O20. It will only be thirty minutes || Joel Miller (ESPECIAL)
(ADVERTENCIA: INTENTO DE CONTENIDO ADULTO)
El abrazo que Joel le dio a Tommy fue un gesto que dio a entender cuánto lo extrañaba. Y es que, después de su separación, Joel sólo pudo saber una cosa de Tommy. Estaba vivo. Donde fuera que estuviese, su hermano menor, estaba con vida. La odisea que nos llevó hasta la comunidad de Jackson fue el empecinamiento de Joel y el favor que le hicimos a Marlene: Ellie.
Las Luciérnagas luchaban contra FEDRA, pero también luchaban contra el hongo que cada día, se esparcía más, contagiando a más personas y, por ende, cubriendo las calles de infectados. Su lucha, una cura proveniente de alguien que no se podía infectar: la muchacha que venía con nosotros, era la prueba viviente de que sí era inmune a cualquier mordida infectada. En su brazo lucía una cicatriz que hace meses atrás nos alarmó, pero nos dio la validez para seguir con ella hacia el destino determinado por Marlene.
En nuestro camino, pudimos ver la realidad de lo que tanto nos mencionaba FEDRA cuando estuvimos en Boston dentro de la ZC. Una realidad que bien discrepaba mucho de lo que nosotros fuimos testigos oculares. El peligro no eran los infectados, eran las personas que aún vivían y merodeaban las calles del país en busca del poder y el deseo por dominar a quienes se mostraban vulnerables.
Me bajé del caballo que integrantes de la comunidad nos habían proporcionado cuando nos vieron dentro de su zona. Me acerqué a Joel, quien aún abrazaba a Tommy. Ellie observaba atenta a su alrededor. La chica era bastante curiosa para su edad, todo lo retenía. Era una muchacha inteligente, esquiva y sarcástica, algo que, a Joel, le irritaba con facilidad.
—¿Tommy, te acuerdas de ___________? —Le dijo Joel cuando percibió mi presencia a su lado. Sonreí a Tommy, esperando que se acordara de mí. Tommy sonrió amplio y se acercó para darme un abrazo apretado.
—¡Como olvidarme de ti, _______________! —Exclamó Tommy, alegre. —Eres la única que sabe cómo dominar al bruto de mi hermano. —Joel lo fulminó con la mirada. Tommy carcajeó, quizás recordando aquella época en donde nos encontrábamos los tres luchando contra el mundo.
—También te extrañé, Tommy. —Dije. —Has elegido un buen lugar para vivir, ¿Desde cuándo?
—Pues, yo sólo llegué, quien fundó esto fue María. —Comentó el menor, presentándonos a la morena quien esperaba su turno tras Tommy. La mujer se acercó y nos tendió la mano a cada uno.
—Un gusto. Soy María. Y si bien, fundé parte de lo que es Jackson, quienes se llevan ese mérito son las personas que viven aquí y hacen de esta comunidad, un lugar acogedor. —Aclaró, dándole una mirada tierna a Tommy.
—Tienen antenas satelitales. —Comentó Joel. Percibí su tono de voz. Ya no era suave como antes pues, sabía a qué se refería con aquel comentario.
—Teníamos. —Dijo María. —Estas hace mucho no funcionan. Evitamos de esta forma invitar a saqueadores y gente indeseable.
Suspiré. Miré a Joel y supe que la estadía no sería acogedora pues, María se notaba una mujer dominante y bastante directa. La personalidad de ella y Joel comenzarían a chocar.
Nos invitaron al comedor, donde nos dieron de comer lo suficiente como para quedar satisfechos durante la noche. En ese lugar, nos enteramos de la situación de Tommy y María. Ambos eran parejas y María, tenía tres meses de embarazo. La actitud de Joel terminó por cambiar a una totalmente fastidiada.
—Bien, aquí está la casa que les podemos dar. —Le dijo Tommy a Joel. —Hay cine, canchas de futbol y una biblioteca. —Le dijo esta vez a Ellie. —Donde hay reglas que respetar.
—Si, nos dimos cuenta. —Le respondió Joel, dejando sus pertenencias sobre el diván que decoraba el living del hogar.
—Me alegra volver a verte, Tommy. —Intervine. —Felicidades por lo de María. Serás un buen padre, eso tenlo por seguro. ¿Cierto, Joel? —Joel asintió apenas. Le miré molesta.
—Lo serás, hermanito. —Dijo finalmente.
—Bueno, los dejos. Saben donde ubicarme si necesitan algo. Las duchas funcionan con agua caliente. Fuera de casa, hay un sistema por si quieren agua fría. —Explicó.
Se despidió, cerrando la puerta tras él. Me volví a Joel y le miré fijo, sin entender por qué su conducta osca después del encuentro emotivo al llegar a la comunidad.
—Bueno, yo iré a inspeccionar el lugar. —Dijo Ellie. —María me invitó a su casa...
—¿Irás? —Le pregunto Joel, casi molesto. Ellie le miró y sonrió. —No se notaba que quisieras fraternizar con ella.
—Es mejor tener a tu enemigo de cerca, Joel. —Le respondió la muchacha, quien tomó su chaqueta y antes de salir de casa, nos miró. —Me quiero bañar, por favor, no demoren en discutir.
—Sólo serán treinta minutos, tranquila. —Le aseguré.
—Ok. —Y dicho eso, cerró la puerta tras ella y se fue.
Joel tomó su mochila y subió hasta el segundo piso, donde le seguí el paso.
—Tenemos que hablar, Joel. —Le dije. Joel no respondió. Siguió su camino, abriendo una de las puertas del segundo piso y tirando su mochila al suelo. La habitación era bastante grande, pero sólo estaba equipada con lo necesario. Una cama y un diván. Al fondo, se podía ver otra puerta que dejaba ver parte del baño.
—_____________, esto es algo entre Tommy y yo. —Dijo finalmente.
—Joel, entiendo que se dejó llevar por María. Lo que dijo allá afuera, fue muy directo. Pero, hemos dado con su paradero.
—Nos hubiésemos ahorrado toda la parafernalia que pasamos fuera, _____________. Si esa mujer no se le hubiese ocurrido apagar las antenas satelitales. —Respondió molesto. —¿Visitas indeseables? ¿Eso es lo que somos ahora? Tommy no dijo nada.
—Joel, cariño... —Suspiré. Realmente estaba muy cansada como para tener este tipo de conversaciones, pero bien sabía que el temperamento de Joel era fuerte y si no lo calmaba, las palabras que utilizaría contra Tommy llevarían filo.
—Ella sabía que lo estábamos buscando, ____________. —Volvió a decir.
—Después de todo, tú serás el tío de la criatura que esperan los dos, Joel. No puedes llevarte mal con el enemigo. —Joel gruñó por lo bajo. —Mira, ven. —Tomé su mano y caminé junto a él hasta la puerta del fondo, abriéndola por completo, dejando ver el lujoso baño que nos esperaba. —Hay una tina. —Celebré emocionada. Abrí el grifo y toqué el agua, que de a poco comenzó a tener la temperatura perfecta para poder bañarse.
—Te espero fuera. —Me dijo Joel.
—¿Qué? No, no. Vienes conmigo. —Espeté. Me dirigí hasta la puerta y la cerré con pestillo. —¿Qué, ahora me reclamarás que es casa ajena y que no podemos?...Vamos Joel. Ellie está fuera inspeccionando, seguramente se emocionará jugando con algún niño o niña de la comunidad.
—_____________, le dijimos treinta minutos. Llegará en cualquier momento y comenzará a reclamar.
—Aun nos quedan unos minutos para discutir. —Le respondí, esta vez, acercándome hacia su cuerpo para atraparlo entre la puerta. —Tenemos casa sola y mira que, considerados, hasta agua caliente nos han dado.
Joel dejó salir una sonrisa de sus labios. Con eso, sabía que había logrado ganarme su atención.
Me acerqué a su rostro, tomándolo entre mis manos para poder acariciarlo. Me puse de puntillas y logré besar sus labios sin problemas. Joel los captó de inmediato, esta vez siendo él quien tomara de mi rostro para hacer del beso, un gesto más profundo.
Después de salir del Boston, sólo pudimos intimar una vez. Luego, el mal genio, las vigilias y el cansancio fue un factor que nos comenzaba a alejar, seguido de Ellie quien dormía a unos centímetros de nosotros. Este era el momento para poder volver a sentir que estábamos vivos y juntos. Joel lo captó pese a que su genio no lo acompañaba demasiado al principio.
Cerré la llave de la tina y nos introdujimos dentro del agua. Me hice lugar para poder quedar sobre él. Joel tomó de mi cintura y me ayudó a acomodarme, mientras devoraba mi cuello a besos. Mis manos se aferraron a la orilla de la tina para mantener el equilibrio y no caer en el intento.
—Quedan menos minutos. Si lo vas a hacer, hazlo ya. —Le reclamé. Solté un gemido involuntario cuando comenzó a jugar con mi centro. Hundí mi rostro en su cuello y mordí el área. Joel se mantuvo en silencio, no emitía palabra alguna, aquellas eran reemplazadas por gemidos roncos y el agua chocar contra nuestros cuerpos.
—No. —Gimió. Me indicó que me levantara. —Sal de ahí. —Tomó de mi mano y me ayudó a salir de la tina. Tiró las toallas que estaban a su lado. Aterrizando en el suelo, al igual que mi cuerpo contra la seda suave que Joel tiró con anterioridad. Tomó el mando y comenzó su faena.
Nuestros gemidos trataban de ser lo más silenciosos posibles. El hecho de tener solo minutos para nosotros nos excitaba aún más. Me aferré a su cuerpo y me moví bajo él. Dios, como lo extrañaba; mi cuerpo lo extrañaba. Mis manos recorrían su dorso desnudo, desplazándose hacia sus caderas para ayudarle a entras más profundo. Lo podía sentir justo en aquel lugar de mi anatomía donde yo más extasiada no me podía sentir.
Besé sus labios y me saboreé. Sonreí gustosa ante cada toque que Joel daba con tanta vehemencia. Sus gemidos eran mi perdición y supe que los míos, los de él. No tardó demasiado en comenzar a gruñir; su rostro se escondió en mi cuello y mordió con fuerzas mi piel. Chillé, pero en ese momento no me importaba el dolor pues, este se mezcló con la excitación que sentía en aquel momento.
—Mierda, ___________. —Gruñó. Su cadera cada vez presionaba contra la mía. Pude notar los músculos de sus brazos, haciendo fuerzas para no dejar que su cuerpo se desplome contra el mío. Gemí tras sentirlo de aquella forma. Me mordí el labio con fuerzas, soltando un gemido ahogado. Tras sentir que él estaba llegando a su culminación me ayude para poder seguirle, frotando mi dedo índice en mi zona intima. No conté los segundos, pero si sentí cuando mi interior comenzó a ser invadido por una corriente eléctrica que bien Joel supo identificarla.
Habíamos culminado. Joel se desplomó sobre mi cuerpo, agitado. Acaricié su cabello y deposité un tierno beso en su frente que el recibió con una sonrisa dibujada en sus labios. Me abrazó con fuerzas.
—Te amo, _____________. —Susurró en mi oído.
—También yo, idiota. —Sonreí, volviendo a besarlo, esta vez, en sus labios. Nos quedamos unos segundos más en el suelo, tratando de recobrar la respiración.
—Si seguimos con nuestro camino...—Dijo y me observó, tratando de adivinar lo que pensaba al respecto.
—Si entregamos a Ellie tendremos lo que Marlene nos prometió. Pero, no tendremos esto. —Respondí. Suspiré y me levanté del suelo, tomando una toalla para cubrir mi cuerpo con ella. Lo mismo hizo Joel con su toalla. Salimos de la habitación y buscamos ropa limpia. —Ellie se ve muy entusiasmada con la idea de salvar el mundo.
—Hay que darle a la niña lo que quiere. —Dijo Joel.
—¿Y si no es lo correcto? —Inquirí. Joel se encogió de hombros. —¿Y si no es el camino que debemos tomar? Joel, no quiero ser quien la vaya a dejar tirada a un lugar donde hagan lo que quieran con ella.
—Tampoco yo. —Admitió Joel. —Pero tampoco quiero que esté cerca de gente como María. Esa mujer no es de fiar. Sé que Ellie es inteligente, no hará caso de lo que le diga, pero __________, si podemos ir hacia donde debemos ir con Ellie, que sea con nosotros a su lado.
Asentí de acuerdo.
—Debes hablar con Tommy. —Le dije. —Debe saber que nuestra instancia aquí no será por mucho tiempo. Y debe saber también, que estarás feliz de conocer a su hijo o hija.
—¿Qué?
—Joel, se cordial, ¿sí? Nada te cuesta fingir que todo esto te emociona. Hazlo por Tommy. Lo hemos buscando todo este tiempo, no es justo que peleen por una mujer que les privó comunicarse. Si te soy sincera, María no es una persona a la que quiera tener como amiga. Pero Tommy se ve que está feliz. En estos tiempos, la felicidad se puede resumir en una persona.
—A sí parece. —Murmuró.
—¿Te cuento un secreto? —Susurré. Joel arqueó una ceja, sin entender. —Mi felicidad eres tú, y Ellie. La mocosa ya se ganó mi cariño.
Joel rodó los ojos para luego reír.
—Bueno, compartimos el mismo secreto. —Esbozó una sonrisa sincera.
Tomó su chaqueta y abrió la puerta de nuestro dormitorio, donde nos encontramos con el cuerpo de Ellie en el piso, sentada.
—Dijeron treinta minutos. —Respiró hondo, dejándonos ver lo molesta que estaba. —María me dijo que me bañara en su casa, y adivinen qué, mientras ustedes "discutían" ella aprovechó de cortarme el cabello. Ah, por si no lo han captado, María no confía en Joel. —Dijo y se levantó del suelo. —Te he defendido, así que me debes una. —Le dijo a Joel.
Nos quedamos mirando y sonreímos divertidos.
—Iré a conversar con Tommy. —Anunció Joel. —No iremos mañana en la mañana. Le diré que me robaré un par de caballos y el rifle que me requisó.
—Treinta minutos. —Le dijo Ellie, apuntándolo con su dedo índice.
—Te iras a pie si me sigues apuntando con tu maldito dedo. —Le advirtió Joel, cerrando la puerta tras él.
—No será capaz de hacerlo. —Dijo Ellie, con una sonrisa ladina en sus labios.
Arreglé la mesa y me dispuse a hacer la cena para cuando Joe llegara. Ellie refunfuñaba mientras se miraba al espejo y trataba de arreglar el corte de cabello que María le había hecho. Yo, por otro lado, solo sonreí divertida y en una sensación de ensueño, sin poder evitar sentir las manos de Joel, después de tiempo, recorrer mi cuerpo con vehemencia.
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