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41. FINAL

¡Disfrutad del último capítulo!

41- Final.

Por fin era el día. Dos largos años habían pasado desde que Kevin entró a la cárcel... seis meses desde que intenté verlo por última vez y él se negó.

Curiosamente, ese día estaba animada. Me convencí de que le vería, quisiera él o no quisiera y tendría que escucharme aunque tuviera que obligarle a hacerlo.

Recordaba perfectamente el rostro del guarda al anunciarme, medio año antes, que Kevin no quería verme. Cómo me había sentido cuando mi corazón se había roto de golpe.

Durante esos meses me había planteado, por primera vez, olvidarme de él. Marcharme lejos, empezar de nuevo…
Pero simplemente no había podido. No me rendiría, eso no iba conmigo.

Nessie me había llamado mil veces, intentando convencerme de que volviera a visitarle, pero sencillamente no quería pasar por esa situación de nuevo y me negaba a cada uno de sus argumentos.

Por eso había decidido poner punto y final a esa situación ese día. La suerte estaba echada, si Kevin no quería volver a verme, esa sería la última vez que lo intentaría, pero al menos tendría que mirarme a la cara para echarme de su vida completamente.

Llegué a la lejana prisión casi a las nueve y media, aún faltaban más de treinta minutos para que, por fin, Kevin pudiera considerar saldada su deuda con la sociedad... así que decidí concienciarme exactamente de qué le diría al verlo, para no perder el tiempo.

Por fin iba a encontrarme con él de nuevo y, la simple perspectiva de su rechazo, me provocaba arcadas y vértigo.

La cárcel estaba situada en mitad de la nada, cercada por vallas electrificadas y sin apenas vegetación a su alrededor. El sol brillaba fervientemente, haciéndome sudar de una forma horrible. Mis manos temblaban ligeramente mientras lanzaba miradas hacia el edificio de hormigón situado a mi lado.

Cuando faltaban sólo diez minutos para las diez de la mañana, salí del coche y me apoyé en la puerta, de un modo deliberadamente “casual”.

Era raro; lo normal era que los familiares de los presos puestos en libertad fueran a esperarle en la puerta de la prisión… pero, ¿quién iba a ir a por Kevin?

Su mejor amigo, Martin, se había mudado a Argentina hacía unos meses y había telefoneado a Nessie unas semanas antes, anunciándole que iría a visitar a Kevin en cuanto pudiera.

Desde luego, nadie relacionado con Los Tigres (aparte de Nessie y Winston) había vuelto a hablarme. Todos me odiaban, algo que encontraba normal.

Me había sorprendido muchísimo recibir una llamada de Nessie un par de semanas después de la redada policial en el club.
Quedamos en encontrarnos para comer y allí me contó  que tan sólo Tracy y un par de miembros más del club se habían librado de la cárcel. El resto estaban encerrados en distintas cárceles repartidas por todo el país. Kevin era el único que seguía en California.

Suspiré con fuerza cuando la puerta de la prisión se abrió, y de ella salieron algunos guardas, escoltando a alguien. De pronto lo vi, a través de la fina valla.

Sentí cómo me fallaban las piernas en cuanto divisé su cabello rubio brillar con la luz del sol. Desde la lejanía pude apreciar que llevaba el pelo bastante más largo, con barba de un par de días y los rasgos de su rostro cambiados, más afilados.

Nunca habría pensado que Kevin poseía un rostro aniñado, pero en ese momento sólo podía ver a un auténtico adulto cruzando el patio de la prisión para acceder por fin a la libertad.

Llevaba ropa de calle: vaqueros y una camiseta de manga corta. En su hombro, una mochila negra en la que había cabido toda su vida durante dos años. Sus brazos eran más gruesos y su espalda más ancha… Kevin había pasado dos años de gimnasio intensivo, al parecer.
Tragué grueso cuando, finalmente, un guarda abrió la puerta metálica de la valla y Kevin miró hacia atrás, recorriendo la cárcel con sus ojos azules una última vez.

Era cuestión de segundos que me localizara, yo era la única persona en doscientos metros de distancia. Me sentí tan nerviosa que barajé la opción de subirme a mi coche con rapidez y salir corriendo de allí; Kevin no conocía mi coche nuevo, nunca se daría cuenta.

Pero no, no podía. Tenía demasiado que perder si decidía huir en ese momento.

Fue entonces cuando me miró.

Me faltó el aire. Kevin estaba allí, mi Kevin.

Se quedó estático completamente, sin apartar su vista de mí, y se me ocurrió que pudiera salir corriendo para no hablar conmigo... Y no iba a permitir eso.

Con decisión comencé a caminar hacia él, pensando más en conseguir que hablara conmigo que en lo que estaba haciendo realmente.

Él no se movió, sino que espero hasta que yo llegara a su posición. Su rostro expresaba sorpresa, una gran sorpresa.

—Hola —dije, situándome frente a él.

No era lo más inteligente que había dicho en mi vida, pero era un comienzo, ¿no?

Kevin tomó aire y antes de que yo pudiera decir o pensar algo más, simplemente me abrazó, apretándome con fuerza contra su pecho.

—Estás aquí… —musitó, enterrando su rostro en mi cabello.

Durante los primeros segundos yo no supe qué hacer con mis manos, pero mi propio cuerpo recordó lo bien que encajaban en su espalda y permanecimos unidos durante lo que me parecieron horas, las mejores de todo el año, sin duda.

Tras todo eso, decidí que era hora de hablar con él de verdad. Nos debíamos una gran charla.

—Siento mucho todo lo que ocurrió —comencé—. Te mentí, pero…

Él me acalló, colocando su dedo sobre mis labios y, tras examinar su propio gesto durante unos segundos, Kevin se acercó lentamente a mis labios, como si acabara de recordar que debía besarme.

Cuando sentí su suave beso posarse cálidamente en mis labios, sentí unas intensas ganas de llorar, más fuertes que el nerviosismo que había llevado hasta allí.

Al comenzar a notar mis lágrimas, Kevin separó su rostro del mío y me miró a los ojos. Después me limpió las lágrimas con las yemas de sus dedos.

—Lo sé todo, Lana. Nessie viene a verme cada vez que la universidad le deja un poco de tiempo libre.

Su voz había cambiado, o al menos eso me pareció. Ahora sonaba más ronca y arrebatadora; me hacía estremecerme de una manera distinta, me hacía imaginarlo cada noche de mi vida junto a mí…

De pronto analicé su frase. ¿Nessie? ¿Había ido a visitarle?
Alcé una ceja, confundida.

—No entiendo… ella dijo que no vendría, que las cárceles no le traían buenos recuerdos.

Los ojos de Kevin miraron hacia el suelo, de pronto algo distante.

—Yo le pedí que no te lo contara —dijo—. Me he enterado de que tienes un nuevo trabajo, una nueva vida y no sé, yo… yo no estoy en ella.

Me aparté de inmediato de él.

—¿Cómo? —espeté—. ¡He intentado verte, Kevin! No habría venido aquí si de veras considerara que no eres parte de mi vida, de mí misma.

Kevin me miró, enigmáticamente.

—Siento lo que ha ocurrido, Lana. No fui justo contigo, no tenía ningún derecho a poner tu vida en riesgo por el bien de mi padre. Fui egoísta, simplemente…

—Tu padre está bien —le interrumpí—. Y Martin también.

Kevin siguió observándome con intensidad, ya sin tocarme.

—Lo sé. Nessie me ha contado muchas cosas… Pero lo más importante es que tú estás bien, o al menos, eso parece.

Sonreí con cierta timidez, desde hacía dos años, nunca había sabido cómo contestar correctamente a la pregunta: “¿Cómo estás?”. Al parecer, a la gente no le gustaba recibir un “Mal. El hombre que amo está en la cárcel y yo ya no encajo en la vida que llevaba antes de conocerle.” como respuesta.

—Ahora estoy bien. Por eso estoy aquí, Kevin.

Él se pasó la mano por su cabello, como solía hacer antes, cuando se encontraba perturbado.
Tras unos segundos de silencio, finalmente se decidió a hablar.

—¿Estás segura de que es lo que quieres? —se corrigió al cabo de un momento—. De que yo soy lo que quieres.

No lo dudé un segundo, ¿por qué si no iba a estar allí?

—¿Cómo que si estoy segura? ¿Por qué…?

Me interrumpió con firmeza antes de poder seguir hablando.

—Dime sólo sí o no y te juro que no volveré a permitirme perderte nunca.

Mis ojos buscaron los suyos de la forma más dulce que fui capaz y cogí su mano derecha entre mis dedos.

—Sí.

Él sonrió tenuemente.

—De las cosas que iban a pasarme hoy… esta es la última y la mejor que esperaba.

Y volvió a besarme, acariciándome la cintura de forma sensual y posesiva.

—Llevo demasiado tiempo privado de ti —me susurró al oído, con su voz aún más excitante que antes.

Entre risas me separé un poco de él, dirigiéndome hacia mi coche.

—Vámonos —le dije.

—¿A dónde?

Reí en voz alta, eso era lo de menos.

—¡Adonde sea! —exclamé, sacando las llaves de mi coche—. Vámonos lejos, de verdad.

Kevin me arrancó las llaves de golpe.

—Acepto… con la condición de ser yo quien conduzca —me acarició la mejilla con gesto sexy—. Hace mucho que no siento velocidad de verdad.

—De acuerdo… —dije, a regañadientes.

Di la vuelta al coche y entré, sentándome en el asiento de copiloto. Eso me recordaba demasiado a cuando él me llevaba y traía desde Los Ángeles a la  guarida de Los Tigres. Pero esos tiempos se habían ido… y no volverían.

—¿Qué rumbo ponemos? —preguntó, poniendo la llave en el contacto del coche.

La perspectiva de irme con él era demasiado atractiva. Me daba igual dejarlo todo con tal de estar con Kevin; eso era una auténtica locura de amor, así que lo incorrecto sería no hacerlo.

Sonreí, ampliamente. Y pensé en Winston y en Nessie. Sólo había un lugar en el que, finalmente, nos reuniríamos los cuatro.

—Alaska.

Kevin me miró un segundo.

—¿Alaska?

—Sí.

Con una sonrisa sensual, giró la llave del coche y aceleró de golpe, arrancándome un grito de sorpresa. A la vez, su mano izquierda se posó en mi pierna, acariciándome de forma provocadora.

—¡Kevin! —le reproché.

—No seas aburrida, Lana…

Sus palabras me hicieron reír, pero por supuesto, no le demostré que me  parecía gracioso. Sin apartar su mano de mi pierna, me relajé completamente en el cómodo asiento.

A mi lado tenía a Kevin y eso era lo que me hacía realmente feliz.

FIN.

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Y hasta aquí la aventura... ¿Qué os ha parecido? ¡¡Ayyy qué difícil es para mí despedirme de Lana y Kevin!!
Y bueno, como habéis leído en el nuevo título de la historia... Se avecinan sorpresas :)

No olvidéis dejarme vuestra opinión aquí abajo, me encantaría saber qué habéis sentido leyendo "Peligro".

¡Mil besos!

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Tags: #acción