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OO4. I knew it || Joel Miller

(Advertencia: un poco de contenido adulto)


El sonido de un helicóptero retumbo sobre la casa, despertándome de inmediato. Maldije en mi mente. Ya era costumbre despertarse con aquel sonido estruendoso. Ruido que, para muchos ya se consideraba molesto. Pero qué se les podía reclamar a los militares, ¿no?

Giré sobre mi cuerpo y abracé lo que estaba a mi lado. Posé mi mejilla en su pecho y cerré los ojos, intentando poder dormir nuevamente. Pero un segundo helicóptero sobrevoló la casa, quitándome las ganas de volver a dormir.

—Malditos militares. —Bufé entre dientes. Abrí los ojos y ahí estaba él. Mi vecino. Sonreí y besé sus labios con delicadeza. Joel recibió mi muestra de cariño, cobijándome entre sus brazos para luego, situarse sobre mí. —¡Hey! Eso no es justo. —Reclamé entre risitas.

—No es justo que ahora yo no pueda tener el mando. —Besó mi cuello con delicadeza. Su barba picaba, lo que me hacía reír ante las cosquillas que me generaba. —Anoche me has tomado desprevenido, hoy me toca a mí.

—Entonces, hazlo. —Pedí.

Joel sonrió, comenzando a besar mi cuello para luego bajar hacia mi pecho y abdomen desnudo con lentitud. Miraba hacia arriba, tratando de encontrarse con mis ojos. Me esforzaba por mantenerlos abiertos y encontrarme con los suyos, pero su boca en mi pecho, hizo que los cerrara y me mordiera el labio con fuerzas. Joel, a sabiendas de lo que era capaz de generar en mi anatomía, rio divertido.

Joel era un hombre reservado. Cuando llegué al vecindario, fue Tommy quien se ofreció para poder ayudarme a entrar el sinfín de cajas que cargaba el camión de mudanza. Con él generé un tipo de amistad que con el tiempo eran salidas a bares y conversaciones nocturnas camino a casa. Más Joel, sólo se limitaba a hablar lo justo y necesario. Sarah, su hija, era una niña encantadora. Con el tiempo hubo confianza necesaria para que fuese a mi casa y confesarme sus inquietudes respecto a la vida en general. Con el tiempo, Joel cambió su actitud. Al ver que me convertía en amiga de su hija, un día decidió invitarme a casa para poder comer panqueques. Estos, elaborados por su hija para el día del cumpleaños de Joel. Me tomó por sorpresa. No tenía nada que regalarle.

—No te preocupes. —Me dijo Sarah, tan risueña como siempre. —Tu presencia es lo que importa, ¿cierto papá? —Dirigió su mirada y sonrisa hacia su padre. Joel asintió. —Modales... —Le dijo.

—Gracias por estar aquí, con nosotros, ____________. Aunque no era necesario...

—Sí que lo era. —Intervino Sarah. —Es mi amiga, y yo quería que estuviese para tu cumpleaños. A demás, es nuestra vecina, ha sido generosa y muy atenta con nosotros.

—Gracias, Sarah. —Sonreí. Degusté un trozo del panqueque y suspiré agradecida. —Exquicito, por cierto.

El ambiente en ese entonces se había vuelto incómodo, pero con el paso del tiempo, Joel comenzó a conversarme más. Era un paso importante para él, según me comentó Tommy un día que tomábamos un par de cervezas en la terraza de mi hogar.

—No debería decirte esto pero, Joel perdió ese interés por las mujeres desde que la madre de Sarah lo dejó. Se volvió más...callado. Pero curiosamente, veo que contigo la situación es distinta. Sé que quiere intervenir cuando estas en casa, pero es mi hermano y lo conozco. No lo hará hasta sentirse seguro de que eres una buena persona. Más para Sarah. Esa pequeña sí que se ha encariñado contigo.

Y así fue, con el tiempo Joel comenzó a ir a mi hogar por algún ingrediente faltante en su casa. Azúcar, harina, incluso café ya que Sarah se lo había prohibido por el exceso de cafeína que consumía durante el día. Entonces, el café era algo que Joel obtenía durante la mañana y tarde, a cambio de una conversación amena en mi hogar. Lo que sin querer, dio paso a una relación amorosa de la que ni nosotros nos dimos cuenta hasta que terminamos en la cama de mi habitación.

Joel seguía besando, y yo me retorcía bajo su cuerpo, gimiendo ante sus toques suaves y sus movimientos en mi interior. Aquellos que despertaban sensaciones que hace mucho no sentía. Me aferré de su cuello y gemí en su oído. Sabía que eso le gustaba.

—_____________. —Murmuró. —No seas tramposa.

—Yo no estoy haciendo nada que no te guste. —Gemí entre risas. Las gotas de sudor de su frente se mezclaban con la de mi rostro y pecho. Rodeé mis piernas en torno a su espalda y lo detuve, presionando mi interior contra su miembro. Joel gruñó, tomando en puño la almohada que estaba a nuestro lado. Movió un par de veces su pelvis, anunciándome su llegada a su orgasmo.

Joel respiró profundo, una y otra vez, tratando de volver a su respiración normal.

—Creo que debería irme. —Le dije. Y deposité pequeños besos en su rostro. —Sarah llegará en cualquier momento y, no quiero que nos encuentre agitados en la cocina.

—O bien llega Tommy y empezará con sus preguntas. —Rectificó Joel. Nos besamos y decidimos levantarnos. Nos duchamos y secamos el cabello. Me volví a poner la misma ropa pues, que hayamos terminado en su cama no había sido un plan que nos hayamos propuesto los dos.

Cuando bajamos las escaleras, grande fue nuestro susto cuando encontramos a Tommy sentado en uno de los sofás frente a la TV. Joel y yo nos miramos, y pude notar un cierto sonrojo bajo la barba que decoraba el rostro de mi vecino.

—Y, cuando le dirán a Sarah que ustedes dos...Ya saben. —Rio pícaro. —¿No escucharon cuando llegué?

Joel suspiró. Yo le miré sin saber qué decir.

—No. —Respondió Joel, caminando hacia la cocina. Tomó un vaso y lo llenó de agua para tomarla.

—Tommy, dios que vergüenza. —Me tapé el rostro. Quería desaparecer.

—No se preocupen, ya lo sabía. —Dijo Tommy con normalidad. —Ahora, me preocupa la reacción de Sarah, Joel.

—¿Crees que se moleste? —Inquirí. Tommy se encogió de hombros.

Me dirigía hacia Joel, y susurré.

—Ya no es una niña que no entienda, Joel. Y tú, ya no eres el mismo que conocí hace un año atrás.

—¿A qué quieres llegar? —Preguntó.

—Ambos sabemos lo que hemos estado haciendo, y esto, lo que acaba de pasar, no es primera vez. Necesito saber si tu...

La puerta se abrió y una alegre Sarah se asomó con su mochila y un par de cuadernos en mano. Nos saludos en general antes de subir a su cuarto. Bajó y se abalanzó contra Tommy, depositando un beso en su rostro. Luego se dirigió hacia Joel y a mí, saludándonos igual que a Tommy; con un beso en la mejilla.

—¿Sucede algo? —Inquirió la muchacha de cabello rizado. —Papá estas pálido.

Tommy nos miraba desde su lugar, con una sonrisa burlona.

—Yo iré a comprar algunas cosas para comer. No demoraré mucho. —Tommy se levantó y antes de irse, nos guiñó un ojo. No pude evitar sentir un escalofríos recorrer mi cuerpo. Sarah nos observaba curiosos.

—¿Cómo te ha ido? —Le preguntó Joel.

—Bien, he sacado la mejor nota en matemáticas. —Celebró Sarah.

—¿Qué, fracciones? —Se burló Joel. Sarah le golpeó el hombro.

—Por cierto, tu camisa está al revés. —Le indicó Sarah. Joel bufó. —Tío Tommy está bastante extraño. Y ustedes también.

—Sarah, cariño... —Dije y miré a Joel. Éste permaneció serio lo que me incapacitaba poder deducir lo que pensaba al respecto. —Quiero decir que, me alegra poder verte.

Sarah elevó una ceja.

—___________ y yo estamos juntos. —Dijo Joel finalmente. Sarah nos escudriñó con la mirada, para luego alejarse de nosotros. Se sentó en el mismo sofá que utilizó su tío con anterioridad y se quedó en silencio. Me mordí el labio, inquieta, más Joel, negó decepcionado al ver que su hija no decía nada.

—Sarah...—Intervine. —Sucedió de la...

—Ya lo sabía. —Dijo finalmente la chica, ahora con una sonrisa que demostraba felicidad. —Papá, no soy tonta. Además, tío Tommy me hizo mención de que _____________ te daba la cafeína que yo te prohibí, a escondidas. —Acusó.

—Tommy. —Bufé.

—Me alegro que papá tenga alguien en quien confiar nuevamente. —Felicitó. Joel se inquietó. —¿Ahora si podremos ir al parque de diversiones con ___________? Digo, ya están junto, es un hecho que ___________ se esté convirtiendo en mi madrastra.

—No me gusta ese término. —Dije. —Solo llámame por mi nombre, ¿sí?

—Ok, como digas. Mami. —Y carcajeó Sarah. —Es broma, ___________.

Tommy llegó con la comida en menos de una hora. Joel preparó el almuerzo mientras Sarah me comentaba su día en el colegio y Tommy por otro lado, se mofaba de Joel. Aquel día fui feliz. Joel no escondió sus sentimientos hacia a mí y yo tampoco los míos hacia él. Me abrazó con fuerzas y besó mis labios.

Un nuevo helicóptero pasó por sobre la casa, seguido de un aviso en la radio, mencionando que los disturbios continuos en Yakarta, aún seguían. 

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