10 de abril de 2013

Carol

Salí corriendo de la fiesta y le pedí a Alisson las llaves de su auto, ella me las dio al mismo tiempo que trato de cuestionar lo que pasaba pero lo único que me interesaba era salir de ahí. Conduje hasta Manhattan pero no fui a nuestro apartamento, me dirigí a buscar a un buen amigo. Después de un rato llegué a ese edificio que conocía tan bien, subí por el ascensor hasta llegar al piso 6 y caminé hasta el apartamento 12.

—¡Hey!— la voz soñolienta de Derek apareció cuando abrió la puerta— ¿Qué haces aquí?

Derek Miller o el Profesor Miller como solía llamarlo normalmente en la universidad, era un viejo amigo del que casi nadie sabía.

—¿Puedo pasar?— pregunté y él asintió mientras se hacía a un lado para que yo entrara.

Caminé hasta un gran sofá color negro en forma de L y me desplomé en el mientras lanzaba mis zapatillas por algún lugar de su sala. Él se dejó caer justo a mi lado y hecho la cabeza hacia atrás. Hubo un silencio espeso durante unos minutos y después finalmente él hablo.

—¿Todo bien?— su voz gruesa se escuchó y yo volteé a verlo para encontrarlo ya mirándome.

—No lo sé, Derek— suspiré— hace tanto que ya no sé que es que todo vaya bien.

Él arqueó su ceja, humedeció sus labios y dejo varias palmaditas en mi rodilla.

—¿Qué pasó?

—Es Matt... Él es tan bueno y amoroso que constantemente me odio por hacerle esto— recargue mi cabeza en su hombro y él tomo mi mano— sabes que de alguna forma he llegado a quererlo tanto que juraría que es amor pero se siente tan diferente a lo que yo conozco como amor y todo lo que pasa en mi interior lo está consumiendo a él también como un huracán que destruye todo a su paso.

—El amor nunca se siente igual dos veces, ese es el punto. Cada vez que te enamoras será diferente y no es que ames más, o menos simplemente son personas y experiencias distintas y no está mal. El problema es cuando confundes el amor con el agradecimiento o cuando te convences de amar a alguien solo por miedo a estar solo o para sacar a alguien que marcó un antes y un después en tu vida.

—El problema es que siento que soy un huracán en su vida y tengo miedo de destruirlo.

—El amor destruye algunas veces...

—Pero él no merece ser destruido por intentar reconstruir a alguien en pedazos.

Ambos nos miramos y era reconfortante como lograba calmar todo el bullicio dentro de mí, él era mi lugar seguro en medio de una guerra.

—Cada quién elige la daga que quiere que lo hiera y puedes intentar ponerle una armadura pero él va a quitarsela para ponértela porque quiere protegerte aunque eso lo pueda matar. El amor es extraño porque aunque a veces sabemos que la persona frente a nosotros nos va a destruir no nos importa al contrario lo vemos como un placer.

—¿Entonces debo dejar que Matt se pierda a sí mismo en el intento de ayudarme?— pregunté.

—No puedes controlar lo que él hace, Carol- se puso de pie y caminó hasta la cocina— aunque lo dejes en este momento él va salir herido porque su corazón se romperá y apesar de eso él sentirá que tiene que seguir ahí para ti. Somos armas de doble filo para nosotros mismos.

—¿Debería hablarle sobre Will?— cuestioné mientras lo seguía a la cocina.

—Will es tu pasado y Matt el presente, no le veo mucho caso en hablarle de tu gran amor eso solo podría causar inseguridad en él.— Derek quitó la vista de la cafetera y me miro— ¿Café?

Asentí ante su oferta y comencé a darle vueltas a sus palabras en mi cabeza. No importaba que hubiera rechazado a Matt desde el inicio porque aún así lo hubiera lastimado al hacer eso, de una o otra forma iba a herirlo pero sabía que él no merecía eso y su único defecto fue enamorarse de una persona rota e inestable. Derek me dio una taza negra con café y volvimos al sofá.

—Extraño demasiado a Will— susurre.

—También yo— él bebió de su taza— ese idiota fue el hermano que jamás tuve.

Derek y Will se habían conocido en Cambridge, ambos estudiaban literatura y tenían muchas cosas en común así que fue fácil que naciera una amistad. Ellos se separaron cuando Will se mudó a Nueva York y Derek se quedó en Inglaterra como buen inglés. Su amistad era la más increíble y maravillosa que había conocido incluso en alguna ocasión pensé que Alisson y yo teníamos algo igual pero después todo cambió.

—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos?— reí.

—Como olvidar Chicago y a ti cantando como loca en el karaoke— comenzó a reír.

—Deberías agradecerme que conociste a Juls gracias a mí y al ridículo que hacía en ese lugar.

—Gracias— me abrazo y permanecimos así por un largo rato hasta que nos quedamos dormidos.

Mi amistad con Derek era algo especial, a la vista de cualquiera podría parecer que estábamos enamorados pero a nosotros nos unía algo más intenso y era el gran amor que los dos le habíamos tenido a Will. Cuando Derek llegó a la ciudad para sustituir a Will en la universidad, comenzó a ser un gran apoyo para mí porque era de las pocas personas con las que podía hablar abiertamente sobre mi dolor. A veces nos sentábamos durante horas a recordarlo y rompíamos en llanto al hacerlo pero sabíamos que nos teníamos el uno al otro y era reconfortante saber que estábamos ahí incondicionalmente.

Amaba ir a su oficina en la universidad ayudarlo a editar el libro que Will dejo y que pensaba publicar cuando estuviéramos lejos de todo.

A veces solo necesitas a alguien que cuando estés derrumbada se recueste a tu lado hasta que puedas volver a ponerte en pie, saber que cuando estés en el suelo estará ahí a tu lado para darte ánimos de volver a levantarte.