You're Toxic.
A Dipper nunca le gustaron los karaokes.
El castaño no podía evitar sentirse ansioso en lugares como ese.
Aunque había ido a karaokes en contadas ocasiones, nunca lograba sentirse del todo cómodo en ellos. No disfrutaba del ambiente; para él, esos momentos se reducían a sentarse en silencio mientras su hermana cantaba o alguien más tomaba el micrófono.
Por eso, cuando la rubia sugirió que fueran a uno esa noche, el castaño sintió una oleada de protesta que apenas pudo contener. Quiso negarse con todas sus fuerzas, pero antes de que pudiera articular una excusa, Bill ya había aceptado la idea por ambos, sin pensarlo dos veces.
Y así estaban, los tres rumbo a lo que los dos rubios no paraban de llamar con exagerado entusiasmo "¡Noche de karaoke!". Lo habían gritado una y otra vez al principio de la noche, contagiados por una emoción que Dipper simplemente no compartía. Mientras él se encontraba hundido en el asiento del copiloto, observando cómo las luces de la ciudad pasaban por la ventana y con cada kilómetro que avanzaban, su arrepentimiento se volvía más intenso.
Bill, por otro lado, estaba encantado. Amaba los karaokes con todas sus fuerzas. Para él, eran la oportunidad perfecta de desatar todo su lado artístico, un talento que, según él, todo el mundo necesitaba apreciar. Esta vez, además, tenía una misión personal: molestar a Dipper, hacerlo sonrojar con una o dos canciones provocativas y, con un poco de suerte, lograr que el castaño se divirtiera genuinamente. Sabía, sin embargo, que el castaño necesitaría un pequeño empujoncito para soltarse.
Especialmente porque habían dos pensamientos que no dejaban de rondarle la cabeza.
Uno: Dipper Pines nunca había estado ebrio. Y dos, y más importante: necesitaba escuchar su linda voz cantando otra vez.
Vanessa también estaba emocionada. Para ella, los karaokes siempre eran sinónimo de algo interesante, o al menos así lo era en las películas. Y esta noche parecía prometer ese tipo de aventura.
Cuando finalmente llegaron al lugar, ambos rubios bajaron del auto con una sonrisa y una energía contagiosa. Bill llevaba en las manos dos botellas de aspecto sospechoso, mientras Vanessa sostenía su inseparable bolso. Dipper, en cambio, apenas lograba disimular su incomodidad, sintiéndose más fuera de lugar a cada paso que daba.
Resultó ser uno de esos karaokes privados, donde cada grupo tenía su propia cabina, depués de todo querían poder usar la maquina de karaoke cuantas veces quisieran y, en la logica del rubio, un lugar privado le daría más confianza a Dipper de cantar con ellos. Como de costumbre, Bill fue quien pagó, no sin antes saludar con entusiasmo al chico de la recepción, quien claramente lo reconocía.
—Es un amigo —contestó a la mirada interrogativa de Vanessa—, mis padres tienen muchos socios así que a veces tengo descuentos en ciertos lugares, y bueno a él lo conocí en un evento, pero hizo enojar a su padre y ahora tiene que trabajar para él o algo así. Lo que es triste, antes Xólotl, él y yo solíamos dar fiestas muy buenas.
—Genial —dijo la rubia—. Yo también quiero descuentos.
—Todos los quieren, cielo, pero no todos pueden —respondió Bill, dándole un guiño burlón ante su expresión de fastidio, y luego volvió a enfocarse en el grupo. Les mostró las dos botellas que había traído consigo: una de alcohol y la otra del refresco favorito del castaño.
—Eres un idiota, Bill —dijo Vanessa, negando con la cabeza mientras reía.
—Es para hacer las cosas más interesantes —respondió el rubio, con una sonrisa traviesa—. Y si tenemos suerte, y Pino se apiada de nosotros, pueda soltarse un poco y se divierta con nosotros.
Dipper, cruzado de brazos, los observaba con una mezcla de cautela y nerviosismo. Intentaba mantener una fachada impenetrable, pero no podía negar que la tensión se estaba acumulando dentro de él. Sabía que esta noche no iba a ser simplemente sentarse en un rincón y observar en silencio como en otras ocasiones. La presencia de Bill y Vanessa garantizaba que algo iba a salirse de control, y, aunque la idea de probar alcohol con ellos no le desagradaba del todo, lo que realmente le preocupaba era perder el control sobre sí mismo frente al rubio. ¿Qué haría o diría su cuerpo bajo los efectos del alcohol? Esa incertidumbre lo aterraba más que cualquier otra cosa.
—Yo no voy a beber esa cosa —habló Dipper con severidad.
[...]
El castaño estaba tosiendo violentamente, mientras el ardor en su garganta seguía persistiendo. El shot había sido peor de lo que esperaba, y el escozor aún le quemaba como si hubiese tragado fuego líquido.
—Honestamente, no pensé que aguantaría el trago de 8 segundos —murmuró Vanessa con una risa contenida, observando cómo Dipper trataba de recuperar el aliento—. Eso no lo agunto ni yo.
—Un castigo es un castigo —dijo Bill con un tono despreocupado, aunque había algo en su mirada que sugería un algo de admiración.
—Pensé que su resistencia a tomar alcohol sería más grande que su vergüenza a cantar —bromeó la rubia—, pero parece que me equivoqué.
El castaño seguía tosiendo ligeramente, intentando despejar su garganta, mientras sentía el calor del alcohol extendiéndose por su cuerpo. Su incomodidad se reflejaba claramente en su expresión, y aunque trataba de no mostrarlo, las bromas de sus amigos no le hacían ninguna gracia en ese momento.
—¿Podrían dejar de hablar como si no estuviera aquí? —Dipper dijo con la voz ronca, sintiendo aún la irritación en su garganta—. Ya les dije que no me gusta cantar.
—¿No te gusta lo bonito que cantas, Pino? —preguntó Bill en un tono descaradamente coqueto, inclinándose un poco hacia él, con esa sonrisa que siempre lograba hacerlo sentir nervioso—. Porque a mí me encantaría oírte de nuevo.
El mencionado sintió el calor subir de inmediato a sus mejillas. No era que no le gustara cantar, pero la sola idea de hacerlo frente al rubio lo aterraba. No porque temiera lo que Bill pudiera pensar, sino porque tenía miedo de mostrar más de lo que quería ahora que tenía el alcohol en su sistema, tenía miedo de dejar escapar esa vulnerabilidad que tanto se esforzaba por esconder. Cantar delante de el rubio no era sólo cantar; era exponerse de una forma que no sabía si estaba preparado para enfrentar.
—Muy chistoso —respondió, sin creerse las palabras de Bill ni por un segundo, rodando los ojos en un intento de desviar la tensión que sentía dentro de él, aunque sabía que el rubio no se tragaba su indiferencia.
El más alto soltó una pequeña risa, sus ojos ambarinos brillando con esa mezcla de diversión y picardía que Dipper siempre encontraba desarmante. Era como si supiera exactamente lo que estaba pensando y lo disfrutara.
—Bueno —continuó el rubio con una media sonrisa—, al menos al cumplir el castigo te escapaste de cantar por un rato, pero eventualmente vas a tener que hacerlo, mi pequeño Pino. Vanessa ya lleva como tres canciones seguidas y, francamente, ya no quiero escucharla.
—¡Oye! —protestó la mencionada desde el otro lado de la sala, pero Bill la ignoró, enfocando toda su atención en Dipper—. ¡Pasa tú entonces, señorito "canto como Adam Levine"!
—Eso planeaba hacer —el mencionado respondió, lejos de avergonzarse, le devolvió una sonrisa de autosuficiencia—. Ya te habías apoderado del escenario demasiado tiempo.
Dipper, todavía sintiendo el calor del alcohol recorrer su cuerpo, observaba la escena con una mezcla de resignación y temor. Sabía que la noche apenas comenzaba, y con el rubio en el escenario, todo podía salirse de control en cualquier momento. Si algo había aprendido en el tiempo que llevaba junto a él, era que Bill Cipher no perdía una oportunidad para hacer las cosas más caóticas... o incómodas.
—Tú cantaste las primeras cinco canciones —le recordó el castaño, su voz un poco más baja de lo habitual, como si ya estuviera anticipando lo que vendría.
—Es que me emocioné —respondió el de ojos ambarinos, encogiéndose de hombros con una sonrisa divertida—. Como sea, ya tengo muy claro qué canción quiero cantar ahora. Gracias, Vanessa.
—¿Yo por qué? —preguntó la rubia, acomodándose en la silla con curiosidad, mientras comenzaba a devorar los nachos que por fin les habían traído.
—Ya lo verás... —dijo Bill con ese tono dramático que le encantaba usar cuando tramaba algo.
Dipper lo observaba mientras el rubio se dirigía al pequeño escenario con pasos confiados, como si ya tuviera todo planeado. La rubia se limitó a masticar en silencio, pero de vez en cuando lanzaba miradas de complicidad hacia el castaño, quien, en su intento por parecer desinteresado, se cruzaba de brazos. Sin embargo, en su interior no dejaba de reprocharse por haber cedido al reto de beber aquella noche. A pesar de todo, siempre terminaba cayendo en las provocaciones de Bill.
—No puedo creer que te haya convencido —comentó Vanessa de repente, interrumpiendo sus pensamientos—. ¿Qué fue exactamente lo que te dijo?
—¿Qué cosa? —preguntó Dipper, desconcertado, apartando la mirada del rubio.
—Bill, ¿cómo te convenció de beber? Tú, señor "soy demasiado puro" —respondió la rubia, riendo.
El castaño suspiró, su rostro aún caliente por el alcohol, y masculló:
—"Es demasiado fuerte para un chico como tú" —repitió con una mueca, recordando el tono burlón del chico.
Vanessa soltó una carcajada.
—Y luego me dijo que si no subía a cantar tendría un castigo... así que era eso o beber un poco —añadió el castaño, encogiéndose de hombros—. Así que, en resumen, eso fue lo que paso.
—¿Y le creíste? —preguntó la rubia, confundida pero con una sonrisa divertida, mientras le daba otro bocado a sus nachos. El chico se sonrojó de inmediato.
La verdad era que Dipper simplemente no podía resistirse cuando Bill lo retaba de esa manera. Ya había hecho cosas peores solo porque el rubio era quien las provocaba. Besarlo, por ejemplo. Pero esa debilidad por él era algo que jamás confesaría en voz alta, incluso si todos sabían a la perfección lo mucho que Bill lo tenía a su merced cuando lo retaba.
—Puede ser... —admitió avergonzado.
—De lo que una se pierde por emocionarse cantando —respondió metiéndose un nacho a la boca.
Mientras tanto, el rubio ya había estado jugando con la máquina de canciones, buscando algo que sabía que dejaría huella en el castaño. Cuando finalmente la encontró, se dirigió al centro del escenario con la confianza de alguien que sabía que tenía todo bajo control. Tomando el micrófono en su mano, sonrió de manera pícaramente seductora, lanzándole una mirada directa a Dipper.
El corazón del castaño dio un vuelco al verlo así, con esa sonrisa que siempre lograba desarmarlo, esa que aparecía justo antes de que Bill cometiera alguna travesura.
—Esta va para ti, mi amor —declaró el más alto, guiñándole un ojo sin verguenza alguna.
Dipper sintió cómo el calor subía a su rostro nuevamente, pero esta vez no fue por el alcohol. Se sonrojó de inmediato, aunque trató de disimularlo rodando los ojos. Sin embargo, sabía que no podía engañar a Bill, que sin duda se deleitaba con su reacción.
El rubio empezó su canción, y el de ojos marrones solo pudo prepararse para lo que estaba por venir, sabiendo que cualquier cosa que el chico cantara iba a ser una declaración... una provocación. Y que esa noche, como siempre, terminaría enfrentando sentimientos que aún no estaba seguro de querer admitir.
—Baby I'm preying on you tonight / Cariño, te voy a acechar está noche. Hunt you down, eat you alive / cazarte, comerte vivo —empezó con una sonrisa pícara—. Just like animals, animals. Like animals-mals. / Como los animales, como animales.
Vanessa soltó una pequeña risa, disfrutando del espectáculo, mientras que Dipper simplemente rodó los ojos, sintiéndose atrapado en una mezcla de aburrimiento y nerviosismo. Ya sabía que la tranquilidad de Bill no duraría, y ahora esa calma se transformaba en el caos que lo caracterizaba.
—Maybe you think that you can hide / Tal vez pienses que te puedes esconder. I can smell your scent for miles / Puedo sentir tu esencia a millas —cantó, y aunque el castaño quería mantenerse indiferente, no pudo evitar reconocer que, cuando se lo proponía, el rubio realmente cantaba bastante bien—. Just like animals, animals. / Como los animales, animales.
Con cada línea, el chico comenzó a moverse con una confianza desbordante, bailando sin una pisca de pudor y lanzándole miradas coquetas a Dipper, quien, por su parte, solo podía contener un suspiro de frustración y diversión.
—So what you trying to do to me / Así que, ¿qué estás intentando hacer conmigo?, It's like we can't stop, we're enemies / Es como si no pudiéramos parar, somos enemigos —le guiñó un ojo al castaño, provocando que el rostro de Dipper ardiera más que antes—, But we get along when I'm inside you, eh / Pero nos llevamos bien cuando estoy dentro de ti.
El rubor del castaño se intensificó con esa última línea.
—Dipper, no sabía que tú y Bill ya habían llegado hasta esa base —bromeó Vanessa, tomando un sorbo de su jugo con una sonrisa burlona.
—Muy graciosa —respondió el castaño, cruzando los brazos mientras intentaba ocultar su creciente sonrojo.
El rubio, en su energía desbordante, le guiñó un ojo de nuevo, y Dipper sintió que su corazón latía más rápido. Desvió la mirada, avergonzado, pero no pudo evitar preguntarse por qué seguía mirándolo, cuando sabía que solo recibiría otra broma.
—... you can pretend it's meant to be / Puedes pretender que estaba destinado. But you can't stay away from me / Pero no puedes mantenerte alejado de mí. —Bill cantaba con todo su ser, disfrutando cada palabra, sin importar lo que pensaran los demás—. I can still hear you making that sound / Todavía puedo escucharte hacer ese sonido
En un momento de locura, el rubio lanzó un rápido beso en dirección a Dipper, quien, una vez más, desvió la mirada, intentando no sucumbir a la combinación de confusión y vergüenza que lo invadía.
El castaño ya no sabía a dónde mirar ni qué hacer para evitar la intensa mirada de ambos chicos. Se sentía atrapado entre la incomodidad y el deseo de dejarse llevar. Intentaba contener su rubor mientras trataba de no perderse en la actuación desenfrenada de Bill.
El rubio, ajeno a los conflictos internos de Dipper, continuaba bailando y cantando, dejándose llevar por la música.
A Bill realmente le encantaban los karaokes; eran su momento para brillar, para mostrar un lado que todo el mundo debía apreciar de él. Y esa noche, más que nunca, parecía decidido a hacer que Dipper se uniera a la diversión, aunque tuviera que insistirle un poco.
—I love you lies, I'll eat 'em up / Amo tus mentiras, me las tragaré todas. But don't deny the animal that comes alive when I'm inside you / Pero no niegues al animal que viene a la vida cuando estoy dentro de ti —Bill continuaba cantando con energía, riendo y disfrutando de la atención mientras la rubia lo animaba desde el escenario.
El castaño, por su parte, solo podía negar con la cabeza, sintiéndose entre la diversión y la incomodidad.
—Don't tell no lie, lie lie lie. You can't deny, ny ny ny. / No digas mentiras, no puedes negar —la sonrisa de Bill se ensanchó aún más. La atmósfera se volvía eléctrica—. The beast inside, side side side / La bestia que vive dentro de ti. Yeah yeah yeah
Y de repente, en un arranque de locura, el rubio soltó un aullido que resonó por toda la cabina, imitando la canción original. Dipper, sorprendido, soltó una risa genuina, la primera de la noche, y eso le dio al rubio un impulso de satisfacción.
Con un par de líneas más, el más alto terminó su número con un gesto dramático, recibiendo aplausos imaginarios de sus amigos.
—¿Qué te parece si hacemos realidad la letra, Pino? —le guiñó un ojo al castaño mientras se sentaba de nuevo, observando a Vanessa tomar el micrófono inalámbrico.
—Nunca —respondió Dipper, una risa se escapó de los labios del rubio, incapaz de resistir la diversión de la situación.
—Yo no estaría tan seguro —replicó Bill, su mirada traviesa intensificándose—. ¿No escuchaste la letra de mi canción? No puedes negar a la bestia que vive dentro de ti, Pinito. Un día saldrá por mí.
—Ni en tus mejores sueños, ni en mis peores pesadillas —contestó Dipper, tratando con todas sus fuerzas no ceder ante las provocaciones del chico.
El rubio soltó una pequeña risa, disfrutando del intercambio, cuando de repente notó a Vanessa en el pequeño escenario.
—Oh no, aquí vamos de nuevo.
—¡Mi turno otra vez! Así que siéntense y disfruten de mi melodiosa voz! —bromeó la rubia mientras la música comenzaba a sonar.
—¿Deberíamos jugar algo mientras canta, Pino? Ya viste que se emociona y se adueña del micrófono —dijo Bill, acomodándose a un lado del castaño.
—Stand there like a ghost / Parado ahí como un fantasma. Shaking from the rain, rain / Temblando por la lluvia —comenzó la rubia.
—Si quieres —respondió Dipper, intentando parecer desinteresado, aunque en el fondo sabía que no podía evitar disfrutar del espectáculo.
—Si te estoy preguntando es porque quiero, duh, Pino —Bill le sonrió con picardía, y el castaño, al voltear a mirarlo, puso los ojos en blanco, aunque una media sonrisa traicionera se dibujó en su rostro.
En ese momento, entre risas y melodías, Dipper se dio cuenta de que, a pesar de su nerviosismo, siempre disfrutaba de los juegos del rubio más de lo que jamás habría imaginado en un inicio.
—Say it's been a long six months / Dice que han sido unos largos seis meses. And you were to afraid to tell her what you want / Y estabas tan asustado como para decirle lo que quieres —cantaba con entusiasmo Vanessa, al parecer realmente le gustaba esa canción.
Bill rió, disfrutando del espectáculo de la rubia cantando deliberadamente mal. Sin pensarlo dos veces, tomó un sorbo de su bebida alcoholizada.
—Entonces, ¿qué te parece si jugamos verdad o shot? —le preguntó con una sonrisa pícara. Dipper lo miró, levantando una ceja en señal de incredulidad.
—¿En serio crees que haré eso? —cuestionó, frunciendo el ceño.
—Vamos Dipper, será divertido, además no tomarás tanto si contestas a las preguntas.
El castaño se sintió extraño al escuchar su nombre salir de los labios de Bill, una sensación de debilidad lo invadió ante la sugerencia.
—Estaré jugando contigo, obviamente no querré contestar a más de la mitad de las preguntas.
El más alto se encogió de hombros, como si eso no le importara en lo más mínimo.
—Valía la pena intentarlo, pero sabía que alguien tan nerd como tú no participaría en esto —dijo con una confianza desafiante. Dipper sabía que el rubio había dado en el clavo; su orgullo era un rasgo que siempre lo llevaba a aceptar desafíos, y Bill lo conocía bien.
—Está bien, tú ganas. Lanza la primera pregunta —respondió el castaño, con el ceño fruncido y una sensación de inevitabilidad, como si ya estuviera atrapado en un juego del que sabía que no podría salir tan fácilmente.
No quería ser tan manipulable y débil ante el rubio, pero era un hecho: su racionalidad se desvanecía cuando se trataba de Bill. Algo en esa sonrisa amplia y segura del rubio lo hacía perder el control.
El castaño sintió un nudo formarse en su estómago al pensar en eso. No era sólo la presión de la música o el alcohol en sus venas, sino el hecho de que sabía que Bill no iba a dejarlo escapar. El rubio siempre encontraba la manera de empujarlo más allá de sus límites, y eso lo aterraba. Pero, al mismo tiempo, esa persistencia era una de las cosas que le gustaban de Bill, incluso si no lo admitía ni para él mismo.
La risa y la música de fondo parecían desvanecerse, dejando solo el ligero zumbido de su corazón mientras se preparaba para el inevitable intercambio. El rubio, con sus ojos ámbar brillando de emoción, parecía disfrutar cada momento, y Dipper no pudo evitar sentir que, en el fondo, esto era exactamente lo que había estado buscando, a pesar de la incomodidad que le provocaba.
—And then you say, I want you for worse or for better / Y ahí dices, te quiero para mal o para bien —la rubia seguía cantando—. I would wait for ever and ever / Te esperaría por siempre y para siempre. Broke your heart, I'll put it back together / Rompí tu corazón, pero lo armaré de nuevo. That's how it works, that's how you get the girl / Así es como funciona, así es como consigues a la chica.
—Veremos que tan resistente eres al alcohol, Piney —canturreó con una sonrisa mientras el castaño rodaba los ojos.
—O que tan bueno soy dando respuestas sin responderte lo que quieres —le sonrió el castaño.
Bill, satisfecho con la dinámica, colocó cuatro vasos en la mesa, llenándolos con el alcohol que había traído. Dos de ellos estaban a un cuarto de su capacidad, pero eran alcohol en su totalidad, mientras que los otros dos tenían una porción más balanceada, mezclados con refresco, especialmente el de Dipper, que había sido cuidadosamente rebajado con su bebida favorita.
—¿Qué acabas de hacer? ¿Por qué son cuatro vasos? —preguntó el castaño, confundido.
—Pino, duh. Los que solo tienen alcohol son los vasos de castigo. Y estos —Bill señaló los vasos mezclados—. son solo para pasar el rato, en caso de que decidas contestar todas las preguntas y quieras beber un poco conmigo.
—Oh, ya veo... —respondió Dipper, intentando asimilar la idea.
—A menos que prefieras refresco solo —sugirió Bill con una sonrisa amable.
—No, está bien, yo puedo tomar de este —dijo el castaño con tranquilidad, tomando un pequeño sorbo del vaso mezclado. El sabor le pareció algo amargo, pero era mucho más tolerable que el trago directo que había tomado antes.
Y el hecho de que se tratará de su bebida favorita lo hacía mas agradable, especialmente el hecho de que Bill supiera a la perfección cual era.
—Entonces empecemos con las preguntas —dijo el rubio, la emoción brillando en sus ojos.
—De acuerdo —respondió el otro, con firmeza—, tú empiezas. Te aseguro que no beberé del otro vaso; puedo contestar cualquier pregunta que me hagas.
El más alto se tomo esa pregunta como reto, debido a que no tuvo pudor alguno en preguntar lo siguiente:
—¿Te parece que beso bien? —preguntó el rubio.
Dipper, sorprendido y sin tiempo para pensar, bebió de golpe el contenido del vaso de castigo. El sabor amargo inundó su garganta, quemándola un poco. Cerró los ojos con fuerza, intentando no toser; detestaba cómo se sentía. Con el refresco era soportable, pero esto... esto era el infierno.
El de ojos ambarinos comenzó a reír por lo bajo, disfrutando del efecto que su pregunta había tenido en el castaño. La mezcla de nervios y alcohol lo dejó aturdido, pero, al mismo tiempo, una chispa de adrenalina corrió por su cuerpo.
—1-0, Pionbo —el rubio le sonrió mientras rellanaba el vaso de castigo—, te toca preguntar a ti.
—And that's how it works. That's how you got the girl / Así es como funciona, así es como conseguiste a la chica —Vanessa terminó la canción con un tono alegre, mirándolos con expectación—. Les toca, niños. ¿Quién de ustedes sigue?
—¿Quieres cantar una canción conmigo? —preguntó Dipper de repente, usando su pregunta, su voz estaba cargada de un nerviosismo disfrazado de despreocupación. Sabía que tenía que desviar la atención de Bill, que lo miraba con una intensidad incómoda después de la pregunta tan directa que le había lanzado.
La verdad era que el castaño sentía el peso de la pregunta del chico, como si fuera una trampa que lo obligaría a exponerse más de lo que estaba listo. Pero también sabía que no podía seguir evadiendo las preguntas del rubio para siempre, que tarde o temprano tendría que dar una respuesta. Cantando, al menos, podría ganar algo de tiempo y distraer tanto a Bill como a sí mismo del verdadero asunto en cuestión.
Además, había una canción que no podía quitarse de la cabeza cada vez que pensaba en el rubio, y tal vez cantarla juntos sería una forma menos directa de mostrarle lo que sentía, sin tener que decirlo con palabras.
—Creo que el alcohol te está empezando a afectar, aunque es un poco pronto para eso —respondió Bill con una sonrisa burlona, inclinándose un poco hacia él—. Supongo que eres menos resistente de lo que creí.
—Muy gracioso, Bill —replicó Dipper, entrecerrando los ojos, aunque sin poder evitar sonreír—. No es el alcohol, simplemente no quiero subir solo... y, para ser sincero, no quiero tener que beber de nuevo el alcohol puro. Quema demasiado.
En parte, lo que decía era cierto. Había bebido más de lo que había pensado y sentía que, si seguía por ese camino, acabaría humillándose mucho antes de poder responder a Bill con claridad. Pero lo que más lo impulsaba a cambiar de opinión tan rápido era que sabía que, si subían juntos, sería más divertido y con menos presión a diferencia si cantaba solo.
Y otra parte completamente reprimida de él, pensaba que podría compartir ese momento especial con Bill, sin la presión abrumadora en el aire. Cantando, se permitía estar cerca de él, sentir su presencia de una manera más ligera, sin la vulnerabilidad de una respuesta directa que aún no estaba listo para dar. Además, si había una oportunidad de acercarse al rubio de una forma menos forzada y más divertida, ¿por qué no aprovecharla? Después de todo estaba intentando ser su amigo.
—Se supone que ese es el punto del alcohol.
—¿Vas a cantar conmigo o no? —preguntó el castaño, cruzando los brazos.
—Claro que sí, Pino —respondió Bill, levantándose con una amplia sonrisa, sus ojos brillando de emoción.
Ambos caminaron hacia el escenario, y Vanessa los miró con sorpresa y orgullo. Ver a esos dos finalmente acercándose era un motivo de celebración, y nada podría hacerla más feliz... bueno, tal vez unos taquitos, pero ese no era el punto, el punto era que el "Happy End" estaba funcionando. Dipper sintió una mezcla de nervios y emoción mientras se preparaban para cantar, preguntándose si esta decisión lo llevaría a un lugar más allá de la vergüenza y la risa compartida. La música comenzó a sonar y, por un momento, todo lo que importaba era el ritmo y la conexión que compartían en ese instante.
El castaño estaba algo nervioso, un hormigueo inquieto en su estómago. Sin embargo, la mirada de Bill, llena de calidez y una sonrisa tan sincera, lo envolvía en una sensación de seguridad. Era como si el mundo se redujera a ese instante, y Dipper se sentía cada vez más dispuesto a dejarse llevar, siempre y cuando esa sonrisa lo acompañara.
Tal vez el alcohol sí empezaba a actuar en su cuerpo, creando un ligero calor que se extendía desde su pecho hasta sus mejillas, haciéndolo sentir un poco más audaz. Se preguntó si esa chispa en su interior era solo el efecto del trago o si era la emoción de estar ahí, en ese momento, junto a Bill.
Tal vez...
El castaño se detuvo en ese momento, deteniéndose a si mismo de indagar más en el tema.
Bill y él se posicionaron en el escenario, cada uno sosteniendo uno de los micrófonos que estaban disponibles.
—Bueno, ahora debemos escoger la canción. Cuando termine, tienes que apretar este botón, o la siguiente se reproduce automáticamente —le explicó el rubio con una sonrisa confiada.
—¿Cómo escoge la siguiente? —preguntó Dipper, curioso.
—Depende de si la buscaste por álbum, artista o año —respondió Bill, mostrando su conocimiento con una expresión satisfecha.
—Oh.
—Entonces, ¿cuál quieres cantar? —inquirió el rubio, animado.
—¿Hay de películas? —Dipper cuestionó, pensando en la escena de una película que había visto con Bill en la mente, en realidad, era una de las primeras que habían visto juntos.
Y aunque nunca le diría a nadie, ese era uno de esos momentos que había compartido con el chico que atesoraba muy dentro de su ser, despues de todo fue una de las primeras veces en las que se divirtió en una de sus citas con Bill.
—Claro, ¿qué tienes en mente? —el rubio arqueó una ceja, intrigado.
—Porque creo que conozco la canción perfecta —el más bajo sonrió ampliamente, acercándose para susurrarle algo al oído.
—Me encanta esa idea, Pionbo —respondió Bill, y el castaño soltó una pequeña risa al escuchar de nuevo ese tonto apodo. El rubio comenzó a buscar la canción mientras Dipper se permitía disfrutar de ese momento. Cuando finalmente la encontró, el chico se giró hacia el más bajo con una chispa en sus ojos—. ¿Quién empieza? O sea, ¿quién será quién?
—Puedes empezar si quieres —respondió Dipper, encogiéndose de hombros, sintiendo que, en el fondo, estaba emocionado por lo que iba a hacer.
—¿Seguro? —Bill le preguntó, asegurandose de que estuviera cómodo con esa idea.
—Sí, de verdad, igual me gusta más lo que dice la segunda parte —el castaño respondió con una sonrisa traviesa, sintiéndose más confiado.
—Está bien, Pino, entonces le pondré play. ¿Listo? —cuestionó el rubio y el otro asintió enérgicamente, una mezcla de nervios y emoción iluminando su rostro.
La musica empezó a reproducirse, y con ella las primeras notas, Dipper estuvo seguro de que estaba haciendo lo correcto. Podría pasar un rato divertido con ambos y acercarse cada vez más a los rubios. Después de todo ese era el plan, acercarse a ellos.
Y nada malo podría pasar si se se dejaba llevar un rato, si se divertía un rato siempre y cuando se controlará lo suficiente para no humillarse.
—The sun is nearly gone / El sol casi se ha ido. The lights are turning on / Las luces están encendiéndose. A silver shine that stretches to the sea / Un brillo plateado que se extiende hacia el mar —cantó Bill con una voz que resonaba en el ambiente.
El rubio cerró los ojos momentáneamente, como si se sumergiera en el personaje, haciendo gestos que acompañaban la letra con una energía contagiosa. Dipper no pudo evitar sonreír al verlo.
—We've stumbled on a view. That's tailor-made for two / Nos encontramos con una vista, hecha a la medida para dos. What a shame those two are you and me / Que lastima que esos dos seamos tú y yo. —Bill se acercó al castaño, su mirada fija en él, como si cada palabra estuviera destinada a unicamente para él—. Some other guy and guy / Otro chico y chico —el rubio hizo una mueca cómica al cambiar la letra, provocando que Dipper riera aún más.
—Wooo, ¡viva la diversidad! —gritó Vanessa desde la mesa, apoyando el ambiente festivo.
—Would love this swirling sky / Amarían este cielo arremolinándose. But there's only you and I / Pero sólo estamos tú y yo. And we've got no shot / Y no tenemos oportunidad. This could never be, you're not the type for me / Esto jamás podría ser, no eres mi tipo.
Dipper sonrió divertido, su parte iba a empezar. Estaba más que emocionado de cantar esa canción con el rubio, incluso si no lo decía en voz alta, su cuerpo parecía dejarlo más que en claro para los presentes en la habitación.
—Really? / ¿En serio? —preguntó el chico divertido, pero Bill siguió en su papel mientras el castaño empezaba a entrar al suyo.
—And not a spark in sight / Y no hay ninguna chispa a la vista —respondió el rubio, haciendo gestos dramáticos entre ellos—, what a waste of lovely night / que manera de desperdiciar una hermosa noche.
Dipper tomó aire, sintiéndose cada vez más en su elemento.
—You say there's nothing here? / ¿Dices que no hay nada aquí? —comenzó, casi adoptando la postura y actitud de la chica de la película, mientras sus movimientos se volvían más fluidos—. Well, let's make something clear / Bueno, vamos a aclarar una cosa. I think I'll be the one to make that call / Creo que seré yo quien haga esa llamada.
—But you'll call? / ¿Pero llamarías? —preguntó Bill con un tono burlón, provocando otra sonrisa en Dipper.
—And though you looked so cute. In your polyester suit / Y aunque te ves muy lindo, en tu traje de poliéster —señaló al rubio de manera exagerada, completamente metido en su papel.
—It's wool / Es de lana —corrigió Bill, su sonrisa llena de complicidad.
Ambos se miraron con diversión, la música, las risas y las miradas cómplices creando una conexión que parecía fluir con la melodía.
—You're right, I'd never fall for you at all / Tienes razón, jamás me enamoraría de ti —cantó el castaño, finalmente dejándose llevar por el momento. Sabía lo mucho que solía avergonzarse cantando, pero esta vez, con la risa de Bill llenando el aire, ya no le importaba—. And maybe this appeals / Y tal vez esto le parezca lindo. To someone not in... a karaoke / a alguien que no esté en... un karaoke.
Ambos estallaron en carcajadas. La manera en que Dipper había cambiado la letra, jugando con la situación, lo hacía todo mucho más divertido. Vanessa también soltó una risa desde la mesa, levantando su vaso en señal de aprobación.
—Or to any guy who feels, there's some chance for romance / O cualquier chico que sienta, que hay alguna posibilidad de un romance —el castaño continuó, su voz llenándose de confianza. Podía sentir el calor de la diversión esparciéndose por su cuerpo. Esta vez no era solo el alcohol, era la compañía, la complicidad que compartían—. But, I'm frankly feeling nothing / Pero, francamente, no siento nada.
Dipper se alejó juguetonamente, lanzándole una mirada provocadora a Bill, como si el juego entre ellos estuviera apenas comenzando.
—Is that so? / ¿en serio? —preguntó el más alto, entre risas, su tono retador y coqueto.
—Or it could be less than nothing / O podría ser menos que nada —se burló el castaño, dando un paso hacia adelante, acercándose nuevamente al rubio con una sonrisa traviesa en el rostro.
—Good to know / Es bueno saberlo —cantó Bill, disfrutando del momento más de lo que habría imaginado. No había manera de disimular lo mucho que se estaba divirtiendo junto al chico—. So, you agree? / ¿Así que estás de acuerdo?
—That's right / Así es —afirmó Dipper con una sonrisa, sus ojos brillando de emoción.
—What a waste of a lovely night / que manera de desperdiciar una hermosa noche —cantaron al unísono, sus voces resonando en perfecta sincronía antes de que la música instrumental llenara el espacio.
Sin perder tiempo, Bill empezó a bailar con pasos exagerados de tap, pretendiendo ser todo un bailarín profesional, mientras se acercaba juguetonamente al castaño. Sus gestos eran graciosos y desafiantes, una mezcla entre torpeza y carisma que resultaba irresistiblemente divertida.
Dipper, sin saber exactamente cómo reaccionar, sintió una chispa dentro de él que lo empujaba a seguirle el juego. ¿Debería hacerlo? Algo en su mente le decía que debía detenerse, que esa era una línea que quizás no debía cruzar, pero su cuerpo no le hizo caso. En ese momento, la vergüenza desapareció y se encontró riendo a carcajadas mientras intentaba imitar los torpes movimientos del rubio. Sin pensarlo dos veces, empezó a bailar con él, dejándose llevar por el ritmo y la energía del momento.
La pista de baile improvisada se había transformado en su propio mundo, un escenario íntimo en el que, por unos momentos, solo existían ellos dos. Las luces tenues de la habitación resaltaban el brillo en los ojos de Bill, que lo seguían con una chispa juguetona y cálida. Dipper, incapaz de resistirse, le correspondía, atrapado en el sutil coqueteo disfrazado de risas y gestos.
Cada movimiento del rubio, por más absurdo que pareciera, llevaba consigo un significado oculto, como si estuviera jugando con las emociones del más bajo, provocándolo sin palabras, invitándolo a entrar en ese lenguaje entre líneas que él aún no comprendía del todo, pero que lo hacía sentir vivo. Había algo en la forma en que Bill se movía, la forma en que lo miraba, que despertaba en Dipper una mezcla de nerviosismo y emoción. A pesar de no entenderlo del todo, lo aceptaba y, sobre todo, lo disfrutaba.
La vergüenza, que usualmente lo detenía, se había evaporado, reemplazada por una conexión palpable, una energía que fluía entre ellos sin necesidad de hablar. No era solo la canción o el baile; era la química que vibraba en el aire, cargada de significados no dichos, de algo que ambos sabían, pero que se negaban a aceptar.
Dipper, a pesar de la torpeza de sus movimientos, sentía una libertad que rara vez experimentaba, especialmente bajo la mirada de Bill. El rubio lo seguía con fascinación, sus ojos ambarinos fijos en él, como si observara algo que le encantaba, algo que lo mantenía cautivo.
El castaño no podía evitar reír, sus carcajadas fluyendo junto con el ritmo de la música. Era una risa sincera, una mezcla de diversión y algo más profundo. Bill también reía, sus gestos exagerados pero con una clara intención. Había algo sutil en el ambiente, algo entre las risas y los roces accidentales, como si el coqueteo hubiera tomado un tono más evidente, más tangible, pero aún envuelto en la seguridad de las bromas y los juegos.
Estuvieron así durante toda la parte instrumental, sus miradas comunicándose más que sus palabras, como si el tiempo se hubiera ralentizado solo para ellos. Dipper, con el corazón acelerado, no podía dejar de pensar en cómo había terminado bailando así, riendo y coqueteando con Bill Cipher, el chico que tanto lo abrumaba.
Finalmente, la canción llegó a su fin, y el sonido de la música se desvaneció lentamente, dejando en su lugar el eco de sus risas. Pero ninguno se movio. Ambos permanecieron quietos, de pie en medio de la pista de baile, mirándose fijamente, perdidos en los ojos del otro.
Los segundos se hicieron eternos. Ninguno de los dos sabía qué debía decir, ni siquiera si debían decir algo. La sonrisa en el rostro del rubio se suavizó, pero sus ojos seguían brillando con esa chispa juguetona, mientras que Dipper, aún respirando agitado por el baile, sintió que su corazón latía con más fuerza de lo que debería.
Una parte de él quiso dar un paso más cerca, como si la distancia entre ellos fuera solo un obstáculo menor que podía superarse fácilmente. Pero justo cuando su cuerpo empezaba a moverse, la voz de Vanessa irrumpió en la escena, trayéndolo de vuelta a la realidad.
—¡Eso estuvo genial, chicos, de verdad! —exclamó la rubia con una sonrisa, rompiendo el hechizo que los mantenía atrapados el uno en el otro. Dipper y Bill se separaron lentamente, como si despertaran de un trance, con la misma sensación de que algo importante acababa de quedar en suspenso.
—Gracias —murmuró Dipper, aclarando su garganta, buscando recomponerse mientras sus manos se tensaban ligeramente a los costados.
Vanessa los miraba con esa mezcla de orgullo y picardía que solo ella sabía poner en sus ojos, divertida por la dinámica entre ambos chicos.
—Ahora es mi turno de enseñarles cómo se hace un número de verdad, con coreografía y todo —bromeó, claramente disfrutando del momento.
—Deléitanos, joven dama —respondió Bill, con un tono exageradamente elegante mientras hacía una inclinación teatral—, solo, por favor, no te adueñes del escenario... de nuevo.
—¿No ya le dijiste eso antes? —preguntó Dipper, mirando al rubio con una pequeña sonrisa.
—Sí, pero en serio no quiero escuchar más de tres canciones seguidas de ella, y menos cuando canta mal a propósito.
—¡Oye! —protestó Vanessa, lanzándoles una mirada acusadora.
—Sube, pero recuerda... —Bill se llevó una mano al pecho en un gesto dramático—, yo pagué por este lugar, así que no te lo apropies como si fuera tuyo.
—No prometo nada —replicó la rubia con una sonrisa traviesa mientras se dirigía al escenario—. Ah, y por cierto, no se coman mis nachos.
Ambos chicos compartieron una sonrisa tímida antes de regresar a sus asientos. El momento de conexión que habían compartido minutos antes seguía suspendido en el aire, no del todo olvidado, pero al menos ahora podían distraerse viendo lo que Vanessa haría. Dipper tomó un sorbo más de su bebida, tratando de calmar los nervios que todavía lo mantenían un poco acelerado. Bill, por su parte, mantenía esa expresión relajada, aunque sus ojos seguían lanzándole miradas que parecían querer decir mucho más de lo que sus palabras alguna vez dirían.
Sin poder contenerse, Bill se llevó otro shot a la boca, como si el alcohol pudiera calmar el torbellino de nerviosismo que le provocaba cada vez que veía a Dipper sonreírle. El castaño le dedicó una mirada cálida, una de esas que lograban que el aire abandonara por completo sus pulmones, dejándolo sin palabras por un instante.
Vanessa buscó entre los artistas a cierta cantante que le gustaba y con la canción perfecta en mente, le puso play a la lista de reproducción de la otra rubia.
—I think I did it again / Creo que lo hice de nuevo. I made you believe we're more than just friends / Te hice creer, que somos más que amigos. Oh baby —cantó Vanessa, lanzándose de lleno en su interpretación.
Bill, con una sonrisa maliciosa, se inclinó hacia Dipper y le susurró:
—Pino, un shot cada vez que Vanessa desafine.
El mencionado rodó los ojos, pero no pudo evitar ocultar una pequeña sonrisa ante la ocurrencia del chico, especialmente cuando el rubio se llevo la botella a la boca para tomar un trago puro de alcohol.
—¡Cállate Bill! —gritó Vanessa entre risas, aunque sin perder el ritmo. A ella le encantaba la canción y el desafío, y estaba decidida a hacerlo lo mejor posible—. 'Cause to lose all my senses, that it's just so typically me / Porque perder todos mis sentidos, eso es tan típico de mí.
El aludido, con su energía burlona a tope, le tendió la botella a Dipper, quien, después de dudar un segundo, decidió seguirle el juego y tomó un sorbo directo de la botella, tal como lo había hecho el rubio momentos antes. Sentía la calidez del licor bajar por su garganta mientras Bill lo miraba expectante.
—Ese sí que merece un botellazo —bromeó Bill, empujando la botella hacia Dipper nuevamente—. Vamos, Pino, ¡haz un fondo!
La camisa de Dipper se mojó un poco por el movimiento brusco, y él, entre risas y una ligera irritación, apartó la botella de golpe.
—Espera, no tan rápido, idiota —murmuró el más bajo, sacudiéndose la camisa.
—Oops! I did it again / Ups, lo hice de nuevo —continuaba cantando la rubia, completamente perdida en su interpretación. A pesar de las bromas de los chicos, ella estaba disfrutando su momento. El ritmo, la letra, todo le hacía gracia, especialmente cuando recordaba el video original, que siempre lograba matarla de la risa.
Dipper, secándose la camisa con una servilleta, se giró hacia Bill.
—Creo que mejor seguimos con tu tonto juego de preguntas, antes de que me empapes más —dijo divertido el castaño.
—De acuerdo, yo sigo —dijo Bill y luego se quedó pensativo por unos segundos—, siempre me he preguntado... ¿qué es lo que más te molesta de mí?
Dipper lo miró por un momento, intentando no reírse.
—Todo —bromeó, encogiéndose de hombros.
El rubio puso una mano en su pecho, fingiendo una expresión de dolor mientras respondía con un tono teatral:
—Eso dolió, Pino. Aquí, justo en el corazón.
El castaño soltó una carcajada, incapaz de mantenerse serio ante la exageración de Bill. El castaño sabía que el chico esperaba una respuesta seria, pero el momento no pedía confesiones profundas, sino más risas, más juegos y quizás, otro shot más.
Sin embargo, cuando vio el puchero formarse en el rostro del rubio, ese gesto de fingida desesperación que solo él podía hacer tan encantador, decidió ceder un poco. Era difícil resistirse cuando Bill suplicaba así, aunque fuera en broma.
—Ese era el punto —respondió Dipper, sacándole la lengua como un niño pequeño, disfrutando de su pequeña victoria. Luego se encogió de hombros y, finalmente, se sinceró un poco más—, Pero si de verdad quieres saber... lo que en realidad me molesta de ti, es que seas TAN coqueto de broma, porque nunca podría saber si alguien te interesa de verdad, o si sólo es otro de tus juegos.
El rubio se quedó en silencio unos segundos, procesando las palabras de Dipper. Era raro que el castaño se abriera de esa manera, y aunque la respuesta tenía su toque de broma, también había una verdad detrás que lo hizo pensar.
—Vaya... —dijo finalmente, con un tono más reflexivo—. Interesante, Pino.
Dipper lo observó, pero decidió no dejar que la conversación se pusiera demasiado seria. No ahora. Se sentía lo suficientemente atrevido como para devolver la pregunta con algo que había estado rondando en su mente.
—Bueno, ahora me toca a mí —continuó el castaño, cambiando de tono a uno más infantil—. Esta es más por curiosidad genuina: ¿por qué crees que todos quieren que terminemos juntos? O sea, ¿por qué crees que todos piensan que, de alguna manera, vamos a acabar juntos?
La pregunta golpeó al chico como una piedra contra un cristal. Vanessa seguía cantando con entusiasmo en el fondo, completamente ajena a la pequeña bomba que Dipper acababa de soltar.
Bill parecía sorprendido. No esperaba esa clase de pregunta, especialmente no de parte del otro chico. Se pasó una mano por el cabello, intentando ganar tiempo para procesar lo que el castaño acababa de decir.
—Supongo que no lo he pensado mucho, Pino... —contestó con cautela. Pero Dipper no lo dejó escapar tan fácilmente.
—¿En serio? —insistió, inclinándose un poco hacia él—. Porque me parece raro. O sea, ¿alguna vez te has puesto a pensar que tal vez tengan razón?
Bill lo miró, sus ojos ambarinos se abrieron de golpe al escuchar aquello. Era una pregunta directa, y el tono de Dipper sugería que, de algún modo, había más detrás de ella. ¿Acaso Pino había llegado a pensar que tenían razón?
—¿Qué? —balbuceó el rubio finalmente, con una mezcla de sorpresa y curiosidad—. ¿Acaso... tu?
Dipper se encogió de hombros, intentando aparentar que no era gran cosa, pero había una tensión nueva en el aire, algo que no estaba allí hace unos minutos. Ambos chicos se miraban de una manera distinta ahora, como si estuvieran en el borde de algo importante, pero ninguno de los dos sabía si debía dar el siguiente paso.
Vanessa seguía cantando, pero para ellos, la música de fondo se había vuelto casi irrelevante. Lo que importaba ahora eran las palabras no dichas, las miradas que decían mucho más de lo que cualquier broma o canción podría expresar.
Bill sintió una nueva curiosidad arder en su interior. La respuesta de Dipper lo había dejado inquieto, como si hubiera una puerta entreabierta que necesitaba empujar para entender qué pasaba realmente por la mente del castaño. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Vanessa se adueñó nuevamente del escenario.
—¡Oh, esta es mi parte favorita! —gritó emocionada, interrumpiendo el momento—. Brit...
—Britney, before you go, there's something I want you to have / Britney, antes de que te vayas, hay algo que quiero que tengas —grito el castaño parándose e interrumpiendo a Vanessa, citando una línea de la canción de Britney Spears con una perfecta sincronía que lo dejó boquiabierto.
La rubia lo miró confundido, pero Bill lo observó con asombro. ¿Dipper... conocía esa parte? ¿Cómo era posible que alguien como él, el siempre serio y reservado Dipper Pines, se supiera una referencia tan específica de una canción pop?
¿Cómo es que Dipper Pines se sabía eso?
Vanessa, aunque algo desconcertada, no se dejó distraer por mucho tiempo. Siguió con su parte favorita, emocionada por el intercambio.
—Oh, it's beautiful... but wait a minute, isn't this? / Oh, es hermoso... pero espera un momento, ¿no es? —continuó la rubia, mientras Bill se quedaba callado, con la mente revuelta.
El rubio estaba perdiendo el hilo de la conversación, pero no por la canción o por Vanessa. Lo que lo mantenía distraído era Dipper. El castaño había dejado caer una pregunta que lo había descolocado.
¿Qué es lo que Dipper realmente creía? ¿Acaso estaba sugiriendo algo que Bill no había considerado? ¿Y por qué no podía apartar la vista de él?
—Yes, it is / Sí, lo es —añadió Dipper desde su asiento, completamente en el papel, y la mirada de Bill seguía pegada a él.
El rubio se perdió en sus propios pensamientos. La noche había empezado como un juego, un karaoke y un par de shots, pero ahora había algo más entre ellos, algo que no entendía del todo, pero que lo hacía sentir inquieto. ¿Qué es lo que él mismo pensaba sobre la pregunta de Dipper? ¿Qué significaba realmente para él?
—But I though the old lady dropped it into the ocean in the end / Pero creí que la vieja lo lanzó al océano en el final —añadió Vanessa, disfrutando demasiado de la situación.
Bill, sin querer lidiar con las preguntas que su mente le estaba formulando, tomó del vaso de castigo... no quería responder a eso.
No quería enfrentarse a las implicaciones de la conversación de hace unos minutos. ¿Por qué Dipper había mencionado que tal vez los demás tenían razón? ¿Pino en serio consideraba que podrían tener razón?
—Yeah baby, but I went down and got it for you / Sí cariño, pero baje y lo conseguí para ti —continuó Dipper, haciendo que Vanessa riera con entusiasmo.
Bill, en lugar de seguir el juego, lo observó en silencio. El castaño estaba claramente disfrutando el momento, pero algo más estaba pasando debajo de la superficie. El más alto sentía la necesidad de indagar, de saber qué significaba todo eso realmente, pero el alcohol y la música seguían desviándolo.
—Oh, you shouldn't have / Oh, no debiste —respondió Vanessa emocionada, antes de lanzarse con toda la energía en el estribillo—, OOPS I DID AGAIN TO YOU HEART... / UPS, SE LO HICE DE NUEVO A TU CORAZÓN...
El rubio intentó reír, pero la pregunta de Dipper seguía clavada en su mente, como una espina que no podía ignorar. ¿Acaso todos estaban viendo algo que él mismo no había querido reconocer? El alcohol no ayudaba mucho a despejar su cabeza, pero eso no le impidió seguir bebiendo en un intento desesperado por distraerse.
Tomó un sorbo más largo y decidió enfocarse en algo más, cualquier cosa que no fuera la creciente inquietud en su pecho.
—¿Cómo te sabes eso? —preguntó el rubio, arqueando una ceja mientras Dipper volvía a sentarse, con una sonrisa de autosatisfacción en el rostro.
—A Mabel le gusta mucho esa canción —respondió Dipper con indiferencia, encogiéndose de hombros como si fuera lo más normal del mundo.
Bill entrecerró los ojos, sabía perfectamente que esa respuesta era falsa. Mabel no tenía ningún interés por Britney Spears, lo había mencionado antes. Dipper estaba escondiendo algo.
—No es cierto, a Mabel no le gusta Britney Spears —dijo el rubio con tono divertido, disfrutando de tener la ventaja por una vez.
El de ojos marrones, sin perder la compostura, improvisó rápidamente.
—A mi mamá le gusta mucho esa canción, entonces —replicó, intentando cerrar el tema antes de que Bill lo investigara más.
El rubio sonrió de lado, claramente no creyéndose ni una palabra.
—Como tú digas Pino —dijo el rubio sin creerse ni un poco la excusa que le había puesto, algo le decía que el castaño tenía un pequeño gusto culposo.
Dipper no respondió al desafío implícito. En lugar de eso, decidió cambiar de tema rápidamente.
—Siguiente pregunta, me toca —dijo el castaño, su tono alegre, como si quisiera mantener el ambiente ligero.
—¿Por qué? —protestó Bill con una sonrisa, levantando una ceja—. Tú preguntaste antes de tu pequeño break musical.
Dipper lo miró desafiante y, antes de responder, le sacó la lengua de nuevo, un gesto infantil que dejó al rubio con una mezcla de risa y desconcierto. El castaño se estaba soltando cada vez más con el alcohol.
—Sí, pero me preguntaste cómo lo sabía, y eso cuenta como una pregunta, así que me toca de nuevo —respondió con una lógica algo torcida, pero indiscutible en su estado de ánimo actual.
Bill negó con la cabeza, sonriendo ante lo testarudo que podía ser el castaño cuando quería salirse con la suya. El alcohol definitivamente estaba haciendo su trabajo en él, pero también en el propio Dipper, que ahora se mostraba más juguetón de lo habitual.
Algo dentro del más alto se ablandó en ese momento. Era imposible resistirse al encanto natural del castaño, especialmente cuando se mostraba tan auténtico, tan libre de las barreras que normalmente lo mantenían reservado. Era esa versión de Dipper la que lo desconcertaba más, la que lo hacía preguntarse por qué ocultaba tanto esa parte de él.
—Está bien, Pino. Haz tu pregunta —cedió Bill con una sonrisa que ocultaba sus pensamientos más profundos.
—¿Piensas que soy lindo? —preguntó Dipper de repente, vaciando de golpe el último sorbo de su bebida, como si necesitara un poco de valor líquido para soportar la respuesta.
Bill lo miró de reojo, con una sonrisa medio divertida, medio cautivadora... pero completamente enternecida por el castaño.
—Sí, endemoniadamente lindo —respondió el rubio sin titubear, dejando escapar una risa nerviosa.
El de ojos marrones frunció el ceño, claramente no satisfecho con esa respuesta tomada tan a la ligera.
—Estoy hablando en serio —repitió, su tono más serio, queriendo que Bill entendiera que esta vez la pregunta iba más allá de un simple juego.
Algo cambió en la mirada de del rubio. Su sonrisa, que normalmente estaba cargada de sarcasmo o burla, se suavizó en algo más sincero, más profundo.
—Yo también, Dipper —contestó con calma, manteniendo sus ojos fijos en los del castaño mientras le servía otro vaso de refresco mezclado con alcohol—. Eres lindo, y no sólo cuando estás ebrio o cuando intentas hacerte el duro. Siempre lo has sido.
La intensidad de sus palabras dejó a Dipper en silencio por un momento. No estaba acostumbrado a ese tipo de sinceridad viniendo de Bill, y mucho menos a que lo dijera tan casualmente, como si fuera una verdad universal que él aún no había asimilado del todo.
—Me toca de nuevo —anunció el rubio, intentando suavizar el momento, como si el ambiente necesitara un respiro después de esa pequeña confesión—. A ver, déjame pensar...
Dipper, algo abrumado pero agradecido por el cambio de tema, le asintió, y ambos desviaron la atención hacia Vanessa, que seguía entregada a su propia actuación en el karaoke. El de ojos ambarinos se detuvo por unos momentos, mientras la chica cantaba de fondo unos últimos versos.
—Oops! You think that I'm sent from above / Ups, crees que fui enviada del cielo —cantaba Vanessa, riendo mientras interpretaba las últimas líneas de la canción—. I'm not that innocent / No soy tan inocente.
Dipper, dejándose llevar por la atmósfera ligera, se unió a los aplausos mientras Vanessa hacía una pequeña reverencia, claramente satisfecha con su actuación.
—¡Bravo! Esa fue la mejor interpretación de "Oops I Did It Again" que he visto —gritó el castaño con entusiasmo, aplaudiendo con fuerza.
Vanessa soltó una carcajada y le guiñó un ojo al chico.
—Gracias Dipper, que lindo —respondió la rubia con una sonrisa—. Ahora tengo ganas de cantar otra de Britney, ¿puedo?
—Seguro, Bill y yo estamos teniendo una plática muy importante aquí —Dipper dijo con entusiasmo.
Vanessa le lanzó una mirada confusa al más alto, quien solo se encogió de hombros con un gesto despreocupado.
—Ya lo escuchaste —dijo el rubio haciendole un gesto para que siguiera en lo suyo, sin poder evitar sonreír.
Dipper, a medio sorbo de su bebida, no pudo evitar notar el gesto de Bill hacia Vanessa, como si intentara decirle que el alcohol se le estaba subiendo al castaño. El castaño frunció el ceño y le dio un pequeño golpe en el brazo al rubio.
—¡Estoy bien! ¿Qué no puedo querer hablar contigo? —protestó, llevándose el vaso a los labios para otro trago desafiante—. Tienes que beber también, Bill. No puedo ser el unico aquí que tenga el valor para eso.
El mencionado abrió la boca ofendido, antes de tomar un shot de golpe, mientras el castaño lo veía con una sonrisa orgullosa. Vanessa soltó una risita, disfrutando de la escena. Decidió no interferir más y comenzó a cantar la siguiente canción de la lista, justo cuando la famosa frase resonó por los altavoces.
—It's Britney, bitch... —comenzó la rubia, sumergiéndose de nuevo en su interpretación.
Mientras tanto, Bill aprovechó el momento para seguir con el juego, con una sonrisa traviesa en los labios.
—A ver, Pino, dime... —empezó a decir, su tono picante pero divertido—. ¿Cuál es la parte que consideras más linda de mí? Es decir, sé que soy glorioso en mi totalidad, pero, ¿qué es lo que más te gusta de mí?
El rostro de Dipper se sonrojó de inmediato ante la pregunta. Quiso jugar, devolverle el golpe con un comentario sarcástico, pero la verdad salió más rápido de lo que esperaba.
—Tus ojos.
Había confesado, sin poder evitarlo, con su voz más baja de lo usual, como si temiera que el rubio se burlará de él. Pero la respuesta sincera del castaño sorprendió a Bill. Por un segundo, la intensidad entre ellos se profundizó, y el rubio dejó de lado su usual actitud burlona.
—¿Mis ojos? —repitió suavemente, mientras una sonrisa genuina se formaba en su rostro, muy diferente a la que siempre usaba para jugar.
Dipper asintió, bajando la vista hacia su vaso, evitando la mirada de Bill que parecía perforarlo con esa mezcla de curiosidad y afecto que lo hacía sentirse vulnerable. ¿Por qué había dicho eso tan rápido?
—Sí... tus ojos —repitió el castaño, esta vez con un poco más de seguridad, aunque sin atreverse a mirarlo directamente. El calor subía por su rostro, y aunque trataba de mantener la compostura, el alcohol y la cercanía de Bill lo hacían sentir demasiado expuesto.
—¿Por qué? —preguntó el rubio, con una curiosidad indiscreta que Dipper no pudo ignorar.
—Son... bastante cautivadores... sí, eso creo —respondió el castaño, intentando sonar casual, pero el ligero mareo que sentía le impedía ocultar el rubor en sus mejillas.
Bill se inclinó un poco más, como si estuviera a punto de decir algo significativo, sus ojos brillando con una intensidad que hizo que el corazón de Dipper se acelerara aún más. Pero justo en ese momento, la voz de Vanessa interrumpió la tensión, retomando con fuerza su interpretación.
—Te toca —murmuró el rubio, alejándose levemente, aunque la chispa en su mirada seguía ahí.
Dipper tomó aire, intentando concentrarse en el juego de preguntas para distraer su mente del latido acelerado en su pecho.
—Dime algo que consideres demasiado serio, tanto como para no hacer bromas al respecto —preguntó el castaño, esperando con curiosidad la respuesta del rubio.
El de ojos ambarinos se quedó pensativo unos segundos, su rostro perdiendo por un momento la ligereza habitual.
—Algo que afecte la integridad de la persona... o sea, si sé que le afecta de verdad, no bromearía sobre ello —respondió Bill con sinceridad, su tono más serio de lo normal.
Dipper asintió lentamente, impresionado por la respuesta. No esperaba esa respuesta, pero también sintió respeto por esa parte de Bill que rara vez se dejaba ver. Sin embargo, antes de que pudiera formular otra pregunta, el rubio retomó el control.
—De acuerdo, te toca a ti —dijo el rubio con una sonrisa traviesa, cambiando de nuevo el ambiente a uno más ligero.
Dipper frunció el ceño ligeramente, sabiendo que algo malo venía.
—¿Te gustó nuestro primer beso, Pine tree?
El rubio había preguntado con una sonrisa descarada, sus ojos brillando con esa chispa juguetona que siempre desarmaba a al mencionado. Pero esta vez, el castaño decidió no responder directamente. En lugar de eso, se llevó el vaso a los labios y bebió el gran sorbo de alcohol que debía tomar como castigo por evitar la pregunta. El líquido ardió mientras bajaba por su garganta, dejándolo un poco más mareado, más desorientado, y con menos control sobre sus pensamientos.
—Eso me da mucho que pensar, Pino —comentó Bill, observando cómo el chico intentaba recomponerse tras el trago.
—¿Te gustó a ti?
Dipper replicó rápidamente, queriendo revertir la presión. El rubio sonrió, encantado por el giro inesperado.
—Touché, mi amor —respondió Bill con calma, bebiendo su propio castigo sin dudar.
El castaño frunció el ceño, tratando de mantenerse enfocado.
—Haz tu pregunta, ¿quieres? —dijo, intentando desviar la conversación antes de que las cosas se pusieran aún más incómodas.
—¿Me ves por detrás cuando me voy? —preguntó el de ojos ambairnos, de repente, su tono juguetón regresando.
—¿A qué te refieres? —contestó Dipper, ligeramente desconcertado.
—Ya sabes, cuando salgo del cuarto o te dejo en casa... ¿me ves irme?
Dipper parpadeó, pensando en ello por un segundo. Luego, con una risa nerviosa, contestó sin filtro alguno.
—Ah, sí siempre lo hago —respondió casi automáticamente, y en cuanto las palabras salieron de su boca, se arrepintió—. ¿Por qué diablos dije eso? ¿La verdad? ¡No lo sé! —exclamó, comenzando a reír de forma incómoda, su autocontrol desmoronándose poco a poco.
El rubio se rió también, aunque en parte sorprendido por la honestidad que el alcohol estaba sacando a flote.
—¡Bueno, me toca! —Dipper interrumpió la situación con entusiasmo—. ¡Oh, ya sé! ¿Por qué te encanta mi risa?
Bill, desconcertado por el abrupto cambio de tema, levantó una ceja.
—Nunca he dicho que me encanta —respondió el rubio.
Dipper, sin embargo, lo miró con una expresión entre divertida y ofendida, haciendo un pequeño puchero que, sin duda, no ayudaba a Bill a concentrarse.
—Entonces, ¿no te encanta?
El corazón del más alto se encogió. No estaba preparado para la oleada de emociones que el alcohol estaba sacando a relucir en el castaño. Y peor aún, todas las que estaba sacando en él.
—¡No, Pino, claro que me encanta! —aseguró Bill rápidamente.
—Mentiroso —el castaño se cruzó de brazos—, ya no quiero nada.
—Ya, de verdad, te juro que sí me gusta tu risa, me fascina —el rubio respondió, intentando calmar la situación, poniendo toda la sinceridad posible en su voz.
Dipper lo miró con una mezcla de desconfianza y expectativa.
—¿En serio? —preguntó, casi susurrando, su vulnerabilidad evidente.
—En serio —Bill asintió con firmeza, viéndose sorprendido por lo mucho que le importaba que Dipper le creyera.
—¿Por qué? —insistió el castaño, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad e inseguridad.
Bill, atrapado entre la dulzura y lo desconcertante de la situación, respiró hondo. No esperaba que el alcohol afectara a Dipper de esa manera, pero ahí estaba, con el corazón en la mano, esperando una respuesta.
—Ehh... —Bill vaciló un segundo, buscando las palabras adecuadas—. Bueno... porque... es verdaderamente adorable, tú eres endemoniadamente adorable, Pine tree
La sinceridad en su voz era palpable, y Dipper, sorprendido, le sonrió. Había algo tan genuino en esa confesión que derrumbaba cualquier muro de inseguridad que el castaño hubiera levantado durante la noche.
—Awww —el de ojor marornes estaba visiblemente conmovido, su expresión se suavizó con una calidez que solo Bill podía arrancarle—, te toca preguntarme algo.
El rubio lo miró con una mezcla de diversión y ternura.
—¿Crees que ya se te subió el alcohol? —preguntó, con una sonrisa que sugería que él ya tenía su propia respuesta.
—Para nada, lo tengo todo controlado —respondió Dipper con confianza—, podría caminar en una perfecta línea recta si quisiera.
—No te creo ni por un segundo —replicó Bill, arqueando una ceja, retador.
—Ajá, te lo puedo probar en cualquier momento —dijo el castaño, cruzándose de brazos como si estuviera a punto de defender su honor.
—Hazlo ahora —lo retó, con la misma chispa juguetona en los ojos.
Vanessa seguía cantando al fondo, completamente ajena a la conversación en la mesa, sumergida en su propio mundo musical.
—No, porque ahora no quiero —Dipper se negó de inmediato, como un niño evitando cumplir una promesa al darse cuenta de que había hablado demasiado—. Además, me toca de nuevo. Necesito pensarla un poco más...
Se quedó en silencio, meditando por unos segundos. El alcohol ya había nublado sus pensamientos, pero no tanto como para detener la curiosidad que lo carcomía.
El castaño se quedó pensando, ¿qué es lo que quería saber de Bill? Lo que pensaba de él tal vez...
—¡Ya sé! —exclamó de repente, con un entusiasmo renovado—. Si fuera a morir esta noche, ¿qué lamentarías no haberme dicho?
La pregunta cayó como una piedra en el agua, causando ondas invisibles que se sintieron de inmediato. Bill lo miró directamente a los ojos, el tono juguetón que había llevado hasta ahora desvaneciéndose un poco. El de ojos marrones lo observaba con una mezcla de seriedad y expectativa, sus ojos brillando con un destello infantil, como si estuviera pidiendo un secreto o una confesión importante.
El rubio lo miró por un momento, sintiendo cómo algo dentro de él se ablandaba ante esa mirada tan sincera. El castaño a pesar del alcohol y de la ligereza de la noche, había tocado una fibra sensible. Bill podía sentirlo, esa especie de tirón en su pecho que no había sentido jamás.
Tenía la respuesta en la punta de la lengua, algo que nunca le había dicho, pero que siempre había estado ahí, presente en sus pensamientos. Y, por un segundo, una parte de él deseó que Dipper no se acordara de esa confesión al día siguiente.
Finalmente, con una pequeña sonrisa en los labios y una honestidad que casi lo incomodaba, el rubio se inclinó un poco hacia él.
—Que eres la única cosa de nerds, que de verdad me gusta —le dijo.
La voz de Bill era suave pero cargada de significado. Dipper lo miró sorprendido por unos segundos, procesando esas palabras. Su sonrisa, inicialmente pequeña, creció lentamente hasta convertirse en una risa pequeña, genuina, de esas que solo se reservan para los momentos en los que el corazón se siente completamente expuesto.
—¿En serio? —preguntó, casi en un susurro, su rostro encendido tanto por el alcohol como por la emoción.
—En serio, Pine Tree —Bill respondió, observando cómo Dipper se dejaba caer un poco más sobre la mesa, claramente afectado por la mezcla de alcohol y emociones. Y mientras Vanessa seguía cantando de fondo, ajena a la pequeña burbuja que habían creado en esa mesa.
—Tú eres la única cosa rebelde que me gusta de verdad, también —respondió Dipper con una sonrisa timida, dejando caer las palabras con esa mezcla de sinceridad e impulso que el alcohol a menudo despertaba.
Bill, aunque no lo mostrara tan abiertamente, sintió cómo el comentario le causaba un extraño cosquilleo en el pecho. No era fácil ruborizarse, pero esta vez una leve rojez apareció en sus mejillas, haciéndolo aclararse la garganta casi por reflejo.
—Gracias... —dijo con una sonrisa—, supongo.
Dipper, no satisfecho con el silencio que siguió, decidió empujar las cosas un poco más allá.
—A pesar de que seas un mujeriego, me... —comenzó a decir, pero se interrumpió, su cerebro rápidamente tramando una idea tonta, casi descabellada, que apenas y se formaba bien en su mente mareada.
Una idea bastante tonta.
En ese preciso momento, Vanessa estaba cantando una de las últimas líneas de la canción en el fondo.
—'Cause I ain't going nowhere / Porque no estoy yendo a ninguna parte.
La canción terminó y antes de que Vanessa pudiera escoger otra, Bill ya se había levantado para cantar la siguiente canción, guiñándole un ojo a Pino haciéndole entender con la mirada que Vanessa debía parar de cantar ahora o se emocionaría mucho.
—¡Espera, yo quiero cantar una! —dijo Dipper riéndose aún un poco, mientras se paraba tambaleante.
Bill lo miró con una mezcla de sorpresa y diversión, sin esperar que el castaño tomara la iniciativa.
—Adelante, Pino —le respondió sonriendo mientras volvía a su asiento, observando con una chispa en los ojos cómo Dipper se dirigía, titubeante, hacia el pequeño escenario.
El castaño ya sintiendo la mezcla del alcohol y la emoción, caminó hacia el frente con un paso inestable, y justo cuando llegó al escenario, agradeció internamente que Vanessa hubiera dejado la lista de reproducción de Britney Spears. No tendría que buscar mucho, la canción que planeaba cantar estaba a su alcance.
El mundo a su alrededor daba vueltas, pero él, ahora completamente decidido, tomó el micrófono y comenzó a cantar, al principio titubeante, pero rápidamente ganando confianza.
—Superstar. Where you from, how's it going? / Superestrella, ¿de dónde eres? ¿cómo te va? —Dipper empezó algo inseguro—. I know you. Got a clue, what you doing? / Te conozco, tengo una idea, ¿qué estás haciendo? —empezó, su voz temblando levemente, pero a medida que continuaba, su entusiasmo creció—. But I know what you are. What you are, baby / Pero yo sé lo que eres, lo que eres cariño.
Cantó con los ojos brillando, apuntando directamente hacia Bill. El rubio lo observaba con una sonrisa divertida, sus ojos entrecerrados, pero llenos de interés. Era raro ver al castaño tan suelto, tan desinhibido.
Dipper, aún tambaleante, se aferró al micrófono como si de algún modo eso lo anclara a la realidad. Su voz, aunque no perfecta, tenía un tono sincero y emocionado que Bill encontraba absolutamente adorable.
—Baby you, got all the puppets with their strings up. Fakin' like a good one. But I call 'em like I see 'em / Cariño tú, tienes a todas las marionetas bajo tu control, pretendiendo a la perfección, pero yo los llamo como los veo —cantó el castaño, esforzándose por no perder el ritmo, lanzándole un par de miradas pícaras al chico rubio mientras seguía la letra—. I know what you are. What you are... baby. / Yo sé lo que eres, lo que eres... cariño.
Bill se mordió el labio inferior, preparándose mentalmente para lo que sabía que vendría a continuación: el coro.
—Womanizer, woman-womanizer. You're a womanizer. Oh, womanizer, oh. You're a womanizer, baby. / Mujeriego, muje-mujeriego. Eres un mujeriego. Oh, mujeriego, oh. Eres un mujeriego, cariño —continuó Dipper, exagerando sus expresiones faciales, lo que hizo que Vanessa estallara en carcajadas, casi doblándose de la risa.
—No pudo escoger una mejor canción para ti, Bill —dijo la rubia entre risas, con una mezcla de diversión y malicia en la voz.
—Muy graciosa —replicó el rubio de mala gana, provocando más risas de Vanessa.
El castaño, sin prestarle atención, continuó:
—You got me going. You're oh so charming. But I can't do it. You womanizer / Me tienes loco, eres tan encantador, pero no puedo hacerlo, tú mujeriego.
Dipper intentaba seguir el ritmo, pero ya era evidente que el alcohol estaba comenzando a afectarlo más fuertemente, y su coordinación se iba desvaneciendo un poco. Pero eso no le impedía entregarse a la canción, dejándose llevar por la música, tal vez demasiado.
—You say I'm crazy. I got you crazy. You're nothing but a... Womanizer / Dices que estoy loco, te tengo loco. No eres nada más que un... mujeriego. —Bill no pudo evitar reírse abiertamente con esa parte de la letra, realmente no esperaba algo tan divertido ni una interpretación tan entusiasta por parte de Dipper—. Daddy-O, You got the swagger of a champion, too bad for you, you just can't find the right companion / Papi, oh. Tienes el andar arrogante de un campeón, muy mal por ti, simplemente no puedes encontrar la compañía correcta.
Vanessa lo observaba con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando de la situación.
—Es su manera de decirte que él es esa compañía —comentó ella en voz baja, mirando de reojo a Bill.
—Shhh, no vayas a hacerlo entrar en razón con tus comentarios —bromeó Bill, aunque su corazón latía más rápido de lo normal. Había algo en la manera en que el castaño se estaba comportando que le hacía sentir un nudo en el estómago, y no estaba seguro de qué lo causaba.
Dipper siguió cantando, haciendo gestos dramáticos y señalando a Bill con teatralidad:
—Lollipop, must mistake me, you're the sucker. To think that I would be a victim, not another. Say it, play it, how you wanna? But no way I'm ever gonna, fall for you. Never you, baby / Cariño, debes confundirme, tú eres el imbécil, por creer que sería una víctima y no otro. Dilo, apuéstalo, como quieras. Pero de ninguna manera voy a caer por ti, nunca por ti, cariño.
La letra se deslizaba de su boca casi con descuido, pero la intensidad con la que miraba a Bill no podía ser ignorada. Finalmente, llegó a la parte que marcó un cambio en la atmósfera.
—Maybe if we both lived in a different world / Tal vez si ambos viviéramos en un mundo diferente —cantó Dipper, y por primera vez desde que había comenzado, su sonrisa desapareció. Su expresión se volvió seria, su mirada fija en Bill, como si quisiera transmitir algo más allá de las palabras—, It would be all good and maybe I could be your guy, but I can't. 'Cause we don't / Todo sería bueno, y tal vez yo podría ser tu chico, pero no puedo. Porque no lo estamos.
Los rubios se quedaron en silencio. Todos habían notado eso, ¿verdad? Dipper le había cambiado la letra a esa parte, había dicho chico, y había mirado a Bill fijamente con una expresión de seriedad durante todo ese párrafo.
El de ojos ambarinos lo miró fijamente, sin saber qué decir. ¿Qué acababa de pasar? ¿Dipper había sido consciente de lo que acababa de hacer? Parecía que el castaño estaba demasiado inmerso en la canción, pero la seriedad en su expresión contaba otra historia. Había una verdad ahí, oculta detrás del alcohol y la música.
¿Qué estaba pasando con él?
Vanessa también se quedó en silencio, sin saber muy bien cómo reaccionar. Ella también había notado el cambio, pero decidió no decir nada, tal vez porque sentía que no era su lugar.
El castaño siguió cantando, pero con mucho menos ánimo que antes, su energía inicial claramente afectada por lo que acababa de soltar. Al finalizar la canción, bajó del escenario, el mismo Dipper de siempre en apariencia, pero con la mente completamente en otra parte.
—¿Ves? Línea recta —le dijo a Bill mientras intentaba caminar lo más derecho posible hacia la mesa, claramente buscando distraer de lo que había pasado.
El aludido lo observó durante un segundo, intentando procesar todo, antes de soltar una risa nerviosa.
—Sí lo veo, Pino —dijo, tratando de ocultar su propia confusión bajo una capa de ligereza—. Por cierto, wow, jamás pensé escucharte cantar así.
Dipper simplemente sonrió, pero sus ojos ya no tenían el brillo juguetón de antes. Algo había cambiado en el ambiente, algo profundo, aunque ninguno de los dos estaba listo para enfrentarlo. Todavía no. Bill tomó bastante de su bebida, tartando de calmar lo que sentía.
—Pocos lo han visto, considérense afortunados —bromeó el castaño, tratando de devolver la ligereza al momento.
—Oh sí, me siento muy afortunada, créelo —dijo la chica con una sonrisa.
—Muy bien, ahora es mi turno —dijo subiéndose al escenario y extendiendo su mano para que el de ojos marrones pudiera darle el micrófono.
Dipper se dejó caer en su asiento, sintiendo el peso del ambiente aún sobre sus hombros, pero cuando su mirada cayó sobre su bebida, decidió que un poco más de alcohol no haría daño. Mientras Bill se preparaba, conectando su celular al sistema de karaoke, el castaño lo observaba con una mezcla de curiosidad y aprensión. ¿Qué estaba tramando?
—Esta canción va dedicada a mi pequeño amigo ebrio... —anunció el rubio con una sonrisa traviesa.
—No estoy ebrio —gritó Dipper desde la mesa, pero su tono era más juguetón que serio.
—Nunca dije que fuera para ti, Pino. No te sientas tan especial.
—Pero sí es para ti —intervino la rubia, lanzándole una mirada cómplice a Dipper.
—Cállate, Vanessa —respondió Bill, aunque se notaba que estaba divirtiéndose.
—Cállate tú y empieza a cantarme —dijo Dipper, riendo.
El rubio soltó una carcajada ante eso, relajando el ambiente una vez más.
—Como decía, antes de que me interrumpieran... esta canción es especial porque es de una serie y tuve que desconectar el auxiliar de esa máquina a mi teléfono para cantarla, así que aprecien mi esfuerzo y mi canción, gracias.
—Woooooo —gritaron ambos chicos sentados.
Un sonido de guitarra suave llenó la habitación, y entonces Bill comenzó a cantar.
—The stars are falling from the sky, and you're the reason why / Las estrellas están cayendo del cielo, y tú eres la razón por la cuál.
Dipper sintió una punzada en el pecho cuando el rubio lo miró directamente mientras cantaba, pero no pudo apartar la vista. Algo en la voz de Bill, esa mezcla de tono sincero y vulnerable, le removió algo dentro, haciéndole sonreír sin quererlo.
—Que romántico es tu novio, Dipper —comentó Vanessa, pero esta vez el mencionado no replicó.
Simplemente le sonrió ampliamente, como si estuviera de acuerdo, aunque la palabra novio resonó en su mente con una fuerza inesperada.
—The moon is shining on your face. And I finally think it found its place / La luna está brillando en tu rostro, y creo que al fin ha encontrado su lugar.
El más bajo estaba sorprendido. La voz de Bill sonaba mucho más dulce de lo que había imaginado, y la canción... era más romántica de lo que habría esperado. Demasiado buena para ser del rubio, al menos en su versión sobria y despreocupada. Pero el ritmo, la letra, todo encajaba perfectamente, tanto que su corazón empezó a latir más fuerte, como si cada palabra fuera dirigida directamente a él, como si la sala entera hubiera desaparecido.
Bill continuó cantando con una suavidad que contrastaba completamente con su habitual actitud despreocupada. Cada palabra salía de su boca con una intensidad inesperada, acercándose más a lo que el castaño nunca se atrevió a preguntar, pero siempre había sentido. Dipper, que intentaba mantenerse firme, se sorprendió al notar cómo se dejaba llevar por la melodía, sintiendo cómo el peso de sus pensamientos se desvanecía lentamente, reemplazado por una cálida sensación que le subía desde el pecho.
—Cause maybe baby. I just wanna do you, do you. Do you wanna do me, do me? / Porque tal vez, cariño. Sólo quiero hacértelo, hacértelo. ¿quieres hacérmelo, hacérmelo? —cantó Bill con una mezcla de entusiasmo y picardía, lo que provocó una sonora carcajada de Vanessa. Dipper, intentando mantener la compostura, bebió otro trago de su botella, pero no pudo evitar soltar una risa nerviosa, mientras su rostro se encendía en un intenso rubor—. Underneath the moonlight, moonlight. Tonight... / Debajo de la luz de la luna, luna. Esta noche...
Ahí estaba, ese toque inesperado que siempre acompañaba a Bill. El castaño soltó una carcajada, sintiendo cómo el calor subía por sus mejillas, mientras intentaba controlar el descontrolado ritmo de su corazón.
—And now we're hiding in my car I let you see my scars / Y ahora nos estamos escondiéndonos en mi auto, te dejo ver mis cicatrices —el rubio camino lentamente hacía Dipper y se abrió la playera, mostrando su pecho, el castaño y Vanessa gritaron un "Uhhh" juguetón y Bill continuo con su canción.
—Escape the dark for just one night Your heart makes me explode with light / Escapa de la oscuridad por sólo una noche, tu corazón me hace explotar con luz —Bill camino acercándose demasiado el castaño, haciendo su sonrojo aumentar y su corazón latir con más fuerza.
El rubio se acercaba cada vez más, sus ojos clavados en los de Dipper, su voz envolviéndolo, haciendo que el rubor del castaño fuera más evidente, mientras sentía que su autocontrol se desvanecía por completo. El de ojos marrones no estaba cerca de estar en sus cinco sentidos, y con Bill tan cerca, cantándole y sonriéndole de esa manera le quitaba el ultimo pequeño rastro de juicio a Dipper. Él quería estar más cerca del más alto, pero antes de que llegará hasta él, el chico regreso al escenario con emoción.
—Baby, maybe... Maybe I will steal you, steal you. Just so I can feel you, feel you. Maybe that will heal you, heal you. On the inside / Cariño, tal vez... tal vez voy a secuestrarte, secuestrarte. Sólo para poder sentirte, sentirte. Tal vez eso te cure, cure. Por dentro. —Vanessa lanzó un grito de ánimo, mientras Dipper no podía contener una risa nerviosa, intentando ocultar el nerviosismo que crecía dentro de él por la interpretación tan provocativa de Bill—. Underneath the willow tree... Wearing nothing else but me. / Debajo del sauce... usando nada más que mi cuerpo.
—Que poético —comentó la rubia, riendo con diversión.
—Babe, I just wanna do you. Do you wanna do me... Underneath the moonlight? / Bebé, sólo quiero hacértelo. ¿Quieres hacérmelo... debajo de la luz de la luna? —el rubio continuaba cantando, esta vez sin apartar la vista de Dipper, como si el resto del mundo se hubiera desvanecido y solo quedaran ellos dos. Aunque Bill mantenía su característico tono juguetón, había algo en su voz que delataba un nerviosismo oculto. Sabía que el castaño lo estaba observando atentamente, y la idea de que sus ojos estuvieran fijos en él mientras cantaba esa canción hacía que su corazón latiera con fuerza.
Por su parte, Dipper se dio cuenta de que, sin importar cuántos tragos bebiera, nada iba a apagar el pensamiento que comenzaba a apoderarse de él: Bill es... lindo. Ese pensamiento lo sorprendió, lo descolocó, pero al mismo tiempo no quería que desapareciera. Tomó otro sorbo de su bebida, esperando que el alcohol hiciera algo por calmar la tormenta de emociones que se agitaba en su interior.
—Piney! Piney! —cantó Bill, cambiando la letra de la canción y haciendo que el castaño soltara una carcajada más fuerte. "¡Genial!" pensó, "¡ahora hasta le cambia la letra!" Su sonrojo era evidente, y su mente estaba hecha un caos—. This is why you need me, relieve me. / Esto es por lo que me necesitas, alíviame.
El rubio le había cantado, guiñándole un ojo a Dipper.
Cuando quieras, pensó el castaño. DEMONIOS, ¿QUÉ LE ESTA HACIENDO ESA COSA A MI CORDURA?
—Close your eyes and breath deep, breath deep. Let me set your mind free till the sunrise... / Cierra tus ojos y respira profundo, profundo. Déjame liberar tu mente, hasta el amanecer.
Bill finalizó la canción con una sonrisa satisfecha en el rostro, disfrutando de su propio espectáculo. A pesar de su actitud segura, había algo en su mirada que delataba un cierto nerviosismo. Mientras desconectaba nuevamente su teléfono y conectaba el sistema de karaoke, tomó un respiro profundo, sintiendo una incomodidad repentina al pensar en encontrarse con la mirada de Dipper. Algo en esa idea lo ponía inquieto, como si no estuviera del todo preparado para lo que podría ver en esos ojos.
Una vez todo estuvo en su lugar, el rubio se dirigió a la mesa y se sentó junto a al otro chico. Aunque su regreso fue silencioso, la energía entre ambos era palpable. El castaño, aún sonrojado y ligeramente aturdido por el alcohol, no pudo evitar mirarlo de reojo, sonriendo de manera torpe.
—Eso fue... inesperado —dijo Dipper finalmente, su voz un poco más baja de lo normal.
Bill se encogió de hombros, fingiendo despreocupación mientras ocultaba lo acelerado de su propio corazón.
—Lo sé, Pino. Pero admítelo, te encantó.
El castaño no respondió, pero si le regalo una pequeña sonrisa nerviosa mientras rodaba los ojos.
—Bueno, me toca —dijo el rubio riendo, mientras el otro le devolvió una sonrisa suave, pero algo distraída.
—Pregunta —respondió Dipper.
El castaño se inclinó ligeramente hacia él, con curiosidad.
—Bien, esta la he tenido guardada desde el principio —Bill trató de sonreírle de la manera más sincera posible, buscando que Dipper viera la seriedad en sus ojos—. Si la situación fuera otra, una donde tú no me odiaras...
—No te odio —lo interrumpió el castaño con el ceño fruncido—. Al menos no te odio ahora.
—Déjame terminar, Pino —rió el rubio, aunque la interrupción solo lo había puesto más nervioso.
—Bien, continua —respondió Dipper, llevándose la copa a los labios, tratando de mantener su voz relajada mientras el refresco con alcohol se deslizaba por la garganta.
—Como decía, si no tuviéramos esta extraña rivalidad sin sentido —Bill lo miró fijamente a los ojos, y mientras hacía una pequeña pausa, pudo sentir al castaño tan cerca que...—, ¿tendrías una verdadera cita conmigo?
Las mejillas de Dipper se tiñeron de rojo y apartó la mirada con rapidez, su corazón palpito con fuerza... tal vez incluso demasiada. No sabía cómo contestar a eso, tenía cualquier respuesta que pudiera ocurrírsele atorada en el fondo de su mente, y las palabras atoradas en el fondo de su garganta, así que tomó el último sorbo que Bill le había servido como castigo, pero no porque no iba a contestar, sino porque necesitaba el alcohol como fuente de valor. Y, sin darle un segundo pensamiento, se levantó de golpe.
Mala idea.
El mundo comenzó a girar y su cabeza daba vueltas, pero decidió ignorarlo. El rubio lo miraba, sorprendido, con una ceja levantada, claramente desconcertado por la reacción de Dipper.
—Quiero cantar una más, antes de responder a eso —dijo, tambaleándose ligeramente hacia el escenario, tratando de apartarse de la intensidad de la pregunta que aún colgaba en el aire.
El de ojos dorados lo observó, entre divertido e intrigado, mientras el castaño se tambaleaba, casi tropezando con sus propios pies.
—Pensé que el sorbo era tu respuesta —bromeó Bill, intentando mantener el ambiente ligero, aunque su corazón seguía martillando en su pecho.
—No, pero quiero cantar primero —contestó Dipper, con una sonrisa infantil, antes de tambalearse de nuevo, riéndose de sí mismo.
Cuando llegó al pequeño escenario, notó que la lista de reproducción seguía en la Princesa del Pop de los 2000. Haciendo más facil encontrar la canción que necesitaba, simplemente le dio play. Era una de sus favoritas, aunque en ese momento no estaba muy seguro de si cantar era la mejor opción para despejar su mente.
Honestamente Dipper sólo se había parado a cantar, porque quería mantenerse lejos de la mesa por unos segundos para poder pensar en una respuesta coherente a esa pregunta, cantar había sonado como la mejor opción para huir de ahí, pero ahora que lo pensaba bien, no podría considerar mucho en una respuesta si estaba cantando... pero ¿qué más daba? Ahora realmente tenía ganas de cantarle esa canción, luego contestaría su pregunta, primero necesitaba distraerse un poco.
El famoso sonido de lo que parecían violines de la controversial rubia de los 2000 comenzó a sonar.
Ambos rubios se quedaron perplejos al notar la elección de canción del castaño. Dipper, con una sonrisa traviesa, agarró el micrófono y dejó que la música lo envolviera. El ritmo le daba el impulso que necesitaba para olvidarse de su propia torpeza. Las primeras notas resonaron, y el castaño, con la confianza que sólo el alcohol puede brindar, comenzó a cantar a todo pulmón.
—Baby, can't you see. I'm calling. / Cariño, no puedes ver. Estoy llamando —Dipper empezó a hacer gestos al ritmo de la canción—. A guy like you / Un chico como tú —apuntó al rubio.
Quien, lo miraba con una mezcla de diversión e incredulidad.
—¿Yo? —preguntó Bill, señalándose a sí mismo con una sonrisa divertida.
El castaño asintió con una sonrisa pícara, disfrutando más de lo que había esperado.
—Should wear a warning / Debería llevar una advertencia —cantó en un extraño intento de ser seductor, ¿por qué se había subido a cantar en primer lugar? No estaba seguro, ahora sólo quería demostrarle a Bill... lo genial y sexy que podía ser—. It's dangerous. I'm fallin' / Es peligroso, estoy cayendo.
Dipper cantó mientras daba una vuelta exagerada sobre el escenario, como si realmente estuviera cayendo.
¿Qué estoy haciendo? Pensó el castaño.
Vanessa, por su parte, estaba sorprendida. ¿Cuánto había bebido Dipper para llegar a ese nivel de confianza? Sin perder tiempo, sacó su teléfono y empezó a grabar. Mabel va a querer ver esto, pensó, conteniendo la risa mientras el castaño se movía de un lado a otro, completamente entregado a la canción. Lo guardaría en secreto por un tiempo, pero eventualmente, todos iban a necesitar ver ese video, después de todo nunca le creerían de no ser así.
—There's no escape. I can't wait. I need a hit. / No hay escapatoria. No puedo esperar. Necesito una dosis —Dipper camino por el escenario, haciendo énfasis en la canción con gestos y movimientos, intentando seducir a Bill—. Baby, give me it. You're dangerous. I'm lovin' it / Cariño, dámelo. Eres peligroso. Me está encantando —el castaño le lanzó un beso al rubio, tomándolo por sorpresa y sonrojándose terriblemente cuando Bill le sonrió tímidamente.
¿Quién era ese y qué había hecho con Dipper Pino Pines?
—Too high, can't come down. Losing my head, spinning 'round and 'round / Tan alto, no puedo bajar. Perdiendo la cabeza, dando vueltas y vueltas —Dipper movía las caderas de manera exagerada, intentando bailar de forma "seductora", aunque su torpeza sólo lograba hacer que el rubio luchara por no reírse de lo adorable que era o de lo nervioso que estaba—. Do you feel me now? / ¿Me sientes ahora?
—Demonios, Bill, ¿qué le hiciste al pobre chico? —susurró Vanessa, observando cómo Dipper se lanzaba de lleno en su interpretación.
El mencionado simplemente se encogió de hombros, tratando de parecer despreocupado, aunque por dentro estaba encantado con la escena.
—Honestamente, nunca creí que algo así pasaría —murmuró, sin poder apartar la vista del castaño.
—With a taste of your lips. I'm on a ride. You're toxic / Con una probada de tus labios, me dejo llevar. Eres tóxico —Dipper le guiño el ojo a Bill de nuevo, quien abrió la boca, perplejo.
¿Ese era su pequeño Pino?
El castaño había hecho eso con toda la intención del mundo, lanzándole una indirecta refiriéndose a la noche de los retos, y sólo esperaba que el chico la hubiera entendido.
Bill la había entendido.
—I'm slipping under. With a taste of a poison paradise, I'm addicted to you, don't you know that you're toxic? / Me estás haciendo efecto. Con solo probar un paraíso venenoso, soy adicto a ti, ¿no sabes que eres tóxico?
El de ojos marrones seguía cantando, y Bill no podía apartar los ojos de él. No era sólo la canción o los gestos; era Dipper, completamente fuera de sí, y eso lo estaba desarmando. Pero el castaño no era el único que estaba actuando fuera de sí, el rubio no podía apartar los ojos del chico. Era demasiado para él.
—And I love what you do, don't you know that you're toxic? / Y me encanta lo que haces, ¿no sabes que eres tóxico? —cantó con una sonrisa.
—Dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad —comentó Vanessa con una sonrisa traviesa.
—Ajá, ¿cuál es tu punto?
—Sólo digo que, las cosas se están poniendo intensas...
Dipper seguía cantando, moviéndose por el pequeño escenario con confianza borracha, mientras su voz resonaba en la habitación.
—It's getting late, to give you up, I took a sip from my devil's cup. / Se está haciendo tarde, para dejarte ir. Tomé un sorbo, de la copa de mi demonio.
—Literalmente —dijo Vanessa con una risita, refiriéndose al hecho de que Bill había embriagado a Dipper.
—No era mi intención —se defendió el rubio, aunque la sonrisa en su rostro lo delataba—. O bueno, no que se pusiera tan así. Sólo quería que se relajará un poco y dejará de odiarme.
Intentó justificarse, pero la rubia no se lo compró.
—Ajá —Vanessa lo miró con diversión—. Mira lo que conseguiste, tienes a tu Pino en el escenario, cantándote una serenata... tóxica.
El más alto sonrió, sin poder ocultar su satisfacción.
—Que te puedo decir —Bill se encogió de hombros—, ahora calla y déjame escuchar a mi Pino.
—De acuerdo...
—Slowly, It's taking over me / Lentamente, me domina —cantó con entusiasmo el castaño—. Too high, can't come down, It's in the air and it's all around. Can you feel me now? / Demasiado alto, no puedo bajar. Está en el aire, y está alrededor. ¿Puedes sentirme ahora?
—Demonios —dijo Bill por lo bajo.
El castaño estaba en su propio mundo, el alcohol lo había desinhibido lo suficiente como para que no le importara nada más que divertirse en ese momento. A pesar de la intensidad de la letra, todo lo que Dipper quería era disfrutar y, tal vez, impresionar un poco a Bill.
Quien, por su parte, estaba más que impresionado. Lo miraba con una mezcla de asombro y adoración, tratando de entender cómo había llegado a este momento donde el castaño, siempre tan reservado, le cantaba de esa manera. Pero, de alguna manera, no quería que terminara.
—With a taste of your lips, I'm on a ride. You're toxic. I'm slipping under. With a taste of a poison paradise, I'm addicted to you, don't you know that you're toxic? / Con una probada de tus labios, me dejo llevar. Eres tóxico. Me estás haciendo efecto. Con solo probar un paraíso venenoso, soy adicto a ti, ¿no sabes que eres tóxico? —el castaño descendió del escenario con el micrófono en mano, aprovechando que era inalámbrico para moverse con libertad. Cada paso que daba hacia Bill parecía deliberado, como si estuviera marcando el ritmo de la tensión que crecía en el aire.
El corazón del rubio latía tan fuerte que apenas podía concentrarse en lo que sucedía a su alrededor. Cada movimiento de Dipper parecía ralentizar el tiempo, y en ese momento, no había nada más. Su respiración se aceleró cuando vio cómo el castaño se acercaba, sus ojos fijos en él, su voz envolviéndolo en cada palabra de la canción.
Cuando el castaño finalmente llegó hasta él, se sentó sobre las piernas de Bill con una confianza que nunca antes había mostrado. El contacto inmediato de sus cuerpos era intoxicante, y el rubio se quedó inmóvil, sus pensamientos atropellándose unos con otros sin poder darles sentido. Dipper pasó su mano libre por el cuello del chico, su toque quemando como si fuese electricidad pura.
—Intoxicate me now, with your lovin' now. I think I'm ready now / Intoxícame ahora, con tu amor, ahora. Creo que ya estoy listo —cantaba el de ojos marrones con la voz ronca y cargada de emociones, sin apartar la vista de los ojos de Bill. Mantenía una distancia casi cruel entre sus rostros, como si quisiera tentarlo más allá de lo soportable. Pero sus cuerpos, esos estaban unidos sin reservas, creando una tensión que ambos sabían que sólo podía romperse de una manera.
El rubio no sabía qué hacer con las manos, con el corazón que le martillaba en el pecho, ni con el calor abrasador que se acumulaba en su piel, Bill estaba demasiado ebrio y no podía pensar con claridad. ¿Cómo había llegado a esto? Era como si la realidad se hubiera desvanecido y sólo quedaran ellos dos, atrapados en un juego peligroso de seducción.
—Intoxicate me now, with your lovin' now. I think I'm ready now. / Intoxícame ahora, con tu amor, ahora. Creo que ya estoy listo —repitió el castaño con más intensidad, su voz resonando en el silencio expectante de la habitación. Entonces, en un movimiento lleno de dramatismo, dejó caer el micrófono al suelo con un eco sordo, sin apartar la vista del rubio.
Antes de que Bill pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Dipper tomó su rostro con ambas manos, acercando lentamente su boca al oído del rubio. El contacto era insoportable, la anticipación era demasiado.
—Espero que esto responda tu pregunta.
El castaño susurró con voz ronca, su aliento acariciando la piel del otro y haciéndolo estremecerse de pies a cabeza.
Y sin más, sus labios estaban juntos.
El mundo dejó de existir para ellos. No había música, no había espectadores, sólo ellos dos enredados en un beso que decía más de lo que las palabras jamás podrían expresar.
El beso comenzó suave, como una promesa cargada de deseo contenido y un alivio tan abrumador que casi lo quebraba. Dipper no pudo resistirse más; todo lo que habían atravesado lo llevaba a ese momento, a ese impulso incontrolable de sentir a Bill aún más cerca, de unir lo que tanto había anhelado. Después de tantas veces en que había luchado contra esa tentación, odiando cuando Bill le había lamido la cara en lugar de besarlo o cuando Will los había interrumpido ese día en la playa. Ese día finalmente se dejo llevar por sus propios deseos.
Ahora, finalmente, lo haría tantas veces como su cuerpo se lo pidiera.
Y Bill definitivamente no se negaría.
Nota actual: Wow, este en defintitiva fue un viaje emocional.
¿Extrañaban este capítulo? Porque yo sí.
Y por si no sabían, paso de tener 8k de palabras a tener 16k, ¡disfruten!
La verdad es que este capítulo originalmente estaba dedicado a una amiga muy cercana mía en esa epoca, pero la neta ya no topa nada de todo esto y prefiero dedicarle el capítulo a alguien que lo va a apreciar más y se lo merece mucho. Así que Sofi, este capítulo es para ti.
Lamento hacerte sufrir tanto quejandome contigo de este fic, no es que lo odie y en serio espero no hacerte sentir mal, tqm y gracias por tenerme la paciencia del mundo mientras edito el fanfic. Te adoro y espero cumplir con tus expectativas.
Les quiero mucho a todos y cada uno de ustedes que también ha esperado este capítulo y el fanfic en general, les agradezco tanto que esten aquí, no tengo palabras para expresar lo mucho que les quiero.
Y aunque me apena tener que informarles que el siguiente capítulo muy seguramente se demore bastante en llegar, porque necesita muchas, muchas correciones y será un trabajo complicado, especialmente porque necesita ajustarse a los nuevos lineamientos de Wattpad. Lo siento mucho, espero puedan entender.
También por si les interesa, creamos un grupo de Whatsapp donde hablamos de los fics, spoilers, fanarts, del Billdip en general, pasamos fanfics y desde que Lara se unió anda sacando lostmedia de nosotras y mucho, mucho chisme que tal vez no deberían saber, pero que ha estado saliendo, lol. El link esta en la descripcion de la cuenta y espero puedan unirse y pasar un buen rato con nosotras.
Les adoramos.
Atte: Britney Spears y Taylor Swift.
Nota original: El alcohol, es malo amiguitos.
¡En fin, ese es nuestro pequeño hijo ebrio!
Capítulo de más de 8000 palabras, disfrútenlo porque será lo único que tengan en un tiempo, debido a que cada día la vida es más dificil y no saben cuanto tardamos editando este capitulo, pero no debe ser más de un mes eso lo prometemos.
Por cierto, no tienen idea de lo mucho que costó subirlo así que aprecienlo junto con un videito y una edición súper vergas.
Ponemos la traducción de las canciones porque AUNQUE sabemos que hay gente que sabe inglés, hay gente que no.
Orden de las canciones:
1. Animals - Maroon 5: Bill
2. How you get the girl - Taylor Swift: Vanessa
3. A Lovely Night - La La Land: Bill y Dipper.
4. Ops! I did it again - Britney Spears: Vanessa.
5. Gimme, gimme more - Britney Spears: Vanessa.
6. Womanizer - Britney Spears: Dipper.
7. In the Moonlight (Do me) - Dylan (Modern Family): Bill.
8. Toxic - Britney Spears: Dipper.
Video de la serie Modern Family, canción "In the Moonlight (Do me)". EL MEJOR VIDEO Y CANCIÓN DEL MUNDO. APRECIENLO.
https://youtu.be/TcmuseErtbo
Y nuestra mega súper ultra bergas edición:
https://youtu.be/an7cf1HeIbg
Pd: ¿Alguna vez les ha pasado que alguien les odia pero esa persona no sabe que les odia y por eso piensa que les ama? ¿No? ¿Sólo a mí? Bai.
Atte: Las chicas del alma azul.💙
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