Retos.
Tal como habían acordado con la rubia, Bill y Dipper estaban teniendo su última cita antes de "su pequeño descanso" por la semana de exámenes.
Era lunes por la tarde, y el rubio había decidido llevar a Dipper a una cita en un restaurante que sabía que el castaño deseaba visitar desde hacía tiempo.
La idea emocionaba a ambos, aunque preferían pensar que era solo porque estaban hartos de pasar tanto tiempo encerrados.
Al llegar al restaurante, los dos se veían notablemente relajados, muy diferentes a sus primeras salidas. Era evidente que, con el paso de las semanas, la incomodidad y el conflicto constante entre ellos habían comenzado a desvanecerse. Aún estaba ahí, pero cada vez era menos notorio, y eso ya era un avance.
Los dos caminaron por el restaurante, con Bill siguiendo al castaño mientras este decidía dónde quería sentarse. Cuando Dipper finalmente eligió una mesa, ambos se acomodaron uno frente al otro, justo ante un gran cuadro que, en realidad, había sido el motivo por el cual el más joven había escogido ese lugar.
La señorita que los atendió en la puerta que, originalmente debía mostrarles la mesa que les correspondía, pero terminó siguiendo al castaño de igual manera, cuando ambos se sentaron le entregó un menú a cada uno y les indicó que en un momento el mesero vendría a tomarles la orden, a lo que ambos chicos agradecieron amablemente, mientras se acomodaban en sus lugares.
Dipper tuvo que admitir que el lugar estaba cumpliendo con todas sus expectativas. Aunque solo llevaba unos minutos allí, el restaurante era tan hermoso como había imaginado, un sitio que había deseado visitar desde hacía tiempo pero al que nunca había tenido la oportunidad de ir. Mientras ojeaba el menú en sus manos, cada platillo le parecía más apetitoso que el anterior, y supo que realmente había valido la pena ir.
El castaño levantó la mirada cuando escuchó al mesero pararse frente a su mesa y presentarse; era un chico joven, alto y atractivo, que aparentaba tan sólo unos años más que ellos.
—¿Puedo ofrecerles algo te tomar? —preguntó el joven, quien luego al ver a Bill, inhaló sorprendido—. Oh, ¡yo te conozco! Eres el chico del video que le cantó a su novio enfrente del estadio en un partido de basquetbol.
Dipper miró rápido al chico antes de negar muchas veces, algo desperado.
—No, no y no. No somos novios —dijo velozmente—. Él sólo es un idiota al que le gusta burlarse de mí y le pareció chistoso hacerlo en medio de un estadio.
El mesero miró al castaño de reojo sin apartarse del lado de Bill, el rubio soltó una pequeña carcajada.
—Él lo ha dicho —respondió Bill, dándole la razón al castaño—. Pero tiene que admitir que fue bastante genial.
—Oh... —dijo el mesero regalándole una mirada despectiva al de ojos castaños—, así que fuiste tú a quién le canto.
Dipper frunció el ceño al notar la negatividad en la mirada del joven mesero, sintiéndose inmediatamente juzgado. Molesto, volvió su atención al menú, tratando de sofocar la irritación que empezaba a arder en su pecho. Rodó los ojos, intentando ignorar el hecho de que el mesero seguía hablando con Bill... o más bien, coqueteándole descaradamente. Las preguntas incesantes y los cumplidos baratos dirigidos al rubio le parecían cada vez más insoportables.
¿Lo peor de todo? Que el de ojos ambarinos, no hacía nada por detenerlo, ni parecía tener la intención de hacerlo. Esa indiferencia sólo logró que Dipper perdiera la paciencia. Después de todo, él realmente tenía hambre, y esto no estaba ayudando en absoluto.
—¿Bill, vas a pedir algo? —le preguntó con una sonrisa forzada—. Porque yo quiero una Sprite, por ahora, por favor.
El mesero entonces apartó la mirada del rubio y anotó la orden, luego miró de nuevo a Bill.
—Una Coca Cola estaría bien para mí —contestó el chico.
El mesero asintió y se alejó, y solo cuando estuvo lo suficientemente lejos, Dipper sintió que la tensión comenzaba a disiparse. Se sintió más relajado y tranquilo, aunque no lograba entender del todo por qué.
—No puedo creer que lo sigas haciendo —murmuró por lo bajo, sin apartar la vista del menú.
—¿Hacer qué, Pino? —le preguntó el rubio.
—¿Hacer qué, Pino? —repitió el castaño con un tono infantil demostrando su molestia, pretendiendo estar muy concentrado leyendo el menú, cuando claramente no le estaba prestando atención.
—En serio Pino, ¿qué hice está vez? —cuesitonó confundido mientras se cruzaba de brazos.
—Um... no lo sé Bill, que alguien te coquetee descaradamente mientras estas en una cita conmigo, ¿tal vez? —replicó con un tono sarcástico—. ¡Y que no hagas nada! Pero no, no pasa nada.
—Oh vamos, no creí que fueras así —se burló mientras se le escapaban unas risitas—. Él no me coqueteó y yo sólo estaba siendo amable con la persona que nos va traer nuestra comida.
—Ah, ¿no? ¿Siquiera viste como me miró cuando se dio cuenta que fue a mí a quien le cantaste? —le preguntó indigando y Bill rió aún más—. ¿Y luego todas las veces que te llamo guapo y genial? ¿En serio no te pareció ni un poco que te estaba coqueteando?
—Sí... —admitió antes de reír—. ¿Tú también crees que le guste? Digo, nadie puede evitarlo, eventualmente todos caen por mí, pero consideré que a lo mejor pudo ser mi ego hablando, no puedo evitarlo, Pino, todo el mundo me ama —bromeó el rubio.
—¡Bill! Eres insufrible —el mencionado soltó una risa aún más fuerte cuando vio al castaño frustrado con él.
—Calma Pino, no es importante, no es como si me fuera a dar su número o algo así, e incluso si lo hace no es como si le fuera a llamar, no sé qué te molesta tanto, sólo es un mesero —explicó y Dipper rodó los ojos—. Y fuiste tú el que le dijo que no somos nada.
—Porque no lo somos —dijo el castaño, sintiéndose avergonzado por la manera en la que actuaba.
—Entonces no debería molestarte, don Celosin —soltó el de ojos ambarinos, mientras el chico frente a él fruncía el ceño provocando que el rubio soltará una pequeña risa.
Bill tenía razón: no debería molestarle. Pero lo hacía... y mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir.
—No estoy celoso, Cipher —contestó el mencionado, mintiendo un poco—, sólo me molesta que no respetes el trato ni en mi cara, ni siquiera cuando ya habíamos pasado por esto.
—Entonces, pruébalo —se burló el rubio—, cuando venga el mesero se amable con él y no ruedes los ojos cuando me trate bonito, ¿crees poder hacerlo, Pino?
Dipper lo miró, levantando una ceja. Bill lo estaba retando, y aunque el castaño sabía que estaba siendo condescendiente, no podía resistirse a un buen reto. La chispa competitiva en sus ojos se encendió, y justo cuando vio al mesero acercarse con las bebidas, tomó su decisión.
—De acuerdo, puedo probarte eso —aceptó con una sonrisa.
—Aquí tienen —les dio sus bebidas, antes de regalarle una sonrisa a Bill y un par de cumplidos más, los cuales el rubio respondía amablemente.
El castaño apretó el menú en sus manos e hizo una mueca con sus labios tratando fuertemente no rodar los ojos.
—¿Ya están listos para ordenar? —preguntó con una sonrisa que le dedicaba unicamente a su cita.
—No aun no, vuelve en un rato —habló el castaño, ligeramente cortante, sin hacerlo intencionalmente—. Por favor.
Bill sólo rió ante el tonto intento del menor de ser amable.
Y Dipper tuvo que soportar todas las ganas que tenía de patear a Bill bajo la mesa, y si no fuera porque no debía de actuar como una persona celosa, incluso si no lo estaba —¡porque no lo estaba!—, lo hubiera hecho sin dudarlo, pero simplemente suspiró, sonriendo falsamente mientras miraba al rubio.
El más alto decidió no decir nada por el momento, mientras ambos chicos se tomaban un minuto para pensar lo que querían comer esa tarde y cuando finalmente decidieron, ordenaron.
No habían pedido nada fuera de lo ordinario, pero Dipper no podía evitar querer bromear un poco con el chico frente a él, no sabía por qué, pero quería escuchar su risa de nuevo.
—Oye Bill, ¿en serio piensas beberte todo eso? —intentó bromear imitando a cierta chica que los había irritado terriblemente tiempo atrás, tal vez no era su mejor chiste, pero lo estaba intentando, aparte servia para poder desviar la atención de todo el asunto del mesero y disimular su molestia—. ¿No sabes lo malo que es para tu cuerpo?
Bill rodó los ojos mientras una sonrisa aparecía en su rostro al escuchar eso.
—Sí, Pino. Planeó comer y beber todo esto y posiblemente más —contestó el rubio siguiéndole el juego—. Ah, ese día fue muy interesante, Pino.
—¿Por qué lo dices? —preguntó bebiendo un poco de su refresco—. Creí que lo odiaste porque ese día conocimos al monstruo de Victoria.
—Sí... bueno, no te negaré que eso fue lo peor —le respondió bromeando antes de verlo fijamente—, pero al menos pude escucharte cantar, ¿algún día lo harás de nuevo?
El color subió a las mejillas del castaño, quien tomo el menú que habían dejado para ellos y trató de ocultarse detras de él.
—¡Nunca! —exclamó mientras escuchaba una suave risa por parte del rubio—. Ni siquiera sé porque hago cosas lindas por ti.
Bueno, al menos lo había hecho reír.
—Porque me amas, tal vez —le dijo Bill bajando el menú con su mano y una sonrisa.
Dipper intentó desviar la mirada para no perderse en los ojos del otro chico, tratando de pensar una respueta elocuente para no quedar como un tonto.
—¿Tengo que repetir la palabra "nunca"? Empieza a resultarme cansado —respondió tratando de sonar ironico.
El rubio rió un poco más observando con cariño al de ojos castaños.
—Me encantas —le dijo Bill, viéndolo fijamente con su barbilla apoyada en su brazo, buscando que el castaño se sonroje.
Esas palabras resonaron en su cabeza, estremeciéndolo ligeramente, al menos hasta que recordó como era el rubio.
—Basta Bill —contestó Dipper, rodando los ojos, sabía que el rubio sólo lo decía por molestarlo y él no le daría esa satisfacción.
—¿Por qué debería? Se supone que debemos estar coqueteándonos, te recuerdo —comentó bebiendo de su refresco esperando la reacción del chico enfrente—. O podrían decirle a Vanessa y ya sabes que nos haría un drama.
—Ni siquiera sabemos si realmente hay alguien vigilándonos —murmuró el castaño—. Seguramente sólo nos siguieron el primer día para asustarnos, además los dramas de Vanessa no son tan malos, a mí me dan mucha gracia.
—Obvio Pino, realmente ambos sabemos que no es tan mala como quiere lucir... la mayoría del tiempo —Bill dijo con una pequeña sonrisa—, creo que sólo la he visto realmente molesta una vez y fue por algo realmente grave... pero bueno, el punto aquí es que honestamente no esta tan loca como parece. Y que es muy linda cuando quiere, sólo es dura de roer.
Dipper se mordió suavemente el labio, admitiendo para sí mismo que, en cierto modo, Bill tenía razón. En ese momento, estaba ligeramente celoso, pero solo un poco. ¿O tal vez más de lo que quería aceptar? La verdad era que lo que realmente le inquietaba era la forma en que Bill conocía tan bien a Vanessa, como si compartieran una conexión especial. Dipper también quería llegar a conocerla de esa manera, descubrir esos diferentes lados de ella... ¿verdad?
Vanessa era un torbellino de emociones: dramática, impredecible y sumamente divertida. Tenía una forma de envolver todo en un halo de entusiasmo y caos que la hacía inconfundible. Pero también guardaba un lado más suave y encantador, una ternura que solo mostraba a aquellos en quienes realmente confiaba.
—Como tú —soltó sin darse cuenta.
Esa era la primera vez en la que Dipper notó lo mucho que Vanessa le recordaba a Bill.
El rubio lo miro con duda ante ese comentario, especialmente por la manera en la que el chico se veía perdido en sus pensamientos, inmerso en algo que Bill desconocía. A lo lejos pudo notar al joven mesero que los estaba atendiendo ese día y no pudo evitar querer molestar al chico frente a él.
—El mesero está viniendo hacía aquí Dipper, trata de no ser tan grosero —bromeó Bill al ver que el castaño se había quedado en silencio—, ni de mostrarte tan celoso, nunca creí que fueras ese tipo de personas.
—No estoy actuando como una persona celosa, ni mucho menos lo estoy.
Bill soltó una risa antes de asentir.
—Me queda perfectamente claro que eres don Celosin sin ser Celosin —dijo con un tono divertido.
—Ni don —agregó el castaño, bromeando.
Dipper rió un poco rodando los ojos, luego levanto su menú evitando la mirada del rubio nuevamente.
—Aquí tienen sus entradas, en un momento más tendremos sus platillos —les avisó con una sonrisa—, si necesitan algo más estaré a sus ordenes.
Le guiñó un ojo al rubio, provocando que Dipper rodara los ojos en respuesta. Sin embargo, su curiosidad pronto superó su irritación. ¿Debería preguntar a Bill? ¿Qué podría ser lo peor que le pasara? Algo dentro de él le decía que podían hablar de esos temas sin que resultara extraño. Después de todo, eran algo así como amigos en este momento, y no sería el fin del mundo si abordaban algo incómodo, ¿verdad?
Con un profundo respiro, Dipper se armó de valor, consciente de que estaba a punto de dar un paso hacia una conversación potencialmente rara.
—Bill... —preguntó suavemente, tomando una papa a la francesa entre sus dedos y jugando nerviosamente con ella.
—¿Sí?
—¿Puedo preguntarte algo? Obviamente sin contar esta pregunta —le dijo el castaño.
—Claro, Pino —respondió sorprendido ante la repentina seriedad del chico, especialmente sabiendo que ambos estaban bromeando hacía unos momentos atrás—, lo que sea.
—¿No te molesta que un chico sea el que te coquetee? —cuestionó atreviendose a verlo a los ojos unos momentos, antes de desviar la mirada a la mesa.
—No... ¿por qué? ¿Debería molestarme? —contestó algo confundido.
—Por nada, sólo tenía esa duda... ya qué es probablemente la primera vez que te veo coquetear con un chico —el castaño se encogió de hombros llevándose la papa a la boca, tratando de disimular lo mucho que le había llamado la atención esa respuesta.
—Pues eso me sorprende un poco que pienses eso, yo siempre coqueteó contigo —le respondió Bill algo desconcertado.
—Sí... pero nosotros lo hacemos por el trato con Vanessa, no es como que lo hagas en serio —murmuró sin verlo a los ojos—, o porque realmente nos gustemos.
—Bueno, aun así, no es algo que me importe, podría salir perfectamente con un chico y no tendría problemas —contestó el rubio—. ¿Por qué? ¿A ti te molestaría que un chico te coquetee?
El de ojos castaños miró a Bill unos segundos, tenía su mirada seria clavada en él y por un momento el rubio se sintio inquieto, ¿por qué Dipper estaba tan serio? ¿Por qué de repente estaba tan interesado en su respuesta?
—No... —respondió bajando la mirada de nuevo—. Nunca me ha coqueteado un hombre que no seas tú o Xólotl, pero no sé si cuente...
—Xólotl no cuenta porque no es un hombre, es un animal —le aseguró el rubio con diversión
—Pobres animalitos, no merecen ser comparados con Xólotl —bromeó con debilidad—. Aún así...
El chico se detuvo por unos momentos sintiendo que no tenía el valor para decirlo en voz alta.
—Continúa, Pino —le animó con una sonrisa—. Por favor.
Dipper lo miró con algo de timidez, sintiéndose ligermente reconfortado por las palabras del rubio, no muy seguro de si debía confiarle ese pedazo de información a Bill, pero por algún extraño motivo... no le importaba compartirlo con él, algo muy dentro de él, le decía que, por esa vez, podría contarle algo serio al rubio sin temor a que luego se burlará de él, que podía confiar en él.
—No, no me molestaría que me coqueteé un hombre... ni salir con uno tampoco —admitió finalmente.
—Wow, wow, ¿en serio? —preguntó sorprendido el rubio, sin ninguna mala intención en su voz, sin embargo, la sorpresa y la curiosidad eran bastante evidentes en su mirada—, creí que eras 100% heterosexual.
—No me sorprendería... todos piensan eso —murmuró Dipper, aún algo inseguro de porque le contaba todo eso a la persona que decía no soportar.
—Pino... tus secretos son bastante interesantes —respondió Bill con una sonrisa.
—No son secretos —replicó el menor algo avergonzado.
—¿Y por qué no lo sabía? —le cuestionó levantando una ceja.
—Porque nadie lo sabe.
—Esa es la definición de un secreto, Pino —respondió el rubio con excesiva diversión—, pero espera, ¿ni siquiera Mabel?
—No... aún no he tenido el valor de decírselo —confesó, con un toque de cansancio en su voz, como si ya estuviera exhausto de la locura que su hermana había generado en torno a ellos—. Temo que si ella descubre que me gusta un chico sin problema, asumirá que cualquier interés que tenga en una chica es solo una cortina de humo para ocultar que "estoy perdidamente enamorado de ti". Es algo que ya sospecha, y si se entera, solo reforzaría toda su teoría conspirativa. Así que, simplemente, evito mencionar ese tema frente a ella...
—Bueno... pues ahora me siento honrado de ser la primera persona en saber esto —le dijo con una sonrisa amable.
—Sólo... no le vayas a decir a nadie, por favor —le pidió el castaño con seriedad—. Incluso si todos ya lo piensan o cosas así, me gustaría ser yo quién le diga eventualmente a Mabel.
—Por supuesto que no, ¿acaso me crees un monstruo? —le preguntó el rubio—. Siempre preguntas si me reiré o cosas por el estilo, ¿tan malo soy a tus ojos?
Dipper suspiró comiendo otra papa.
—Sí, un poco —bromeó el castaño—. Un total y completo monstruo rubio.
Bill sonrió, sin nada de burla, simplemente dedicándosela al castaño.
—Bueno... te puedo asegurar que tu no-secreto esta a salvo conmigo —le prometió con sinceridad.
El castaño le sonrió, sintiéndose inesperadamente aliviado, como si de repente se le hubiera quitado un peso que había estado cargando durante años.
—Hagamos algo divertido y al mismo tiempo algo que te haga perder esa imagen de mí, juguemos algo —le ofreció con una sonrisa—. Hagamos un par de retos, yo sé que te gustan mucho de esos.
—¿Retos? —preguntó el castaño confundido—, ¿en serio eso fue lo primero que se te ocurrió? ¿Qué tiene que ver con todo lo que estamos hablando ahora?
—¡Shh! ¿Quieres divertirte un poco o no, Pino? —interumpió el rubio y Dipper rodó los ojos, pero asintió—. Entonces jugaremos, pero, así como yo te pondré retos te daré la oportunidad de ponerme unos a mí.
—¿Y qué obtengo si te gano?
—¿Diversión? —Dipper levantó una ceja, no muy convencido—, ¡y el orgullo de ganarme!
—Eso me parece justo —respondió después de un rato—. Siempre y cuando pueda regodearme en tu cara después.
—Cuantas veces quieras, Pinito —Bill aceptó y le extendió la mano—. ¿Entonces damos por iniciado esto?
—Sí —dijo el castaño extendiendo la suya para tomar la del rubio, pero se detuvo—... bueno espera un momento.
Bill lo miró con curiosidad, esperando el motivo por el cual se arrepintio.
—Nada de lamer el piso o cosas así, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
Entonces ambos chicos se tomaron la mano para cerrar su acuerdo y Dipper pudo jurar que sintió una corriente electrica por toda su espalda cuando tuvo la mano de Bill con la suya.
—Entonces declaró los retos, iniciados —dijo el rubio con una sonrisa de oreja a oreja.
[...]
—Bueno, llevamos 9 a 12, a favor mío... claramente —soltó Bill viendo la servilleta en donde había estado llevado la cuenta.
—¡Eso es porque sólo sabes poner retos extremadamente difíciles! —le señaló Dipper de mala gana.
—No exageres, Pino —respondió rodando los ojos.
—Literalmente me retaste a tomarme una foto con el mesero que me odia, era más que obvio que no lo haría —se quejó con frustración, pero Bill se encogió de hombros—, entre otras cosas que nunca haría, cómo entrar a la cocina a robarme una verdura.
—No es mi culpa, aparte, parece que lo odias más tu a él, que él a ti —respondió el rubio—. ¡Y lo de la verdura es perfectamente posible!
—Sí, lo es Bill, es tu culpa —afirmó el castaño—, además de que ¡sí me odia! ¡Lo veo en su mirada!
El mencionado soltó una pequeña risa y después pareció pensarse algo unos segundos.
—Aquí tiene —apareció el mesero con una sonrisa, extendiéndole la nota donde el rubio tenía que firmar para terminar de saldar la cuenta—. Y si no le molesta, ¿podría rellenar esta encuesta? Tendrá un descuento la próxima vez que venga.
—Con mucho gusto —le dijo cuándo el chico le guiñó el ojo.
Dipper frunció el ceño desviando la mirada hasta que el joven se fue.
—Así que... ¿cuánto le darás? —preguntó haciéndose el desinteresado.
Deseando en su interior que le diera una no tan buena calificación en la encuesta, pero el rubio no respondió viendo el papel con una sonrisa.
—Eh... —balbuceó y soltó una pequeña risita llamando la atención de Dipper.
—¿Qué? —el rubio rió aún más enseñándole la encuesta.
Dipper le quitó el papel de sus manos con agilidad y rapidez, sólo para ver el número del mesero escrito en el papel, con una carita sonriente y un pequeño corazón, la risa de Bill aumentó aún más.
—¡Bill! —le reciminó el chico, bastante molesto.
—¿Yo qué, Pino? —preguntó entre risas.
Dipper dejó el papel en la mesa de mala gana, antes de cruzarse de brazos y rodar los ojos, sin dirigirle la mirada al rubio.
—Vamos, Pino —le llamó—, terminemos el juego.
—No, ya no quiero —contestó irritado.
—Si haces este conseguirás 3 puntos —canturreó el rubio, dispuesto a tentar al chico frente a él.
—Suéltalo —respondió Dipper.
Bill sonrió orgullo y se levantó de su lugar para dirigirse hasta al castaño, seguido toco suavemente su hombro para llamar su atención.
—¿Ves esa zona? Es la zona del bar —le dijo señalando el lugar—. Te reto a ir y conseguir el número del joven con el traje, el de cabello castaño.
—No —contestó Dipper rapidamente.
—Anda Pino, no puede ser tan difícil —insistió con diversión.
—No, porque para empezar ni siquiera sabemos si hay oportunidad de que le gusten los chicos y me vaya a dar su número, ¿qué tal si es homofóbico y me da un golpe? —Dipper habló cruzándose de brazos—, así que no.
—Eh eh, ahí te equivocas Pino —dijo el rubio—, yo lo conozco, es un amigo de Xólotl que está en la universidad, así que, que eso te dé una idea de cómo es, no es tan difícil de conquistar.
—Bueno, ¿pero eso qué?
—Vamos Pino —le animó Bill con diversión—, demuéstrame que tienes lo que se necesita para conseguir el número de un chico.
Dipper frunció el ceño, debatiéndose internamente sobre si debía hacerlo o no.
Se preguntaba qué era más fuerte: su dignidad, que le decía que debía mantener su postura, o el orgullo, que no quería permitirle perder ante Bill.
La respuesta era demasiado obvia.
—Oh, de acuerdo.
El castaño bebió el resto de su bebida armándose de valor para acercarse al chico mientras Bill firmaba el papel que el mesero le había dejado, entregándolo amablemente, y se sentó a esperar.
Y a esperar, y a esperar, y a esperar...
El rubio estuvo distraído en su teléfono por un rato, al menos hasta que escuchó la risa del castaño a lo lejos.
Bill miró a Dipper con las mejillas sonrojadas, riendo a carcajadas mientras intentaba desviar la atención de él jugueteando con una de sus manos y pasándose la otra por la nuca en un gesto nervioso. Su risa y su torpeza eran un intento palpable de ocultar su verguenza.
El rubio frunció el ceño, dejando una propina apropiada antes de acercarse a los chicos con propiedad. Observó cómo el mayor le entregaba a Dipper una tarjeta con el número de teléfono anotado en ella, provocando una nueva molestia e incomodidad en su pecho.
—Pino, tenemos que irnos —dijo con seriedad.
—Oh sí, nos vemos luego —Dipper se dirigió al castaño con una sonrisa tonta.
—Por supuesto Dipper, ha sido todo un placer conocerte —algo de rubor subió a las mejillas del mencionado, provocando que Bill se enojará ligeramente... el chico en la barra se giró mirando al rubio con sorpresa—. Oh, pero si es Bill Cipher, ¿cuánto tiempo sin verte?
El mencionado sonrió forzadamente tomando de la muñeca a Dipper.
—Sí, mucho tiempo, pero ya es tarde, tenemos que irnos, adiós —contestó dándose la vuelta y llevándose al castaño con él.
El rubio estaba claramente irritado, pero Dipper estaba más concentrado riendo un poco cuando llegaron a la puerta del automóvil de Bill.
—¡Já! —el más bajo habló mientras se subía al asiento del copiloto—, te dije que podía hacerlo.
—Felicidades Dipper —masculló Bill rodando los ojos.
El mencionado frunció el entrecejo, confundido ante la nueva actitud del rubio a su lado, ¿qué paso mientras no estaba? ¿El mesero había hecho algo que lo había molestado?
Cuanto más se alargaba el silencio en el auto, más insoportable se volvía para Dipper. La tensión en el aire era palpable, y sabía que Bill estaba molesto, aunque no podía entender por qué. Había pensado que estaban disfrutando del tiempo juntos, pero ahora el rubio parecía rodeado de una aura de negatividad que creaba una atmósfera densa y molesta. Este cambio de actitud inesperada por parte del mayor no solo desconcertaba al castaño, sino que también encendía una chispa de frustración en él. No entendía qué había salido mal y eso lo enfurecía aún más.
Lo que sea que hubiera provocado la molestia de Bill no era su culpa. Dipper no entendía por qué el rubio tenía que ser tan grosero y cortante con él. La actitud del mayor no solo era injustificada, sino que también le parecía innecesariamente cruel. El castaño sentía que no se merecía ese trato, especialmente cuando todo lo que quería era disfrutar de su tiempo juntos sin conflictos.
La actitud de Bill estaba llevando la situación a un nivel personal que Dipper no podía ignorar.
—Lo conseguí —le presumió la tarjeta intentando sacar una conversación con él.
—Si lo noté —respondió el rubio, con demasiada seriedad—. Felicidades.
—Parece que tenemos un ganador y ese es Dipper Pines —soltó orgulloso y con una sonrisa de satisfacción, pero Bill sólo rodó los ojos.
No sólo era denso, sino que también estaba equivocado.
—Claro que no, yo tenía 12 y tú 9, con los 3 puntos del reto quedamos empatados —respondió el rubio.
Bill no podía parar de sentir algo de molestia en su interior, pero no estaba seguro del porqué, ¿por qué le molestaba tanto lo feliz que estaba Dipper por conseguir el número?
—¿Qué? —cuestionó confundido, dándose cuenta de su error.
—Así es, Pino —dijo con una sonrisa forzada—, nadie ganó.
—¡Eso no es justo! —se quejó con frustación—. ¡Conseguí el número! ¡Tú lo viste! ¿O no?
—Y vaya que lo vi —murmuró Bill entre dientes.
Al escuchar la respuesta, Dipper frunció el ceño y se cruzó de brazos en el asiento. Mientras la incomodidad se asentaba, comenzó a formularse una idea en su mente sobre la razón detrás del malestar del rubio
¿Acaso Bill se había molestado por el reto? ¿Por qué?
—Eres un tramposo —soltó el castaño de mala gana.
—Yo te dije desde el principio —explicó—, tú aceptaste sin darte cuenta.
Dipper quiso contestar, pero desafortunadamente el más alto tenía razón.
—¿Y esa actitud tan repentina? ¿A qué se debe tu cambio de actitud? Quedamos empatados, no es la gran cosa —le preguntó el castaño confundido.
—¿Cuál actitud? —cuestionó Bill.
—Cuando me fui estabas tan feliz, riéndote tanto —explicó el de ojos castaños—, estabas disfrutando demasiado que el mesero te coqueteara y te diera su número.
—Mi actitud es la misma, no hubo ningún cambio en ella, Dipper —mintió el rubio.
—Dile eso a otro —soltó molesto—, estás usando mi nombre a cada rato y es raro, estas todo cortante conmigo, no me has sonreído y ni siquiera me hagas empezar en la manera en la que me obligaste a irnos tan de golpe, ¿qué te paso? Creí que estabamos pasando un buen rato juntos.
El castaño trató de ocultar lo mucho que el cambio de actitud en Bill lo heria, pero lo hacía.
—Ya era demasiado tarde, eso no es mi culpa —respondió a la defensiva—. No sabía que querías llegar tarde a tu casa.
—Estaba hablando con alguien —dijo el castaño—. Es de mala educación interrumpir las conversaciones ajenas.
—¿Quieres llegar tarde a tu casa? —le preguntó burlón.
—¡Pues no! —soltó frustrado, el mayor no estaba haciendo nada de sentido y se estaba quedando sin opciones.
—Entonces ese era el momento perfecto para irnos —respondió sin más.
Dipper sabía que Bill estaba ocultándole el verdadero motivo detrás de su cambio de actitud, pero, por más que lo intentaba, no lograba descifrar qué lo había provocado. La actitud abrupta del rubio era un enigma frustrante, y cada intento de entender lo que estaba pasando solo aumentaba su confusión.
—Eres un mentiroso —murmuró rindiéndose.
—¿Disculpa? —cuestionó el rubio.
—Que eres un mentiroso —le dijo encarándolo, mientras Bill se estacionaba frente a la casa del castaño—. ¿Tanto te cuesta admitir que te molesta que pudiera hacerlo? ¿O fue por qué empatamos? O...
Dipper se detuvó, negandose a la posibilidad de que el rubio pudiera estar celoso de él, eso era imposible, ¿Bill? ¿Celoso? ¿Por él? No tenía sentido, debía ser el hecho de que ambos habían empatado, esa era la unica razón lógica que podría creerse, pero aún así decidió preguntar:
—¿Acaso te molesta que el amigo de Xólotl me diera su número?
—No me digas que crees que estoy celoso —preguntó a la defensiva y Dipper asintió con molestia, aún algo inseguro de como esa afirmación lo hacía sentir—, mira quien vino a hablar, el señorito que se la pasó gran parte de la cena quejándose por algo similar.
—¡YO NO ESTABA CELOSO! —exclamó rápidamente, sin poder ocultar un reciente sonrojo en sus mejillas.
—Como sea —soltó Bill rodando los ojos—, ¿por qué me molestaría que ese chico te diera su número?
—Porque eso significa que pierdes contra mí —dijo, estando seguro de que esa debía ser el motivo.
—No —respondió confundido—, ya te expliqué que terminamos parejos.
—¿Y POR QUÉ ME RETASTE ENTONCES? —le gritó histérico, no soportando la frustración que estaba sintiendo en su ser—. ¡No entiendo! ¿Por qué estas tan molesto por eso si tu eres el que me reto a hacerlo?
—¡Porque no pensé que te daría su número! —confesó el rubio—. Te daría los puntos por tu participación y, tu valor, y te sentirías mejor contigo mismo, ¡pero no pensé que de verdad conseguirías el número! ¡Y menos que te divirtieras tanto haciéndolo!
—¡Pues me lo dio! —le señaló agobiado—. ¡Cumplí tu estúpido reto y te gané, idiota! ¿Por qué no puedes aceptarlo?
—Eres un idiota, ¿por qué lo hiciste? —habló Bill—, ¿qué tal si era un violador, o un asesino, o algo así? ¡Además ya te dije que no me ganaste! ¡Estamos empatados!
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que los dos se habían enfrentado de esa manera. La intensidad de la discusión actual les traía recuerdos de viejas tensiones que habían creído superadas.
—¡Porque tú me dijiste que lo conocías! —respondió el castaño—, además te recuerdo otra vez, ¡QUE TÚ ME RETASTE A HACERLO! Y perdoname que te diga, pero, ¡DEBÍ GANAR CON MAS MOTIVO SI ERA UN POTENCIAL CRIMINAL! ¡ESO DEBERÍA DARME PUNTOS EXTRA! ¡ME MEREZCO ESTA VICTORIA!
—¿Tanto te importa ganar?
—¡Claro que sí! —replicó de mala gana—. ¿Por qué crees que lo hice en primer lugar? ¿Por qué crees que acepté ese estupido trato si no es para probarte eso? ¡Todo lo que hago es para ganarte!
—Y sí te reto a que saltes de un puente, ¿también lo harías con tal de ganarme? —le preguntó el rubio.
—Si con eso te gano, ¡sí! —confesó Dipper—. ¡Aceptaría cualquier reto con tal de ganarte!
—¡¿AH SÍ?! ¡PUES ENTONCES TE RETO A BESARME! —le gritó y ambos se quedaron en silencio durante unos segundos viendose fijamente con confusión, antes de que Dipper frunciera el entrecejo confundido—. ¡Já! ¿No que muy valiente "señor cumplo retos por ganarte"? Te apuesto a que a eso no te atrev-.
Las palabras de Bill se vieron abruptamente interrumpidas por los labios de Dipper, quien había juntado sus labios con bastante desesperación y frustración. El rubio se quedó paralizado, asombrado hasta el punto de no poder procesar lo que estaba sucediendo, él no se esperaba que Dipper fuera capaz de hacerlo, por el contrario, ¡el estaba seguro de que no lo haría! ¡Esa era la razón por la cuál lo había retado en primer lugar!
Bill jamás se imaginó que Dipper de verdad lo estuviera besando.
¿De verdad estaba pasando? ¿Estaba alucinando o en serio tenía los labios del castaño sobre él?
El rubio atino a mirarlo sorprendido unos instantes, sin salir del todo de su sorpresa, el castaño tenía los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas, emanaba una mezcla de nerviosismo y determinación que hacía imposible para Bill resistirse. Incapaz de contenerse más Bill dejó que sus propios instintos tomaran el contrrol, inclinándose para continuar con el beso.
Después de todo, ¿qué era lo peor que podía pasar?
En algún punto mientras Bill estaba burlándose de él, Dipper se había quitado el cinturón y se había girado sobre su asiento del copiloto y, sin ni un solo gramo de sentido común, había tomado el rostro del rubio y había juntado sus labios.
Al principio, ambos estaban perdidos en la confusión del momento, sin estar muy seguros de que estaba sucediendo, pero ambos se estaban dejando llevar por el momento. Bill, casi sin darse cuenta, deslizó sus manos hasta la cintura del castaño, sosteniéndolo con firmeza que refrejaba su propia necesidad de no romper el contacto.
Ninguno de los dos tenía la menor intención de separarse. Estaban demasiado sumergidos en la intensidad del momento para pensar en cualquier otra cosa o siquiera considerar la posibilidad de detenerse. Se besaban con una pasión creciente, dejando que la electricidad y la tensión en el aire aumentaran lentamente dentro del automóvil del rubio. Y, por alguna razón, a Bill le estaba gustando demasiado besar a Dipper.
Sus corazones latían con fuerza, cada pulsación resonando en sus oídos como un tambor imparable. Bill acariaba la espalda baja del menor con cariño que contrastaba la intensidad del momento mientras Dipper, se aferraba a las mejillas del rubio, sin ser del todo consciente lo sujetaba con un miedo latente, temiendo que en cualquier instante Bill pudiera alejarse de él.
Finalmente, cuando el aire le faltó en los pulmones, el castaño se vio obligado a separarse, aunque lo hizo en contra de su propia voluntad. Con las mejillas enrojecidas, el corazón golpeándole el pecho y el ceño fruncido lleno de frustración, clavó sus ojos en Bill.
El rubio, aún atrapado en su sorpresa, lo miraba en silencio. No podía creerlo: Dipper realmente lo había hecho.
Y demonios, ambos lo habían disfrutado mucho más de lo que deberían.
—13 contra 12, te gané —le con excesiva seriedad antes de bajarse inmediatamente del coche, sin darle tiempo al rubio de reaccionar.
Dipper estaba consciente de que hacía un rato había llegado a su casa, así que simplemente se dirigió a ella lo más rápido que pudo con el paso acelerado, cerrando la puerta tras de él, sin atreverse ni por un segundo de voltear atrás. No podía hacerlo; no tenía el valor para enfrentarse a las consecuencias de lo que acababa de ocurrir. Su corazón aún palpitaba con fuerza, y todo lo que quería era refugiarse en la seguridad de su casa, lejos de la realidad que había dejado en el auto.
Deslizándose lentamente por la puerta, Dipper cubrió su rostro ardiendo de vergüenza, deseando con todas sus fuerzas haber sido un poco menos impulsivo unos minutos atrás. Su corazón seguía latiendo desbocado, mientras la realidad de lo que acababa de hacer se clavaba en su mente.
La sensación de los labios del rubio seguía grabada en los suyos, como si aún los sintiera presionados firmemente contra su boca. Se quedó recostado junto a la puerta, con su rostro escondido en sus rodillas, intentando asimilar lo que acababa de suceder, pero la confusión y el arrepentimiento lo envolvían. No podía sacudirse la sensación de que había hecho algo que no debía, un error del que no había vuelta atrás.
Su cabeza daba mil vueltas, con una frase repetiéndose sin cesar en su cabeza, resonando como un eco que no lograba silenciar. Una voz que estaba reprochándole por haber sido tan impulsivo y tonto, por exponer algo que no estaba listo para enfrentar.
¿Qué demonios acababa de hacer?
Nota actual: ¿Qué pensaban? ¿Qué los iba a dejar así en el cumpleaños de los gemelos? ¿Sin salseo? ¡Pues no! Lo mínimo que podíamos hacer por ustedes es regalarles esta linda actualización triple.
¡Este beso tan intenso es nuestro regalo para ustedes en honor a nuestros pequeños Pines! ¡Ya era hora! ¡Felicidades!
Dios, este capítulo me emocionaba demasiado y me alegra haberlo terminado a tiempo porque sí, llevo absolutamente todo el día trabajando en él porque en serio quería regalarselos en honor a los mocosos, espero lo hayan disfrutado y que también hayan disfrutado de los otros dos, porque les puse mucho cariño.
Subí los tres capítulos a diferentes horas para ver si Wattpad notificaba mejor y a la gente le daba tiempo de leerlos uno por uno sin confundirse, así que espero que haya funcionado y lamento si por accidente se saltaron alguno.
Ah, y tienen suerte de que me compadecí de ustedes porque soysofidice estuvo a punto de lograr que no lo hiciera porque nos rompió el corazón en facebook e hizo llorar a Kalita. (Mentira, te amamos mucho, pero estamos ardidas, perdón, esto es lo que estaba haciendo por lo que no te podía contar, pero ahora después de cenar te cuento lo que te prometí)
Les queremos muchísimo con toda nuestra alma azul.
Atte. 12 y 13.
Nota original: Happy B-Day to youuuuu~ (TresDíasAtrasadoPorqueWattpadEsPuto)
Lamentamos actualizar tarde, nosotras igual andamos con la escuela en el cuello (Al menos yo, porque a Karla le va de puta madre, perra). Pero si no lo subiamos a esa hora probablemente hubiera llevado unas semanas más, porque solo funcionamos en la madrugada.
A parte, digamos que a partir de aquí todo es cuesta arriba, literal.
Pd: Todo pasa por algo, en serio, desde las interrupciones, hasta la actitud de ciertos personajes. Promise.
LOOK WHAT YOU MADE ME DO.
Pd2: Si ven palabras pegadas, errores, etcétera, avísenos por favor. Wattpad a veces se queda con versiones anteriores o incluso junta palabras al final, a pesar de que en el documento de Word no lo tenga. Por ejemplo, en el capítulo anterior juntó varias palabras (gracias por notificar), y agregó un párrafo final que no iba (también pasó con un diálogo de Vanessa de el cap de Playa-Con), y pues bueno, el error de las dos Mabel sí fue pendejez nuestra, la velda, las dos lo leímos como tres veces y ninguna lo notó JAJAJA pero eran las 3 am así consideración plz.
Les quiero un montón aunque a veces me partan el alma. Todo el amor a ustedes.💙
Pd3: Teníamos planeados subir hace horas, pero nuestra siesta de una hora se convirtió en una de tres y... sí. Igual los amamos mucho.
Pd4: Me dio un chingo de pereza hacer una nueva nota, así que copie y pegue, perdonen por cagarla en un capitulo tan lindo, pinche Wattpad y sus guardados de borradores kk.
Gracias por los lindos comentarios y apoyo de ayer, fueron muy lindos con nosotras. Les amamos demasiado.
Atte. (Inserte nuestros nombres de manera pendeja aquí)
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