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1: Shock.

El sentimiento que ahora mismo estoy experimentando simplemente no se puede explicar con palabras. Embarazada. Tengo un ser dentro. Algo que se convertirá en un humano. Que se convertirá en un... en un bebé. Y yo lo he creado... ¡joder! Lo he creado con Jensen. El hombre al que amo, quien no está aquí conmigo. El hombre que me estará odiando con todas sus ganas.

Creo que el mundo acaba de dejar de girar. Mi cabeza va a explotar. El corazón me ha dejado de latir por unos segundos, en los que dudo que incluso me llegue el oxígeno.

—Me-e e-estoy mareando —exclamo, colocando una mano en mi cabeza ante la sensación tan extraña que me invade y las tremendas ganas de vomitar que me suben al enterarme de esto. Solo puedo pensar una cosa: santísima hostia.

Sé que el médico me está hablando e intento prestarle toda la atención que puedo, pero no lo consigo. Lo único que capto de todo lo que me cuenta es que, dentro de una hora más o menos, me harán una ecografía, aunque me ha comentado que si estoy de pocas semanas es posible que el bebé no se vea. Necesitan saber el estado del útero y quieren comprobar si es un hematoma lo que ha provocado todo esto (que es lo más probable).

Siento como si el tiempo a mi alrededor se hubiera detenido, dándome el beneficio de no pensar en esos maravillosos segundos. Miro por la ventana, observando que está anocheciendo. Y miro mis manos... aunque yo creo que hago este gesto solo para cerciorarme de que lo que está pasando es real.

Para cuando vuelvo a mí misma, Steve tiene una mano en mi hombro y me mira con algo de lástima. Caigo tan de repente que un malestar cae helado en mí. Incluso me provoca un escalofrío, cuando vuelvo a la realidad. En la que estoy embarazada. En la que Jensen no está conmigo. En la que Héctor está malherido. En la que yo... he matado a mi propio padre. Y ahora, ¿qué va a pasar? ¿qué voy a hacer?

—Jeannette, ¿te encuentras bien? —su pregunta consigue que en unos segundos analice todo. Por lástima, es el miedo lo que me viene de repente, atragantando mi garganta y haciendo que no pueda respirar. O al menos me lo parezca.

Comienzo a hiperventilar antes de lo que creo, mientras con mis manos hago jirones la bata de hospital en mi pecho. Las lágrimas salen a trompicones de mis ojos, rodando mientras el llanto se adueña de mí. Todo es un gran y completo caos.

—No sé, no sé, no sé —susurro, con la voz completamente deshecha. Siento un terror que nunca he tenido. Miedo al futuro, al que será de nosotros, porque no sé que hacer.

Mis amigos me abrazan, mientras que Jade

Y la angustia que se adueña de mí hace que comience incluso a marearme. Estoy destrozada. Si no sé cuidar de mí misma ni de mi hermano, ¿cómo voy a cuidar de un bebé? ¿Una persona va a depender completamente de mí?

Jade se acerca a mí y Steve separa mis manos de mi pecho, para que no me haga daño de manera inconsciente. Creo que me he arañado sin querer, en el desespero en el que ahora estoy completamente sumergida.

—Escúchame Jean, relájate. Por favor, respira —susurra Jade, agarrando mi cara y poniéndola frente a la suya. Veo que a ella también las lágrimas están a punto de salirse de sus ojos, cosa que me hace sentir como la mayor mieda.

Solo soy capaz de hacer daño a todos.

Lo único que ahora mismo se me viene a la mente como un intermitente es Héctor. Quiero verle. Quiero saber por mí misma su estado. Quiero tocarle, saber que su corazón sigue latiendo.

Ya está bien, creo que he estado demasiado tiempo lejos de él. Necesito a mi hermano pequeño conmigo. Abrazarle y volver a sentir ese olor dulzón que él porta, ese que me hace sentir como si fuera mi casa, esa que nunca he tenido conmigo.

—Quiero ver a Héctor —exclamo, liberándome de sus abrazos y destapándome, agobiada como si no hubiera suficiente oxígeno para mí. Pero ambos me paran. Una sujetándome del hombro y el otro cogiéndome el brazo.

—¿No has escuchado al médico? Debes estar en reposo Jeannette —Jade me coge de los hombros y me gira para que la enfrente—. El bebé puede correr peligro —sus palabras me dejan algo parada. Ya se ha atrevido a llamarlo "bebé", cosa que en mí todavía resulta imposible. Le ha llamado "bebé".

—Llevo meses intentando recuperar a mi hermano. Y ahora, que es cuando más cerca le tengo, no puedo —exclamo. Steve me mira, algo serio, para después coger aire.

—Tiene un brazo roto y dos costillas, pero está bien dentro de lo que cabe. He pasado antes a verle, pero estaba dormido por los calmantes que le pusieron al llegar. Gritó por verte y apartaba a los enfermeros de encima a manotazos Jeannette, sois los dos iguales —las palabras de Steve consiguen hacerme sonreír de manera triste.

—Ves a verle por favor. Quiero saber como está ahora mismo. Si está despierto, dile que le quiero, que iré en cuanto pueda a verle. Y mira a ver si está bien, pregunta a los médicos, a las enfermeras... ¡Ves ya Steve, no esperes! —me siento mal al segundo de haber chillado a mi amigo, pero no soy yo la que habla. Es la desesperación.

Steve asiente. Coloca una mano en mi camilla, donde me dejo caer. El colchón se hunde donde él deja todo su peso, con su otra mano rodea la parte trasera de mi cabeza y deja un beso en mi frente. Después sale de la habitación. Perfectamente puedo observar que se aleja, pero para justo cuando un paquete de cigarrillos se le cae del bolsillo. Lo recoge, y después se va. Eso me da para deducir que Steve ha vuelto a fumar, aunque no le culpo. Sé que los nervios le da por ello, así que no hago ninguna pregunta por el momento. Ahora mi mente está demasiado saturada.

Jade se queda conmigo, para mi sorpresa no dice nada. Solo observo sus ojos, mientras enjuago una lágrima, acaricia mi mejilla y deja un beso en mi sien. Después agarra mi mano, para sentarse a un lado de la camilla en la que estoy tumbada. Me deja llorar tranquila, dándome margen para desahogarme en mí misma. Necesito deshacerme en sollozos.

Hay veces que es mejor soltarlo todo, para poder volver a estar tranquila. Me parece tan lejana esa última palabra que hasta me sorprendo. Tanto ansiaba este momento, y ahora que ha llegado lo odio con toda mi alma. Y estoy tan rota, tan sumamente destrozada... en un momento anterior pensé que había tocado fondo. Pero ahora me cercioro de que de verdad lo he tocado. Todo es una enorme mierda.

—Jean, escúchame. Pase lo que pase, sabes que siempre voy a estar aquí. Hagas lo que hagas, decidas lo que decidas —la voz de Jade consigue hacerme girar hacia ella—. A lo mejor necesitas tiempo para pensar todo porque bueno, es un bebé lo que viene en camino —que alguien me lo diga me impacta más que pensarlo yo misma, es como que lo hace todavía más real. No puedo creer que yo, Jeannette, estoy embarazada. Es imposible—. Es la vida de otro ser la que va a depender de la tuya, eso conlleva mucha responsabilidad. Muchísima. —Puedo notar como el aire escapa lentamente de mi boca, mientras las ganas de vomitar me suben. Son los malditos nervios, de todo esto. Es horrible sentirme así.

—Lo sé Jade —o al menos intento saberlo. La verdad es que no lo sé, que no tengo ni puñetera idea.

—¿Tú estás segura de que quieres tener ese bebé? —me pregunta, con mucho respeto. La decisión que va a cambiar mi vida por completo. Este es mi giro de ciento ochenta grados, lo que es dejar de ser solo yo y... ser yo y mi mini yo.

Tengo mucho miedo. Miedo de fallar. Miedo de equivocarme en esta decisión. No es un juguete lo que viene en camino. Es un ser humano, el cual va a depender de mí gran parte de su vida. Pero es mi decisión, la tengo que tomar tranquila y serena, porque esto es algo que no puedo hacer al tuntún. Pero es que lo sé. Y quiero tener a este bebé.

—Jade, tengo un pánico enorme. Solo quiero esconderme debajo de la sábana y hacer como que no ha pasado nada. Pero sí que voy a luchar junto con este bebé para que llegue al mundo. Porque es mi decisión. —asiento convencida. Pues claro que quiero a este bebé y quiero saber lo que es tener a un bebé. Y siento que esto es lo único por lo que tengo que seguir adelante. Por esto, por Héctor y sobretodo, por mí misma, aunque ahora lo veo imposible—. Yo... lo amo. Aunque no lo vea, solo de saber que está aquí, lo amo. Es raro, y sé que no se entiende si no lo experimentas. Pero no sé... —asiente con una sonrisa, para colocar una mano en mi vientre— no quiero hacerle daño Jade. No tengo nada que ofrecerle, ni una casa segura, ni comida...

—Jeannette, te voy a ayudar con todo. Olvídate, tú y tu familia siempre vais a estar bien mientras yo o Steve estemos aquí. —exclama. Me siento una completa inútil postrada en esta cama pero siento que de verdad estoy rodeada de las mejores personas. Ella, aún con la mano en mi vientre, sonríe— Que se prepare, porque cuando nazca va a tener a la tía más besucona del planeta planetario. Me voy a zampar sus mejillas —me dice, haciéndome reír. Pero es algo extraño, porque cuando río, todavía más lágrimas comienzan a brotar de mí—. Yo voy a estar en todo lo que necesites. Sabes que si este bebé llega al mundo, voy a ayudarte en todo lo que esté a mi alcance y más allá. Voy a sacarme cuatro brazos —coloca sus brazos hacia arriba y simula sacar músculo mientras gruñe—. No tengas miedo Jean, lo vas a hacer genial. Rectifico, lo vamos —asiento, mordiendo mi labio inferior para evitar reír. Está loca, pero la quiero mucho.

—Tengo que conseguir hablar con Jensen. Él debe saber esto —exclamo sin pensarlo. Él tiene todo el derecho de enterarse que estoy embarazada, es algo de lo que no dudo—. No sé como contárselo Jade, ni siquiera estoy segura de que me vaya a coger el teléfono. Sé que me tiene bloqueada —agarro mi cabeza entre las manos y respiro hondo. Pero sé, dentro de mí, que tengo que seguir adelante. Que conseguiré trabajo. Que lucharé. Como siempre he hecho toda mi vida, cuando era yo la que conseguía algo de comida para mi hermano y mi madre. Siempre he sabido ganarme la vida y compaginarlo con mis estudios, hasta que pasó lo de Héctor. Solo entonces dejamos de huir de todos los lados.

—En cuanto a eso... hay algo que te tengo que contar —su tono consigue hacerme fruncir el ceño.

—¿Qué...? —mis palabras son interrumpidas justo cuando la puerta de la habitación se abre. Steve aparece tras de ella, para cerrarla después.

—Lo siento Jeannette, Héctor está profundamente dormido, pero la enfermera me ha dicho que su estado es perfecto dentro de todo. Tienes un hermano muy fuerte —asiento, sonriendo y convenciéndome a mí misma de que está bien. Héctor a quien necesita es a los médicos, y no puedo hacer nada ni aquí ni allá—. De todas maneras, volveré más tarde a ver si está despierto —Steve carraspea, para caminar hasta nosotras.

Jade se calla, puedo notar que no quiere que Steve sepa lo que va a decir. Eso es algo que me hace extrañarme aún más. No hay secretos entre nosotros, si algo pasa se cuenta y punto. Creo que eso es algo que siempre ha quedado claro.

—De acuerdo —susurro, tratando de hacer que todo parezca normal. Quizás es algo personal de Jade, como de Daniel y por eso no quiere que su hermano se entere. Aunque la verdad, me extrañaría que en un momento así me quiera contar algo como eso.

Observo a Steve, quien se sienta al otro lado de mi cama. Tiene ojeras en su rostro, junto con un rastro de barba que no deja ver muchas de sus pecas. Quiero hablar con él a solas, porque creo que lo necesita. Solo de ver la forma en la que me observa puedo notarlo, además de que se le nota a leguas que está muy preocupado. Así que invento una excusa.

—Jade, ¿puedes ir a por una botella de agua? —ella me observa y asiente, mientras acaricio mi garganta.

Coge el monedero de su bolso, el cual está depositado en un sillón de la habitación, para después irse. Me quedo sola con mi amigo, quien coge mi mano y deja un beso en ella. Yo solo le observo.

—¿Te encuentras mejor? —pregunta, con un tono muy tranquilo. Asiento, pues ahora mismo no me duele nada. Aunque un dolor de cabeza me afecta por culpa de haber estado llorando, cuando Jade estaba aquí.

—Sí. Pero tengo miedo a que ocurra algo malo —susurro, mirando como deslizo la mano acariciando mi vientre. No se me nota nada, pero solo de pensar que hay una personita creciendo ahí dentro la piel se me pone de gallina. Esto es escalofriante. Raro.

—No pienses en eso. No va pasar nada malo Jeannette, ya verás —asiento, intentando convencerme. Ojalá, pero es que ya no sé qué esperarme de esta vida.

—Todo esto es tan increíble que no me lo puedo creer. Es muy extraño. Es como una mezcla entre ilusión, ganas de potar y mucho miedo —el aire se me hace un nudo en la garganta solo de pensar en todo lo que me viene encima. No me lo puedo quitar de la mente. Es imposible. ¡Joder, estoy embarazada!

—Jean, quizá no es el momento, pero debes saber que el comisario vendrá mañana a verte. Quiere hablar de todo lo sucedido, saber tu testimonio y no sé que más —por un momento, al cerrar los ojos, la imagen de León con un balazo en la cabeza se me hace clara y nítida. La borro inmediatamente, pues no desearía haber llegado donde llegué. Pero no tuve otra opción. Era o él o yo, y ese no era mi final.

—Me parece-e...bien —exclamo lo más normal que puedo. Después de revivir eso último, la angustia se ha adueñado por completo de mí.

—Si necesitas algo, sabes que solo tienes que decírmelo —la confesión de Steve me hace mirarle.

—Sí, necesito volver al puto día que nací para arreglar todo esto —exclamo, rodando los ojos y cubriéndome. Es todo un desastre. La ansiedad me invade, pues el no saber que hacer es algo que me pone muy nerviosa. Necesito tener todo planeado y ahora mismo me siento como en una burbuja de caos. La incertidumbre me mata.

—No has hecho nada malo para desear eso Jean, me duele que pienses así —respiro hondo.

—Le rompí el corazón al hombre que más amo en esta vida. Créeme que ahora mismo lo estoy pagando con creces. Me acabo de enterar de que estoy embarazada, que vamos a tener un bebé. Por mi culpa él no está aquí a mi lado para saberlo —suelto. Mi confesión le hace tragar saliva, mientras que aparta la vista por unos segundos. Temo haber metido la pata con mis palabras—. Perdón Steve, es que solo sé meter la pata —cubro mi cara y resoplo. Dios.

—No pasa nada Jeannette, de verdad —asume, quitando mis manos, dejándome verle de nuevo—. Y en cuanto a Jensen, no podías hacer nada. ¿Qué ibas a hacer, contárselo? —pasa la lengua por sus labios— No hubieras conseguido el dinero para darle a León y Héctor no estaría aquí contigo.

—Yo... no sé Steve. Me siento una completa imbécil —exclamo—. Sé que a lo mejor te molesta que hable de él, pero es que tengo razón cuando digo que la cagué de la manera más monumental que pude. Lo necesito a mi lado tanto que me duele... —susurro.

—Jensen tiene una suerte enorme de que tú le ames, además de que vas a tener un hijo con él —su confesión me hace mirarle directamente. Es extraño escuchar a Steve hablar así, cosa que se me hace extraño.

—¿Por qué has vuelto a fumar? —suelto, intentando cambiar de tema. Él sonríe de lado.

—No se te escapa ninguna —chasquea la lengua y se remueve. Está incómodo, puedo notarlo perfectamente por sus gestos.

—Seré una buena madre para pillar las mentiras, a mí no me engañan —exclamo, haciéndole reír, contagiándome yo también—. Contesta a mi pregunta Steve, tú mismo me hiciste un día hace muchos años un discurso sobre lo malo que era todo lo relacionado con fumar cuando me viste con un paquete. Por eso solo me dio tiempo a probarlo. Y ahora... ¿tú? Vaya, el maestro no predica con sus discursos —digo algo divertida. Él baja su mirada y pasa la lengua por sus labios. Tengo que admitir que es guapo, muy guapo.

—Es lo único que consigue calmarme cuando estoy nervioso. Supongo que eso es lo malo de las sorpresas —me dice, acercándose a mí sentado en la camilla.

—Pues chupa caramelos, pero no fumes, acuérdate de lo que me dijiste —susurro, mirándole fijamente. Sus ojos observan los míos, quedándose fijos. Niego con mi cabeza, pues es uno de los peores vicios que hay.

—Hay otras cosas que hacen más daño que un cigarro —exclama. Pillo la indirecta perfectamente, pero no aparto la vista de él—. No hace falta que te preocupes por mí, sé cuidarme.

—Me preocupo por ti porque te quiero, imbécil —suelto. No es mentira lo que le digo, le quiero. Es como mi hermano mayor, ya no me imagino la vida sin Steve a mi lado. Su sonrisa ladeada me indica que le ha hecho gracia.

—De acuerdo, te haré caso morena —él se levanta, alzando sus manos en señal de paz. Mete la mano en su bolsillo, para sacar el paquete de cigarros. Camina hasta la papelera y lo tira, haciéndome sonreír cuando camina haciendo el tonto de vuelta a la camilla—. ¿Ya está contenta mi capitana?

—Mucho —alzo la cabeza, sonriendo de oreja a oreja. Él se acerca a mí, mientras que yo le hago hueco.

—¿Te han dicho alguna vez que eres una mandona?

—Sí, pero bueno. Quizá eso también me haga ser una buena madre —termino diciendo, encogiéndome de hombros. Resoplo, dejando ir el aire mientras que Steve agarra mis manos.

La puerta se abre y Jade aparece por ella con una botella de agua. Muerde su labio nerviosa, mientras que tan solo da un paso más, casi a trompicones, y se gira de vuelta a la puerta con su cabeza para enfocarme de nuevo. Ese gesto consigue hacerme posicionarme bien, pues me hace entender que hay alguien detrás de ella.

—Jeannette, escúchame. Te prometo que luego te voy a explicar absolutamente todo —sus palabras me hacen fruncir el ceño, pues no entiendo a qué narices se refiere.

Pero no me da tiempo a más cuando Jensen pone un pie dentro de la habitación, dejándome completamente petrificada.

Sus ojos conectan con los míos, dejándome muda por unos segundos. Ese verde que tanto he echado de menos vuelve a mi realidad, casi estoy por no creérmelo. Su rostro parece cansado, pero sigue siendo tan perfecto como siempre. La mandíbula está apretada en un gesto rígido, traga saliva pues veo como su nuez sube y baja rápidamente. Tiene el pelo algo alborotado, de ese color dorado que el oro envidia. Sus labios se entreabren en busca de aire. Puedo adivinar como las emociones cruzan por él; rabia, amor, incertidumbre y por último miedo. Mirándonos los dos parece incluso que no ha pasado el tiempo. Solo deseo que venga, me bese de esa manera que solo él sabe hacer, y susurre en mi oído un «No pasa nada, estoy aquí».

Steve se levanta cuando Jade le hace una seña y ambos salen fuera. Al cerrar la puerta, todas las palabras que yo quería decirle se quedan en balbuceos que no logro encontrar sentido. Me quedo en blanco, solo puedo mirarle, mientras el corazón me bombea como si no hubiera mañana.

—Jensen... —susurro, tan solo para darme cuenta de que no estoy soñando. Es él quien ha vuelto a mí. Es él quien está frente a mí ahora mismo.

—Jeannette —escuchar mi nombre, mi verdadero nombre, salir de su boca es algo tan magnífico que solo me dan ganas de emocionarme. Cierro los ojos, un solo segundo, intentando darme cuenta de todo esto. Cuando los abro, sigue mirándome, mientras sus manos se cierran.

Apretando mis labios, dejo que una lágrima caiga por mi rostro. No soy consciente de todo el daño que le he hecho a la persona que amo.

***

En este cap la verdad es que no hay mucho cambio... pero agarraros, que en los otros SÍ.

OS AMO CON TODA LA PATATITA.

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