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Desde pornografía de tortugas hasta un cadáver.

Bill rodó los ojos al encontrarse con tal escena, ¿acaso eso no contaba cómo trampa? Pues debería serlo.

Dipper estaba cargando los libros de la chica rubia mientras le sonreía tontamente, pero evidentemente a Vanessa no le importaba siempre y cuando alguien hiciera las cosas por ella.

Xólotl se encontraba al lado de Bill mientras caminaban y veían la escena, después de todo la rubia y el castaño tan solo se encontraban unos tres pasos más adelante.

—¿No quieres que te cargue tus libros también, cariño? —Le preguntó divertido Xólotl al ver la expresión de su rostro.

Bill lo miró irritado antes de sonreírle con burla.

—De hecho, sí, me gustaría —le dijo tirándole su mochila, que contrabajo sostuvo su amigo.

—¿Qué traes aquí? Tu mochila pesa como el infierno —Bill rió fuertemente llamando la atención de ambos chicos de adelante que conversaban animadamente.

—Obviamente es un cadáver ¿qué más podría ser?

—No sé... tal vez ¿pornografía de tortugas? —El rubio soltó una carcajada, recordando el vídeo que habían visto recientemente de unas tortugas teniendo relaciones en la que una hacia un sonido muy chistoso y como los necios que eran, no habían dejado de referenciarlo.

—No, esta vez mi querido amigo, sólo es un cuerpo.

—¿Y qué planeas hacer con él?

—Tengo planeado quemararlo después de clases y de paso tal vez explotar la escuela.

—Cálmate JD —le dijo burlón, sabiendo que Bill había estado obsesionado con Heathers el musical recientemente—. Y, ¿cuándo planeabas decirme para que te ayude? Dicen que dos mentes trabajan mejor que una.

—Pero contigo seguiría siendo sólo mi cerebro —se burló su amigo.

—¡Oye! Ahora te crees mucho sólo porque sacaste una nota alta el otro día —Xólotl rodó los ojos.

—¿Disculpa? —preguntó fingiendo estar ofendido, colocando una mano en su pecho.

—Disculpado, perra —le respondió.

—¡No cuenta si yo te lo dije primero! —gritó Bill mientras Xólotl reía—. Jamás debí mostrarte ese meme.

Una pequeña risa se escuchó llamando la atención de Bill, Dipper estaba riendo, posiblemente de algo que habría dicho Vanessa... Después de todo la chica se veía alterada hablando de algo, probablemente hablaba sobre algo que detestaba, siempre armaba un escándalo cuando se desahogaba de algo que le molestaba en serio... Y sinceramente sus reacciones siempre solían ser bastante divertidas.

A Bill no le sorprendería saber que de eso era de lo que se reía Dipper.

—¡Ya me cansé! —dijo Xólotl despertando de su ensoñación a Bill—. Te regreso tu cadáver, pesa demasiado.

—Eres un debilucho —le dijo Bill mientras rodaba los ojos colocándose su mochila.

—¡Hey! No es mi culpa que el cadáver y tu mochila-bomba pesen tanto —se quejó el chico mientras Bill reía con más intensidad que antes.

Dipper miró de reojo al chico que tenía atrás, mientras Vanessa gritaba justo como el día que comieron en McDonald's, y Dipper no pudo evitarlo, había dejado de prestarle atención a la rubia hacía un rato, perdiéndose en la conversación que traían los chicos de atrás, especialmente cuando el rubio se reía, Dipper no podía evitar rodar los ojos, en serio esos chicos eran unos verdaderos idiotas.

—¡Y lo peor es que todos dicen lo mismo! —Gritó la chica, recuperando la atención de Dipper—. "Somos pacíficos", ¿lo puedes creer, Dipper? ¡Los detesto! —Dipper la miró antes tratar de sonreírle.

—Son unos... ¿tontos? —Preguntó aturdido, no había escuchado lo que estaba diciendo, pero se imagino que esa sería la mejor respuesta—. No entienden el amor de verdad.

—¡Exacto! —Preguntó antes de seguir gritando.

Dipper miró los libros en sus brazos antes de mirar a la chica continuar su berrinche en contra de lo que sea que estuviera hablando, en realidad el castaño no entendía muy bien de qué se quejaba, sólo sabía que tenía que ver con uno de sus... "ships", cosa que tampoco terminaba de entender, incluso si Mabel hubiera usado ese termino un montón de veces, varias de esas entre él y Bill. Sólo podía observar a la rubia gritar como loca, sacando la ira que contenía sobre una pareja que no le gustaba... o eso era lo que Dipper había entendido.

—¿Y sabes que es lo mejor? —Preguntó el chico de atrás, captando la atención del castaño de nuevo—. ¡Eran perfectamente redondas!

—¿En serio? —dijo Bill—. ¡Que rico! Hace mucho que no pruebo unas así.

—Si quieres te pasó su numero para que las pruebes.

—¡Pero por supuesto! —Gritó emocionado el rubio—. Que bueno que no eres egoísta.

—Lo que ella hace no puede ser privado, tiene que ser del pueblo, ¡le sale riquísimo! —El castaño se sintió disgustado, ¿cómo podía hablar así de una persona?

—Debo admitir, que tienes razón —Bill rió suavemente.

El castaño se asqueo aun más, pero no sabía porque se sorprendía, después de todo Bill y su amigo eran esa clase de chicos.

—Dime Bill, ¿tú negarías al mundo de tal manjar? —Le preguntó divertido.

—Claro que no —dijo Bill mientras ambos chicos reían—, podré ser tonto, pero no estúpido.

Dipper rodó los ojos, sí, sí lo eres, eres los dos completamente. Pensó.

¿Cómo podía Bill hablar así de las chicas con Vanessa estando presente? Es decir, estaba loca, tal vez demasiado, y sí, podía estar hablando y gritándole al mundo en esos momentos, pero se supone que estaba intentando conquistarla, ¿eso no contaba cómo fallar al trato?

—¿Dipper? —Vanessa le llamó—. Ya puedes dejar de caminar este es mi salón.

—Oh sí, perdón... —murmuró Dipper abriéndole la puerta de su salón para entrar con ella y dejar sus libros en su lugar—. Me distraje un poco.

La chica sólo se encogió de hombros.

—Aquí tienes —Dipper entonces le tendió sus libros a la rubia.

—Gracias Dipper —Vanessa le sonrió ampliamente.

—De nada —simplemente respondió.

—Y gracias también por dejar que me desahogue contigo —le dijo dándole un rápido beso en la mejilla—. Lo necesitaba, últimamente me he peleado con mucha gente, pero no había podido desahogarme bien.

Dipper se sonrojó ligeramente. —No hay problema —murmuró algo nervioso—. Cuando quieras.

Vanessa rió. —No creo que soportes mis quejas mucho tiempo.

—Ya veremos —respondió divertido—. Se me hará tarde, nos vemos luego.

—Hasta luego, Dipper —dijo con una pequeña sonrisa.

[...]

—¡Bill deja de dibujar penes en mi libreta! —le dijo Xólotl.

Bill soltó una carcajada. —Pero sí estoy dibujando lo que más te gusta —bromeó.

—¿Disculpa? Creo que te equivocas, ese eres tú —se burló—. ¿O no, Dipper Pines?

—Disculpado, perra, pero no —el rubio se burló de vuelta—. Definitivamente no quiero el pene de Dipper, él quiere el mío.

—Tienes razón —concordó Xólotl.

—Gracias —respondió Bill.

—El quiere tu pene, tú quieres su trasero —soltó el pelinegro—. Aunque no te juzgo, tiene un buen trasero, rendodito.

Bill rió con fuerza junto a su amigo, el maestro probablemente ya se había dado por vencido con ellos, sabía que no habría nada en el mundo que logrará callarlos, y cómo había terminado de ver el tema de la clase-y por muy sorprendente que pudiera ser ambos chicos ya habían entregado su tarea-, no encontró motivos para regañarlos.

—No sé cómo es que te soporto —Xólotl se encogió de hombros—. Además —el rubio rió ligeramente—, también dibuje tortugas y explosiones.

—En primer lugar, no me soportas, me adoras —Bill negó con la cabeza—. Y todos los demás puntos son porque soy genial.

—Si tú lo dices.

—Claro que yo lo digo —respondió Xólotl—, por cierto, muéstrame el vídeo de las tortugas una vez más, sabes que me mata de la risa.

Bill negó con la cabeza, su amigo podría ser muy idiota pero era un idiota divertido, justo cómo él. El rubio apunto de sacar su celular, para mostrarle nuevamente el vídeo que había encontrado hacía unos pocos días que sólo lograba que ambos chicos soltarán unas fuertes carcajadas —incluso Will se había reído del vídeo— cuando escucho el timbre sonar, marcando el final de la clase.

—¡Demonios! —gritó Xólotl—. Muestrámelo después, ahora tengo que ir con mi bellísima cita.

—Suerte con tu cita.

—Suerte con la tuya —le respondió—. No mates a Pines mientras no estoy, no quiero que mañana traigas otro cadáver.

Bill rodó los ojos divertido. —Uff, la necesitaré entonces —dijo sarcástico—. Dame tu bendición Dios azteca.

—¡Déjame! —El pelinegro se quejó—. No es mi culpa llamarme así, ya te dije que mi madre es muy fanática de las culturas antiguas —dijo mientras se colocaba la mochila en el hombro—. Pero te mando mi bendición azteca hijo mío.

—Sólo lárgate —murmuró—. Ya tuve suficiente de tus tonterías por hoy.

—¿Qué crees que hago? Yo ya tuve suficiente de las tuyas.

Bill soltó una carcajada mientras se levantaba de su asiento y tomaba sus cosas, después de todo tenía que ir por el castaño para poder irse a casa.

—Tardaste mucho en salir, ¿no? —Preguntó Dipper frunciendo el ceño.

—Estaba guardando mis cosas —respondió aun irritado por lo de la mañana—. Cálmate Pino.

—Ugh, detesto que me llames así —Bill rió con sorna.

—Lo sé, ¿por qué crees que lo hago? —Le preguntó burlón—. ¿Por cariño? Por favor Pino —Dipper lo miró molesto.

—¿Discu-? —El castaño se detuvo, recordando en la respuesta que le había dado a su amigo, que posiblemente le daría a él también—. Sólo llévame a mi casa, ¿quieres?

—Lo que mi amor quiera —respondió sonriendo recibiendo una mirada aún más molesta de parte de Dipper y su sonrisa se extendió aún más.

—Te odio —masculló cruzándose de brazos.

—Sí, sí disco rayado —le contestó divertido—. ¿No quieres cargar mis libros también?

Dipper se sonrojó un poco mientras le pegaba en el brazo.

—Al menos yo hago cosas lindas por ella y no hablo sobre los "favores" que me hacen las chicas —le dijo, dándole doble intención a la palabra favores y cargando la palabra con molestia.

—Para empezar: Todo lo que yo hago es lindo, Pino —empezó el rubio—. Y segundo, tercero y todos los demás puntos: ¿De qué demonios hablas?

—Hablo sobre está mañana y de cómo estabas pidiendo el número de otra chica, estando consciente de que Vanessa estaba presente —respondió el castaño—. ¿No te parece una falta de respeto?

Bill lo miró confundido. —¿Está mañana? —preguntó y Dipper rodó los ojos.

—No te hagas el inocente ahora, ¿quieres? —Le dijo irritado.

—Hablo en serio Pino, no tengo idea de lo que hablas —contestó Bill.

—¡Ugh! ¡Sí! —Gritó frustrado—. Está mañana estabas hablando con tu amigo el raro sobre lo que una chica y de como era muy rico y que también querías.

Bill lo miró unos segundos antes de relacionar todo y soltar una fuerte carcajada.

—¡Estábamos hablando sobre galletas! —El rubio rió más fuerte—. Hay una chica en nuestra clase que hace galletas, las cuales están de puta madre, así que no Pino, no hablábamos de mujeres, hablábamos de galletas.

Dipper se sonrojó ligeramente. —¿Qué? —Preguntó incrédulo.

—Pero dime Pino —le dijo Bill una vez que dejó de reír—. ¿No te parece una falta de respeto escuchar pláticas ajenas?

El sonrojó en el rostro del castaño incrementó haciendo a Bill sonreír burlón.

—Cállate ¿quieres? —Le respondió molesto—. No la hubiera escuchado si no hablarán tan fuerte —Bill soltó una pequeña risa.

—Sí tú lo dices, Pi-no —separó las sílabas molestando al castaño, quien sólo bufo ignorándolo, empezando a caminar lejos de él.

Ambos se dirigieron al auto del rubio en silencio, después de todo, Dipper no estaba de humor como para tolerar sus tonterías y Bill simplemente le dolía la espalda por cargar su mochila, no traía realmente un cadáver, pero tenía muchos libros y un par de cosas más que hacían que pesara como el infierno.

Bill se quedó parado frente a su puerta al llegar mientras Dipper se subía al lado del copiloto. Un par de segundos pasaron y el rubio sólo se cruzó de brazos.

—¿No piensas abrirme la puerta Pino? —Le preguntó.

Dipper lo miró soltando un bufido, se bajó de su lugar caminando hacia el rubio abriéndole la puerta.

—¿Feliz? —Preguntó con molestia—. ¿Ya me dejarás en paz?

Bill sonrió lanzando su mochila a la parte de atrás y sentándose en su lugar.

—Nunca, ahora cierra la puerta, no me gusta que el sol me de directamente en la cara —dijo el rubio molestando al castaño.

Dipper cerró con fuerza su puerta sabiendo cuanto le dolería eso.

—¡Mi bebé! —Gritó mientras Dipper se sentaba nuevamente aporreando también esa puerta y sonriendo con suficiencia.

Bill miró molesto al castaño quien tenía una sonrisa burlona en su rostro.

Lo siento Xólotl, pero mañana sí tendremos que enterrar un cadáver.


Nota original: Dedicado a mi bella clush -corazón hir-.

Adoro este capítulo, es uno de mis favs, kdcrls xdxdxdxd

Pd: Mosquearon mi torta por publicar el capítulo, aménme.

-Tañía. <3

***

Nota actual: PERDÓN, SÉ QUE DE REPENTE DESAPARECEMOS PERO LES JURAMOS QUE NO HEMOS ABANDONADO NADA.

Sólo que la vida de adulto esta díficil. Bueno, esperamos subir más actualizaciones pronto.

LES TQMMM mucho. <3

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