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99 Red Balloons.

Bill estaba perfectamente bien platicando con Dipper mientras salían de la sala de su casa, contándole algo que el castaño simplemente ignoraba.

—Adiós tortolitos —dijo Mabel—, y Bill, no olvides cobrar algún cupón, alguno debe ofrecer algo interesante.

El rostro del castaño tomó color haciendo al rubio reír.

—Lo tomaré en cuenta, Shooting Star, adiós —se despidió de la chica abriéndole la puerta del copiloto a Dipper dejando que se suba, sabiendo que de esa forma el castaño no podría aporrear la puerta para molestarlo.

Al subirse le guiñó un ojo pícaramente al chico.

—¿Qué opinas, Pino? —le preguntó divertido el rubio—. Podemos ir a cobrar un par de mis cupones en mi casa.

—No —contestó serio cruzándose de brazos—. Nunca, jamás, ni en tus mejores sueños, Cipher.

—Oh vamos Piney, no seas así —le dijo Bill divertido—, pensé que habíamos mejorado nuestra relación.

—Que te haya hecho un favor no quiere decir que me agrades o que tengamos algo —Dipper contestó—, recuerda que sólo estoy haciendo esto por Vanessa.

—Me dueles, Pino —el mayor hizo un puchero.

—No te daré nada Bill, grábate eso —habló frunciendo el ceño—, ¿ese es tu celular sonando?

Bill se percató de que Dipper tenía razón, y su celular sonaba —con un extraño sonido famoso y gracioso—, se estacionó sacando su celular del bolsillo preguntándose qué quería ahora Vanessa, suspiró y contestó.

—¿Qué pasó? —le preguntó el rubio.

—¿Quién es? —preguntó Dipper.

—¿Estás ocupado? Necesito tu ayuda —inquirió la chica.

—Estoy con Dipper, teníamos una cita —le contestó sorprendiendo al castaño—. ¿Por qué? ¿Qué necesitas?

—Necesito que vengan a mi casa —le pidió  Vanessa, con algo de urgencia en su voz—, tengo algo importante que hacer y necesito que alguien cuide a mi prima. ¿Pueden hacerlo?

—En realidad planeábamos ir a comer... —respondió Bill.

—Bill... ¿por fis? —la chica suplicó.

—Está bien, iremos para allá —murmuró Bill encendiendo su vehículo nuevamente—. Trataré de no tardar.

Y sin más, la dejó, colgando la llamada.

—¿Qué se supone que significa eso? —preguntó Dipper.

—Que no me has dado la mejor mamada jamás dada, Dipper Pines —el menor rodó lo ojos.

—Deja de comportarte como niño, Bill —respondió el castaño—, estoy hablando en serio.

—Hablando de niños, estaremos de niñeras hoy, cariño —le respondió el mencionado—. Vanessa tiene algo que hacer y cuidaremos a su prima.

—Oh... —fue lo único que atino a responder el castaño.

—¿Hay algún problema? —cuiestionó el rubio.

—No, ¿por qué tendría un pro-? —el castaño se interrumpió al escuchar su estómago rugir fuertemente.

Un pálido color rojizo apareció sus mejillas.

—Oh, ya veo —Bill soltó una pequeña risa—. Tienes hambre.

—Sí, bueno —masculló Dipper de mala manera—. Se supone que por eso iríamos a comer, ¿no?

—Hey, relájate Pino, como se nota que no has comido —el chico sonrió ampliamente mientras Dipper rodaba los ojos—. Te compraré algo de comer antes de ir si quieres.

—¿Pero no Vanessa tenía prisa? —preguntó el menor.

—¿Quieres comer o no? —le cuestionó divertido el rubio.

Dipper hizo una mueca antes de asentir lentamente.

Después de comprarle algo rápido al castaño en un restaurante de comida rápida, se dirigieron a la casa de la chica.

—Gracias —murmuró viéndolo, algo avergonzado.

—¿Por comprarte comida? —le preguntó Bill sorprendido, ¿acaso ese Pino orgulloso le estaba dando las gracias?

—Sí, idiota, ¿por qué más sería? —el rubio rió, la actitud defensiva de Dipper siempre lo divertía.

—No planeaba matarte de hambre Pino, pero —Dipper desvió la mirada—... de nada.

El castaño asintió notando que ya habían llegado a la casa de la rubia y ambos se bajaron tocando la puerta, Dipper con su comida en manos.

—¡Bill! ¡Dipper! Qué bueno que llegaron —dijo la rubia abrazándolos—, mi prima se llama Victoria tiene 14 y tienen que ayudarla con su proyecto de química.

—¿Tiene 14 y necesita que la cuiden? —soltó incredulo el castaño.

—No es tanto para que la cuiden como tal, es para que supervisen que no haga una estupidez —se quejó rodando los ojos—, conocela y entenderás mejor, de verdad lamento interrumpir su cita, pero en serio nececito su ayuda.

—Está bien puedes confiar en nosotros —Bill le dijo con una sonrisa—, ¿verdad Pino? Aparte, creo que es mejor que tener que pretender que nos soportamos en un restaurante.

El castaño asintió dandole la razón.

—Les deseo suerte con ella —murmuró Vanessa—. Y portense bien.

—¿Por qué lo dices? —le detuvo Bill.

—Ya lo verás —la chica rió.

—No me das buena espina —respondió el rubio.

Vanessa se encogió de hombros notando como su taxi había llegado.

—Son los mejores —les dijo Vanessa subiéndose al vehículo—. Vendré más tarde, la puerta está abierta, gracias, en serio.

—Como que lo que Vanessa dijo no me convence, algo me dice que tú la vas a cuidar —soltó el rubio entrando a la casa de la rubia mientras Dipper rodaba los ojos—, adelante Pino.

El mencionado obedeció y entró encontrándose con una rubia de ojos verdes leyendo una revista de las que parecían estar dirigidas a las adolescentes con las hormonas alteradas.

—Hola Victoria —saludó Dipper logrando que la chica lo mirara.

—Oh —murmuró regresando su vista a la revista—, ustedes deben ser los esclavos gays de Vanessa.

—¿A quiénes llamas esclavos gays? —le preguntó Bill cruzándose de brazos.

—¿No son ustedes los que tienen que fingir ser homosexuales para salir con mi prima? —les cuestionó levantando una ceja—. ¿No les parece más estúpido que ser un par de esclavos?

Dipper se sonrojó frunciendo el ceño totalmente avergonzado, y esas solas palabras habian bastado para lograr irritar por completo a Bill, el podía tolerar que lo llamaran gay, pero ¿esclavo? ¡El no era el esclavo de nadie!

—Mira niña, no tenemos todo el día como para soportar tus cosas, ¿en qué necesitas ayuda? —respondió Bill defensivo sorprendiendo al castaño.

¿Dónde estaba su habitual sonrisa burlona? Había tenido mil discusiones con el rubio, pero jamás lo había visto así de irritado.

—No lo negaste —respondió divertida viéndolos.

—No sé porque acepte hacer esto, detesto cuidar niños —masculló Bill, con el ceño fruncido—. No lo negué porque técnicamente es cierto, niña.

—Que gays —dijo irónica mientras regresaba su mirada a la revista.

—Pino dile algo —le llamó el rubio haciendo un puchero.

—Em... —dijo Dipper sin estar muy seguro de saber qué hacer, dejando su comida en la mesa.

La chica simplemente rió, mientras apartaba la vista de la revista.

—Siguen haciendo todo lo que ella diga, eso para mí es ser esclavos, aparte no necesito que un par de chicos tontos me supervisen —fue lo único que respondió la rubia—. Además, ¿en serio te vas a comer eso? ¿No sabes lo malo que es para el cuerpo?

—Pues no parece, eres igual de inmadura que una niña de 6 años —contestó Dipper molesto y cansado de su actitud—. Levanta tu trasero de ahí, deja tu estúpida revista y empieza con tu proyecto de una vez y sí me voy a comer todo esto, no es tu problema lo que decida comer.

—¿O qué? —la chica sonrió burlonamente—. Ahora entiendo por que estas como estas.

—¿Planeas desobedecer a Vanessa? —le preguntó el castaño irritado por la actitud de la chica—. Justo ahora podría llamarla y decirle que no estás haciendo tu estúpido proyecto y que de paso estas diciendo que sus fanfics no son perfectos, y conociéndola no creo que puedas soportar sus gritos, puede ser mil veces más molesta que tú cuando se lo propone.

Le advirtió haciendo a la rubia encogerse de hombros, dejando la revista a un lado y suspirando rendida... Bill sonrió, Pino era listo, aparte de que se veía realmente adorable molesto.

—Necesito que vayan a no sé donde y me consigan globos —les dijo Victoria—, todo lo demás lo tengo yo, procuren no tardar.

—No vamos a dejarte sola aquí, tú vienes con nosotros —le aclaró Bill cruzándose en la puerta.

—¿Y quién les abrirá la puerta? —preguntó con obviedad—, sólo vayan y no sé coqueteen en el camino, por favor.

—¡Hey! Nosotros no nos coqueteamos —se quejó el rubio en un tono infantil.

Dipper rodó los ojos sacando a Bill de ahí.

—Nosotros no nos coqueteamos —murmuró el mayor, más para el mismo que para la chica.

—Estábamos yendo a una cita en la cual se suponía debíamos hacerlo —contestó Dipper empezando a caminar hacia el vehiculo del rubio.

—Shh Pino, ella no necesita saber eso —le susurró avergonzado y Dipper sonrió—. Aparte, ¿de qué lado estás? ¿Del de la niña caprichosa? ¿En serio prefieres darle la razón a ella en vez de a mí?

El castaño lo miró y negó.

—Para nada —contestó con rapidez—. Pero no sé a quien es peor darle la razón.

Honestamente, él sólo quería comer...

Los dos se subieron al vehiculo del rubio y se dirigieron al supermercado más cercano, al llegar ambos caminaron por los pasillos del lugar tratando de encontrar los globos pero el castaño no podía parar de notar la actitud molesta de Bill.

—¿Y eso que estás tan serio? —le preguntó Dipper.

—No soporto a las chicas como ella —respondió el rubio con el ceño fruncido—. Groseras, superficiales, juzgonas.

Dipper lo miró levantando las cejas.

—¿Y qué hay de las chicas con las que te acuestas? —preguntó burlón—. ¿No son eso que ahora resulta "molestarte"? ¿O no te molesta cuando las tienes a tus pies?

Bill le dirigió una mirada seria, metiendo sus manos a los pantalones.

—La mayoría no es así, ¿con que clase de chicas crees que salgo? Y cuando llegan a ser así no me gustan de verdad, Pino —respondió el rubio encogiéndose de hombros—. Además de que, no me acuesto con todas ni con tantas... pocas son las que han tocado lo sagrado que es el templo de mi glorioso cuerpo —Dipper rodó los ojos al escuchar al ego en persona hablar—, con la mayoría solo tonteo un rato, nos coqueteamos, nos reímos, pasamos un buen rato y se acaba, cuando son realmente insoportables no paso mucho tiempo hablando con ellas que digamos.

—Eres un idiota —murmuró Dipper—. No entiendo cómo puedes sólo jugar con ellas.

—No es como que ellas no lo hicieran —dijo Bill con indiferencia—. Normalmente sólo me coquetean porque soy "lindo", tengo un lindo automóvil y algo de dinero, técnicamente hablando nos usamos mutuamente... jamás jugaría con alguien que tiene sentimientos genuinos por mí.

El castaño lo miró seriamente.

—Creí que eso te gustaba —respondió.

—Y lo hace, no he dicho que no, es realmente divertido sólo coquetear sin consecuencias —contestó con diversión—. Sólo digo que no soy tan mujeriego ni patán como piensas.

—Esto... no eres tan lindo —Dipper bajó la mirada—, aun así, si no te gustan y te parecen "insoportables", ¿por qué te acuestas con ellas?

—Nunca dije eso, dije que no hablamos mucho, eso puede ser que les dejo de hablar o que solo nos besuqueamos —aclaró—, tú eres el que asume que era por acostarme con ellas. Aparte de que no soy lindo —Dipper lo miró confundido—. Soy guapísimo.

Bill miró al castaño guiñándole un ojo.

—¿O no, Pino? —le preguntó divertido pasando una mano por sus hombros.

—Bellísimo —murmuró Dipper con exageración, rodando los ojos.

—Aw, ya lo sabía, pero gracias Piney, significa mucho viniendo de ti —respondió Bill soltando al castaño.

Ambos chicos llevaban un rato buscando los globos y por algun motivo no los encontraban, por lo que cuando el rubio diviso a alguien que trabajaba ahí no dudo en acercarse a pedirle ayuda.

—¿Qué se le ofrece? —preguntó la chica.

—99 globos rojos, nena —bromeó Bill haciendo a Dipper rodar los ojos nuevamente ocultando una pequeña sonrisa mientras la señorita le veía con el ceño fruncido—. ¿Entiende? Por Nena, la que canta la canción de "99 red balloons".

—Sólo ignórele, así se calla—interrumpió Dipper golpeando a Bill en el hombro haciendo que éste riera—. Queremos globos, pero no los encontramos, pensamos que estarían en el pasillo de fiestas, pero no los vimos ahí.

—Oh sí, estan por aquí —la chica les dijo empezando a guiarles al pasillo correcto.

Al llegar se encontraron con varias opciones de globos, de diferentes formas y cantidades.

—¿Cómo cuántos crees que necesite? —preguntó Dipper dirigiéndose al rubio.

—No lo sé, ¿99? —burló Bill para luego dirigirse a la señorita—. ¿En serio no lo entiende? ¿No conoce la canción?

Dipper le pego al rubio apartándolo haciendole una señal avergonzada a la chica para que los dejara solos y el rubio la dejara en paz.

—¿Eso sería todo? —preguntó la chica con una sonrisa forzada, ambos chicos asintieron y sin mas se alejo dejándolos solos.

El castaño escogió un paquetes de globos coloridos y los chicos se dirigieron a la caja registradora para pagar.

—Nunca pierdes la oportunidad de ser un idiota, ¿verdad? —le reclamó Dipper divertido una vez que estuvieron fuera del lugar, empezando a caminar de vuelta al automóvil para ir a casa de Vanessa.

—Jamás, Pino —respondió Bill con una sonrisa—. ¿Qué sería de mí entonces?

—Un chico-no-idiota, ¿tal vez? —preguntó el menor a modo de broma, sorprendiendo fugazmente a Bill antes de que se encogiera de hombros.

—Pero eso sería demasiado aburrido, Pino —el rubio se aclaró la garganta.

Dipper lo miró de reojo y sin advertencias ni avisos, Bill se había puesto a cantar a todo pulmón en medio del estacionamiento mientras llegaba a su vehiculo.

Parecía no importarle que la gente le mirase raro, lo cual provocó una pequeña risa en el castaño, quien, simplemente buscaba la forma de callarlo.

—¡Ya Bill! ¡La gente nos está viendo! —regañó mientras intentaba parar de reír.

Bill sonrió y negó con la cabeza.

—Canta conmigo y lo pensaré —dijo entre la canción.

—Nunca —respondió mientras el rubio se encogía de hombros empezando a cantar más fuerte.

Y por algún motivo, Dipper sonreía genuinamente, disfrutando el extraño momento que pasaba con el chico.

Cuando llegaron a la casa entre risas la chica rubia se encontraba poniéndole bicarbonato de sodio a una botella en la cocina de la casa.

—¡Al fin! Creía que moriría del aburrimiento esperándoles —dijo Victoria mientras ambos se calmaban—. Creo haberles pedido que no se coquetearan en el camino.

Bill rodó los ojos entregándole un par de globos, quedándose con la bolsa.

—Sólo haz tu tarea, mocosa —respondió de mala manera.

—¡No me llames así! —se quejó y luego suspiró calmándose—. Sólo váyanse a la sala y permanezcan lejos de mí, coqueteense, besense, lo que quieran, pero dejénme en paz.

—Nada me gustaría más —contestó el rubio rodando los ojos mientras se alejaba con el castaño a su lado, quien había ido a buscar su comida—. Ahora termina tu tonta tarea, estaremos "coqueteándonos" lejos de ti, así que tampoco molestes.

—Ajá —murmuró ignorándolo y rodando los ojos.

Bill se sentó en el sofá de la chica y por reflejo, Dipper hizo lo mismo, su estómago gruñó de nuevo, aún no había podido comer.

—Creo que ya deberías probar lo que te compre —bromeo el rubio—, el monstruo que vive dentro de ti va a empezar a comerte por dentro si no lo alimentas pronto.

Dipper soltó una carcajada y Victoria le gritó que haga silencio.

—No creí que te reirías por la comedia barata.

—No me reí de tu chiste —mintió Dipper tomando la comida que habían traído—, me reí porque no puedo creer que te pusieras a cantar todo el camino y que además dijeras semejante tontería.

—¿Qué puedo decir? —Bill le sonrió—. Soy toda una estrella de la comedia, Pino.

—Más bien un tonto —respondió el castaño, empezando a comer con el chico a su lado.

—Me dueles —soltó con un pequeño puchero.

—Lo sé —respondió dándole una gran mordida a su comida, en serio se estaba muriendo de hambre.

—¡Ya cállense! —se quejó la chica desde la cocina.

¿Acaso podía ser mas molesta?

El rubio frunció el ceño, esa chica lo sacaba de quicio y arruinaba el increíblemente raro y tranquilo momento que había tenido con Dipper en un buen tiempo. Se cruzó de brazos mientras el castaño seguía comiendo, bastante frustrado.

—¿Y bien? ¿Qué planeas? —le preguntó Dipper a Bill que estaba cruzado de brazos en el sofá.

El rubio suspiró.

—Un par de minutos y ya la odio —murmuró—, ¿cómo puede ser familiar de Vanessa? Veo el parecido en el carácter, pero Vanessa al menos es agradable.

El mayor empezo a refunfuñar algunas cosas, haciendo al castaño rodar los ojos con una sonrisa.

—Oh, ¡vamos! Deja de hacer tu berrinche, ya no eres un niño pequeño, Bill —el chico lo miró haciendo un puchero viendo como el castaño comía.

Bill le quitó una papa a Dipper quien sólo frunció el ceño, pero lo ignoró.

—¿Y qué si soy un niño, Pino? —preguntó irritado, el castaño iba a contestarle que era demasiado mayor como para seguir actuando como uno, pero el rubio rápidamente continuó—. Ahora ya me dieron ganas de jugar con un globo.

—Nada te lo impide —respondió tomando un sorbo de su bebida viendo como un Bill irritado inflaba un globo rojo y uno azul.

El rubio tomó el rojo y lo estalló visiblemente molesto, Dipper lo miró unos segundos antes de sonreír y detenerlo antes de que estallará el azul.

—No seas así —le detuvo el castaño buscando su celular—, sé que Victoria es estresante, demasiado diría yo, pero sé que te animará, algo que la molestara mas que solo estallar globos.

Canturreó un poco y Bill lo miró con curiosidad, el castaño tomó su teléfono y lo uso por unos segundos, tecleando rápidamente antes de que una pegajosa melodía emanara de él. Dipper había puesto la canción que no hacía mucho Bill cantaba, la mirada del rubio viajo a los globos y luego de regreso al castaño, ¿Pino estaba intentando ser lindo con él?

Vaya que en serio debía querer a Vanessa.

Bill suspiró y sonrió tomando un plumón de la mochila de la rubia, sin importarle realmente si se enojaría después, escribiendo sobre el globo que hacia unos instantes había inflado.

"Eres sexy." escribió el rubio entregándole el globo al castaño, haciéndolo sonrojar, el chico dejo su comida en la pequeña mesa cafetera de la sala.

—Ahora gíralo —le dijo y Dipper lo hizo inseguro.

"Especialmente cuando eres travieso".

Luego de reaccionar simplemente rodó los ojos inflando otro globo listo para escribir algo en él.

"Tú estás más o menos... a veces."

—Awww —soltó el rubio enternecido—. Eso es adorable.

—Ahora gíralo —se burló.

"Supongo." Bill simplemente rió al leer lo que el globo decía y fingió clavarse algo al corazón.

—Sin embargo, creo que este es el día más feliz de mi vida —murmuró Bill dramatizando haciendo al castaño rodar los ojos mientras sonreía.

—¿Podrían callarse? Intento hacer mi tarea —les regañó haciendo a Bill rodar los ojos.

Y finalmente miró al castaño, con una idea para molestar aún más a la pequeña mugrosa y caprichosa chica, como Bill la había denominado en su cabeza.

—¿Sabes que hay que hacer? —le preguntó a Dipper.

—¿Qué?

—Dejarle en claro quiénes somos, Pino —le dijo con una sonrisa maliciosa.

—¿Y cómo haremos eso? —cuestionó divertido el castaño.

—No soy el experto en molestarte por nada —Dipper rodó los ojos al escuchar esto, tenía que darle la razón en so—. Sé cómo llegar a los límites de la gente.

—Eres un idiota —masculló—. Pero está bien, ¿cómo te ayudo?

El rubio sonrió y tomó la mano del castaño, la cual sostenía el celular, el color subió a sus mejillas brevemente por la sorpresa, pero Bill no lo vio ya que se encontraba usando el teléfono y la mano de Dipper como micrófono, cantando con todas sus fuerzas.

El menor sonrió ligeramente, uniéndose a él después de un rato.

Realmente ambos podían decir que había tenido una linda tarde.

Nota original: ¡Actualización a partir de media noche porque sí!

Si desean escuchar la canción de 99 red Balloons, se las dejaré a continuación.

¡Aquí les dejamos la original y la version subtitulada!

https://youtu.be/hiwgOWo7mDc

https://youtu.be/fl-o-mFl_OM

—Tanita la que extraña a su perra y Kalita la que se ríe de su sufrimiento.

Pd: Please don't take my sunshine away~ -cries-

Nota actual: 

Wow, editar este capitulo fue complicado, en serio me disgustaban bastantes cosas del capítulo original, pero creo que logre reparar lo que me molestaba sin cambiar la escencia de las escenas.

Entiendo el proposito de este capitulo, en serio lo hago, pero no entiendo en que punto neta lo leimos, lo editamos y dijimos super sí, publicalo así, pero bueno, no sé por que escogi que una niña de 14 fuera su enemigo en comun ni mucho menos por que verga la escribi así, incluso parece que neta que no conocía a una adolescentes de 14 años, pero JAJAJAJA YO ERA UNA ADOLESCENTE DE 14 AÑOS, LITERALMENTE, TENIA 14 CUANDO ESCRIBI EL FIC, y en serio no sé que cruzaba por mi cabeza en esos momentos, pero bueno, hice lo que pude para rescatar este capitulo.

En fin, espero sea de su agrado.

Pd: Nunca supe que le paso a la perrita, se que tuvo otra familia y creció sin mi, pero bueno, a nadie le importa pero hace unas semanas se cumplió el aniversario de uno de los momentos mas iconicos en donde hice una broma en mi facebook en la madrugada de esa perrita y ACLARE en los comentarios que era broma y mi mamá entro a mi habitacion mientras dormia completamente desesperada llorando histericamente pensando que era de verdad mientras me regañaba por poner esas cosas en facebook mientras la perrita ESTABA DURMIENDO CON KARLA EN LA HAMACA DE AL LADO PERFECTAMENTE BIEN. Todos estamos bien, todos nos reimos mucho de esos momentos ahora, incluso mi mamá. Anyway, les dejo el contexto aqui abajo.

¿Chistoso no es así? Prohíbido olvidar un momento tan importante.

Espero que hayan disfrutado de esta edición y espero poder seguir editando pronto.

Atte. Tania a la que funaron por una broma y Karla la que tenía a la perrita en sus brazos en esos momentos.

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