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OO6. Wyoming || Joel Miller

Abrí el grifo y me lavé las manos. El agua se tiñó de rojo a medida que iba limpiando la sangre fresca del conejo que acababa de faenar. Miré hacia el frente, una pequeña ventana me dejaba contemplar el sinfín de nieve que caía desde hace tres días, cubriendo la tierra por completo. Era un día bastante helado, y sabía que era sólo el comienzo de esta odisea en busca de un lugar seguro para poder rehacer mi vida dentro de lo que se podía hacer entre todo el caos que el país sufrió tras un brote de infectados por un hongo.

Mi padre me comentó, que hace mucho tiempo, un científico había hablado por TV acerca de los virus que podrían ser letales para la humanidad. Pero puso en jaque cuando nombró un espécimen mucho más poderoso y capaz de terminar con todo aquel ser vivo que se contagiara. El Cordycep. Lo que mi padre me contaba con tanta convicción, yo lo traducía como algo imposible pues, ¿un hongo apoderarse de la mente humana? Imposible. Hasta ahora.

Suspiré tras recordar la última mirada de mi padre al ser fusilado en la ZC de Boston. Había violado la principal ley de no salir de aquel recinto. Él solo quería lo mejor para mí y ello, le costó la vida y a mí, las esperanzas de vida. Después de ello, me encerré en nuestro departamento, ordené lo que debía ordenar para fugarme de allí, sin importar mi destino.

La casa en medio de la nada, en ese entonces, era mi refugio seguro. Caminé sin contar los días, ni los meses. Sabía que no estaba en ningún lugar que pudiese conocer, este lugar era nuevo y seguro.

Dejé el conejo ya listo para prepararlo, cociéndose en la chimenea del que fue el hogar de una pareja. Tomé mi rifle y salí de casa para ver si tenía suerte. Ahora, iba por algo más grande.

Mis pies luchaban contra la espesa nieve que aún caía. El viento era leve pero denso. Miré a mí alrededor, verificando que todo el perímetro estuviese libre, y me adentre al bosque blanco. Si tenía suerte, podría encontrar el venado que había visto días atrás.

El caminar entre los arboles me daba esperanzas de poder quizás, hacer mi vida en esa pequeña casa. Pero también quería salir de allí y ver la posibilidad de encontrar un lugar mejor. Wyoming era un lugar que mi padre mencionaba bastante, y que incluso hablaba con miembros de esa comunidad. En clave, claro está. Pero, cómo llegaría allí sin un mapa cuando todo mi trayecto lo había hecho a ciegas.

Una rama romperse me hizo frenar de golpe. Agudicé mi oído, prestando atención a todo ruido que significara peligro. Nuevamente, el mismo sonido. Tomé mi rifle y con cautela seguí mi instinto. A lo lejos pude observar un bulto negro. Me aproximé él, rodeando el bosque pero sin perderlo de vista.

La visión entre los árboles y el blanco cegador de la nieve no me permitían ya diferenciar los colores. Sin embargo, seguí. Si era el venado, valdría la pena. Sino, pues aún me esperaba el conejo en la chimenea.

Grande fue mi sorpresa cuando visualicé a una persona arrastrándose por la nieve, con un rifle en manos, apuntando lo que era un venado.

—Mierda. —Murmuré. Era el venado que había visto hace días y ese idiota me lo iba a arrebatar. Sin embargo, el sujeto disparó. El venado cayó herido y yo aproveché de correr y posar mi rifle en su cabeza. —Suelta el arma.

Nunca había hecho algo así. Mis manos temblaban, pero me armé de valor para seguir con la farsa. El sujeto no me hizo caso.

—¡Que sueltes el arma te digo! —Grité. Su rifle cayó al suelo. Divisé al animal a unos metros. Aún seguía allí. Si tenía suerte, podría cenarlo. —Ponte de pie, lentamente. —Hice hincapié en lo último. Me alejé unos pasos, sin soltar mi rifle y sin dejar de enfocarlo con el mirador. —Date la vuelta. Lento... Si intentas algo, te mato. —Advertí.

El sujeto comenzó a moverse lentamente, con las manos en la nuca.

—¿Joel? —Arqueé una ceja. Sorprendida. —Que rayos...

—Baja tu puta arma. —Dijo ahora, una voz chillona detrás de mí. —¡Bájala o te mato!

—Lo hará si no lo haces. —Me advirtió Joel. Bufé. Para ser mi primera vez amenazando personas, no contaba con ya conocer a uno de ellos y menos que me atraparan por la espalda.

—¿Qué haces aquí? — Cuestioné. —Miré a mi lado y me sorprendí al ver a una chica con una pistola, apuntándome directamente a la cabeza. —¿Esto es normal?

—Ahora, sí. —Respondió Joel. —Baja el arma, Ellie. La conozco.

—Claro, estaba a punto de darte un tiro en la cabeza, idiota. —Le respondió la muchacha, con fiereza, Joel le miró, frunciendo el ceño. La pequeña bufó, bajando el arma, pero quitándome mi rifle de todos modos.

—Inteligente. —Dije, felicitando su decisión. —Por cierto, ese era mi venado.

—Ahora es nuestro. —Respondió Ellie. Joel la volvió a fulminar con la mirada. —Hemos estado persiguiendo a ese animal por días, Joel.

—También yo. —Reclamé.

—_____________, ¿cómo es que has llegado hasta aquí? —Preguntó el hombre ignorando la molestia de la muchacha.

—Larga historia. —Dije, y miré hacia a Ellie. Comenzaba a anochecer. —Vengan, tengo un lugar donde podemos refugiarnos. Pero, me ayudaran a traer el venado.

Ellie miró a Joel, quien asintió. Nuestras armas fueron devueltas y caminamos hacia mi escondrijo. Dejamos el venado fuera de casa invitándoles a pasar, donde el olor a conejo ya era bastante apetecible.

—Come más lento. —Le dijo Joel a Ellie, quien comía con desesperación.

—Estas de broma, esto es lo mejor que he probado en todo este tiempo. —Le dijo la muchacha, sin dejar de comer con desesperación. —¿Mataste a quienes vivían aquí? —Me preguntó, mirando el portarretratos sobre la chimenea. Negué de inmediato.

—Nunca he matado a nadie. —Ellie soltó una carcajada socarrona. —Y no, no les iba a disparar. Sólo quería causar miedo y llevarme el venado.

—Modales. —Le regañó Joel. — _______________, ¿me dirás cómo es que llegaste hasta aquí?

Suspiré.

—Por pura suerte. —Dije. Sin embargo, Joel me escudriñó con su mirada. Sus ojos cafés y semblante, siempre habían sido intimidantes. Y pese al tiempo que no lo veía, seguía igual. —Hui después de ver a mi padre colgado en el centro. Tomé lo poco que teníamos en casa y me arriesgué. Y aquí estoy, compartiendo lo que iba a ser mi cena.

—¿Sabes en dónde estás? —Me preguntó. Negué.

—¿Y tú? —Inquirí. El asintió. Pero no dijo nada. Miró su plato con comida y se llevó un pedazo de carne a la boca. —Joel si llegaste hasta aquí es por algo, ¿no? Esa niña no es tu hija, y nunca cargarías con ella si no fuera por alguna razón.

Ellie me miró, furiosa. Joel la miró, y entre ambos intercambiaron mirada que dejaba notar que ya podían comunicarse no sólo hablando, sino, que a través de lo no verbal. Asumí que había pasado bastante tiempo con la pequeña como para defenderla de la forma en que lo hacía. Como un padre.

—Es una larga historia. —Inició Joel.

—No. —Le dijo Ellie, con cierto temor. Mas Joel no le hizo caso.

—¿Te acuerdas de Tess? —Asentí. —Nos íbamos a escapar. Teníamos todo un plan preparado para viajar hasta donde se encuentra mi hermano Tommy. En nuestra misión por encontrar una batería para un auto, con ayuda de un oficial de FREDA y un contrabandista, la misión se vio truncada por la venta de este artefacto. Tess fue golpeada por error, según Robert, aunque eso sólo me lo comentó ella, pero fuimos en busca de venganza y de nuestra batería que ya habíamos pagado. Y nos encontramos con Marlene.

—¿Marlene? ¿Aún sigue viva? ¿FREDA No la ha encontrado?

—No lo sé. Cuando la encontramos se estaba desangrando. —Joel se encogió de hombros.

—¿La conoces? —Me preguntó Ellie.

—Mi padre, era partidario de Las Luciérnagas. —Respondí. —Pensaba unirme a ellas.

—No hubieses vivido lo suficientes, FREDA estaba acabando con todos. Marlene nos encargó a Ellie. Nos pidió que la lleváramos a la universidad científica del oeste. Hay Luciérnagas en ese lugar.

—Ya, ya pero porqué ella. ¿Qué tiene de especial? ¿Acaso es hija de alguien importante? —Reí. —Joel tu no arriesgarías tu vida por una niña. Menos Tess. Sé de lo que son capaz, pero, ¿ser canguros de una niña?

—Tess me convenció. —Noté cierta pena en su mirada. —Y le prometí que seguiría con el plan.

Suspiré. Dentro de la ZC pude conocer a Joel mientras nos deshacíamos de cuerpo infectados por el hongo. Asimismo, conocí a Tess. Una mujer bastante empoderada y segura de sí mismas y las decisiones que tomaba. Éramos un grupo que buscaba salir del lugar en base a contrabando y planes arriesgados. Me alejé de ellos cuando comencé a ver a Joel de otra manera, y percibir que entre Tess y él, había muchas cosas más en común. No había sido fácil dar un pie atrás, pero tampoco había sido un error. Seguir mi camino sola, había sido una decisión arriesgada pero certera.

—_____________, estas preparada. Sabes camuflarte y eres bastante rápida. Además, estas buscando a las luciérnagas.

—¿Y qué hay con eso? —Reí. —Aquí tengo todo. No quiero arriesgarme a encontrar más humanos. Con ustedes fue suficiente, y fue suerte también. —Tomé un sorbo de mi wiski. —Además, no me has dicho qué tiene esta niña de especial como para seguir con la carga de caminar hacia el oeste.

—Vete a la mierda. —Gruñó Ellie. —Joel...

—Ellie, basta. Silencio. —Le dijo Joel a Ellie, quien se veía bastante molesta.

—Vale, si no me dices qué mierda es lo que sucede con esta niña, se tendrán que ir de aquí. —Advertí. —No pretendo ser parte de lo que sea que tengan entre manos. Joel, te conocí bastante en la ZC, pero si me fui del grupo, fue por lo mismo. Porque nunca me decías las cosas como las debía saber. En cambio, Tess era la que se enteraba primero que yo. Si no me dices lo que pasa ahora, el que se tendrá que ir serás tú.

—Ella y Tess... vaya, Joel. —Sonrió Ellie, captando lo oculto del mensaje. —Sí que eres un casanova. —Joel le miró, cansado. —Vale, vale. Silencio.

—Ellie es importante, _____________. Y debo protegerla porque supuestamente es quien salvará el mundo. Si, lo sé. Suena como la típica serie de ficción, pero...créeme. Yo no lo hacía, hasta que Tess me convenció de ello.

—Convénceme. —Le dije, con desinterés. Joel dio un vistazo a Ellie, quien negaba asustada. Sin embargo, la chica accedió. Se sacó su campera y descubrió su brazo derecho. Rápidamente me alejé de ella al ver lo que eran cicatrices de mordiscos seguido por el camino que había dejado la infección a su alrededor. Saqué la pistola que tenía tras de mí y le apunté.

—No, no, no. —Me dijo Joel, cubriendo a Ellie detrás de él, protegiéndola.

—¡Está infectada! —Grité.

—¡Hace meses me hice esto! ¡No soy un peligro, mira! —Me dijo Ellie, vociferando. —Sabía que era una mala idea, Joel. ¡Marlene te dijo que no fueses a meter la pata!

—__________, reaccioné igual que tú. Ellie fue mordida mientras estábamos junto a Tess, y mira, su brazo cicatrizo y sigue siendo humans. Por eso la quieren Las Luciernagas. Y yo debo llevarla hacia allá.

—Pues suerte con eso. —Les dije. —No voy a arriesgar mi vida por una niña. Sabes que si te encuentran con ella, te matarán. Y a ella igual.

—Lo sé. Y es por eso que voy en busca de mi hermano. Él nos puede ayudar, y de paso, te unes a él. No sobrevivirás mucho tiempo aquí. He visto saqueadores cerca. Nos hemos encargado de ellos, pero no te aseguro que no vengan más. —Joel me miró fijo, esperando una respuesta.

Miré a la niña, quien ahora mostraba estar bastante asustada. Joel se acercó a mí y alzó una mano.

—Baja el arma, _____________. No es un peligro. Te lo prometo.

—Me prometiste muchas cosas en la ZC, Joel. Y no vi ninguna de ellas. —Musité. Joel tomó mi arma y la dejo sobre la mesa. —Wyoming. Pienso llegar hasta allí, mi padre se contactaba con un joven quien decía que ese lugar era seguro.

Joel sacó un papel de su chaqueta y lo tendió sobre la mesa. Era un mapa. Me indicó con su dedo índice.

—Aquí estamos nosotros. —Dijo. Recorrió las líneas del mapa con su dedo y se detuvo justamente hacia donde quería ir. —Aquí está Tommy. Es hacia donde nos dirigimos.

—¿A cuánto está?

—Una semana, quizás un poco más, por la densidad de la nieve. ¿Qué dices? ¿Nos acompañas?

Mi vida hasta ese momento, se había visto truncada por la aparición de Joel y la pequeña niña que salvaría el mundo. Sabía que si los acompañaba, correría peligro. Algo que hasta ese momento no pretendía experimentar. Pero debía admitir, que dentro de todo, en la ZC, hacíamos un buen equipo junto a Joel, pese a las diferencias y secretos.

Miré a mí alrededor. La casa era mi único cobijo; el lugar que me decía que me quedara. Pero que también, sabía no sobreviviría en base a conejos ni venados. Pronto, todo se acabaría y yo me vería obligada a volver a salir en busca de más comida y un refugio seguro.

—Vale. Me apunto. —Dije finalmente. —Pero Joel, nada de secretos. Somos un equipo, y sea por quien sea, creo que debemos estar comunicándonos siempre.

Joel asintió.

—Iré por mis cosas. Mañana saldremos temprano para aprovechar el día. Tengo municiones y un par de armas más. El venado lo podríamos faenar para poder tener algo que comer durante el camino.

La noche fue fructífera. Y una vez ya nos dispusimos a dormir, Joel se acercó a mi lado y se sentó en uno de los sofás que decoraba el interior de la casa. Frente a nosotros, la chimenea ardía, dándonos el calor suficiente. Ellie dormía plácida en su saco de dormir.

—¿Cómo lograste salir de Boston, _____________?—Me preguntó.

—No me digas que la incógnita no te deja dormir. —Reí.

—Dijimos sin secreto.

Respiré hondo. Tomé un sorbo de mi wiski y hablé:

—Un oficial de FREDA me ayudó. Perdí a mi padre y mi dignidad ese mismo día. Quería ser libre, dejar atrás todo. En estos tiempos, la libertad es un privilegio que pocos tienen y yo, la compré con mi encanto femenino. No estoy orgullosa de ello, pero... prometió no decir nada y creo que lo cumplió. —Me encogí de hombros. Me levanté del sofá y me dispuse a ir a mi lugar en el suelo para dormir. — ¿Feliz? No más secretos.

Joel asintió.

La chimenea comenzó a apagarse. Esa noche no dormí pensando en mi nuevo destino, y lo que sucedió con aquel oficial que, por un acto de venganza, inserté mi navaja en su cuello, observando cómo se ahogaba con su propia sangre.

Fue quien delató a mi padre y fue también, mi primera víctima. 

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