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21: Seguridad.

Camino MUY segura por la oficina. Y sí, MUY, en mayúscula. Os aseguro que si pudiera ponerlo con estrellitas iluminando la palabra y con un canto de ángeles de fondo, lo haría.

Hoy me he levantado lo que se dice con el pie derecho. No he dado un salto mortal porque me escoñaría. Pero bueno, volviendo a mi estado de alegría, os cuento que no todos los días tienes a la mujer de tu afortunado grabada mientras se morrea y magrea con otro tío. Ahora mismo me siento como si me estuvieran tirando pétalos de rosa al caminar y tuviera un ventilador al frente, como Beyoncé. Mi diva interior ahora miso está bailando el Aleluya.

Pero aún no se lo voy a enseñar a Jensen, perfectamente podría no creerme o simplemente perdonarla por un desliz. Tengo que esperar a que me diga que me quiere, que me ama. Es mejor tirarse a la piscina cuando está llena que tirarse, descubrir que está vacía y pegarse la hostia. Oh no, mi nariz no aguanta tanto golpe.

Tarareo contenta hasta llegar delante del jarrón que hay encima del escritorio de Jensen. Sí, le he comprado unas rosas. Unas rosas rojas, las cuales le dan un toque de color a esta oficina que destaca entre todo lo demás. Yo sé que las mujeres también podemos regar flores, obviamente. Me va a encantar hacer lo que tengo planeado.

Escucho la puerta cerrarse y giro la cabeza para ver a Jensen. Vuelvo a fijar mi vista a las rosas y sonrío inconscientemente, colocándolas de una forma que quede más bonita, moviéndolas de aquí para allá. Aquí va el momento que le va a hacer acordarse de mí todo el día. Sus grandes manos se posan en mis caderas y me doy la vuelta para mirarle, encontrándole cerca para mi sorpresa.

—¿Qué me has traído? —sus dientes blancos se muestran y yo creo morir al ver unos pequeñas arruguitas al lado de sus comisuras. Sus palmas calientes dan calor a mi cintura.

—Mmm... adivina —exclamo, mirando hacia otro lado.

—¿Una chocolatina? —pregunta, sonriéndome.

—Qué va, te he traído mandarinas del campo este de al lado, no sabes lo que me ha costado mangarlas con los tacones —frunce el ceño y yo no puedo evitar soltar una carcajada—. Es broma.

—Por un momento me lo he creído. Pero ahora en serio, ¿qué es? —me giro y cojo una rosa, para después darme la vuelta y posarla cerca de su nariz. Él cierra los ojos y respira el olor de la flor, para luego abrirlos y encontrarse conmigo. Esos dos ojos verdes que me persiguen hasta en sueños dilatan sus pupilas cuando me enfocan, demostrándome que sí que le atraigo, mucho. Creo que la baba ahora mismo me llega hasta el suelo.

Me vuelvo a "concentrar" y paso la rosa delicadamente por su mentón mientras hablo.

—Como ya me dijiste el otro día, soy tu peligrosa pasión. Y que mejor para representar esto en una rosa. Peligrosa por las espinas, que te pueden pinchar si tratas de cogerla y encerrarla. La pasión por su color rojo, intenso, que hace que no puedas apartar la vista de ella, te entran ganas de quedarte mirándola toda la eternidad —me acerco a él para besarle, pero al último momento sustituyo a mis labios por la rosa. Él abre los ojos y yo le susurro al oído—. Piénsalo bien Jensen.

Tras esto, salgo de entre sus brazos y camino hasta mi puesto. Sonrío victoriosa al ver entrar a Carolina por el ascensor, quien me mira de arriba abajo. Si supiera el video que tengo ahora mismo en mi teléfono, me besaba hasta los pies. Ay señor, que mal repartida está la justicia este mundo.

—Buenos días, señora —que dentro de poco dejará de serlo— Williams —ella aprieta la mandíbula al verme salir de la oficina de su maridito. Nunca he entendido esa rivalidad que tuvo conmigo al principio, como mujer es denigrante. Pero tampoco voy a dejar que me pisoteé como si fuera una cucaracha. Jamás.

Ella adelanta el paso y entra la oficina de Jensen, no sin dar un portazo que resuena por mi oficina. Toma buenos días que nos da la Barbie Malibú, hina de mi vida. Parece que prefiere estar en su mansión con un Ken poniéndole café mientras tiene dos rodajas de pepino en los ojos.

—Que antipática, ni si quiera saluda —digo para mí misma, mientras me río. Ella sola se pica y se rasca.

Tras unos minutos, Carolina sale y por su cara puedo ver que no va muy... contenta. Y por la mirada que me echa creo que no me tiene demasiado cariño. Aunque claro, ese gran amor es mutuo.

—Adiós señora Williams, que tenga un precioso día —levanto la mano y muevo los dedos a modos de despedida. Por supuesto no puede fallar mi sonrisa, la cual ella no imita.

Así es como Carolina desaparece echando humos, Jensen se queda con las rosas y Jeannette pone en marcha su maravillosa idea. Me encanta que los planes salgan tan bien. Contenta, continúo con mi trabajo hasta que levanto la vista y me encuentro a Jensen.

Sé que ella ha visto las rosas, seguro que Jensen se habrá inventado alguna excusa. Pero ese gesto no le ha molado nada a la rubia.

—¿Pasa algo? —le pregunto.

—Vengo a que revises esto conmigo, hoy estoy un poco despistado y no me concentro —agelipollao diría Jade.

—Vale —le hago espacio y juntos resolvemos el problema. Cada cosa en su sitio y cada momento en su lugar. Tras esto me levanto para ir a almorzar con Maggie.

Esta mañana hemos decidido ir a un bar que hay aquí al lado. Bajo en el ascensor y al abrirse la puerta encuentro a Maggie esperándome en su sitio, está hablando con Santiago. Resoplo cuando le veo, no es que no le quiera volver a ver pero creo que él aún tiene esperanzas conmigo que yo ya he desechado completamente. Vamos Jeannette, respira hondo y sonríe. Hoy es un día perfecto y un día hermoso, y nada te va a amargar el día. Tú solo recuerda el vídeo.

—Hola —les saludo—. ¿Molesto? —pregunto, señalándoles a ambos.

—No —sonríe mi amiga—, ¿nos vamos?

—Vayámonos —cuando vamos a avanzar Santiago me coge del hombro.

—¿Me puedes dejar un segundo a solas con ella? —le pregunta a Maggie. No. Hoy es mi día maravilloso. Y no lo estropeará nadie. Solo si aparece una col de Bruselas enorme y viene hacia mí.

—No hace falta Santiago, estoy bien y todo está perfectamente —me deshago de su agarre, cosa que me pone realmente incómoda.

—¿Podemos hablar luego? Te esperaré cuando salgas de aquí —pienso un momento. Habrá que darle una oportunidad, además, Santiago no es mala persona. Solo que creo que no ha dado por finalizado lo "nuestro". Debe hacerlo y asumir que no me voy a acostar con él.

—Está bien. Pero ahora tengo que irme, sino se me va a acabar la hora. Nos vemos luego —me sonríe y yo me voy caminando junto a Maggie, mientras siento su mirada pegada en la nuca.

—¿Y ahora que ha pasado con el queso, se ha agujereado y huele mal? —me pregunta, al ver que no le he prestado mucha atención.

—Algo así —damos una vuelta a la esquina y entramos en el bar. Nos sentamos y pedimos para beber unos zumos, yo de piña y ella de melocotón—. Me he dado cuenta de que no le tengo el mismo cariño Maggie, y ahora no sé como decirle que no quiero nada con él. Soy una perra sin sentimientos —me tapó la cara con las manos, pues me siento mal.

—No lo eres. Eres una persona que está descubriendo a otra persona, y si no te gusta, estas en todo tu derecho de pararlo. No tiene por qué reclamarte nada, nadie le dijo que iba a salir perfecto ¿No? —me sorprendo ante sus palabras. Maggie no dice nada más que puras verdades.

—Sí, en eso tienes razón —asiento lentamente, inclinando inconscientemente la cabeza hacia un lado.

—Pues ya está, ahora a comer y a hablar de cosas que sí nos interesan —sonríe y da un trago a su zumo. No sé si contarle lo de Carolina... pero si le enseño el vídeo tengo a una persona más a mi favor, que es testigo. Pero prefiero pensármelo antes.

—¿Qué tal con tu chico? —nada más nombrarle se le ilumina la cara.

—Es todo lo que no buscaba en nadie, y me encanta.

—Ohh —sale solo de mi boca. Pero es que, es así. Me alegro muchísimo por ella.

—Tengo miedo tía —muerde su labio.

— ¿Por? —pregunto, dando un trago

—¿Y si no sale bien? ¿Y si dejo de gustarle? —pregunta, mordiendo el labio mientras me observa preocupada.

—Maggie, nunca vamos a saber lo que pasará en un futuro. Pero sí te digo que debes aprovechar el presente y seguir a lo que realmente quieras, sin miedos —me sonríe de oreja a oreja. Yo me sorprendo de las palabras que acaban de salir por mi boca. Creo que debería aplicarme el consejo a mí misma.

—Hoy estamos las dos que nos dan ganas de recitar o algo. Ni que fuéramos poetas —niego con la cabeza.

—Ya ves. Esto creo que son los zumos —reímos al mismo tiempo que levanto la bebida. Brindamos y almorzamos tranquilas, disfrutando del entorno y de la comida.

Hasta que llega la hora de volver a la oficina y como buena empleada voy a mi puesto. Pero por la puerta transparente puedo ver a Jensen de pie, mirando por el ventanal y con una rosa en la mano. Sonríe ligeramente, humedeciendo sus labios. Todo gracias a que está de lado puedo observar perfectamente cada movimiento que él hace. Está tan jodidamente sexy haciendo eso que siento a mi corazón acelerarse a dos mil por hora.

Sonrío y me doy cuenta que me han dejado unos papeles encima del escritorio, los cuales son para él. Seguramente no estaba aquí cuando han venido a traérselos. Los cojo y hago un mini baile interior, toma excusa para colarme en su momento "Reflexión de pasión". Toco a la puerta y abro, lo cual hace que se gire hacia mí.

—Te traigo esto —levanto los papeles. Con la cabeza me señala el escritorio. Me acerco y los dejo, girándome y viendo como su mirada está clavada en mí.

—Gracias.

—Creo que han venido a entregártelos cuando no estabas y los han dejado encima de mi mesa.

—Sí, puede ser —don soso al habla.

—¿Te pasa algo? —me mira y se acerca por el otro lado a su mesa.

—Lo siento, no está continuando bien mi día.

—Oh...

—Pero eso no quita que el comienzo fuese muy bueno —muerdo mi labio y él me sonríe. Solo con recordármelo la chispa se enciende dentro de mí.

—Bueno, con permiso.

—Propio —vuelvo a mi escritorio, sabiendo que sus ojos me están recorriendo de arriba a abajo. Esta vez, no me molesta en absoluto, incluso lo disfruto. Me gusta que me mire así, pero solo a él se lo permito.

Al sentarme el sillón hace el típico «Pff», mientras suspiro. Esto se me hace tan monótono. Y es que no avanzo con él, es prácticamente imposible. La única manera e enseñándole eso... pero aun no es el momento, porque perfectamente puede volver con ella al pensar:

"Bueno, ella se ha morreado con uno, pero tengo que reconocer que yo con Bárbara también".

Y se iría todo al traste. Tengo que conseguir que Jensen se enamore de mí. Así verá que cada cual por parte del matrimonio ha encontrado a otra persona y que ya no se quieren el uno al otro (cosa que ya dudo por parte de ambos). Entonces hay divorcio, cada uno por su lado y... yo desaparezco. Él me odiara por el resto de su vida por haberle mostrado una realidad completamente falsa.

Aparto ese pensamiento durante un tiempo y me concentro a lo mío, que se resuelve en arreglar todas las cosas de él y muchísimas de la empresa, tantas que si me pusiera a decirlas me tiraría media vida explicando. Saco mis auriculares del bolso y los conecto al ordenador, para ponerme algo de música.

Y bueno, como buena amante de Bruno Mars y Maroon 5 que soy, me paso media mañana tarareando sus canciones. La nueva canción de "24K magic" suena mientras canto contenta.

—Players, put yo' pinky rings up to the moon —muevo la cabeza en círculos al ritmo mientras tecleo, esto es trabajar con ganas— ¡Girls!, what y'all trying to do? —no puedo resistirme y cojo un lápiz y cierro los ojos para cantar mi frase favorita— Twenty four karat magic in the aaaaaaair —una mano se posa en mi hombro, dándome un susto de la muerte— ¡¡¡¡AHH!!! —doy un salto del sillón y fijo la mirada en que Jensen está a mi lado, aguantándose la risa. Me llevo la mano al pecho y en un acto reflejo le tiro el lápiz— ¡Casi me matas de un susto! —con la mano en el corazón respiro para relajarme, hasta los pelos se me han puesto de punta. Jensen coge un auricular mío.

—Head to toe soul player —menea las manos cogidas como si estuviera bailando la mayonesa— ¡Look out uh! —da una palmada y mueve su cadera. No puedo evitar descojonarme ante ese movimiento tan... no sé ni como describirlo.

—¡Dios! —tapo mi boca porque creo que se me va a oír por medio edificio. No hay nadie que se ría más fuerte que yo. Nadie.

—Los negocios se me dan muy bien, pero eso de bailar... —Jensen se quita el auricular y niega con la cabeza riéndose.

—Que va, se te da genial —miento mientras continúo riéndome.

—Bueno, a lo que venía —sonríe, mientras se reacomoda la chaqueta cómicamente—, reúne a todos los encargados de los departamentos en la sala de reuniones. Tú también vienes.

—Eso está hecho —me giro hacia mi escritorio y cojo la agenda. Ahí tengo apuntado el número de cada departamento, así iré más rápida.

—Avísame cuando tengas todo —asiento y vuelve a su sitio, caminando al ritmo de la canción, pues él mismo la va tarareando.

Empiezo a llamar a cada departamento y en menos que canta un gallo Jensen y yo estamos apareciendo en la sala de reuniones, mientras todos y todas están ya sentados, Santiago también está aquí, es uno de ellos. Ocupo mi lugar, sacando una libretita por si necesito apuntar algún dato o algo. Siempre es mejor estar preparada para todo. Jensen se queda de pie y apoya las manos en la mesa.

—Buenos días, casi tardes —sonríe—, traigo una buena noticia —ahora soy yo la que más ganas tiene de saber—. Anuncio que, tras mucho esfuerzo, las empresas Willmatic van a cumplir cincuenta años. Esos años se han llenado con el esfuerzo de mi padre, del mío, y de todos vosotros y vosotras. Como recompensa, daremos un pequeño aumento solo este mes —eso es una buena noticia, así conseguiré el dinero más rápidamente. Todos asienten y dan un aplauso.

¿Y ya está? No sé, si mi empresa cumpliera cincuenta años haría alguna fiestecilla.

—¿No va a hacer nada más? —me arrepiento al mismo momento de haber abierto la boca. Mierda. ¡Joder! ¡¿No puedo estar callada ni un minuto?!

—¿Se le ocurre alguna idea señorita Holding? —y aquí es cuando pasas a la zona de "usted" por estar delante de tanta gente. Bajo la cabeza y miro mi libreta mientras jugueteo con el bolígrafo.

—No sé, yo echo en falta algún cóctel o algo para celebrarlo. El típico donde se dan discursos y se pone algo de música, la gente se lo pasa bien en esos eventos. Además, es una buena manera de invitar a próximos inversores y de recordarles lo fiable y buena que es Willmatic —muerdo interiormente la lengua, pues se me ha ido notablemente. Todos me observan petrificados, como si hubiera dicho la mayor barbaridad del planeta.

¡¡Qué alguien me pare, que voy sin frenos!!

—Yo creo que la señorita Holding tiene razón, así se haría algo de publicidad para que vean los nuevos proyectos y productos que le podemos ofrecer —casi estoy a punto de levantarme y abrazar a la mujer que está sentada frente a mí.

—Yo creo lo mismo —Santiago me sonríe, dándome apoyo.

—No veo que sea una mala idea —Jensen se encoje de hombros—. Votos a favor —y todas las manos se levantan—. Aprobado —al final no seré tan mala con esto—, daremos la fecha y la etiqueta el día que lo tengamos todo listo, espero su asistencia.

Tras esto cada uno se disipa para un lado, hablando entre ellos. Mientras Jensen y yo subimos arriba y Santiago mira con mala cara. No, si al final de todo, se ha quedado un buen día, ¿no creéis?

***


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