O29. Red flowers || Pedro Pascal (FIN ESPECIAL)
Cuando sentí que alguien tocaba la puerta de mi apartamento, supe de inmediato de quien se trataba. Y es que el hombre que llamaba con insistencia, había aprendido algo de mí hace tiempo atrás: nunca darse por vencido.
Llevábamos meses en donde dimos fin a nuestra relación, optando por el divorcio. Sabíamos que era una decisión difícil para ambos, y más aún, para nuestro hijo de seis años.
—¿Pedro qué rayos quieres? —Espeté furiosa. Eran las nueve de la mañana y él estaba de pie, con una sonrisa amplia. —¿No pudiste venir durante la tarde?
—Le dije a Alan que saldríamos temprano hoy. —Se excusó. Miró hacia todos lados, esperando que el pequeño se asomara, pero sólo obtuvo su ausencia.
—Le dije que vendrías en la tarde. Está durmiendo, ha pasado una mala noche. —Bostecé. Me dirigí a la cocina por dos tazas para tomar desayuno con el padre de mi hijo. —¿Y a donde irán si se puede saber?
—Donde Lux. —Respondió. Se acercó para poder ayudarme a ordenar la mesa. No solía tomar desayuno con mi ex esposo, pero no vi la necesidad de echarlo de casa, más aun sabiendo que nuestro pequeño podría despertar en cualquier momento.
—Pedro, sé que hemos hablado mucho de los horarios, pero no está de más decírtelo...
—Si lo sé, _____________. Disculpa si llegué así a tu casa en un día sábado. —Musitó bajito, como si de un niño pequeño se tratara tras haberle regañado. Ello me hizo reír divertida. —Quería aprovechar el día para poder verlo. La otra semana no podré venir.
—Tus proyectos. —Afirmé. —Tendré que decirle a Alan desde ya que no te verá por... ¿por cuánto tiempo?
—Aun no lo sé. —Suspiró, abrumado. —Quiero ser un mejor padre para Alan, ____________. Créeme que sí, pero sin trabajo, no puedo darle la vida que quiero.
—Nunca te pedí dejar de trabajar, Pedro. —Suspiré, tan abrumada como él. —Sólo te pedía tiempo de calidad con Alan. Sé que es difícil, pero Alan lo necesita. Tu afán por querer darle lo mejor, se convirtió en tu peor aliado, Pedro. Un niño de seis años no querrá el mejor auto de juguete, o la mejor Tablet. Quiere estar contigo.
Pedro enmudeció por unos minutos. Tomó de su café y masticó un pedazo de tostada. Me miró y asintió.
—Aún te amo, ______________. Todo lo que dije ese día...—Volvió a enmudecer. Y es que el día en el que dimos fin a nuestra relación ambos dijimos cosas muy feas de las que nos veíamos arrepentidos. Podía verlo en sus ojos, y dentro de mí, mi corazón nunca lo odió.
—Los dos dijimos cosas que no debimos decir. —Le dije. —Pero ya está hecho. Sólo quiero que ambos, trabajemos para darle lo mejor a Alan. ¿Si?
—Estoy de acuerdo contigo, ______________. —Dijo y volvió a sonreír, pero apenas. La tristeza en sus ojos se intensificó.
Alan apareció después de una hora. Corrió a los brazos de su padre, aún en pijama y con su mantita con la cual dormía. Pedro le llenó su carita de besos y pude notar, ciertas lágrimas en sus ojos. Sonreí para mí, pese a todo el conflicto, Pedro nunca fue un mal padre para Alan.
—Mami... —Me dijo mi hijo, mostrándome su conejo de peluche, moviéndolo de un lado a otro.
—Sí, puedes llevarte al señor conejo. —Asentí, acariciando su cabellera ondulada. —Pedro, que no se le vaya a olvidar su conejo, sino tendremos problemas.
—Ese conejo... —Y el actor carcajeó. —Veré si se lo puedo cambiar por otro.
—Inténtalo, yo ya lo hice y me rechazó el canguro. —Reí.
Alan estaba vestido, sentado en el diván mirando las caricaturas que tanto le gustaba. Pedro se acercó a él y lo tomó en brazo. Me despedí de mi hijo, depositando un tierno beso en su frente y mencionándole que se comportara en la casa de su tía.
—¿Y mi beso? —Reclamó Pedro, a lo que negué.
—No te pases de listo, Pedro. —Le regañé. El actor rio y se fue junto a mi hijo. Aquello era bastante doloroso. Cada vez que Alan se iba con su padre, era como si me arrancaran una parte interior de mí. No un hueso, ni musculo. Era algo intangible.
Me dediqué a ordenar la casa, a ver algunas series para finalmente terminar los oficios de mi trabajo para no tener que preocuparme el resto del día. Finalmente, me quedé dormida en el diván y con la tv encendida. Para cuando desperté, mi teléfono comenzó a sonar sobre la mesita de centro. El número de Amber apareció en la pantalla del aparato tecnológico.
—Hermana, tanto tiempo. —Reí feliz. —¿Pasó algo?
—Ay hermana, no siempre tiene que suceder algo para que yo te llame. —Reclamó mi hermana menor. —Oye, supe que estas sola. ¿Quieres que salgamos? —Propuso. Miré la hora, faltaban minutos para que fuesen las siete de la tarde.
—No lo sé, ¿y Pedro llega con Alan y no me encuentran?
—Tengo entendido que Pedro se lleva a Alan por un día. —Me recordó. —Vístete y nos encontramos en ese restorán que tanto te gusta. Ponte algo bonito, la situación lo amerita.
—¿Qué situación?
—Ya verás. —Dijo Amber y cortó la llamada. Bufé por lo bajo, pero aun así me levanté del diván y me dirigí al baño para darme una ducha. No recordé ninguna fecha importante, ni tampoco algún suceso que requiera que mi hermana me llamara para ir al restorán que si bien es cierto, es mi favorito, es el lugar que también me trae recuerdos con Pedro.
No cuestioné la situación pues, sabía que mi mente divagaría y terminaría por no ir al lugar.
De camino, divisé el restorán, pero no a mi hermana. Su auto me era muy fácil distinguirlo incluso aunque hubiese miles iguales. Nada se comparaba al estilo que tenía de decorar su automóvil. Caminé hasta la entrada y un garzón me detuvo para preguntar mi nombre. Me indicó el número de mesa y el momento que debía esperar a que llegara la persona que me acompañaría.
Fruncí el entrecejo, confundida. Tomé mi celular y marqué el número de mi hermana. Pero esta, no respondía.
—No puede ser cierto. —Gruñí molesta. Dispuesta a irme del lugar, tomé mis cosas y en cuanto alcé la mirada, se encontraba Pedro con un enorme ramo de rosas rojas. Le miré atenta sin poder creer que él estaba allí, tras ese ramo, luciendo un traje elegante.
—Sorpresa. —Me dijo y yo no pude evitar reír divertida. Aquello me remontó al día en el que lucía igual de elegante justamente con el mismo ramo de rosas que llevaba en ese momento. Hacían ya diez años que Pedro me sorprendió de aquella forma.
—Que idiota eres. —Reí. Me levanté de mi puesto y recibí las flores. Comencé a llorar como una reacción a todo lo que mi cuerpo comenzaba a sentir. Aquel día fue un día mágico para mí y caí en la cuenta que nuestra discusión no podía terminar con la relación tan hermosa que llevábamos con Pedro.
—¿Qué te pareció? ¿Te gustó? —Preguntó con temor.
—¡Me encantó! —Exclamé encantada. Me acerqué a él y lo abracé, aun con el ramo de rosas en mi mano. —No hacía falta todo esto...
—Claro que sí. Es aquí donde dimos el paso para consumar nuestra relación en matrimonio, ____________. Este lugar tiene una historia. De ser diferente, Alan no estaría con nosotros.
Y acto seguido, el grito de mi hijo resonó en todo el lugar. Corrió hacia nosotros y se aferró a nuestras piernas, pidiendo que lo tomáramos en brazo.
—Pediré que cancelen los papeles del divorcio. —Dije una vez tomé a Alan en brazo. Pedro me miró sorprendido. —Nunca debimos habernos separado, Pedro. Nuestro lugar está aquí, junto a este pequeño bandido. —Y miré a nuestro hijo quien lucía la misma sonrisa de su padre. Tierna, deslumbrante.
Pedro sonrió y se acercó para poder depositar un beso en mis labios y luego, un beso en la frente de nuestro hijo.
—Te amo, _____________. —Me dijo Pedro.
—Y yo a ti. —Sonreí sabiendo que mis mejillas se teñían de rojo.
Ese día cenamos los tres juntos. Como una familia, aquella que seríamos por el resto de nuestras vidas.
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Hola hola mis queridas lectoras. Dejo anuncio: primero, el especial de Pedro is over, so seguimos normal. Uno de Joel y otro de pedro <3
Segundo, acabo de subir la portada de FIRE. si, porque sí habrá novela inspirada en el OS FIRE, como muchas querían. Asique, mañana pretendo subir el primer capítulo a si que atentas *.*
Espero que les haya gustado el final de especial, una reconciliación merecida. <3
Las quieroooooo!
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