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03 de marzo de 2013
Matt
Caminaba con Carol por los jardines de la universidad cuando de pronto llegó Tom con Alisson, ella era la mejor amiga de mi chica y había regresado hace poco de su intercambio en Australia. A mí me agradaba pero constantemente sentía que a mi chica no la hacía muy feliz tenerla a su lado, era extraño porque parecía que Carol de verdad la quería pero a la vez parecía quererla demasiado lejos... Era claro que algo había ocurrido entre ellas y ambas trataban de volver a reconstruir lo que tal vez alguna de las dos rompió pero parecía inútil y todos podían notarlo, la única que parecía que no lo veía era Alisson.
—¿Quieren venir a una cita doble?— preguntó la rubia con un tono divertido mientras se abrazaba al torso de Tom.
Tom y Alisson habían comenzado una especie de relación, ambos se conocían y habían pasado un par de noches juntos después de algunas fiestas hace un año. Siempre supe que Tom tenía un crush con Alisson pero ella solía interesarse más en los graduados, sí le gustaban los chicos mayores incluso había rumores de que había tenido una aventura con uno de los socios de su padre pero eran solo eso, rumores. La relación que tenían Tom y ella se había convertido en una de las favoritas de la universidad, eran la clase de relación que todos quieren tener y no les importaba el que dirán a la hora de hacer locuras o el ridículo frente a todos. Estaba feliz por ellos.
—No lo sé— la voz de Carol me saco de mis pensamientos— tengo cosas que hacer hoy.
—¿Sí?— pregunté.
—¿Qué cosas Carol?— la voz curiosa de Tom se hizo presente.
Alisson frunció ligeramente el ceño y ambas chicas se miraron, era claro que con una simple mirada se habían dicho demasiadas cosas y de pronto Alisson se movió nerviosa.
—Cierto, amor— dijo casi en susurró a Tom— olvide que hoy acompañaría a Carol a llevar flores a su abuela.
—¿Por qué no lo mencionaste?— pregunté con dulzura mientras la abrazaba— pude acompañarte.
—No te ofendas, Matt— hablo Alisson— pero es algo que solemos hacer juntas ya que su abuela nos hizo prometer que iríamos juntas cada año.
—Asi es, cariño- Carol pasó su brazo por mi torzo para abrazarme— pero algún día te llevaré.
Las dos chicas se fueron juntas y no supe nada de Carol en todo ese día pero me tranquilizaba saber que no estaba sola y tenía a Alisson con ella. Sabía que todo lo relacionado a la muerte de su abuela la ponía realmente mal o al menos eso explico ella después de lo que había ocurrido en navidad.
Carol
Caminé con Alisson hasta su auto.
—¿Qué diablos planeabas hacer?— pregunté mientras me ponía el cinturón de seguridad.
—Lo siento, olvide que hoy era su cumpleaños— susurró apenada.
-Solo déjame en la entrada, no es necesario que te quedes.
—Está bien si no quieres que entre pero te esperaré en el auto, no pienso dejarte sola.
Alisson encendió el auto y condujo hasta el Cementerio Greenwood. Cuando llegamos ella bajo conmigo y me observaba como esperando que se lo impidiera, tomé las pequeñas florecitas que habíamos comprado de camino y bajé.
Me detuve un minuto antes de llegar a la tumba, tomé una bocanada de aire y sentía como mi corazón latía desesperado mientras mi respiración comenzaba a entrecortarse, miré a mi lado izquierdo y encontré a Alisson mirándome. Ella puso su mano en mi hombro y me sonrió en forma de apoyo, después la observé alejarse hasta una banca frente al lago que estaba a un lado nuestro.
El día estaba nublado pero no hacía frío, suspiré y caminé hasta la tumba. Al llegar me detuve frente a la lápida que decía su nombre, creí que podría ser fuerte pero en ese momento me rompí en mil pedazos y mis piernas dejaron de sostenerme, caí al suelo y las lágrimas salieron descontroladas de mis ojos. Sentía mis mejillas mojadas y sabía que estaba llorando pero no podía emitir ningún sonido, dolía terriblemente; no era un dolor que pueda ser comparado con algo. Se me complicaba respirar y el vacío que sentía en mi pecho desde que se fue se hacia cada vez más grande, no existe nada con lo que pueda comparar como me sentía en ese momento.
Hundí mis dedos en el césped y apreté fuertemente, las lágrimas corrían por mi rostro como una cascada y finalmente solté un gemido de dolor; deje caer mi cuerpo sobre mis piernas y grité. Grité intentado sacar todo este dolor que me consumía cada día, tratando de liberar toda la tristeza que habitaba mi cuerpo, mis dientes rechinaban al juntarse y arranque el césped de su lugar. No podía más con todo lo que sentía, estaba hundida en un pozo de tristeza, dolor y sufrimiento, su ausencia me hundía en un vacío del que no podía salir.
Dicen que la muerte es parte del ciclo de vida pero siendo sincera no entendía porque te fuiste de esa forma, no merecías una muerte como esa. Ese día todos nuestros planes a futuro se hicieron polvo y la vida me obligó a continuar en un mundo del que ya no eres parte, sentía que la vida tal vez me hacía pagar por algo que hice en mi otra vida pero el costo estaba siendo demasiado caro. Vivir sin ti se convirtió en un martirio, es como tener una herida y diario volver a cortar impidiendo que llegue a sanar y sintiendo el dolor cada vez peor.
El dolor dentro de mí se hizo más fuerte cuando pensé en como perdí también a lo único que me recordaría a ti, como ese día se fue contigo dejándome completamente sola. Ese día perdí todo y comencé a vivir por inercia.
Una parte de mí ya no quería vivir sin ti y otra sentía que debía vivir por ti, que debía cumplir todos los planes que alguna vez hicimos en la sala de tu departamento. Eso es lo que hubieras querido pero no tenía idea de como hacerlo. Me enseñaste tantas cosas pero nunca me enseñaste a vivir sin ti.
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