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Cap 3: Dani no...


A pesar de que siento un dolor agudo en el pecho, como si tuviese allí una herida abierta, y que me de ganas de gritar, lloro lo más silenciosamente que puedo, mordiéndome el labio inferior con fuerza, y apretando mi cara contra la espalda del Pikachu, haciendo que sea difícil de respirar, y dejando una mancha oscura en su espalda. Aún con eso, no me importa. Prefiero esto a que mamá o John me oigan.

No quiero que mamá venga e intente consolarme, porque me sentiré peor. Ella es una egoísta, cobarde e hipócrita, y el que intente consolarme sólo hará que la odie más. 

Y no quiero que John me oiga, porque se enojará, me llamará débil y me dirá que los hombres no lloran, para después castigarme. Afortunadamente, se la pasa encerrado en su despacho y rara vez pasa por mi cuarto. 

El único sitio en donde realmente me siento cómodo para llorar es entre los brazos de Dani. Y él no está aquí, así que me conformo con el peluche que me regaló cuando eramos niños. A John no le hizo gracia y lo tiró a la basura, ya que decía que un hombre no debería tener "juguetes de niñas". Sin embargo, mamá lo recuperó a sus espaldas, lo lavó y me aconsejó que lo escondiese. Aún con eso, nunca la perdonaré. Todo el sufrimiento que John me provoca podría ser evitado si tan sólo se separase de él. Pero ella insiste que nos ama y tiene su manera de mostrarlo. Obviamente, es una mentira. 

Finalmente aparto el rostro del peluche y siento mi cara arder. Suelto un resoplido mientras me pasó las palmas de mis manos sobre mis ojos y mejillas para apartar la humedad, me remango las mangas de la sudadera y reviso mi móvil. He estado llorando en silencio por diez minutos. Curioso, normalmente se siente que lloro por horas. 

Busco el número de Dani y lo marco mientras me sorbo la nariz. Apenas oigo un pitido, él responde:

-¡Álex! ¿Estás bien? ¡Siento no haberte escrito, es que dijiste que tu papá llegó y tenía miedo de meterte en problemas si te mandaba un mesaje, así que pensé en esperar! ¿Estás bien?

Suelto una carcajada al oír lo rápido que habla, aunque también siento algo de culpa por preocuparlo.

-No te preocupes, ya pasó -respondo, sorbiendo por la nariz. El cariño que siento por Dani crece porque él pensó en mí. Por cosas como estas es que siento falsas esperanzas a que algún día él...

-¿Quieres pasarte por mi casa? No creo que sea tarde.

Esbozo una sonrisa.

-Me encantaría.

Ni siquiera me molesto en avisar a mamá. Me lavo la cara porque es un desastre debido a mi llanto, y bajo corriendo las escaleras. Me pongo las deportivas y cierro con cuidado la puerta detrás mía. Una vez afuera, echó a correr, a pesar de que Dani vive varias calles abajo, y soy el peor en deportes. Por él, iría al fin del mundo. 

Finalmente llego, con el rostro completamente rojo, el sudor cayendo por mi frente y sienes, sintiendo dolor en uno de los costados y mis piernas latiendo. 

La casa de Dani es una pequeña, de pared blanca, con un pequeño escalón gris cubierto por un felpudo marrón que pone "Bienvenidos", en el cuál limpió mis zapatos a pesar de que una vez dentro me los voy a quitar. Golpeo la puerta marrón y en un par de segundos, es abierta y de repente estoy siendo rodeado por los brazos de Dani y estrechado contra su pecho cubierto por su suéter gris.

-¡Qué bien que llegaste! -me mira con una gran sonrisa aunque frunce el ceño al ver como jadeo-. ¿Otra vez corriste? 

-Es que no quiero que se haga tarde... -respondo entre jadeos pesados. Él mira su reloj de muñeca negro y rueda sus ojos pero no dice nada y se hace a un lado. Murmuro un "Con permiso" a pesar de la cantidad de veces que vine. Al ver el pasillo color crema esbozo una sonrisa. De repente tengo la sensación de que puedo respirar. Me dirijo al salón, con Dani enfrente-. ¿Tu mamá aún no ha llegado?

-Llegará más tarde -responde mientras se encoge de hombros. No puedo ver su rostro, pero me pregunto que expresión tiene... De repente mi estómago ruge y él se voltea sobre sus talones, con sus ojos como platos-. Alex Cooper, ¿has comido?

-No realmente... -respondo con timidez. Su boca se abre de manera exagerada y esbozo una pequeña sonrisa.

-¿Y eso? -pone sus brazos en jarra, como una madre molesta con su hijo-. ¡Tú, que tienes un agujero negro como estómago!

-Se me quitó por John... -explico tímidamente. No me gusta preocuparlo, pero al mismo tiempo, se siente algo satisfactorio verlo reaccionar de esta manera. 

"Él me quiere". 

-Bueno, ¿pues sabes qué? -pregunta, caminando hasta pararse detrás de mí para agarrame de los hombros y empujarme suavemente hasta la pequeña cocina, en donde hay una mesa de madera pegada a la pared y dos sillas a los lados-. Ahora mismo, te vas a sentar y vas a comer lo que preparé. 

Mientras aparta una silla y hace un gesto para que me siente, no puedo evitar una sonrisa. 

Desde que su padre ha muerto, Dani se ha encargado de hacer las tareas del hogar y de preparar el desayuno, merienda y cena. Sus platos estan para chuparse los dedos.

-Déjame adivinar, ¿espaguetis? -pregunto mientras alzo una ceja. Él da un ligero respingo y esboza una sonrisa nerviosa. Me echo a reír-. ¡Dani, nunca cambies! -en respuesta me sonríe divertido y se acerca al mueble para agarrar la cazerola blanca con los espaguetis, y después ponerlos en medio de la mesa. Sin embargo, frunzo el ceño cuando veo que a continuación saca dos platos y dos tenedores-. ¿De verdad no comiste?

Él se detiene en seco. Tiene los tenedores sobre los dos platos. Se lo ve nervioso, y está apretando los labios. Me esta comenzando a asustar, y decido abrir la boca para interrumpir el incómodo silencio, pero Dani se me adelanta y responde con una sonrisa:

-No, es que quería esperar a mi mamá. Y ya te dije que no tengo mucha hambre.

-Ya, pero...

-Pero nada -interumpe, poniendo los platos de manera algo brusca, haciendo temblar la mesa y que los tenedores reboten, provocando un sonido metálico que hace que rechine los dientes. Si lo que Dani intentaba era calmarme, pues no lo ha logrado, porque ahora estoy incluso más nervioso. Comienzo a frotarme las muñecas para tranquilizarme mientras Dani coloca los platos y tenedores-. ¿Qué quieres beber? -pregunta con una sonrisa mientras saca de un armarito en la pared dos vasos. 

-Agua -digo en voz baja, como temiendo provocar otra reacción violenta como la de antes. 

"No, Dani no es violento, Dani nunca se enfada, Dani no..." pienso para mí mordiéndome la uña del pulgar derecho, sintiendo la ansiedad crecer dentro de mí.

-¿Estás bien? -pregunta de repente, apoyando una mano sobre mi hombro. Doy un respingo por el susto y él aparta su mano, como sorprendido-. Oye, ¿qué pasa?

-Oh, no es nada, sólo estaba pensando.

-¿En qué? -pregunta quitando la tapa de la cazerola y poniendo una generosa cantidad de espaguetis a la boloñesa sobre mi plato. Comienzo a juguetear con mis pulgares, queriendo tener cuidado sobre lo que diré. Lo cuál es raro, porque normalmente con Dani puedo decir lo que pienso sin temor-. ¿Álex?

-¡Ah! -alzo la cabeza de golpe, pudiendo ver su rostro lleno de tristeza.

-Yo... ¿hice algo? -se lleva una mano al pecho, como horrorizado. Rápidamente me levanto.

-¡No, no, no has hecho nada! -respondo rápidamente-. Sólo estaba teniendo ideas raras, nada más.

-¿Qué ideas?

-Pues... que no comes y... 

-¡Ay, Álex! -suelta una risita y se me acerca para estrecharme el hombro mientras niega con la cabeza, como si hubiese oído un chiste muy bueno-. ¡Obvio que como! ¡Si no, ya estaría muerto! 

-Jeje, cierto... 

-Anda, vamos a comer. ¡Y por cierto, tenemos que hablar sobre la fiesta!

-La fiesta... 

-¿Le preguntaste a tus padres?

-¡Obvio que no, porque obvio dirán que no! -exclamo horrorizado mientras me siento y agarro el tenedor. Enrollo una buena cantidad de espaguetis y me los meto en la boca, para luego comenzar a sorberlos como loco. Mientras, Dani tiene sus dedos entrelazados y su barrbilla apoyada sobre sus manos, con una expresión seria. 

-Entiendo -dice con voz grave-. Eso es un problema -yo me limito a asentir mientras me meto otra buena cantidad de espaguetis en la boca. Si Dani quisiese, fácilmente podría ser cocinero-. Afortunadamente, creo tener la solución -comenta con una sonrisa maliciosa. Alzo una ceja.

-¿Cuál?

-Es muy sencillo -alza un dedo-. Tú ya has dormido en mi casa antes y varias veces, ¿cierto? -asiento con la cabeza-. Bueno, pues les dices que vienes a mi casa, pero no les dices que vas a la fiesta. 

-Vaya... Que buena idea. 

-Lo sé.

Ambos nos echamos a reír y tomo otra bocanada de espaguetis. Mientras seguimos comiendo, Dani comenta entusiasmado el cómo será. 

-¿Crees que será como en las pelis y habrá luces y alcohol?

-Suena más a una discoteca -replico mientras alzo una ceja. Dani apoya una mano sobre su barbilla y asiente. 

-Ya, después de todo, no sería la primera vez que una peli nos miente... 

-¿Recuerdas que pensábamos que Nunca Jamás Existía? 

-¡Sí! -apoya sus manos sobre sus mejillas y pone una expresión soñadora-. Siempre soñando con el día, o mejor dicho, la noche en que Peter Pan tocaría mi ventana... 

-¡Jajaja! ¿O recuerdas Up? Queríamos hacer igual que en la peli e ir en una casa voladora con globos.

-¡Oh, sí! -chasquea los dedos. Sus ojos chispean-. De hecho lo intentamos, ¿no?

-¡Sí! Tu abuelo nos ató un par de globos.

-¡Fue una decepción cuando seguíamos en tierra!

Y más risas. 

-Que buenos recuerdos... -suelto en un suspiro.

-Sí... 

De repente noto que sus ojos miran la nada y siento un nudo en el estómago. Otra vez.

-¿Dani?

No responde, sino que permanece en silencio, con la mirada perdida. 

-¡Dani!

-¿Sí? -sonríe y sus ojos se enfocan en mí. Como si nada hubiese pasado.

-Am... Esto... -doy golpecitos con el tenedor contra el plato tratando de sacar una idea-. ¡La fiesta!

-¿Qué pasa con ella?

-¿Vamos ahí andando? 

-¡Oh, no! Puedo preguntarle a mi mamá, seguro que no le molesta. 

-Sería bueno, si no le importa.

-Seguro que no. 

Seguimos conversando como si nada hubiese sucedido, pero noto que Dani apenas toma bocado. Además, me preocupa el cómo de repente permanece callado, como si algo lo atormentase y lo estuviese escondiendo. 

Desearía poder saberlo y quizás ayudarlo, pero él no me deja. Ya lo intenté una vez y lo pasé mal. 

Fue el mes pasado. Estaba decidido a poder ayudarlo. Habíamos terminado de comer (no es la primera vez que almuerzo en su casa) y Dani recogió los platos y comenzado a lavarlos en el fregadero. Me había ofrecido a ayudar pero insistió en que podía sólo, y hasta sugirió que podía ir al salón y elegir una película. Sin embargo, me cruzé de brazos y apoyé mi cadera sobre el mueble frío, nervioso por lo que haría.

Durante un rato, no dijimos nada, y sólo se oía el sonido del agua que caía del grifo, el como Dani frotaba la esponja contra los utensilios y el de vez en cuando entrechocar de los cubiertos.

-Dani... 

-¿Sí? -detuvo lo que hacía y volteó para verme con una sonrisa cálida. Eso me animó. Él siempre estaba ahí para mí. Yo también quería estar allí para él. 

-¿Hay algo que te moleste?

De repente la sonrisa de su rostro se congeló. Parecía forzada. Apartó la mirada y continuó lavando. Esperé un minuto sin decir nada, hasta que por fin Dani respondió:

-No sé de que hablas.

-Pues yo creo que sí -respondí algo desafiante. Dejé cae mis brazos a los lados, mientras me fijaba en como Dani ya no sonreía y frotaba un tenedor con la esponja amarila y con manchas, arriba y abajo, de manera rápida y con fuerza, creando una gran cantidad de espuma y hasta salpicando algo de agua. Junté las cejas preocupados. 

-No, no sé de que hablas -insistió en un tono grave y frío, haciendo que se me erice la piel de la nuca. Por un momento, pensé en detenerme, y dejar el asunto en paz. Pero al mismo tiempo pensé "No hay nada que temer; es Dani", relajándome de golpe, como un colchón que se desinfla de golpe. Me acerqué a Dani, que seguía lavando el mismo tenedor y ahora apretaba los labios. 

-Escucha... -apoye una mano sobre su hombro y él se estremeció-. Sé que algo pasa, y no me cuentas... 

-No tien sentido lo que dices.

-... pero quiero que sepas que puedes contar conmigo. 

-Pero no hay nada -respondió con voz temblorosa. Eso me desesperó.

-Dani, no entiendo, ¿por qué no quieres contarme?

-¡PORQUE NO HAY NADA QUE CONTAR! -gritó, tirando el tenedor contra el fondo del fregadero. Yo solté un jadeo y palidecí. Sentí como por un momento dejé de respirar. Dani jamás había gritado, no contra mí, no así. Con tanto dolor y desesperación... No dije nada porque estaba asustado, y me limité a morderme la uña del pulgar mientras miraba como Dani apoyaba sus manos en el borde del fregadero y cerraba sus ojos con fuerza mientras su respiración se entrecortaba, como si estuviese a punto de llorar. La camisa blanca que tenía estaba algo empapada por el arrebato tan brusco que tuvo hace un segundo. 

Ninguno de los dos dijo nada, y yo permanecí con la mirada clavada en el suelo, sin atreverme a mirarlo, avergonzado por haberlo hecho sentir así. Fue cuando me di cuenta de que, aunque Dani estaba preparado para sobrellevar mi dolor conmigo, quizás yo no lo estaba para llevar el suyo... Sentí mi estómago arder y mis ojos escocer por la rabia que sentí contra mí mismo.

"Patético. Tu amigo te necesita, ¿y no puedes hacer nada? Eres sólo una carga".

El agua del grifo dejó de correr y temeroso, alcé la mirada. Dani había girado la llave, y ahora limpiaba las salpicaduras de agua en silencio con un paño verde. Apreté los labios, ya que quería decir algo pero no sabía qué.

-Tendré que cambiarme -comentó en tono relajado mientras revisaba su camiseta blanca-. Enseguida vengo, tú elige la peli -añadió, mirándome con una sonrisa cálida, calmándome un poco. Aún así, la culpa y decepción seguía ahí...

"¿Por qué no soy suficiente para ti?"

Cerré mis ojos con fuerza y metí las manos en los bolsillos de la sudadera, sintiendo la boca seca y la garganta arder. Oí los pasos de Dani, y quise aprovechar para romper a llorar... cuando de repente sentí sus brazos rodearme por detrás y su pecho pegarse suavemente contra mi espalda. Mis ojos se abrieron, sorprendidos. Quise voltearme, pero mis piernas estaban pegadas contra el suelo.

-Lo siento -susurró, avergonzado. Sentí un cosquilleo subir desde mis talones hasta mi nuca-. No estuvo bien el cómo reaccioné... Y no pienso justificarme... Sólo quiero que sepas que no tienes que preocuparte por mí... o hacer nada... Sólo... Sólo que sigas a mi lado, como lo has hecho hasta ahora, y que sigamos haciendo lo de siempre. Eso es suficiente para mí. 

Y me dio un rápido beso en la mejilla para ahora sí, alejarse rápidamente. Las ganas de llorar habían desaparecido... y me sentí especial. Porque si todo lo que necesitaba Dani para estar bin era tenerme a su lado... entonces eso signficaba que me tiene en un rincón especial en su corazón. 

Por eso mismo es tan frustante verlo juntarse con los idiotas de Sammy y Andy. Si de verdad cnmigo es suficiente, ¿por qué pasa tiempo con ellos? 


                  ***

Los dos estamos en el sofá mostaza viendo una peli, cuando mi móvil comienza a sonar. 

-Es mamá.

Apagué el móvil y es por eso que no oí la notificación de los mil mensajes que mamá me mandó. Ruedo mis ojos mientras pulso el botón verde y me llevó el teléfono a la oreja.

-¡¡¡Álex!!! ¿Estás ahí?

-Obvio.

-¡¿Dónde estás?!

-En casa de Dani, ¿dónde más? 

Oigo como suelta un hondo suspiro y yo me sostengo el puente de la nariz.

-Mamá, ¿es en serio? No es la primera vez que hago esto, ¿por qué te preguntas? ¿Por qué te preocupas?

-Porque soy tu madre y me preocupo por ti...

-Pues no hiciste muy buen trabajo. 

Oigo como ella suelta un jadeo y la mirada de sorpresa que Dani me lanza. Pero no me importa. Es verdad. 

-Álex... ¿Por qué...?

-¿En serio preguntas? -resoplo, ya cansado-. El viernes me iré a dormir a casa de Dani. ¿Algún problema con eso o también olvidaste que suelo hacer eso?

-Álex... -murmura Dani, regañándome con la mirada. Alzo la mano para indicarle silencio y espero a que mamá responda.

-Claro -su voz suena temblorosa-. Puedes ir si quieres. Tu papá seguro que no tiene un problema con eso. 

-Perfecto. Adiós.

-¡No regreses...! -cuelgo sin dudarlo. Se me escapa un suspiro de alivio, cuando noto la mirada desaprobatoria de Dani.

-¿Qué?

-Entiendo que estés molesto, pero, ¿realmente hace falta que le hables así? 

-Sí, Dani, lo hace. 

Noto como se forma una mueca en sus labios, como si le doliese lo que dije, y mi estómago da un vuelco.

-Perdona, es que...

-Lo entiendo -interrumpe, con una diminuta sonrisa. Siempre tiene una para mí-. Perdona yo, qu a veces olvido que tu mamá no es la mía -y se encoge de hombros. 

Justo en ese momento, se oye como la puerta del recibidor es abierta. El rostro de Dani se ilumina, y da un salto para correr hacía la puerta, tropezando con su propio pie pero logrando mantenerse en pie. Yo lo sigo, aunque no con la misma energía. 

-¡MAMÁ! -exclama, abrazando a su madre por el torso. Ella tropieza, pero se echa a reír y corresponde al abrazo.

-¡Cuánta energía! -comenta mientras le revuelve el pelo. Luego me mira-. Hola, Álex.

-Hola, Jessie.

Es una mujer de mediana estatura, de cabello negro corto a los hombros, y ojos azul grisáceo. Está en su uniforme de trabajo y se ha quitado los tacones. Es una persona bastante bromista y sarcástica, y su voz es algo grave para una mujer. Podría ser cantante de ópera. 

-¿Habéis comido? -pregunta mientras se dirige a las escaleras con su maleta en mano. Ambos respondemos "sí" a la vez y ella asiente satisfecha con la cabeza-. Perfecto. Dani, ve poniéndome lo que sea que has cocinado, que enseguida bajo.

-¡A la orden! -y de nuevo echa a correr, esta vez a la cocina, y de nuevo casi tropieza y logra mantenerse de pie. Yo me limito a echarme a reír y seguirle. 


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