Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

49: A flor de piel.

No olvides votar para dar apoyo a esta novela, me ayudas mucho de esa forma :) .

***

Miro a mis amigos, quienes se han quedado de piedra al igual que yo. Mis ojos se cruzan con los de Jade, quien solo es capaz de devolverme la mirada. Salgo detrás de mi mejor amigo, dejando la puerta abierta tras de mí, pues no pienso dejarlo solo. No sé qué narices le pasa, pero sea lo que sea me lo va a contar.

Le veo caminar por la cera y sacar un cigarro de su pantalón, para después patear una piedra y darle a la llanta de un coche. Corro hacia él, intentando no pisar los charcos que se han creado estos últimos días, en los cuales no ha parado de llover. Parece que el tiempo no ha cooperado en nuestra lucha contra el frio.

—¡Hey! —grito, más parece que no me escucha, pues sigue caminando. Algo más histérica, me doy un sprint y logro llegar hasta él— ¡Párate, te estoy hablando! —agarro su brazo y lo giro hacia mí, para mirarle a los ojos. Cuando me encara, enciende su cigarro con un mechero y tira el humo hacia un lado— ¿Desde cuándo fumas tú? —él me observa, y yo solo soy capaz de arrancarle ese veneno de la boca y lanzarlo a un charco. El fuego se apaga al segundo, creando como última exaltación un humo gris que se pierde en el aire— ¿Me puedes explicar qué te pasa? —sus ojos se encuentran con los míos y los aparta al segundo— Steve, te estoy hablando.

—¿Quieres saber qué me pasa? —asiente mientras pasa sus dedos por la comisura de su boca. Su semblante serio me hace ponerme algo extraña. Jamás le he visto enfadado y eso me hace ponerme triste— Pasa que te has vuelto completamente loca. Te has comprometido con Jensen, con un hombre al que le tienes que destruir la vida —me enfrenta, mientras soy incapaz de pronunciar una sola palabra porque sé que tiene razón—. Jeannette, no sé en que narices estás pensando.

—Pues... no lo sé Steve —aguanto el nudo de mi garganta, mientras trago saliva—. Quiero disfrutar el poco tiempo que me queda con él —aparto la mirada, mientras me abrazo a mí misma, pues el frio me recorre entera—. Nunca he sentido esto con alguien y él es tan diferente a los demás. Me quiere, siempre me hace sentir bien y se preocupa por como estoy y lo que siento —le enfrento, observando a sus ojos, mientras trago saliva, pues mi boca se acaba de quedar completamente seca—. Yo... yo le amo.

—¿Le amas? —su voz suena ahogada. Levanto la mano y la pongo en su pecho—. Pues cuéntale la verdad. Dile que es simplemente trabajo. Díselo y se sincera.

—Steve, escúchame, yo-

—No, escúchame tú a mí —coge aire y cierra los ojos, para soltar unas palabras que me dejan— ¿Sabes lo que es ver a una persona que quieres hacerse daño a si misma? —me quedo muda, observándole. Sé que me quiere, muchísimo, pero me da que no de la misma manera en que yo lo hago— ¿Entiendes lo que es vivir con un sentimiento oculto durante meses? —pasa la lengua por sus labios y continúa hablando, mientras yo me quedo helada— ¿Sabes lo que es ver a la persona que amas comprometiéndose con otro? —mi corazón se detiene y mi cerebro intenta no comprender.

—¿Qué... qué quieres decir? —una sonrisa triste se dibuja en sus labios. Pronto, mis mejillas son cubiertas por un par de manos grandes y cálidas, mientras su frente se apoya en la mía. Sus ojos me miran fijamente, en lo que un ligero brillo me hace darme cuenta de que Steve casi está llorando.

—Que te amo Jeannette —abro los ojos de par en par— y lo he hecho desde el mismo momento que te conocí. Te amo, y no sé cómo dejar de hacerlo —me niego a comprender—. Eso es lo peor de todo.

—No —niego con la cabeza, mientras una lágrima le cruza la mejilla—. No puedes amarme —sigo negando y aprieto los ojos, rezando que todo sea un sueño. Mi mejor amigo no puede estar enamorado de mí—. Steve, tú no puedes estar enamorado de mí —agarro su mandíbula con las palmas de mis manos y le enfrento nerviosa— ¡No puedes! ¡No quiero que estés enamorado de mí! —cojo todo el aire posible mientras las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas— Yo no quiero hacerte esto. No quiero romperte el corazón —él agacha la cabeza, yo con mis manos la levanto. Necesito verle con urgencia, pensar que esto no está sucediendo.

—Pues está pasando Jean, te amo —una sonrisa se planta en su cara, mientras otra lágrima cruza su mejilla— ¿Recuerdas el día en que nos conocimos? ¿Lo recuerdas? —sonrío.

—Nunca podría olvidarme —observo sus ojos, mientras suelto una carcajada por el momento que recordamos.

Caí prácticamente a sus brazos, pues Jade me empujó en la discoteca. Al levantarme, dijo algo como que su horóscopo le decía que le iban a llover las mujeres y que por lo visto era cierto. Yo en cambio, tan cortesana como siempre, le dije que cogiera un paraguas por si alguna le caía de culo en la cara. Al presentármelo Jade como su hermano, me quería morir. Nos reímos, y hablamos durante toda la noche. Bailamos como locos y acabamos los tres en una habitación de hotel cantando por la noche el "Resistiré".

—Desde ese día supe que te habías convertido en mi perdición —aparto la vista, esto a la par de incómodo le está haciendo daño—. Eres preciosa, siempre has estado ahí cuando te he necesitado y estás completamente loca —mi mirada vuelve a la suya, pasando de un ojo hacia otro—. Ya es demasiado tarde como para no enamorarme. Porque te amo, y no como un amigo —escuchar eso de sus labios solamente provoca que junte mis cejas.

—¿Por... Por qué? —murmuro. No puedo creerme todo esto.

—Porque es así Jeannette. Y no puedo olvidarte cuando te tengo cerca, riendo o simplemente siendo tú —sus manos me colocan todavía más cerca de él, mientras yo no soy capaz de reaccionar—. No puedo verte con él porque me rompe. Estoy cayendo en pedazos y yo... necesito alejarme de ti —alzo los ojos inmediatamente cuando esas palabras salen de su boca.

—No...

—Necesito irme, Jeannette. Necesito alejarme de ti —niego con mi cabeza, mientras sus manos siguen posadas en mis mejillas—. No quiero hacernos daño.

—No vas a hacer daño a nadie Steve, esto... esto no significa nada —sonrío como puedo, en un intento de hacerle ver que no pasa absolutamente nada—. Si lo olvidamos, podemos seguir hablando, quedando, siendo los mejores amigos, como siempre hemos sido —intento creerme a mí misma, como si de un momento para otro él pudiera borrar todo lo que siente.

—Jean, debo irme. Tengo la necesidad de olvidarte y alejarme de ti —mi corazón se estruja, provocando que más lagrimas salgan de mis ojos—. Lo hago por los dos.

—¡¡No!! —grito— ¡Lo haces por ti mismo! ¡Yo te quiero aquí, conmigo y con tu hermana!

—Jade va a entender a la perfección todo esto. Y yo ya he tomado mi decisión —me separo de él, pues siento como si mil dagas me perforaran, una tras otra. Steve es como mi hermano y que se vaya para que no lo vea es horrible. De repente, la rabia me inunda, y lo alejo de mí cuando intenta abrazarme. No quiero que me toque.

—¡Déjame! ¡Eres un egoísta Steve, y un cobarde! —cojo aire, y al soltarlo, humo blanco sale de mi boca— ¡Si vas a irte, lárgate ya! ¡Vete, y déjame sola! ¡¿No es eso lo que quieres?! —limpio mis lagrimas a manotazos, mientras tiemblo a causa de la baja temperatura. En su mirada veo reflejada la tristeza, pero la rabia que siento dentro me nubla cualquier pensamiento.

¡Joder! Esto no tenía que pasar. Se suponía que él era mi mejor amigo, la persona que me iba a acompañar porque era como de mi familia, ¡ahora se quiere ir de mi puto lado!

—Sí —asiente. Me quedo completamente parada ante su respuesta, pues en el interior de mi persona pensaba que iba a reaccionar dándose cuenta de que nada de lo que me ha dicho iba a cambiar mi relación con él. Pero ahora... ya todo está roto.

—Pues... —cojo aire varias veces, el llanto está comenzando a formarse en mí— ¡Pues que lo disfrutes! —grito. Antes de nada, doy media vuelta y camino en dirección a mi casa. Aprieto los puños, clavándome mis uñas en las palmas. Ando decidida, sin ningún reparo... hasta llegar a la puerta.

Antes de tocar, miro hacia atrás, para descubrir que mi mejor amigo se ha ido de mi vida para siempre. Y en el fondo, sé que no volverá. Entonces sí, me derrumbo como nunca he hecho.

Toco a la puerta con el puño, tiritando. Vuelvo a tocar, esta vez más fuerte. Y cuando Jade me abre, me quedo parada observando la cara de mi mejor amiga.

—¿Qué ha pasado? —me lanzo a sus brazos, cuales me reciben cálidos. Y lloro desconsoladamente.

—Se ha ido, él se ha ido.

***

Me levanto de mi silla, mientras cruzo la oficina hasta el ascensor. Necesito un café, urgentemente.

No he dormido absolutamente nada por todo lo que pasó con Steve y siento que el mundo entero está sobre mis hombros. Me pesan como nunca. Casi agradezco cuando el pequeño cubículo llega a la planta baja y camino hacia la sala de cafetería. Solamente cojo mi cortado y subo de vuelta a mi oficina, evitando cruzarme con cualquier persona. No quiero hablar, y mucho menos que me vean las pintas que llevo. Las ojeras me llegan hasta los dedos de los pies.

Me relajo sentada en mi escritorio, soplo el vaso de plástico el cual desprende un olor delicioso. Mis papilas gustativas agradecen el café caliente, mientras que mi cuerpo sube de temperatura. Hace frío, tengo la calefacción en marcha, pero no hay nada mejor que un buen café caliente para entrar en calor. Todos los problemas se resuelven con una buena taza.

Tras acabarlo, decido poner punto y final al interminable documento redactado para una de las empresas. No sé cómo Jensen no se vuelve loco con tanto dato, yo ya he gastado seis columnas de post-its que están en la pantalla del ordenador, en mis hojas y creo que tengo hasta en la frente.

Froto mis sienes y miro hacia la puerta de la oficina, la cual ha sido abierta por mi chico.

—¿Estás lista? —le miro. Me sonríe amablemente, intentando levantarme el ánimo.

—Voy a repasar el maquillaje y nos vamos. Tus padres van a pensar que soy una muerta viviente —me levanto, mientras me acerco a él. Abre sus brazos y no lo pienso dos veces cuando recibo ese abrazo, tan mimosa. Apoyo la cabeza en su pecho y aspiro la loción de colonia que solamente él lleva.

—Les vas a encantar. Tú caes bien hasta con plumas en la cabeza —inclino la cabeza hacia arriba para mirarle.

—¿Qué pasa con las plumas? Son geniales —sonríe, sabiendo que simplemente le estoy picando.

—Completamente preciosas —exclama, alzando sus cejas divertido.

Me separo de él y cojo mi bolso, de donde saco el famoso neceser. Con esto (y con kilo y medio de corrector de ojeras) logro parecer más o menos normal, para después pintar mis labios de un color granate. Pero ahora me ha dado por los mates permanentes, así que aplico el nuevo que Maggie me regaló.

Salgo y agarro el largo abrigo negro que me va a salvar de no coger un constipado de la leche. Porque no sé qué pasa, pero yo suelo recoger todas las enfermedades que la gente transmite. Creo que me he pasado media vida estornudando. Poco más y salgo moco andante en vez de persona.

Ato el abrigo con el cinturón y Jensen me coloca la boina negra que he cogido esta mañana. Todo esto junto con un pañuelo (que fácilmente se convierte en manta) a cuadros blancos y negros. Ahora sí, estoy lista para salir.

Bajamos en ascensor, pasamos ante todas las miradas caminando uno al lado del otro. Maggie me sonríe desde su puesto y me lanza un beso. Ella sabe que ahora voy a comer con los padres de Jensen, también sabe que estoy a punto de cagarme de miedo.

Cojo aire y subo al coche, en el que al encenderlo comienza a sonar una de esas canciones pop que tantas veces he escuchado, más cansan cuando ya llevan un minuto. De todas maneras, ahora mismo es un buen acompañante para pensar, eso es lo que no debería estar haciendo en este momento. Pero bueno, mi mente es toda una rebelde.

Observo a Jensen, quien va tarareando la canción. Anoche, la cena que se supone que iban a ser risas y diversión, se convirtió en la mayor mierda de todas. Jade intentó animarme y al hablar con ella en privado juró que charlaría con Steve para ver si podía arreglar esto. Más me sorprendió no ver algo de sorpresa en su rostro.

Los demás notaron lo raro del ambiente, así que después de una copa más todos se fueron con la excusa de tener que levantarse pronto el día siguiente. Maggie me ha preguntado esta mañana y se lo he contado. Me ha abrazado y ha dicho que para lo que necesite está ahí.

Jensen no me dijo nada. Sé que se lo huele, pues la reacción de Steve fue más que evidente. Por la noche, me desperté y me levanté para ponerme frente al fuego. Las lágrimas se deslizaron lentamente por mis mejillas, más no llegaron a caer al suelo. Sus manos las borraron, y me sorprendí de verlo junto a mí.

—Tranquila Bárbara, él se dará cuenta —miré sus ojos verdes y besé a mi chico, quien me abrazó y me llevó de vuelta a la cama. Con sus brazos rodeándome, fue la única hora que pude descansar en paz.

Después de eso ya no hemos tocado el tema. Agradezco que Jensen sea tan comprensivo, que me ayude en esto y me apoye, que tenga unos buenos principios y sea tan noble de corazón, pues sabe perfectamente que yo le amo a él al igual que él a mí.

Yo... no quiero recordar más. Steve ha elegido alejarse y ahora le comprendo. Es muy duro ver a la persona que amas con otro, día a día. Y más aun sabiendo que todo el amor que tú le tienes, esa persona lo deposita en otro corazón. Por no acabar él roto, nos ha roto a los dos.

Vuelvo la atención un rato más tarde, cuando una verja está frente a nosotros. Pronto se abre, y pasamos a un camino de piedras que cruza un buen jardín cortado. Oh si, aún es mejor cuando levanto la vista y veo una gran casa blanca frente a nosotros. Jensen aparca en una especie de placeta con piedras, donde a parte de su coche hay otros dos, por lo que parece son de buena marca.

No me sorprendo, pues no es la primera vez que estoy frente a una de estas casas, pero si reconozco que es muy bonita y hogareña. El lugar está rodeado con flores de todo tipo de colores, cosa que le da cierta alegría. Aunque haga un frio que pela, hay muchas abiertas.

Salgo del coche cuando aparcamos y cojo todo el aire que mis pulmones son capaces de retener, para después soltarlo lentamente. Mi corazón va a mil por hora, pues estoy más nerviosa que cuando trabajé aquí por primera vez. Y eso que no fueron pocos nervios.

—¿Vamos? —me giro hacia Jensen, quien me tiende una mano.

—Vamos —la agarro y sonrío, mientras ponemos rumbo a la entrada. Un gran arco con enredaderas nos recibe, cosa que me parece muy hermosa.

Jensen abre la puerta, tras esto un gran recibidor se muestra ante mí. Unas escaleras están frente a nosotros, mientras que unos pilares adornan los laterales. La madre de Jensen aparece por una puerta abierta de cristal y nos mira sonriente para venir hacia nosotros.

—Buenos días, ya tenía ganas de que llegarais —ella se acerca a su hijo y él le da un beso en la mejilla. Después, ese par de ojos verdes iguales a los de mi chico, se posan completamente y sin ningún tapujo sobre mí. Esbozo una sonrisa nerviosa y le tiendo la mano.

—E-Es un gusto volver a verla, Lucía —musito, recordando que en la fiesta ella me dijo que la llamara por su nombre. Hay unos milisegundos en los que lo paso fatal, simplemente nos miramos la una a la otra. Pero cuando una sonrisa de oreja a oreja se dibuja en su cara y sus brazos rodean los míos para envolverme en un tierno abrazo.

—El gusto es completamente mío, bienvenida a la familia Bárbara —el respiro que doy interiormente es más grande que un campo de futbol. Además, miles de Jeannettes interiores saltan y bailan con pompones. Creo que no he sentido tanta euforia en mi vida, ni si quiera cuando saqué un diez en clases de matemáticas. Eso fue un milagro.

Cuando me suelta, sus manos siguen posadas en mis hombros, me sorprendo cuando a parte del abrazo me da dos besos. Ahora sí, puedo relajarme y sonreír completamente sincera por la alegría que llevo por dentro.

—Estaba deseando hablar contigo desde que Jensen me anunció todo —aparto la mirada, algo sonrojada. Joder, mira que pensaba que todo esto podía salir mal, pero creo que ella se alegra de que Jensen se haya separado de Carolina.

—¿Y papá? ¿No está en casa? —cuestiona Jensen, ayudándome con esta situación. Lucía se gira hacia él y le observa.

—Tu padre llegará en cualquier momento, ha asistido a la inauguración de una nueva empresa —Jensen asiente y me agarra de la mano, provocando que le mire a los ojos. Él me guiña un ojo y me sonríe, ante la atenta mirada de su madre— ¿Qué os parece si vamos al jardín? Allí da el sol, se está bastante bien —ambos dirigimos la vista hacia ella y asentimos, así que caminamos hasta unas puertas de cristal, las cuales al abrirse me recuerdan un poco al sueño que tuve hace poco.

Pero no, el paisaje no es igual, así que respiro un poco más tranquila al ver que no me he vuelto loca y que tan solo fue un simple sueño. Lucía tiene razón, el Sol da de completo pleno en el gran jardín, y las flores que hay por todos lados dan muchísima más luz a esta parte de la casa. Pero por supuesto, lo que más llama mi atención es el ladrido que suelta un perro y que me hace llevar la vista hacia donde proviene. Un perro de color marrón, bastante grande, viene corriendo hacia nosotros. Yo sonrío cuando se tira encima de Jensen y se revuelca sobre él.

—¡Hey, Storm! —Jensen lo abraza y acaricia, para después ponerlo de nuevo sobre el césped, pues estaba completamente encima de él— ¿Qué pasa viejo amigo? —lo acaricia y después agarra su cabeza para ponerla frente a la suya— Sigues siendo un perro fuerte, eh —ríe, pero suelta tal carcajada que consigue sacarme una sonrisa gigante. Me agacho hacia ellos dos y el perro fija su completa atención en mí.

—Hola, Storm —llevo mi mano delante de su hocico, dejándole que me huela. Después, acaricio su cabeza muy mimosa. El perro saca la lengua y suelta un ladrido que perfectamente se ha escuchado por lo menos a tres manzanas de aquí. Como no, caigo de culo al suelo del tremendo susto que me ha dado.

Jensen suelta otra carcajada por lo que me ha pasado, mientras yo abro los ojos y veo como Storm se acerca a mí. Parece que a pesar de todo no le caigo nada mal, pues el lametazo que me da en la mitad alta de mi cara me lo demuestra. Creo que me ha corrido hasta el rímel. Así que no puedo evitar olvidar todo por unos segundos y unirme a esa carcajada con la mía. Paso la mano por mi cara, quitando cualquier resto de baba que pueda quedar en mi ojo, porque ha dado de pleno ahí.

—Creo que las babas me llegan hasta el cerebro —suelto, agarrando la mano que Jensen me tiende al ponerse de pie. Tira de mi extremidad de tal manera que caigo a sus brazos, mientras ambos reímos y nos damos un corto beso que sale por completa naturalidad. Al girarme es cuando recuerdo que Lucía está aquí, pues se me había olvidado por completo su presencia. Tengo que admitir que me gusta verla sonriendo mientras observa que ha pasado en un segundo.

—Anda, vamos que te diga dónde está el baño —me anuncia Jensen, con una sonrisa. Asiento y cogida de su mano camino a su lado. Él, me lleva hasta una habitación con una puerta blanca, y al abrirla un servicio bastante grande se despliega ante mí.

Entro, sin pensarlo dos veces lavo mi cara. De mi bolso saco el neceser de maquillaje en versión mini e intento arreglar lo que se ha ido por el agua, que por suerte no es el pintalabios. Al acabar, giro hacia Jensen y me lo encuentro apoyado en el marco de la puerta, mirándome como si fuera la mejor distracción del mundo.

—¿Me queda baba en el ojo? —le hago reír, mientras él niega, divertido y agarra mi mano para caminar de nuevo juntos hasta el jardín. Lucía está sentada en una mesa, situada en mitad del jardín. Storm está sentado a su lado.

Sonrío cuando veo que Esteban, el padre de Jensen, está sentado frente a su mujer. Nos acercamos a saludarle, mientras él se levanta para devolvernos el gesto. Primero, Jensen le abraza y Esteban le da unas cuantas palmadas en la espalda.

—Este locuelo de aquí, siempre perdido —murmura, mientras abraza a su hijo. Yo me acerco, y al separarse tiendo la mano al que supongo debo llamar suegro.

—Mucho gusto de volver a verle, señor Williams —sonrío, a lo que él me devuelve el gesto.

—El gusto es claramente mío, señorita Holding —agarra mi mano y elegantemente deposita un beso en ella. Después, Jensen me rodea por la cintura y besa mi mejilla.

—Ella es mi prometida papá, la chica que me lleva de cabeza —le miro, él consigue que mis mejillas se tornen de un color carmesí. Sí, me acabo de poner más roja que un tomate. No sé cómo siempre consigue sacarme los colores.

—Bueno, pues bienvenida seas —exclama, mientras dibuja una enorme sonrisa. Parece que Storm está de acuerdo, pues lanza un ladrido y después posa sus dos patas delanteras sobre Esteban.

Pasamos el rato en el jardín, más tarde cambiamos al comedor, donde un chico joven nos sirve la comida. Me sorprende tanto lujo, pues es una cosa a la que no me podría acostumbrar nunca. Si yo no me hago mis tareas es como que no me siento independiente del todo, además siempre estaría ayudando.

Comemos agradablemente, conversando sobre si las viejas empresas deberían modernizarse o no. Por mi parte, pienso que esas tiendecitas de toda la vida tienen una magia que las nuevas no poseen. Claro que pueden a llegar a tener la suya, pero esa magia familiar que tienen las de toda la vida se lleva cosechando poquito a poco.

Estar pensando en estas cosas me recuerda al quiosco al que solía ir de pequeña. Siempre intentaba conseguir todas las monedas de cinco céntimos, para poder pagar una simple regaliz roja. Son mis favoritas.

La pareja mayor que tenían el local me conocía de toda la vida, y supieron absolutamente todo sobre mi madre. Ellos fueron los que un día me ayudaron a subirla a casa, completamente borracha. Me vieron tan sumamente preocupada que se ofrecieron a quedarse conmigo hasta que se le pasara, pero me negué. Desde entonces, se volvió una relación más estrecha. Iba prácticamente todas las tardes y aunque no comprara nada, me sentaba en el silloncito que tenían en forma de nube y me quedaba la tarde hablando con la mujer, Juana. Recuerdo que allí fue mi primer trabajo, ordenando los pedidos de chuches y observando los distintos colores de los dulces. El señor Pepe, el dueño, me contaba anécdotas de cuando él era pequeño, o de las historietas sobre la mili.

Al final, abrieron un supermercado al lado donde las chucherías se vendían en bolsas más grandes y baratas, pero de muchísima menos calidad. Por muchos cambios que hicieron en la tienda, el quiosco quebró, y con lágrimas en los ojos se fueron de ese lugar. Jamás volví a verlos.

A veces son las mayores empresas las que se zampan sin ningún cuidado a la gente que poco a poco se ha ido ganando el corazón de la gente. Y eso duele.

Vuelvo a la conversación cuando ya estamos comiendo el postre, y el tema cambia completamente. Aquí ya se saca lo gordo. Más gordo que el gordo de navidad.

—No quiero sonar entrometida ni quiero ofender, pero, ¿y el divorcio con Carolina? —la pregunta de Lucía causa un carraspeo en Jensen, quien luce incómodo al segundo. Me mira, su madre se disculpa conmigo con la mirada. Entonces intervengo.

—No hace falta que pidas permiso para hablar de ello. Al fin y al cabo, es un hecho que debéis conocer. Tenéis el derecho a saberlo, yo no me incomodo por ello —le devuelvo el gesto a ella, quien entonces sí, sonríe feliz.

—Estoy esperando a que mi abogado vuelva de vacaciones, queda relativamente poco. A penas cuatro días. Entonces, será quedar para firmar los papeles y listo. Carolina ha renunciado a todo lo mío, incluso al piso —abro los ojos, pues eso no lo sabía. Aunque tenga que enterarme de que se divorcien, no me interesan esos detalles.

—¿Y piensas hacer algo con él? —pregunta Esteban. Jensen me mira y yo me encojo de hombros.

—No lo había pensado, pero seguramente lo venda. No quiero nada que me vincule a ella, no siento nada más que lástima por Carolina —respiro hondo. La verdad, a veces comparto ese sentimiento. El peor que se puede tener a una persona.

—¿Pensáis firmar separación de bienes? —la segunda pregunta de Esteban consigue llamar mi completa atención.

—Papá... —musita Jensen.

—No me importaría hacerlo, yo quiero a su hijo, el dinero que él tiene es algo que no me interesa. —al segundo lamento haber hablado de tal manera, así que bajo la mirada— Lo... siento.

—No has dicho nada malo, no veo que tengas que disculparte —me apoya Lucía. La observo y me guiña el ojo. Ya sé de dónde ha sacado Jensen esa costumbre.

—Estoy de acuerdo con mi mujer. Eres una chica con buenos principios y muy educada —me alegro por lo que ahora dice el padre de mi chico, y puedo no sentirme tan mal.

—De todas maneras, eso ya se queda en una cuestión personal, algo que quedará entre Bárbara y yo —miro los ojos verdes que me llevan de cabeza, para después pasar a sus labios. Sí, definitivamente Jensen es mi adicción.

—Bueno... —Lucía da una palmada y mueve su silla hacia delante, mientras se inclina. Y con una sonrisa gigante, habla— ¿Para cuándo me vais a dar un nieto o nieta?

Giro la cabeza como poseída hacia Jensen, por un momento me parezco a la niña del exorcista. Nos miramos ambos y sí, la saliva pasa como un nudo gigante por mi garganta.

***

¡Hola amoreeees! ¿Qué tal la semana? ¿Os ha ido bien? Yo por fin tengo un pequeño descanso de tanto examen, y lo estoy aprovechando con la familia.

Quiero agradecer este capítulo a _life_love12 por aguantar mis ataques de inspiración, las veces que me ha rogado en los patios que actualice... y por aguantarme en general 😅😅 (en serio, a veces soy MUUUUUY pesada).

Así que paséis una buena noche, tarde, o día. Muchos besos y...

OS AMO CON TODA LA PATATITA ❤

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro