#09
27 de mayo, sábado.
Estado de Gyeonggi, Corea del Sur.
Le sería fácil, estaba tapada, solo sería rodearla con telarañas y llamar a la policía, así que alzó su mano para lanzar la primera y prepararse para lanzar muchas más.
Myoui Mina, que inicialmente sí quería robar dinero del restaurante, sintió sus hombros cresparse y volteó exactamente en el momento para esquivar lo que su sentido le dijo que era peligroso. Se enderezó una vez que lo esquivó, pero tuvo que hacerlo con muchas otras más.
— What? — le estaban lanzando telarañas, las mismas que ella tenía.
Momo retrocedió y casi tropezó cuando una bola de telaraña se pegó a su rostro.
— ¿Qué mierda te sucede? ¿Nunca has visto a alguien robar? — Mina se exaltó, lanzándole otra telaraña que la chica más grande esquivó.
— No, realmente no.
— ¿Y cómo es que también puedes hacer eso? — la apuntó refiriéndose a las telarañas lanzadas.
— Eso te lo preguntaría yo a ti — Momo se enderezó para parecer intimidante, pero la chica enfrente suyo hizo lo mismo aún si era notoriamente más baja.
— Did a spider bite you, too? — preguntó curiosa. Pero el idioma hizo que Momo se quedase con una expresión desconcertada.
— ¿Qué?
— Que si también te picó una araña — Mina ya había hecho su propia investigación.
La única explicación sería la inesperada picadura que recibió cuando fumaba en aquel callejón. De hecho, por eso mismo había buscado al chico de la araña pero no pudo encontrarlo por ningún lado, dejando una incógnita en ella.
El lunes fue trabajar solo porque en su refrigerador no había nada más que un huevo podrido y leche caducada, pero aprovechando su nueva fuerza le rompió la mano a un hombre que quiso apretarle el trasero. Ella renunció ese mismo día... o bueno, la despidieron, pero ella cuando lo cuente siempre dirá que renunció. Y no la demandaron solo porque ella amenazó que declararía los acosos que sufrió y el por qué hizo lo que hizo, así que no se metieron en lo legal.
El resto de la semana solo pensó en dónde debería trabajar, llegando a la conclusión de que un robo de Hansik House sería su mejor opción, tanto por necesidad económica, como por venganza.
— ¿Qué? — Momo seguía desconcertada, ella no sabía de ninguna araña, seguía buscando la explicación de sus nuevas habilidades.
— Pero parece que te mordió una que te hizo tonta — Mina se burló, lo que hizo indignar a Momo por su mala educación.
— ¿Cuántos años tienes, niña? — sus ojos observaron por completo a la menor, notando sus obvias facciones más tiernas de una niña y un cuerpo más pequeño.
— Para tu información, me faltan dos años para ser mayor de edad.... por allá en United States, claro, porque aquí es tan retrogrado que es hasta los veinte — se enojó y le apuntó, como si fuera enteramente culpa de la mayor ese hecho.
— Nunca en la vida deberían poner la mayoría de edad más abajo de veinte.
— De seguro tienes veinte.
Momo se resignó de pelear con ella.
— ¿Por qué estabas robando? — mejor preguntó por las acciones que la involucraron con ella, apuntando hacia la trampilla que seguía con un candado grueso.
— ¿Robando? ¡No he robado nada! — Momo la miró con una ceja en alto — ¡Estaba intentando!, si tú entrometida existencia no me hubiera detenido — la apuntó como culpable, pero luego regresó a la trampilla — Aniways, este restaurante merece ser saqueado y dejado en quiebra — se le notaba una pasión ardiente en sus palabras, estaba decidida a saquear.
— ¿Por qué? Me gusta su dak gogi — por un momento recordó a su novia.
Mejor dicho, le gustaba comer de su dak gogi con su novia, le encantaba tan solo pasar los segundos admirandola con las mejillas rellenitas y ojos brillosos del placer de la comida. Esos ojitos que la miraban y sonreían junto a sus labios, tan bonita, que la embobaba demasiado.
— Ajá, pero también debes saber que las empleadas son acosadas. Si no se dejan tocar el culo o las tetas son despedidas, do you also like that? (¿también te gusta eso?) — Mina ironizó con burla, aunque se le notaba la molestia en sus palabras.
Momo observó con ojos entrecerrados a la chica, intentando pensar si la vio alguna vez en el restaurante, y lo recordó vagamente.
— Tú eres mesera, nos atendiste a mí novia y a mí — incluso Momo le había dado una propina, luego su novia le regañó por lo mal que se podía tomar ese gesto, aunque la mesera parecía feliz con el dinero.
Y considerando que parecía hablar el idioma gringo, Momo supone que es del extranjero.
— No recuerdo, tal vez porque en mi mente dan vueltas las veces que me tocan el culo y me asquea mi propio cuerpo — Mina mofó, mientras intentaba quitar el candado de la trampilla — Ahora déjame robar en paz, vete a salvar ancianitas en apuros por ahí — la ahuyentó como si fuera un perro.
— ¿Piensas robar sin estar tapada? — Momo volvió a poner una ceja en alto, casi incrédula de la estupidez de la chica.
— Sí, que sepan que yo lo hice, que me odien, que me maldigan, y yo en mi casa contaré el dinero que obtuve.
— Que genio, ¿y la policía no te interrumpirá cuando vayas en el décimo billete?
— ¿Por qué en tan poco? — Mina dijo y la volteó a ver con el ceño fruncido, haciendo a Momo suspirar y buscar entre los bolsillos de su suéter, pronto encontrando otro cubrebocas que podría servirle a la chica en su plan.
— Ten, pontelo — se lo dio, aunque la menor lo tomó extrañada, como si desconfiada demasiado — Entiendo tu sentimiento de venganza, pero no tu idiotez — Momo regresó a la orilla del techo, intentando ver señales de su novia, o tal vez ya se había ido y no lo notó por andar distraída con una ladrona.
— ¿Y no me quieres ayudar? — la voz de la menor la hizo voltear con el ceño fruncido por su sugerencia — Digo, no te ves de dinero — y era cierto, Momo no tenía una economía estable.
Sobrevivía, sí, con el poco dinero que sus padres le mandaban, y ella estaba segura que en cualquier momento le dirían que buscara trabajo. Momo ni siquiera estudia, ya va para dos años sabático, pues en sus diecinueve años todavía no sabía que carrera tomar exactamente. Estaba en un problema que constantemente ignora.
Analizó sus opciones y miró a la chica.
Pronto ambas salían por el mismo lugar, huyendo de la escena, escuchando los gritos detrás de ellas, pero ellas solo reían. Entre balanceos y saltos entre edificios, llegando a una azotea, Mina le lanzó una bolsa con el dinero que le tocaba.
— See you next time~ (Te veo la próxima vez~ ) — la chica canturreó y se fue con una sonrisa debajo del cubrebocas, dejando a Momo ahí completamente sola y evaluando sus anteriores acciones, ahora que la efusividad y adrenalina desapareció de su sistema.
Observó la bolsa con wones, y se observó a sí misma.
— ¿Qué mierda acabo de hacer?
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