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Bajo por el ascensor hasta el estacionamiento, al abrirse las puertas logro ver el auto negro de Tom y me dirijo hacía él. Entró en el auto y coloco la caja sobre mis piernas, el rubio a mi lado me observa con sus ojos azules de forma inquisidora y juraría que quiere hacer algún comentario pero simplemente lo guarda y enciende el auto.
Tom detiene el auto frente a mi nueva casa y agradezco el gesto de traerme, nuevamente observo como trata de decir algo pero sigue debatiendo en su interior si soltarlo y justo cuando voy a bajar opta por hablar.
—Matt, sabes que no debes seguir haciéndote esto ¿No?
Volteo a verlo y puedo notar la preocupación en su rostro.
—¿Hacerme qué?
—Escucha, sé que la amabas y a todos nos dolió lo que ocurrió pero seguirte aferrando a alguien que se ha ido no te hace ningún bien, sabes que tienes que dejarla ir ¿No?— gira su cabeza para observarme— Jason y yo estamos preocupados por ti, hace meses que no sales y si lo haces es solamente para volver a ese departamento; eres como nuestro hermano y extrañamos verte con nosotros, nos preocupa ver cómo te tiras al precipicio y tenemos miedo de…
—¿De que pueda quitarme la vida?— lo interrumpí y lo miré también — Agradezco que se preocupen Tom, pero esto está sobre pasándome y aferrarme a ese dolor es lo único que me hace sentir que sigo vivo, lamento si estoy ausente de sus vidas pero realmente estoy intentándolo y no se preocupen que no pienso quitarme la vida.
Tom guarda silencio un momento, como repasando en su mente lo que va a responderme.
—Solo digo que tal vez un profesional ayudaría a qué todo sea menos difícil— su voz suena más relajada y nuevamente vuelve la vista a mí— Jason festejará su cumpleaños el sábado por si quieres venir.
—Esta bien— salgo del auto, entro a mi casa rápidamente y mientras cierro la puerta escucho el auto de Tom que se marcha.
Tom y Jason son más que mis mejores amigos y podría decirse que nos consideramos casi hermanos. Estuvimos juntos desde secundaria hasta la universidad aunque en esta última cada quien tenía su grupo de amigos ya que estudiábamos carreras diferentes pero al final del día siempre nos reuníamos. Durante este tiempo ellos han sido un gran apoyo y ambos han buscado sacarme del hoyo de tristeza en el que me he dejado caer y realmente aprecio su preocupación, sé que he estado ausente en sus vidas y mi conciencia me dice que debería intentar estar un pequeño rato con Jason en su cumpleaños 24 pero dudo poder hacerlo.
Entro en mi habitación y saco de la caja la chamarra que alguna vez usaste, nuevamente la abrazo con fuerza y a la vez con miedo de succionar todo rastro que queda en ella de ti. Me recuesto en la cama y pongo a cargar tu iPod, observo el techo mientras recuerdo la primera vez que la miré. Ella no era una chica como cualquier otra, ella era especial o al menos para mí lo era.
En cualquier escuela siempre existe el grupo de los chicos populares, esos a los que todos admiran y tratan de ser como ellos pero ¿Qué los vuelve populares?, Bueno pues son varias cosas, existen los populares que son buenos en deportes, los que son inteligentes, los que lo son por tener un apellido influyente, los que son atractivos pero huecos y su única cualidad es su físico y por último están los que son populares sin esforzarse, los que llaman la atención de todos en una habitación sin decir una sola palabra pues solo basta su presencia para que todos pongan su atención en ellos y con una simple sonrisa logran iluminar a toda una ciudad; Carol, mi Carol, formaba parte de este último grupo.
02 de agosto de 2012
La primera vez que hablé con ella fue en una tienda de libros de segunda mano. Yo recorría los estantes en busca de una buena lectura y fue hasta que llegué a los clásicos rusos cuando encontré una muy buena edición de Anna Karenina así que caminé para tomarla cuando una pequeña mano se interpuso en mi camino y tomó el libro antes que yo.
—Disculpa, pero yo lo miré primero— comenté sin ver a la persona.
—Lo siento pero los libros no son de quién los ve primero, sino de quién los toma primero pero suerte para la próxima— comento la voz dulce de una chica.
De inmediato supe a quien correspondía esa voz, retire mi vista del libro para ponerla en la chica a mi lado que sostenía el lomo del libro. Su mirada era profunda y te decía que había cientos de cosas por descubrir y a la vez resultaba dulce, su piel era clara y parecía de porcelana, sus ojos eran color miel, su cabello castaño claro hasta los hombros y un poco ondulado. No era muy alta, tal vez media alrededor de 1.65 m. Usaba unos jeans y una blusa color negro, encima tenía un abrigo de lana con estampado de cuadros en tonos café claro y oscuro, sus zapatos eran beige. Pude notar que no solía usar demasiado maquillaje pues solo llevaba un poco de lápiz labial rojo y máscara de pestañas. Era demasiado hermosa y te causaba tantas cosas con sólo sonreír.
—Es mi libro favorito— intenté explicar— tal vez podríamos hacer un intercambio.
Su ceño se frunció ligeramente y me observo pensativa unos segundos .
—Si… No lo creo— contesto tajante.
—Escucha, sé que amas a Fitzgerald y tengo una primera edición de A este lado del paraíso— arquee una ceja y casi susurré— podría ser un buen intercambio.
Ella seguía viéndome con el ceño fruncido, sus ojos me decían que algo le estaba dando vueltas dentro de su mente y se esforzaba por encontrar una respuesta.
—¿Cómo sabes que me gusta Fitzgerald?— el tono de desconfianza en su voz era notorio y su respiración comenzó a alterarse aunque era evidente que luchaba para mantenerla estable.
—Tranquila, no soy ningún psicópata ni acosador— trate de calmarla — es solo que, tomamos clase de literatura juntos desde hace dos años y medio; te he escuchado hablar sobre Fitzgerald y el gran genio que era con las letras.
—Ah… Sí…
Su rostro parecía confundido y no lograba entender si eso era una afirmación o una pregunta así que me esforcé por explicar un poco más.
—Si, de hecho me he sentado dos filas atrás de ti, incluso en una ocasión peleaste conmigo porque dije que tal vez Charlotte Brönte no era una bruja como la mayoría piensa y que solo quería proteger a su hermana.
Una pequeña risa amenazo con abandonar su boca y pasó su lengua por su labio inferior para finalmente poner una sonrisa en ellos. Esa sonrisa que me encandiló como si una lámpara se encendiera frente a mis ojos después de estar en cautiverio en un sótano oscuro durante días.
—Me refiero a que, lo sé— explicó— sé quién eres o bueno te he visto porque en realidad no te mezclas demasiado así que puede llegar a ser complicado saber quién eres.
Sentí una enorme vergüenza en mí después de haber dicho todo eso, una parte de mí quería dejar de sonar como un acosador y en ese punto no lo había logrado demasiado bien, incluso podía jurar que había sonado más acosador que antes.
—Lo siento— pase una mano por mi nuca como intentado rascarme— no quería sonar muy intenso es solo que no pensé que notarás mi presencia, soy Matt Forslund — estiré mi mano en forma de saludo.
—Carol Sheppard — tomo mi mano y sonrió ligeramente.
El roce de su mano con la mía me hizo sentir lo suave y delicada que era su piel, se sentía como si con el más mínimo roce pudiera romperse. Su mano era pequeña y delgada, llevaba un barniz de uñas color beige que hacía ver más pálida su mano y usaba un anillo trenzado color dorado con una pequeña piedra color verde muy claro que parecía ser muy costoso.
Desvié mi vista de su mano a su rostro y ella seguía con esa sonrisa que me confundía por no saber si trataba de resistirse a reírse de mí o si me sonreía con ternura. Finalmente retiró su mano y se giro para tomar el libro; antes de marcharse sus labios hicieron como si fuera a decirme algo pero finalmente volvieron a juntarse y paso por un lado de mí, sentí el roce de su ropa en mi brazo y un sentimiento extraño me invadió. La miré de reojo y me volví para verla alejarse con varios libros entre sus manos y como si sintiera que la observaba se giro y nuestras miradas se encontraron nuevamente.
—Me agradas, Forslund.
La observé irse y en ese momento me dí cuenta de que Carol Sheppard sería mi perdición pero en ese momento no imaginé que sería la clase de perdición que duele hasta los huesos, más bien imaginé que sería la clase de perdición que te hace desear a la persona que amas y querer sumergirte en su amor.
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