las bolsas cortó mi pantalón revelando la herida infectada e inflmada por causa de la bala.
Jamas cicatrizó bien y en cada oportunidad que el ruso tenía abriéndola, la aprobechaba.
-Esto va a doler.
Destapó la botella de Bourbon y la extendió hasta mí.
-Bebe-ordenó y al saber que eso iba a doler, accedí. Me dí el puto trago más largo que en toda mi vida nunca me daría y le devolví la botella.
-Bien-vació el contenido restante en mi pierna y tensé mi mandíbula, aguantando.
-Maldición-mascullé.
-Te dije que dolería.
-Y yo debería partirte la cara-anuncié-, Pero te debo mi vida.
-Que alentador.
Sacó su mechero y calentó el cuchillo, me miró creo que con compasión y me dió un paño para morder.
Mordí el mismo preparándome mentalmente para aguantar más dolor que antes y pronto el calor en mi piel llego.
Apreté los dientes hasta que ya no fue posible, hasta que percibí el sabor de mi propia, hasta que casi me desmayo. Entonces terminó.
-Listo, eso evitará que la infección siga caminado.
Solté el trapo babeado y con sangre y lo miré.
-¿Y si no?-inquirí
-Entonces amputaremos la pierna.
Abrí los ojos como plato.
-No me jodas-repliqué.
-Entonces más te vale tener buena cicatrización.
No dijo nada más. Se levantó recogiendo lo sucio para desecharlo para luego irse a la cocina.
Nuestra estadía no sería la mejor pero así debía ser si quería sobrevivir y hacer pagar a quién nos hizo daño.
A mí y por ella.
Mi mariposa
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