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O28. Brown Eye || Pedro Pascal (ESPECIAL)

Sami me observaba atenta, casi como si quisiera leer mi mente. Sus ojos verdes calaban mi interior pues, siempre me parecieron intimidantes cuando miraba seriamente a las personas. Por lo general, cuando la sacaban de sus casillas. Esta vez, no fue la excepción, mi buena amiga, quería saber qué pasaba por mi mente.

—Vale, lo digo yo o lo admites tú. —Sentenció luego de unos minutos mirándome. Me mordí el labio inferior, inquieta. Sabía a lo que se refería con aquella acotación. —Vamos, _____________. No soy tonta. Hace dos semanas que has estado actuando raro.

—Yo me siento normal. —Me encogí de hombros, esperando que Sami, creyera que así me sentía. Normal. Pero, ¿quién iba a actuar normal después de reencontrarse con su ex novio y volver a sentir aquellas mariposas en el estómago?

Y es que el encuentro con Pedro fue lo que me encandiló de regreso a mi hogar en Orlando. Lo que pareció un simple reencuentro, se convirtió en una tortura que se expandía poco a poco en mi interior, hasta el punto de cuestionarme si realmente era lo que quería. También me pregunté si Pedro estaba cruzando por los mismos cuestionamientos que yo, pero lo dudé. Las fotos en internet, me daban a entender que él y su novia, se llevaban muy bien.

—¿Cuantos años llevamos siendo amigas? —Me cuestionó Sami, seria. Me miró nuevamente y yo no pude evitar poner nerviosa.

—Bastante tiempo. —Respondí en un hilo de voz, bajando la mirada y concentrándome en los movimientos nerviosos que mis manos realizaban.

—Bastante...—Asintió ella. — Bastante como para saber y comprender que tu mente está pasando por un dilema que lleva por nombre Pedro Pascal.

Mi pecho se apretó y mi cuerpo tembló. Que Sami dijera lo que no quería aceptar, me había caído como un balde con agua helada.

—Sami, es cierto, no lo puedo negar. Pero ya no hay vuelta atrás. El tiempo pasó y él se ve muy feliz junto a su novia. Esta vez no seguiré tus consejos. —Le dije. Me levanté del diván y me dirigí hasta la cocina, donde tomé un vaso y lo rellené de agua. Los pasos de Sami me siguieron hasta llegar a mi lado.

—No soy tan mala como para decirte que te metas en la relación de Pedro con esos ojos de gatos. —Dijo con desaire. Sacó su celular y comenzó a teclear rápidamente sobre el touch del aparato tecnológico. —Claro que no te daría esa idea, después de todo, quedarías mal frente a todo el mundo, considerando que Pascal ya es básicamente una tendencia.

—No sé a qué quieres llegar con tu comentario. —Bufé. —Pedro y yo ya fuimos, Sami. Acéptalo.

—Por favor, eso es lo que, seguramente, los dos se dicen a sí mismos. —Y Sami me mostró su celular, mostrándome una imagen de Pedro y su novia. El titular mencionaba el quiebre de la relación hace semanas atrás. Me llevé una mano a la boca, sorprendida y miré a mi amiga, sin saber qué decir.

—Ella nos vio juntos. —Musité, perpleja. —No, no... seguro fui yo quiero hizo que pelearan, yo...

—Cállate o te juro que te golpeo. —Advirtió mi amiga. —Yo los vi juntos a ustedes dos, y dejando decirte que era ver a una pareja normal. Quieres, por una vez en tu vida tomar una decisión que te haga feliz? Porque yo sé que eso es lo que quieres, ____________. Volver con Pedro. No hizo falta quedarse a espiarlos para ver la chispa que tienen los dos.

—Pero, Sami... —Tartamudeé, sin saber qué decir.

—Amiga, de verdad te lo digo, de corazón. Sé feliz. No importa qué digan los medios, tú ve y se feliz.

—¿Te refieres a ir a buscarlo? —Inquirí, y ella asintió, emocionada. —No, no. Eso no lo haré. Por favor, no me rebajaré a ese nivel. Si el destino nos quiere juntos, en algún momento él vendrá o yo iré a su ciudad. Pero por iniciativa, no iré.

Sami se cruzó de brazos y negó indignada.

Mi buena amiga siempre me aconsejaba y si le permitía, me daba ideas para solucionar las adversidades que se me presentaban en el camino. El tema de la separación de Pedro con su novia, Grace, había sido un revuelo a nivel mundial pues, la mujer no dudó en comenzar a hablar sobre la relación que tuvieron y el factor que posiblemente había influido en su ruptura. Evidentemente, mi nombre se mencionó en muchas entrevistas y por ende, comencé a dividir a los fans de Pedro entre los que me quería de vuelta con él, y los que me odiaban por haberme inmiscuido entre ellos.

Pedro desmentía todas y cada una de sus confesiones y por lo general, la gente le creía más al actor que a una mujer que se veía despechada en las entrevistas. No pensé en relacionarme con él después de todo lo que sucedía, pese a que Sami me incentivaba, pero yo negaba. Tenía muchas cosas por las que lidiar conmigo misma como para integrarme a la farándula y ser motivo de chismes.

—Estas siendo muy conocida. —Me dijo Sami, un día. Estábamos tomando un café por lo que las miradas dentro del local y fuera eran evidente.

—Grace se encargó de ensuciar mi nombre. —Me encogí de hombros. —La verdad es que no me interesa, ese es tema de Pedro, no mío.

—Pues, esperemos que con el tiempo las cosas se vayan solucionando. —Dijo mi amiga y tomó un sorbo de su café.

Mi celular comenzó a sonar, miré el número pero no había nombre, por lo que corté.

—Este fin de semana iré a Florida, a ver a mi madre. —Comentó mi amiga. —¿No quieres venir conmigo?

—Veré si puedo ir, tengo cosas que terminar. —Suspiré abrumada. Nuevamente mi celular comenzó a sonar y el mismo número se hizo presente en la pantalla. Volví a cortar.

—¿No contestarás? —Inquirió mi amiga. Negué. —¿Y si es una emergencia? Ha marcado dos veces...

—Si llama una tercera vez, quizás le conteste.

—Si me secuestran, recuérdame no llamarte. —Rio divertida.

Sin embargo, mi celular volvió a sonar, pero esta vez, el tono de mensajería. Rodeé los ojos; el mismo número desconocido me había enviado un mensaje. Tomé el celular y presioné la opción de leer el mensaje.

—¿Qué dice? —Me preguntó Sami. —Era una emergencia, lo sabía.

—No, o sea, no sé. Dice "Por favor contestas el llamado" —Murmuré, confundida.

—Una emergencia. —Volvió a decir mi amiga y el celular volvió a entrar una llamada. Mi amiga me miró curiosa y yo no sabía qué hacer. No quería encontrarme con la sorpresa de contestarle a un fanático para insultarme, o un entrevistador para preguntarme sobre mi vida actual y siendo parte de una ruptura amorosa. Quien llamaba no parecía darse por vencido, por lo que ya molesta, me digné a contestar.

—¿Si? Diga. —Dije cortante. Del otro lado se sintió una respiración entrecortada. —¿Aló?

—______________. —Dijo el sujeto del otro lado, dejándome helada. La voz varonil y característica de Pedro me era imposible no reconocerla.

—¿Pedro?

—¿Es Pedro? —Preguntó de inmediato Sami. Le hice una señal para que se quedara en silencio.

—¿C-Como te conseguiste mi número?

—Fue una odisea dar con tu paradero. —Dijo y soltó una risita suave. Me levanté de mi asiento y me dirigí hasta el baño con el fin de poder estar más tranquila y lejos del bullicio.

—Pedro, no es un buen momento para que me llames. Estoy en el ojo del huracán por culpa de Grace. —Espeté. —No quiero seguir en esto, sólo fue una conversación sana, ¿en qué momento a Grace se le ocurrió que ambos teníamos algo?

—Lo tuvimos. —Corrigió.

—Hace tiempo, idiota. —Gruñí. —Todos me miran ahora, unos me juzgan, otros al parecer les agrado. Pedro no quiero seguir jugando a esto. Sólo tu puedes hablar y decir que yo no estoy dentro de la farándula. —Dije con desesperación. Mis lágrimas comenzaban a resbalar hacia mis mejillas. Una mezcla de miedo y añoranza se alojaron en mi pecho. Escuchar a Pedro me daba paz, pero también sabía que era un error.

—___________, te voy a pedir que te calmes, ¿sí?

—¿Qué calme? —Reí con ironía. —Sabiendo que esta simple llamada nos puede perjudicar, no lo creo.

—¿Confías en mí?

Suspiré. Era una pregunta difícil.

—Claro que sí. Sólo has que ahora valga la pena. —Y dicho eso, el sonido de una ambulancia se hizo presente, tanto de mi lado como del lado de Pedro. El eco del sonido, hizo interferencia. Miré el celular y fruncí el ceño, confundida. —Pedro... ¿dónde estás?

—¿En mi hogar, por qué?

Salí del baño y me dirigí hasta donde estaba Sami, quien me miraba confundida. Miré hacia todos lados, atenta.

—Coincidencia que hayan pasado dos ambulancias juntas, considerando que estamos a kilómetros de distancia. —Le dije, mientras salía del local y volvía a mirar a mi alrededor la gente pasar.

—¿Crees en las coincidencias?

—No, pero en el destino, quizás... —Contesté, volviendo a girar sobre mis pies, girando hacia la derecha. A lo lejos, vi a Pedro, de pie a unos metros de mí. Sonrió apacible y alzó su mano para saludarme. Mis ojos se humedecieron, quise correr hacia a él, abrazarlo y no sepárame de él. Pero me retuve. Bien sabía que si hacía eso, la reputación de ambos permanecería un mes más en los medios.

—Te ves hermosa, _____________. —Me dijo, sin soltar su teléfono celular. Caminó hasta donde estaba yo cuando el semáforo dio verde. Mis piernas comenzaron a temblar y mi manos a sudar. En aquel momento sólo existía él; sólo él cruzaba la calle, a mí alrededor todo se tornó difuso, incluso el sonido de los autos. Éramos Pedro y yo, en una especie de burbuja que aislaba el sonido y las personas que pasaban a nuestro alrededor.

El actor llego a mi lado, frente a mí. Sonrió y yo por inercia, sonreí. Pude notar mis lágrimas recorrer mis mejillas pero las yemas de los dedos de Pedro las retiraron del lugar. No se privó de acariciar mi rostro con suavidad. Estaba subyugada a él, a su mirada, a su sonrisa y por supuesto, a su presencia.

—¿Por qué ahora, Pedro? —Gemí. —Por qué has decidido venir hasta acá, sabiendo que estamos en el ojo de todos.

—Porque ese día que nos vimos, supe que contigo quería estar. —Confesó. —Tus ojos, __________, esos ojos que tienes, no los pude borrar de mi memoria. Tú forma de ser, tu amabilidad y personalidad. Tu me impulsas a ser mejor persona, a luchar por lo que quiero. Me incentivaste a volver a luchar por ti, ______________.

—¿Y Grace? —Musité bajito. Mi garganta presionaba, y de un momento a otro me comencé a sentir mareada.

—Grace fue alguien con quien quise reemplazar tu amor. —Miró el suelo, avergonzado. —Se llevaba bien con todos, pero _______________, es no tenía tus ojos marrones. Ni tu sonrisa, ni tus manías. —Suspiró. Pude notar que se le dificultaba hablar. —Ese día que te vi supe que mi lugar era estar contigo. Y es lo que quiero que hagamos. Estar juntos.

—No me pidas eso, Pedro. —Lloriqueé, asustada. —Tu carrera se verá afectada...

—____________, me interesa estar contigo y pasar mi vida junto a ti, que las opiniones que pueden surgir por vernos nuevamente juntos.

Pedro tomó de mis manos y yo me tensé. Aún estábamos en aquella burbuja aislante. Respiré hondo y me dejé llevar, finalmente por lo que quería realmente. Nuestros cuerpos se juntaron; nos abrazamos, nuestros rostros quedaron separados sólo unos centímetros. Podía respirar su aliento y el aroma de su perfume. Aquel que tanto me encantaba y revivía memorias.

Sentí las manos de Pedro en mi rostro y no esperó demasiado. Nuestros labios se juntaron en un beso que hizo que mis sentidos explotaran y mi corazón galopara como un caballo desbocado. Sentía calor en mi estómago y mis piernas se volvieron débiles, casa como si fuesen de lana. Pedro sujetó mi cintura y me apegó a él. Alcé mis brazos y me aferré a él en un abrazo lleno de deseos y añoranzas.

Era lo que deseaba. Y era lo que Sami siempre me dijo. Quería a Pedro y por más que lo negara, la verdad estaba allí, en mi corazón.

Nos separamos por aire, ambos soltamos una risita nerviosa. La burbuja se reventó y volví a sentir los sonidos de los autos y la gente transitar a nuestro lado.

—¿Cómo supiste que estaba acá? —Le pregunté. A lo que Pedro sólo hizo un además, indicándome que mirara tras de ella. Sami se encontraba de pie, con su vaso con café, sonriendo plena.

—En mi defensa, no actué sola. Oscar me ayudó. Si quieres desquitarse con alguien, que sea con él. —Se defendió mi amiga de inmediato.

Pedro volvió a besarme para luego tomarse el tiempo de observar mi rostro. Recorrió cada aspecto cuidadosamente y yo más nerviosa no me podía sentir. A su favor, la barba le asentaba bien y aquel estilo de cabello desordenado me volvía loca.

—Te amo. —Me dijo finalmente. —Y tus ojos marrones, son mi perdición.

Sonreí plena cuando Pedro me volvió a abrazar con efusividad. Nada era un sueño, ni tampoco pesadilla. Si sabía que todo aquello, giraba en torno a mis ojos marrones; cualidad física que tanto le encantaban a Pedro. 










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Si, era la canción de Lasso <3 Asique quienes adivinaron, tienen una espacio grande en mi corazón . Esta es la segunda parte, pero narrada desde _______________. espero les haya gustado *,*

Besoooos!

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