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12. Lágrimas del omega sin alfa.

[...]

—¿Esa última amenaza también estaba dirigida a mi?-
— pregunta Adrianne acercándose a él.

Colín estaba hasta entonces mirando como Samuel y Mario se dedicaban a repartir botellas de agua a los demás.

Las actividades deportivas estaban a nada de iniciar. Samuel había sido seleccionado para repartir los insumos, pero Mario se había ofrecido a ayudarle. Tal vez en agradecimiento por haber ayudado o porque su tonto instinto de héroe le insistía en cuidarlo.

Pero viéndolo ahí, siendo torpemente estúpido como siempre, se pregunta quién cuida de quien.

—Iba dirigida a cualquiera que quisiera intentar algo con ellos.

—Mientes. Lo reclamaste como tu manada sólo porque te amenacé ayer.

—Eso no es verdad.

—Aún así, me pregunto porque reclamaste también a Aly. Los alfas no reclaman a los betas...

—Los alfas no los reclaman porque son idiotas, los consideran de lo más bajo y claro, ¿qué alfa reclamaría a alguien que no le beneficia de nada?

—Tú. — le responde. Colín solo rueda los ojos.

—¿Y qué si lo hice?, ¿vas a retarme para llevarlos contigo?

—No, para nada, no hace falta. —sonríe burlona. —Los dejarías ir si te lo piden.

—¿Qué haces, eh?, ¿has venido aquí sólo para burlarte de mi?

—No, no, no...— ríe. —De verdad me interesa saber por qué a Aly. — gira a verlo directamente, Colín la ve también por fin. —No la respuesta del alfa Bourgeois, sino la de Colín.

El rubio queda en silencio. Devuelve su vista a Mario, que habla y bromea con Aly, quien se ha acercado a él presumiendo su uniforme. Mario bromea, Aly hace un puchero y Samuel ríe.

Siente algo en el pecho, pero no le da importancia.

—Sería malo para la reputación de Mario si otro alfa lo reclama, porque todos creen que él también lo es. Creí que si también reclamaba a su mejor amigo no lo verían como una posesión, sino como una unión. Sé que por las circunstancias tal vez muchos no le darían importancia, pero ya sabes como son los rumores.

Adrianne asiente con lentitud.

MNo pensé en eso... el que se supone que Mario es alfa, digo.

—Claro que no lo hiciste, eres una boba que actúa instintivamente.

—¿Has hablado con Mario sobre todo esto?

—No, aún no. Creo que él no quiere hablarme más.

—Pero él es tu om...

—No lo es. —la interrumpe. —Mario no lo acepta y no voy a obligarlo.

—¿Y tu lo aceptaste?—pregunta con un toque de preocupación.

—Eso no es de tu incumbencia.

—Colín, ¿lo aceptaste?— repite más alto, lo toma del brazo para llamar su atención, pero el rubio desvía la mirada. —¿¡Lo hiciste o no?!

Sam y Mario se acercan a ellos, ofreciéndoles agua.

—¿Todo bien, Adrianne?— pregunta el azabache al ver a la exaltada chica.

Ella muerde su labio para evitar hablar de cosas que no le corresponden.

—Si.

—¿Colín?—pregunta a él, pues ha notado que Adrianne más que responder solo ha desviado la pregunta.

—¿Si, bonito?

Samuel frunce el ceño confundido, Adrianne lleva sus dedos al puente de su nariz y Mario rueda los ojos.

—Olvídalo, no sé ni por qué pregunté. —les entrega a los rubios unos carteles con un número de identificación. —Ya va a empezar, asegúrense de estar con los demás, por favor.

Y se retira.

Colín lo sigue con la mirada, sin notar que una leve sonrisa le invade.

—¿Qué fue eso?

Su atención vuelve a Samuel, cayendo en la realidad. Sabe que algo malo se aproxima. La mirada acusadora de Sam se lo grita.

Adrianne nota la atmósfera y sabe de inmediato que fuera lo que fuese a pasar, ella no quería estar ahí para verlo.

—¿Qué fue qué?, no entiendo tu pregunta.

—Lo haces. —dice. Colín nota en los ojos de Sam un brillo peculiar, uno que conoce pero que se niega a creer en el chico.

—¿Sam?, ¿qué pasa?—o intenta tomar de los hombros, pero Samuel se eleja.

Por primera vez en su vida, Samuel rechaza el tacto de Colín. Por primera vez en su vida, a Colín parece dolerle el rechazo de alguien.

Aleja su mano cohibido, pensando que tal vez lo había lastimado.

—¿Qué fue eso, Colín?—pregunta de nuevo, sintiendo su voz quebrarse.

El rubio odia escucharlo asi, odia ver sus ojos brillar por culpa de las lágrimas que se esta obligando a reprimir.

—Creo que debriamos hablar en un lugar más privado, ¿si?

Levanta la mano hacia él, pero no la acerca hasta que Sam no indica con la mirada que puede tocarlo.

Lo toma de la mano. Nota al instante la mirada desagradable de muchos de los presentes que están dándoles más atención de la que necesitan. Todos parecen atentos a sus movimientos. Sam mira al suelo avergonzado.

Colín no puede concebir lo que ve. Usa al instante sus feromonas para obligar a todos a despegar sus ojos de él.

—Nunca vuelvas a bajar la mirada ante nadie, Samuel.—dice, comenzando a caminar al salón de clases que sabe está vacío. —Tienes mi favor, eres más que cualquiera en esta escuela.

—Mentiroso. —reclama.

—¿Qué?

Entran al aula y en cuanto la puerta se cierra Samuel se aleja con molestia del rubio.

—Eres un mentiroso.

—Sabes mejor que nadie que eso no es asi. — no puede evitar el que su voz suene a reclamo.

—¿Lo sé?, ¿en serio?, ¿soy más importante que cualquier otro aquí?

—¡Sabes que sí, Samuel!, ¡tu siempre has sido mi primero en todo!, ¡mi mejor amigo, mi compañero, mi cómplice!, ¡eres mi jodida prioridad en este mundo!— le grita.

—¡Mientes!— las lágrimas por fin salen. —¿¡Soy más importante que Mario!?

Entonces, el silencio les invade. Colín suelta un suspiro.

—¿Qué tiene que ver él en esto?

—No me quieras tratar de imbécil, Colín.— le señala. —Creí que me estaba volviendo loco cuando olí en Mario tus ferómonas. Creí ser un tonto por haber olido en Mario ese dulce durazno que te niegas a quitarte del cuerpo, pero no es que yo estuviera loco, es que simplemente no quería verlo.

—Sam, escúchame...

—¿Soy más importante que Mario?

La falta de respuesta fue, de hecho, respuesta suficiente para el pelinaranja.

—¿Desde cuándo?, ¿por qué no me habías dicho nada?, ¡¿yo iba a enterarme hasta cuándo?!

—¿¡Y cómo iba a decirtelo?!, ¿tengo que recordarte lo que se supone que es Mario para los demás?, ¿debo recordarte que él me odia?, estoy incluso más confundido y en conflicto que tú.

—¡Ya lo sé!? —limpia sus ojos fuertemente, odiandose a muerte por estar actuando asi. —Sé que de ser posible y si se tratara de otra persona sería yo el primero en enterarme, sería yo quien daría el visto bueno y sería yo quién diera la noticia a todo mundo aún si me lo prohibieras porque me encantaría que todos vieran lo buen y perfecto alfa que eres pero, ¿sabes qué?, en secreto yo me sentía ansioso cuando interactuabas con cualquier omega porque, si yo no era tu alma gemela, ella llegaría en cualquier momento y te robaría de mi.

Colín parece consternado por sus palabras.

—Me dije una y otra vez...—sigue hablando el de lentes. —Que en cuanto un omega se acercara a ti y tú no le alejaras sería cuando empezaría a hacerlo yo lentamente. ¿Cómo iba a prepararme si Mario siempre estuvo ahí?, ¿cómo iba a odiarlo si se trata de él?, yo siempre quise que tú y él fueran amigos y ahora tengo que verlos siendo destinados y... — toma una gran bocada de aire, sintiendo que le quema el pecho —¿No puedo ser yo tu único omega, Col?

El rubio lo mira con una ternura que parece casi inhumana.

Su lado lógico le grita que diga que sí, que Sam es el omega perfecto para él; fuerte, carismático, inteligente, con elegancia y clase, era cálido, divertido y un secuaz perfecto, sabía que a su lado no pasaría por verguenzas, enfados y que solo serían momentos amenos como lo han sido hasta ahora.

Sabía que Samuel daría la vida por él y él estaba seguro de que daría todo su ser y existir por Samuel.

Colín se decia que sí, que lo aceptara como omega y que evitara morir por un lazo roto

Pero a su vez, se repetía una y otra vez que no.

Porque él no era Mario.

—Lo siento tanto, Sam...— responde en un susurro. Su voz se quebra y, entonces, no puede detener su llanto.

Colín se siente como el ser más miserable y horrendo del universo.

Se deja caer en el suelo.

Su lobo llora porque sabe que esta lastimando al miembro de su manada, porque sabe que probablemente no es la primera vez que llora a causa suya, porque sabe que todo este tiempo Sam estuvo aferrado a la esperanza de que ese omega del destino no llegara, porque sabe que el pelinaranja está rogando por algo que no debería.

Samuel no debería rogar por ser omega de alguien, el mundo entero debería estar luchando por siquiera una oportunidad de pretenderlo, ¿por qué?,¿por qué Sam decía quererlo como alfa si lo conoce más que nadie?, ¿aún asi lo quería?

¿Por qué no puede decir que si?, ¿por qué sus labios solo sueltan sollozos y disculpas?

Samuel se acerca a él y lo abraza, tratando de calmarlo pero eso solo logra hacer que caiga en llanto él también.

Entonces Samuel; el omega, ya no pudo calmar a su alfa, Colín...porque no era su omega y él en realidad nunca fue su alfa.


[...]

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