25 de julio de 2013

Carol

Escucho a personas gritar y sirenas de ambulancias y patrullas, abro mis ojos con dificultad pero no logro ver demasiado al parecer estoy debajo de algo y lo único que veo es por una ranura entre el objeto que me tiene atrapada y el suelo. Personas van y vienen pero no logro asimilar que está pasando a mí alrededor, siento algo escurrir por mi frente pero no puedo mover mis manos para limpiarlo.

Intento levantarme pero al hacerlo un profundo dolor y ardor calan en mi pecho y abdomen, no puedo moverme sin sentir como algo se entierra más en mi cuerpo. Bajo la vista, observo un enorme cristal incrustado en el área que tanto dolor está provocandome; un líquido de color carmesí esta por toda mi blusa y alrededor de mí. Un grito de dolor se forma en mi garganta pero no sale. Las lágrimas brotan de mis ojos hasta nublarme la vista y una desesperación me invade al no saber que pasa.

Todo está borroso y escucho a alguien acercarse, escucho que dice algo sobre cortar el vehículo que me mantiene atrapada y otros pasos se acercan. Finalmente logran remover de mi el objeto destrozado, una luz de una linterna encandila mi vista y entrecierro los ojos ante el ardor. Al abrirlos de nuevo encuentro en mi campo de visión tres hombres y una mujer, dos de los hombres visten como paramédicos al igual que la mujer y el otro hombre parece ser un bombero. Uno de los paramédicos me levanta con agilidad y me deposita sobre una camilla en el suelo pero no me mueven.

La mujer comienza a limpiar el líquido que escurre por mi cara al igual que las lágrimas que siguen brotando de mis ojos, toma mi mano y susurra palabras de aliento que no me consuelan. Uno de los chicos extrae el cristal de mi pecho y abdomen provocando un dolor insoportable que unos momentos después se haría aún más grande cuando el otro chico retiró un objeto de mi pierna. No comprendo que pasó ni donde estoy.

-¿Qué me...- trato de decir pero mi voz se corta por el dolor que me invade- ¿Qué me pasó?

La mujer me mira con preocupación y acaricia mi cabello. Los paramédicos levantan la camilla para ponerla sobre otra más alta y comienzan a moverme.

-Tuviste un accidente, cielo- explica la mujer que presiona mi pecho y abdomen- pero vas a estar bien, tranquila.

Entonces todo comienza a tener sentido, los recuerdos llegan a mi mente como bombas y comienzo a entender lo que ocurrió. Me iba. El auto. Comenzó a llover fuertemente. Aceleré. Otro auto venía de frente sin control. Trate de frenar pero no pude. El destello de luz impactándome. El estruendoso ruido después. Oscuridad.

Quedé inconsciente después del accidente y no lograba recordar nada más.

Alcanzo a escuchar a lo lejos que mencionan mi nombre; un golpe interno en el cráneo, una pierna rota y herida, contusiones internas, una herida grave en el tórax, heridas internas graves y al parecer me estoy desangrando. Piden que un equipo de choque y trauma los espere en la entrada del hospital de Nueva York. Al parecer me encuentro en estado crítico.

Siento como si mi alma comenzará a abandonar mi cuerpo lentamente, el dolor ya no se siente con la misma intensidad, la vida se me va y yo no tengo fuerzas para aferrarme a ella. Sigo aquí pero siento como si ya no lo estuviera.

Veo el cielo oscuro y opaco por las nubes que lo cubren, la luna brillante sobresale y la admiro. Siempre amé la luna. La brisa fría recorre mi cuerpo provocando escalofríos, unas pequeñas gotas de lluvia caen sobre mi y se sienten frías al tocar mi piel. Me suben a una ambulancia y el ruido de la sirena me aturde y comienzo a ver borroso.

-Está entrando en escala de coma- grita la mujer y al instante siento a varios pares de brazos sobre mí.

Entonces, en mi mente aparecen las únicas imágenes que quiero recordar siempre. Esa forma tan especial en qué me veía Matt y su sonrisa, esa imagen de Will siendo iluminado por los últimos rayos del sol. Con eso me atrevo a cerrar los ojos sintiéndome completamente tranquila y feliz, esperando encontrar a este último del otro lado. El dolor que antes era insoportable comienza a desvanecerse y todo se vuelve oscuro.

-Cayo en paro- escucho a lo lejos la voz de la mujer que en realidad se encuentra a mi lado.

-Quedate con nosotros- susurra a lo lejos uno de los chicos y mi corazón se siente cada vez más débil. Ya no hay fuerzas en mí para luchar.

Todo el dolor que había estado sintiendo desaparece al mismo tiempo que un pitido suena a lo lejos. La oscuridad y el silencio me invaden. Una paz inmensa se apodera de mí provocando que sienta que estoy flotando en el espacio. Eso es todo.

No comprendemos del todo el significado de la muerte hasta que estamos ahí, frente a ella; decimos que preferimos morir que vivir con dolor pero una vez que estás ahí muriendo sientes temor al saber que todo está acabando, que una vez que tu alma abandone tu cuerpo ya no habrá nada más, es entonces cuando aprecias cada pequeña cosa que conforma la vida. A cada persona que hizo de ti mejor persona o te hizo inmensamente feliz. Cada persona que amaste profundamente. A mis padres, Jess, Alisson, Matt, Derek. Esas cosas que antes parecían insignificantes como la luna blanca y brillante ahora te parece la cosa más preciosa, ese atardecer con tonos rojos y morados te parece arte, esa sonrisa de la que te enamoraste y que veías a diario te parece bellísima, esa lluvia en la que amabas correr ahora te transmite paz y todo eso que odiabas ahora lo aprecias porque no habrá una próxima vez. Cuando ya no tienes fuerzas para aferrarte a la vida sabes que todo se está acabando y será la última vez que puedas ver cada una de esas cosas y personas, todo eso pasa por tu mente como una película rápida y al final ya no habrá más recuerdos, ya no habrá más de nada. La vida se te ha ido de las manos y ya no hay vuelta atrás. Todo se acabó.