🦋1-El mafioso en el baño🦋
Fecha de publicación:25/12/23
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Aclaración
Esta historia comienza en el pasado de Ava, o sea cuando tenía 15 años.
Los gemidos detrás de aquellas puertas del bar me tenían asqueada. La mayoría eran fingidos, otros eran pura mierda y los pocos que eran disfrutados se iban en unos pocos dólares.
El olor alcohol, a droga y a sexo inundaba mis fosas nasales al punto de hacerme vomitar. Las mujeres pasaban horas y horas con hombres casados o solteros, tanto jóvenes como adultos y solo unas pocas encontraban algo más que un buen orgasmo. El bar Red Blood era el más codiciado ante ellos. Las mejores mujeres, los mejores tratos, las mejores bebidas. Eso sí, en la limpieza, no hombre, esa ni se tocaba.
Todas las noches yo era partícipe de eso.
-¿Limpiáste bien la habitación diez?-me preguntó Freya, mi madre.
Levanté la vista de la tartaleta de fresa para observar su horrible cara.
-Si
-¿Sí qué?-cuestionó con frialdad
-Si-dudé en hacerlo, pero era eso o quedarme otra semana sin comer otra cosa que no fuese pan. Tenían que cuidarme yo y de paso a mis hermanos.
Sí, tenía tres hermanos menores.
Sherlock y Shelly de cinco años y Alicia de 2.
Los mellizos eran hijo de su primer cliente, un drogadicto el cual nunca se enteraría de que fue padre porque tuvo una sobredosis y murió.
Alicia tuvo mejor suerte, su padre era un reconocido médico que tuvo la trágica experiencia de acostarse con ella. Aún así él era casado así que nunca la reconocería como hija suya.
-Sí señora -musité con asco.
<Aguanta Savanah>-me dije a mi misma conteniendo las lágrimas.
-Muy bien. Cuando terminen en la tres, también quiero que la limpies.
<ay no, esa no por favor>-rogué en silencio.
Sabía que ahí estaba alguien importante así que de seguro me encontraría la habitación heche un asco.
-Por favor, puedo hacer cualquiera otra cosa, pero no mandes a esa habitación.
-¿Me estás cuestionando a donde te mando?
-Si señora-musité y su mano impactó en mi mejilla izquierda volteándola hacia el otro lado. Me llevé una mano para sobarme la misma pero mi intento fue interrumpido por mi madre que me tomó por el pelo.
-Niña insolente-gruñó, zarandeádome hasta tirarme al suelo-, ¿cómo te atreves a desafiarme?. Ahora limpiarás esa habitación y cuando termines los baños también.
-¿Pero...?-intento protestar pero su mano vuelve a impactar en mi rostro otra vez.
-Cállate ya Savanah o tus hermanos pagaran las consecuencias-amenazó-, entonces ¿harás lo que te ordené?.
Yo podía soportar cualquier cosa pero mis hermanos no, y por ellos estaba dispuesta a hacer todo.
-Si-musité
-¿Si qué?
-Si, señora.
Ella se fué y yo me quedé allí sentada en el suelo con mi cara roja y mi dignidad por el piso.
Me negué a llorar como siempre pero por dentro mi alma se desgarraba y se rompía en pedazos. Podía aceptar aquel trato de cualquiera, sin embargo, era mi propia madre quien me lo hacía.
No entendía el porqué en su corazón se albergaba ese odio hacia mí pero tampoco quería quedarme a averiguarlo, tenía un plan y ese no la incluía a ella.
Después de pasadas algunas horas yo seguía en el mismo lugar, esta vez sentada en las escaleras, esperando. Sentí el seguro de la puerta quitarse y entonces me quedé como tonta mirando hacia allí.
Primero salió una rubia muy bien vestida y más atrás una chica de cabello rojo más joven. Esperé algunos minutos por que saliera alguién más pero al no pasar decidí coger los instrumentos de limpieza y entrar.
Al entrar me sorprendí porque la habitación estaba bastante limpia, nada de sábanas en el suelo, ni condones usados, ni tan siquiera latas de cerveza regadas, solo había un vaso de whisky por la mitad.
-Vieja estúpida, porque no vienes a limpiar tú-maldecí-, serás muy mi madre pero el título te sobra. Alcahueta, vieja loca...
Seguí limpiando de a poco la habitación mientras seguía ofendiendo en susurros a quién decía ser mi progenitora.
De pronto el clic de de una puerta me hizo detenerme con la escoba y dirigir mi mirada hacía allí.
Mi mirada impactó en el abdomen de un hombre, tonificado y musculoso con una toalla enrroscada a la cintura. Con gotas de agua deslizándose por la piel terminando en la misma. Al instante mis ojos se desviaron hasta la tinta que adornaba la cadera izquierda y parte de sus costillas. Volví a subir hasta su abdomen detallando ahora cada fibra musculosa de aquel cuerpo llegando a su cuello y terminando en su rostro que me observaba más impactado que yo.
Gemí por dentro cuando su boca se curvó en la sonrisa más sexy que jamás había visto en mi vida.
-¿Qué haces aquí?-cuestionó y su voz salió tan deliciosa que me estremecí.
No emití un solo sonido, no podía. Mi mente seguía concentrada en aquellas gotas deslizándose desde su pelo hasta su vientre y la tinta en el mismo.
-¿Quién eres y qué haces aquí?
Caminó con naturalidad hacia la mesita en donde había una cafetera eléctrica. Sin mirárme se sirvió una taza y bebió de ella.
-¡Contesta niña!-decretó de forma inmediata y mi cuerpo se sacudió al instante.
-Soy, soy la chica que limpia-tartamudé lo único que mi mente logró razonar.
Caminó por la habitación haciendo giros con la taza de café en su mano y, aunque seguía estando en toalla desprendía toda la elegancia del mundo.
-Para ser la limpieza tienes una boca muy sucia-comentó sin importancia-, si follas como maldices debes de llevar al mismo cielo.
Al instante la vergüenza llegó a mi rostro y sentí mis mejillas enrojecer. Por dios tenía quince años y él cuanto, unos 30.
Intentando ocultar mi nerviosismo respiré profundamente y dejé la escoba arrecostada a la pared.
-¿Quién eres tú?-pregunté con curiosidad.
-He pagado por esta habitación.
-Lo siento-murmuré
-¿Qué?
-Que lo siento, tenía la tarea de limpiar y creí ya no había nadie aquí.
Parpadeé creyendo que tenía una visión al verlo caminar con rapídez hacia mí pero no, su mano impactó en mi cuello y con una fuerza inhumana me pegó contra la pared.
-¿Qué buscas niña?, ¿quieres que te folle, es eso?.
-No, yo no, solo tengo-su mano apretó con más fuerza mi cuello cortándome respirar.
-Conozco las de tu clase-decretó-, se hacen las inocentes pero solo buscan embaucar a los hombres como yo.
<de que carajos habla si yo solo tengo quince años>
-Entonces, es eso, ¿verdad?
-No puedo respirar-balbucié.
Su mano se aflojó y caí al suelo sobándome el cuello y tosiendo. Abrí la boca los más que pude tomamdo grandes bocanadas de aire.
-¡Idiota!-le grité-, casi me matas.
-Las perras como tú...
-Las perras como yo-lo corté-, ¿qué edad crees que tengo imbécil?-mi pregunta lo tomó por sorpresa.
-¿Qué edad tienes?-cuestionó.
<oh, este es mi momento>
-Tengo quince-informé descaradamente-, acabas de proponerle ir a follar a una menor.
Próximo capítulo:28/12/23
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