22: Enviado.
Por suerte maravillosa del destino, ya tenemos la empresa que decorará todo. La fecha será el 1 de diciembre que es el día en el que la empresa comenzó a funcionar. Se hará en el salón de actos (que cuando entré y lo vi casi me caigo patas para arriba de lo grande que es) y habrá tropecientos mil invitados. Inversores, futuros inversores, personas influyentes, amigos y familiares. Vamos, un huevo y medio de gente que charlará, picará algo y se irá a su casa.
Yo tengo que mirarme un vestido o mono, o conjunto de chaqueta-pantalón. No tengo ni idea de que hacer porque, aunque Josh me cubra los gastos, en realidad no conozco ningún lugar donde buscar ropa que valga para una celebración así. No soy una chica que tenga unos gustos carísimos, solo busco que la ropa tenga personalidad, adoro la moda, pues de hecho es lo que estudiaba antes de dedicarme a esto.
Lo raro es que no sé que ponerme con este clima porque, estamos a un mes de invierno, y no hace nada de frío. Pero de todas maneras, anuncian que va llegar una buena borrasca. Al menos tengo decidido que será largo, pues como va a ser por la noche si me pongo corto se me van a quedar las piernas heladas, me convertiré en un pincho moruno.
Tras comerme el coco en mi puesto, me pongo mi chaqueta y cuelgo mi bolso al hombro. Camino, hasta deleitarme con una imagen que me deja con una sonrisa traviesa en la boca. Jensen está mirando el ordenador, con mucha atención. Tiene uno de sus codos apoyado en la mesa, mientras que su mano cubre su boca. Joder, es que hasta desde aquí al luz que desprende el ordenador deja ver el color verde de sus ojos. Y él, así, está tan putamente sexy que me deja sin aliento. Sin duda, me atrae, mucho. Creo que eso ya no es un secreto.
Toco la puerta de la oficina, sacándome de mi estado de babia. Abro y le observo directamente, intentando que no se me note mucho las ganas que tengo de besarle y arrancarme esta sensación. Bueno, y arrancarle a él la chaqueta, la camisa, los pantalones...
—Me voy ya Jensen, he acabado mi jornada. Que tengas un buen día —sonrío y salgo por la puerta ante su mirada, mientras en mi interior espero que me diga algo. Pero por el reflejo veo como él se contiene, abriendo la boca y cerrándola más tarde para después supongo darme por perdida.
Me quedo parada frente al ascensor cuando mi teléfono vibra, dándome a entender que tengo un mensaje. No me sorprende que sea de Josh, aunque en la pantalla esté el nombre de "Carl". Lo guardo así por si algún día Jensen ve mi teléfono. Aprovecho este momento para poner el móvil en sonido y leer lo que mi verdadero jefe me ha escrito.
<Te he dejado las llaves bajo una baldosa suelta de la entrada. No puedo quedar para dártelas en mano porque tengo reuniones y me es imposible. Te llamaré para saber como vas con el asunto, que tengas una buena tarde Jeannette.>
Suspiro. Llegó la hora de volver a esa casa. No tengo muchas ganas de regresar donde me encontraron y revolvieron absolutamente todo, pero no me queda otro remedio.
Al menos ahora sé que tiene alarma y todo lo que pase estará absolutamente grabado, además de que avisarán a la policía inmediatamente.
Guardo el móvil y aprieto al botón del ascensor, Jensen aparece por mi lado para esperarlo conmigo. Y al mirarnos a los ojos tan solo somos capaces de sonreír, como si ahora nos llegara la vergüenza, ¿un poco tarde, no?
Las puertas se abren, invitándonos a dar un paso adelante. Sigo fijándome en no meter otra vez el tacón en el hueco, pues no me apetece que la marca de los botones del ascensor se me queden en la frente y quedarme sin dientes al caerme. No quedaría muy guapa que digamos. Aun así, sé que tendría a Jade para subirme el ánimo siempre. Ella, hasta con una piña en la cabeza, te dice que estás como para conquistar a Noah Centineo.
—Bárbara —su voz resuena en el ascensor y me giro, tragando saliva.
—Dime.
—He pensado que podrías leer algo en la fiesta, ya que has sido tú la que ha tenido la idea.
—Oh... bueno, podría hacerlo —todavía me quedan unas semanas para preparármelo, pero eso de hablar delante de tantísima gente y seguro que de algunos medios, me expondría demasiado—. Aunque si te soy sincera, me da pánico hablar en público.
—En ese caso no tienes porque hacerlo, no estás obligada —me guiña un ojo y yo rio.
—Gracias, ya tenía yo miedo de hacer el ridículo. Cuando salgo ante tanta gente tartamudeo y todo, al igual que empiezo a temblar. Soy como la muñeca de Famosa caminando al portal —ríe y muerde su labio inferior intentando disimularlo. Yo no sé si son mis hormonas, pero hoy su forma de mirarme, de sonreír, de como se rasca el mentón, de como sonríe... me encanta. Tengo ganas de besarle. Y lo digo abiertamente, tengo ganas de besar a Jensen, aunque esto no es nada nuevo. Joder, ¿por qué tengo que contenerme?— Dime que me impide ahora mismo lanzarme a ti, porque creo que estoy rozando los límites de la locura contigo —hasta yo misma me sorprendo de las palabras que salen solas de mi boca, pero no me arrepiento, pues veo como su expresión cambia.
Me acerco a él, al mismo tiempo que agarra mis brazos y deja que nuestros rostros se acerquen. Solo nos da tiempo a compartir un suspiro antes de escuchar como las puertas se van a abrir, justo en el momento que quedamos expuestos a una marabunta de gentío yendo y viniendo hacia todos lados.
Jensen me agarra de la muñeca. Giramos una esquina y entramos en un cuartito, que por el olor imagino que será de limpieza, por suerte nadie repara en notros porque parece que con la celebración últimamente todos están más que ocupados y rellenos de trabajo. Sinceramente, ahora lo agradezco.
Enciende la luz y cierra la puerta, para después abalanzarse sobre mí y chocar nuestros labios en un beso brutal. Hasta el bolso se me cae al suelo de la fuerza y la gran pasión con la que nos abordamos. Estoy en una pared, con sus manos en mi cintura, apretándose a mi cuerpo. Suelto un quejidito, me ha hecho daño. Pero ahora mismo, sinceramente me da igual. Todo me da igual, porque tengo sus manos donde quiero y su cuerpo sobre el mío.
Llevo mis manos a su pelo y las enredo ahí, mientras él pasea sus manos por mi espalda y me acerca todavía más. Siento que cada fibra de mi cuerpo tiembla de deseo y de ganas. Mi cuerpo se contrae cuando nos separamos y veo sus ojos, verdes, brillando como nunca. Sus labios hinchados me llaman y su pelo alborotado cae a mechones delante de su cara. Su mano me acaricia la mejilla y yo cierro los ojos y me abandono a su caricia, para después agarrar su palma y dejarle un beso.
Mi corazón late descontrolado, y por un momento creo que se me va a salir del pecho, pues bombardea como nunca, mientras una sensación extraña se abre paso dentro de mí, arrasando todo tipo de pena con ella... ¿Qué me pasa? ¿Qué es esto joder?
Agacha su cabeza y deja un riego de besos en mi mandíbula, para bajar hasta mi cuello, mientras abandono cualquier atisbo de cordura en mí. Echo para un lado mi cabeza, dejándole que lo explore todo, dando paso a que me nuble los pensamientos. Es inevitable que mis manos se dirijan a su pecho, acariciándole por encima de la ropa.
Me levanto y esta vez soy yo la que besa su mandíbula, imitándole. Muerdo su barbilla y viajo a su oreja para morder su lóbulo, cosa que le provoca hacer girones con mi ropa en mis caderas, bienvenido punto débil. Enrollo mis manos en su cuello y él apoya su nariz sobre la mía, para cerrar los dos los ojos y sentir como el calor del aliento de uno golpea al otro.
—No voy a poder aguantar mucho más si siguen pasando cosas así.
—Pues no lo hagas, no aguantes. Limitémonos a sentir Jensen, no nos neguemos a algo que sabemos que nos hará sentir como nunca antes —susurro con la respiración acelerada, mirándole. Sus ojos brillan de una manera tan especial que logran quitarme los suspiros más hondos que jamás haya dado.
Mi móvil suena y rompe toda la magia. Resoplamos, mientras él me susurra que descuelgue. Me agacho para cogerlo del bolso, maldiciendo en que tenga que sonar ahora mismo.
—Mierda —susurro, al ver que la que me llama es Jade. Descuelgo el teléfono y me alejo un poco de Jensen para que no oiga lo que está loca me dice, puede llamarme "Jeannette" en cualquier momento—. Dime, Madeleine —exclamo, para que pille la indirecta.
—Acabo de salir, ¿puedes comer conmigo? He tenido un cabreo monumental con el subnormal de Robert. Siento que si no se lo cuento a nadie voy a explotar, lo he probado con la planta de aquí de la habitación del hotel, pero no sirve —por supuesto que voy a quedar con ella, por su tono de voz sé que no va todo bien. Igual que ella está para todo lo bueno y lo malo, yo lo estoy.
—¿Dónde estás? —pregunto, intentando reprimir una risilla. Jensen está detrás de mí, con las manos en mi cintura. Acaba de dejar un beso en mi cuello. Le retiro, con una sonrisa. El cabrón va a hacer que Jade piense cosas que no son.
—En mi habitación.
—Voy para allá.
—Te amo, más que a la Nutella. No tardes mucho, estoy por meter la cabeza por el váter —y tras esto cuelga.
Me giro hacia Jensen que tose incómodo y me mira. Sé que el aire ahora se ha vuelto extraño, pues hemos estado a puntito otra vez. Joder, es que me habría acostado con el perfectamente.
—Me tengo que ir —suspiro y guardo el aparato en el bolso que todavía sigue en el suelo, así que lo cojo. Me acerco y él coge mi cara con sus grandes manos, para después acercarme a recibir un dulce beso.
—Tendrás que salir después que yo —le digo. Los dos reímos y nos volvemos a dar un beso, con una sonrisa. Abro la puerta y salgo mientras la cierro riéndome pensando que lo dejo ahí solo, reflexionando a la luz de la bombilla y los friegasuelos. Llevo mi mano a mi pecho cuando al girarme, Shasha está en frente, mirándome como si hubiera cometido el mayor de los crímenes. Joder, a este paso me van a vigila hasta cuando vaya a cagar.
—¿Pasa algo? —cuestiona, mirando al lugar por donde he salido.
—No —me pongo recta y le sonrío. Apoyo mi espalda contra la puerta, evitando que la puerta se abra, por si le da por abrirla a Jensen. Además, sujeto el pomo con fuerza, tapándolo con mi cuerpo. Mientras, ella me mira de arriba abajo.
—Perdona por ser entrometida, pero, ¿qué haces en el cuarto de la limpieza? —me pregunta con una ceja alzada. Le estoy a punto de gritar que sí, que es una entrometida de mucho cuidado.
—Es que... —vamos Jeannette, tú puedes, ¡piensa algo ya!— Se... se habían dejado un producto de limpieza encima de mi escritorio y el único cuartito de limpieza que conozco es este —por dios, que se lo trague y no le dé por mirar en el cuartito. Ahora mismo apelo a todos los santos, el universo o a quien narices esté ahí arriba para que ella me crea.
—Ah, bueno vale —me devuelve la sonrisa, solo que la mía es mucho más falsa—, muy bien hecho.
Y tras esto, se da la vuelta y desaparece. Creo que acabo de quitarme el mayor susto de mi vida. Mucha gente dice que la vida es una película, pero es que la mía es una telenovela, y de las enredadas. Solo me falta tener un Juan Antonio de la Rosa María de los Pinares en mi vida. Aunque bueno, mi nombre, Jeannette Burgos, no es muy bonito que digamos.
Camino y vuelvo a pasar por la esquina que Jensen y yo hemos girado antes, para andar hasta la salida donde... me espera Santiago. Mierda, se me había olvidado por completo que tenía que hablar con él.
—Hola —saludo, haciendo que levante la vista. Fija su atención en mí y noto como traga saliva. Creo que esto es serio, tanto para él como para mí. La cosa se ha vuelto fría y extraña. Eso no es bueno, pero es que él quiere algo que yo no puedo ni quiero darle. Creo y me siento mal porque le di esperanzas de que algo podía pasar entre nosotros, pero también muchas de sus acciones me han hecho tenerle en duda y no me han gustado.
—Hola —sonríe y me señala con la cabeza la puerta— ¿Podemos hablar fuera? —sabía que era serio.
—Claro —salimos y nos quedamos parados al lado de la pared del edificio, mientras que la gente entra y sale de la empresa. Santiago suspira y coge mis manos, inmediatamente y no sé el porqué pero me siento muy incómoda por esto.
—Siento lo del otro día, yo... no sé que me pasó —en mi idioma se llama celos, pero bueno, tampoco voy a ser tan cabrona.
—No pasa nada Santiago —le aprieto las manos y fija su mirada en la mía—, sé que no lo hiciste con mala intención.
—Es que Jensen está casado, y aparte de eso, no es para ti —se me revuelve todo por dentro. ¿Qué derecho tiene él a decirme con quien estar o no? Y otra cosa, ¿qué derecho tiene de tratar a Jensen como si fuera un simple objeto? Ni que fuera un bolso para combinar.
—No te preocupes —muerdo mi labio para no decirle que cierre la maldita boca, aunque con el tono que he usado creo que se lo he dejado bastante claro.
—Se me fue la olla mucho —agacha la cabeza. Me parece que tiene muchas "idas de olla"—, lo siento —se acerca a mí, con la intención de acercarse a mi boca. Mis sentidos se ponen alerta y giro la cara, haciendo que el beso quede en mi mejilla. Puedo notar como se queda parado, pero después separarse tan tranquilo, como si ése hubiera sido su objetivo. Pero yo sé que no.
—Te veo luego Santiago, tengo un poco de prisa —carraspeo, intentando parecer que mi voz no se ha ido más para allá de a tomar por saco.
—Quedaremos algún día para comer o algo —le sonrío lo más sincera que puedo. Tierra trágame y escúpeme con Jade ya, por favor.
—Claro, claro, a ver cuando encuentro un hueco libre. Con todas las cosas de la celebración, me es imposible —me despido de él con la mano mientras me alejo.
Sé que no quería seguir hablando con él, así que simplemente camino, sin ser demasiado grosera. Aunque me importa un rábano ahora mismo, no me ha sentado bien ni como ha hablado de Jensen ni tampoco que intentara besarme. Se ha ido arregladito para casa con la pedazo de cobra, él mismito se la ha buscado.
Como el hotel está relativamente cerca, voy caminando. Llego al hall y me dirijo al ascensor para subir a la habitación de Jade. Recorro el pasillo y doy con la puerta del cuarto, toco y abro.
—¡¡GILIPOLLAS!! —un móvil vuela por los aires y roza mi cara, levantándome un mechón de pelo. Hace un gran ruido al chocar contra el suelo, cosa que suena a roto— ¡Ay hostia, mi iPhone! —Jade aparece en mi campo de visión, con una batín, los pelos como si metiera los dedos en el enchufe dos veces al día y con el rímel hasta por la barbilla. Corre hacia el móvil, y empieza a besarlo— Por dios mi chiquirriquitín, mami no te quería hacer esto —besa la pantalla, mientras yo sigo plantada aquí. Sí mi amiga está loca, pero créeme, se le coge mucho cariño.
—Creo que tu bienvenida supera cualquiera que me hayan dado en toda mi vida —concluyo, girándome y cerrando la puerta.
—Siento haberte hecho fu en la cara —lloriquea, mientras yo frunzo el ceño.
—¿Hacerme qué?
—Fu —pasa la mano a milímetros de su mejilla a mucha velocidad, levantando sus mechones. Ahora comprendo que está simulando como ha pasado su iPhone cerca de mi rostro.
—Vale, vale, no entiendo nada —coloco los brazos en mis caderas mientras ella se envuelve todavía más en su batín, apretando la cinta casi al máximo. Creo que se acaba de quedar sin respiración— ¿Se puede saber qué te pasa? —exclamo.
—¡¡¡Robert es un gilipollas!!! —Jade se gira y por poco no toco el techo del bote que pego al oírla. Me ha dado un susto de muerte, así de golpe.
—Jade, relájate y explícate porque no te estoy entendiendo una puñetera mierda. Y no grites, creo que hasta mis bragas se han ido corriendo —me encojo de hombros y lanzo mi bolso a la cama. Me giro hacia ella y abro los brazos—. Ven aquí bebé —Jade hace un puchero y se abraza a mí—, ¿qué ha pasado?
—Hoy he ido a su oficina, y he abierto sin mirar. Para encontrarme a una tía, agarrando su camiseta y a muy pocos milímetros de él. Que lo que me importa no es la chica, sino él, ¡él! —me abraza fuerte y hunde su cabeza en mi hombro—. Si le hubieras visto la cara que tenía mirándola, ¡estaba a puntito de besarla! —acaricio su cabellera rubia. Que ahora llegue a su cabeza es gracias a que yo voy con tacones y ella no, porque Jade es más alta que yo. Intento calmarla, mientras que rodea mi cintura y siento una lagrimita descender por su mejilla. Oh no, ahora sí que voy a patear bien duro el culo de Robert. Maldito mamón.
—Luego el muy gilipollas me decía que él no había hecho nada, que esa tía se le había abalanzado —su móvil empieza a sonar y cabreada se separa de mí y lo descuelga. No sé como ha sobrevivido al golpetazo que le ha metido antes— ¡¡TE HE DICHO QUE TE LARGUES!! ¡Vete, olvida mi nombre, mi cara, mi hotel y vete a la mierda! —intento aguantar la risa al oír su versión de la canción de Pimpinela. Se calla y se tapa la boca— Lo siento Steve, no tengo un buen día... está bien... te vemos esta noche entonces... adiós tonto del culo —cuelga y vuelve a abrazarme como una lapa. Agarro su cara, poniéndola frente a mí. Ver como otra lágrima sale de ella consigue revolverme algo. Sé que Jade no le quiere, pero aún así le jode mucho que pasen cosas así. Si yo estuviera en su situación... estaría igual. Pero para eso estoy aquí, para levantarle el ánimo.
—¡Jade! Ya vale. No te quiero ver así por... ¡Por un tío! Tú eres Jade, mi Jade. Y mi Jade no es así. Así que vete ahí dentro, dúchate y ponte algo con lo que te sientas la reina del puñetero universo —ella levanta la vista hasta mis ojos. Veo como un atisbo de esperanza cruza por ellos—. Nos vamos a ir a comer, después a ver una peli o de compras o a hacer lo que te dé la gana, más tarde nos iremos a cenar y por último nos tomaremos algo. Vamos a aprovechar que la empresa nos paga todo. Así que venga, date aire.
—¿Y me podré tomar un cubata?
—Y dos también, va. Levanta ese culo bien puesto que tu madre te dio y ponte requeteguapa. Tanto que me pongas bizca —mi amiga corre desesperada por la habitación y empieza a sacar ropa. Se mete en el baño y yo recojo un poco todo lo que esta loca ha hecho.
Voy a mi habitación, cojo las maletas con la ropa dentro para pasarlas al cuarto de mi mejor amiga. Ella sale enrollada en dos toallas y anda descalza de aquí para allá, abriendo maletines y bolsas de maquillajes.
—Luego las recogeré, tengo que vaciar ya la habitación —exclamo, señalando yo mis maletas. Jade asiente y continúa a lo suyo.
Cuando la veo mirarse finalmente al espejo, sonrío. Veo que su teléfono vibra, pues ha quitado el sonido. Ambas compartimos una sonrisa al ver en el identificador que pone "Robert". Y sonreímos todavía más cuando ella desliza el dedo hacia un lado y cuelga la llamada. Después lo desbloquea y se echa una foto en el espejo. Está tan guapa que deslumbra, no lo puedo negar.
—Mira lo que te estás perdiendo, so gilipollas —musita, tecleando. Después me mira y sonríe—. Enviado —me guiña un ojo, a lo que yo soy solo capaz de reír.
***
OS AMO CON TODA LA PATATITA ❤
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