Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Almas Perdidas

—¡Auch! Ten más cuidado —le reclamo a un extraño que va más pendiente de su teléfono que del camino—. ¿Qué? ¿No sabes caminar sin existir en la realidad? Los teléfonos también ocasionan accidentes peatonales ¡Imbécil! —Termino diciéndole al desconocido que finalmente se voltea con cara de «¿Quién te crees que eres?»

—¿Disculpa? Persona diminuta e inmadura, sólo apártate y sigue tu camino.

¿Qué? Me llamó, ¿cómo?

—¡Ohh!, pero qué hombre... —exclamo indignada, pero él voltea su cara... ¿me está ignorando?— ¿Ehh? ¿Qué? ¿Y sigues con el teléfono? Presta atención aquí hombre ¡Hey! No me des la espalda... —le sigo diciendo, con señas además, pero él ni se inmuta, está como pasmado por lo que escucha al otro lado de su línea telefónica—. ¡Imbécil!

Ya no insisto y sigo mi camino. Es increíble como la caballerosidad se ha extinguido en este estúpido planeta, y con lo atractivo que es, seguro ha de tener otros gustos... o quizá sólo llevaba una interesante e importante conversación en su teléfono... ¡Dios! y yo que lo interrumpo, lo insulto; ni se daría cuenta de que tropezó conmigo y lo juzgué inmediatamente... soy a veces verdaderamente detestable, mis células cancerígenas acaban hasta con mi vida social. Y ¡Mierda! Me prometí que no cambiaría como persona hasta que el maldito cáncer acabara conmigo.

Una mano grande y fuerte me toma por mi brazo derecho y prácticamente me arrastra a un callejón donde no hay concurrencia de personas. ¡Ay por Dios! Mi corazón se me sale del pecho. Esto me faltaba que ahora me roben lo poco que llevo. Me quedo helada al ver a este hombre, pero sí es con quien acabo de discutir, bueno solo yo discutí; igual me deja con la boca abierta y el ceño fruncido, más encolerizada que antes y olvidándome de todo lo que venía pensando.

—¿Cuál es tu maldito problema? ¡Imbécil! ¿Qué te pasa? —le grito soltándome de su atadura y consternada por lo que hizo, es un extraño ¿qué le pasa? Él, sin expresión me observa, así que mi furia empieza a transformarse en miedo, pues sea quien sea debe estar demente para hacer lo está haciendo; de pronto cierra los ojos y arruga la cara, intentando no demostrar algo—. ¿Qué le pasa? —le pregunto más calmada, viendo mejor la situación; daño en sí no podría hacerme, muchas personas transitan a un lado, y algunos nos miran pensando quizá que solo somos una pareja discutiendo por alguna tontería.

—Ella... está muerta —dice, al tiempo que abre los ojos y se retuerce su cara de furia—. Y tú sin saber lo que pasa en la vida de la gente te pones a insultar y denigrar ¡qué basura! —grita, y con toda su fuerza lanza contra el muro detrás de mí el teléfono que antes fue motivo de mi exaltación, haciéndolo pedazos.

Me quedo atónita mirando donde han caído todos los trozos. No puedo creer lo que me ha dicho, por Dios pero no ve lo que acaba de hacer y decirme, este tipo está mucho peor que yo y en definitiva usó palabras más hirientes de las que yo pude haber dicho, ¿o no?

Mi respiración se acelera ante esta absurda situación. El rumbo de mis sentimientos cambia al escucharlo dejar salir el llanto, cae sentado en un escalón al fondo, inclina sus brazos sobre sus piernas y reposa su cara sobre sus manos, emitiendo solo gemidos ahogados. Esto es raro de ver, y empiezo a sentirme culpable. A este hombre una pena lo embarga.

Lo observo sin saber cómo actuar y lo detallo, parece de hecho bastante decente, lleva unos jeans negros con un suéter azul, se ve presentable y agradable, y el dolor que expresa ahora me hace sentir igual, pues aunque no lo demuestre llevo dentro una pena reprimida y solo escuchar el llanto revuelve todo lo que siento; me acerco a él lentamente, no deseo importunarlo más, me siento en cuclillas acomodando mi mano sobre su hombro, logrando que levante la mirada hacia mí con ojos enrojecidos y la cara húmeda.

—Yo... —solo logro decir pues me levanta y empuja hasta la pared presionando mi hombro izquierdo fuertemente, mi corazón de nuevo quiere estallar. Me mira a los ojos a solo centímetros de distancia hasta que reposa su frente contra la mía, confunde mi cerebro y diferentes sentimientos me invaden, haciendo finalmente que las lágrimas broten de mí.

—¿Quién te crees que eres? —me pregunta el hombre aun con mezcla de furia y dolor.

—Yo... yo lo siento —le respondo, casi inaudible y con un gran remordimiento en el pecho; jadeo sin poder evitarlo por el llanto que se avecina.

Levanta la mano que apretaba mi hombro contra la pared y toma mi cuello suavemente dejando el pulgar sobre mi mejilla y deja descansar ahora su frente a un lado de la mía. Me agarro de su antebrazo sintiéndome tan cómoda entre la pared y él, y mi otra mano la subo hasta su gran pecho, donde siento que su corazón sufre igual o más que el mío.

—Lo siento —le repito buscando sus ojos—. Siento haberte causado mal —añado muy bajo.

Me mira, cambiando su rostro y dejando caer quizá una lágrima más.

—También lo siento —emite con voz ronca; cierra sus ojos y niega con su cabeza—, perdón, lo siento tanto.

—Está bien, no imagino lo que estés pasando, y aun así te juzgué —le confieso; y con lo mal que se ve solo deseo abrazarlo, aunque sea un extraño, me siento igual que él, y que ya lo conozco sin siquiera saber su nombre.

—Perdón —insiste, y yo le sonrío algo triste; a lo que añade—: pero... no quiero soltarte.

Oh Dios, mi corazón esta vez si estalla. Sé que mi cara debe estar roja como solo ella sabe ponerse. Lo que siento dentro, son más que estúpidas mariposas.

—Por favor —le digo hipando—. No lo hagas, no me sueltes.

Sus ojos caramelizados me dejan ver tanto de él; toma mi cuello con sus dos manos, me acaricia con sus pulgares; es tan extraño como placentero, mientras yo solo deseo fundirme con él.

—La única persona importante en mi vida acaba de morir... mi madre... y ni siquiera estuve ahí —me informa desconsolado; imagino lo horrible que ha de sentirse, si yo perdiera la mía, mi mundo se acabaría, esa mujer apoyó hasta mi decisión de morir.

Lloro como si me hubiese pasado a mí, me siento tan mal por él.

»¡Oye! No llores por mí —me dice—, perdón de verdad; por favor perdóname por hacerte pasar por esto; no sentí rabia con tu actitud, tenías razón, es sólo que necesitaba...

—Te entiendo —acallo su explicación, porque lo entiendo, redirigió su frustración—. Es un mecanismo de defensa que todos tenemos —añado sonriendo.

Ahora él también sonríe y su semblante es diferente.

—Gracias —me dice. Y siento que se despega, se aleja de mí, haciendo que pierda mi sonrisa y él me mire extrañado y entendiendo mis sentimientos.

Así que se pega más a mí y sin pensar tanto todo lo que ha pasado me toma más fuerte, y alterando nuestras respiraciones se acerca hasta mis labios, los toma con los suyos con tanta confianza y desespero; lo abrazo inconscientemente, con fuerza como si fuera mío... quizá lo sea. Su contacto me deleita, besa las comisuras de mis labios, despega una de sus manos de mi cuello y me envuelve completa con su brazo pegándome a él tanto como yo lo hago. Me toma por la nuca como no queriendo soltarme nunca y yo solo espero que nunca lo haga.

No sé lo que ahora suceda, pero sin importar lo que pase, estos sentimientos que nunca esperé sentir me han hecho cambiar de decisión. ¿Será amor? No lo sé, lo que sí sé es que se siente muy bien, una fuerza renovadora que crea en mí ilusiones nuevas por vivir y que no quiero dejar de sentir; su calor, su olor, su vida... deseo ser parte de ella y para eso necesito estar viva. En definitiva ahora, lucharé por vivir.

#Fin#

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro