1. Ridículas jerarquías.
[...]
Eran animales, Colín era consciente de eso. Su sociedad se basaba en jerarquías ridículas que por alguna extraña razón todos decidían obedecer.
Los alfas eran quienes gobernaban; eran fuertes, inteligentes, líderes innatos y tenían poder sobre otros gracias a su voz de mando.
Le seguían los omega; pequeños, sumisos y los únicos capaces de controlar a la especie dominante con sus dulces feromonas.
Luego los pobres y menospreciados betas.
A Colín le agradaban los betas. Eran normales. No tenían la desgracia de sufrir olores y ciclos propios ni ajenos. Parecían tan felices ignorando todo el caos a su alrededor que a veces hasta los envidiaba.
—Joven Colín, ¿qué opina al respecto?
—¿Habla de lo ridículos que son los estereotipos que la sociedad se ha encargado de crear o de lo maravillosos que son los betas?
Escuchó a Samuel contener una carcajada.
—Hablo del experimento...
—Ah... —volteó a ver a su alrededor, notando que estaban en el laboratorio de química con bata y anteojos protectores por el experimento pirotécnico que tenían. —Las chispas son bonitas... — mueve el polvo que tenía en la espátula, provocando unos pequeños destellos.
El timbre logra salvarlo de otra pregunta. El profesor suspira con cansancio después de permitirles la salida.
Samuel empieza a reír entonces.
—¿De qué te ríes, animal?
—¿Sigues pensando en eso?, ¿en serio?
—Adivina de quién es culpa. No debiste mostrarme ese estúpido documental en primer lugar.
—¿Qué fue lo que te molesto de él?, ¿la información presentada o el que te hayan puesto como un animal sin escrúpulos, oh gran alfa?
Colín se quita la bata y se la lanza.
—No soy un animal... pero apoyo la idea de que los alfas lo son... en todo caso; si, lo soy, pero no porque quiera... ¡a veces te detesto como no tienes idea!
—Ya, tranquilo... — dobla la prenda y la guarda en la mochila del rubio antes de entregársela. —Ven con tu omega e imprégnate de su calmante olor, animal sin escrúpulos. — intenta abrazarle, pero el rubio se lo impide comenzando a caminar hacia la salida.
—No me molestes con tu asqueroso olor a fresa... — cubre su nariz. Sabía que Samuel no desprendería ningún olor, estaban en la escuela después de todo, pero aun así prefería prevenir.
— Además de animal, tienes pésimos gustos. — se lanza a abrazarlo de nuevo, fallidamente.
Muchos veían la escena a escondidas, pues si el rey llegaba a verlos divirtiéndose a costa suya sería un infierno para todos. Literalmente.
Era bien sabido que Colín; uno de los pocos alfas puros que había y Samuel; un peculiar omega dulce, eran mejores amigos desde antes de descubrir su género. Aunque más de alguno conspiraba que en realidad eran compañeros desde hace años.
—Claro que no, me gusta Adrianne, por ejemplo... — comenta, pues la rubia iba pasando junto a su amiga.
—Que dulce eres, Col... sí tan solo fueras un lindo omega lo consideraría... — sonríe burlona.
—¿Ves?, a esto me refiero. — gira a ver al peli naranja. —¿Desde cuándo un alfa mide 162 centímetros?, los estereotipos están obviamente equivocados...
— Voy a golpearte. — amenaza.
—¿Quieres que te traiga una sillita para que puedas intentarlo?
Da un salto dispuesta a atacar y, aunque el más alto no se movió ni un poco ante la amenaza, el golpe nunca llega.
—Adrianne, cálmate... — pide tímidamente el recién llegado.
Colín no puede evitar poner el rostro más asqueado que tiene ante la voz del azabache, provocando en Samuel otras risas.
—¿Ves? — repite, casi exasperado. —¿Desde cuándo personas como él tienen permitido entrar en la supuesta mejor especie?, estoy harto de esta jerarquía ridícula.
—Colín, cálmate.
—¿Si los estás viendo?, ¿o necesitas otra graduación en tus anteojos?, ¡yo de verdad no entiendo!
—Ya, ya, prometo no mostrarte ningún documental a partir de hoy...— lo toma de los hombros y retoman su camino, despidiéndose levemente de todos con la mano.
— Al menos el estereotipo de que solo un omega calma a su alfa es cierto...— se burla Nina.
— Colín no es tan salvaje. — le defiende la rubia.
—¿No lo es? —ironiza el único chico, soltando el agarre que mantenía con la alfa.
—Es un poco testarudo.
—¿Un poco?
—¡Oigan, creí que ya habíamos superado la etapa de "todos contra Colín"! — les regaña entonces.
— A veces se lo gana a pulso. — se cruza de brazos, viendo a lo lejos como Samuel se niega a rendirse sobre el tema del abrazo.
—Mario, no. — reprende. — Tu también eres terco y obsesivo y no veo nunca a nadie recriminándotelo.
—Oh, ¿es mi turno de ser el objetivo? — se señala burlón.
—¿Sabes qué?, me estresan los alfas como ustedes dos. — le muestra la lengua, infantil. —Vamos, Nina, somos muy bonitas como para soportarlos.
Las despidió a ambas sonriendo.
No puede retener su suspiro en cuanto las pierde de vista.
"Los alfas como ustedes dos..."
Ríe sin querer. No era culpa suya, de hecho. Él no había hecho nada, literalmente, como para que todos asumieran que era un alfa.
Estaba un poco de acuerdo con Colín sobre los estereotipos.
Él no era pequeño, ni delgado, mucho menos esbelto. Era un héroe, salvaba París a diario y libraba batallas contra enemigos poderosos.
Tenía la perfecta apariencia que un alfa debía tener... aunque en realidad fuera un omega.
Sorprendente ¿no?
Él, Lordbug; un omega.
¿Saben la cantidad de fans decepcionados que habría si se supiera?, incluso en su forma civil todos habían aceptado que Mario era alfa y nunca nadie se molestó en preguntarle directamente si era verdad.
No le molestaba que lo confundieran y no estaba avergonzado, le gustaba lo que era; y, aunque no lo hiciera, no podía hacer nada al respecto de todos modos.
Era más conveniente que las cosas siguieran de esa manera, nadie lo molestaba ni le trataban diferente por ser la especie débil.
Todos ganaban.
Aunque era terriblemente molesto cuando otros animales que se sentían reyes y dueños de la escuela se ponían a competir entre ellos para ver quien era el alfa dominante del lugar.
Vamos, ¿en qué año estábamos?, ¿por qué los alfas seguían peleando unos con otros por poder?, tal vez era lo único en lo que coincidiría con Colín; eran animales.
Porque mientras todos liberaban feromonas y activaban sus voces de mando, él trataba de mantenerse en pie. Esas veces, por ejemplo, eran unas de las pocas en que odiaba ser un omega.
Nunca pudo negarse a ir a los círculos de manada, Aly como beta curioso que era le insistía siempre en ir y ver cómo era todo. Lograba convencerlo a él y a los demás de que no participaría porque no le gustaba ni interesaba demostrar su poder. Claro, la realidad era que ¿con qué lo haría?, ¡él no tenía manera alguna de hacerlo!, ¿usaría feromonas de omega que podrían provocar a todos esos subnormales?, no gracias.
Prefería llegar a casa y tomar su medicamento para evitar que su ciclo de celo se viera afectado.
(...)
—Y así fue como descubrimos que era alfa... —ella ríe al recordar el momento, aunque él no viera lo gracioso en haberse peleado de esa manera con su mejor amigo de la infancia porque ambos resultaron ser alfas territoriales.
Chat Noir era divertida, claro, y la estimaba mucho, aunque no la entendiera a veces. La estimaba tanto que incluso consideraba buena la idea de confesarle que no era como todos creían, que él no era él alfa respetable que creía.
Según sabía, ella estaba conociendo a alguien y era muy poco probable que el crush que había tenido con él volviera, pero prefería prevenir.
La escuchaba con atención mientras su historia de pelea cambia drásticamente al convertirse en una conversación sobre su pareja destinada.
Ella decía que el aroma de tu alma gemela era único y especial, que con solo olerlo por un segundo, por mínima que fuera la fragancia, te sentirías en el paraíso. Sentirías tu cuerpo flotar, tu corazón latir con fuerza, tus pensamientos nublarse y te sentirías protegido. Sentirías la necesidad de abrazarle, de cuidarle, de poseerlo, de entregarte completamente.
Él creía que eran puras tonterías, pero no podía decirlo en voz alta porque su amiga era una romántica empedernida que estaba en la fase uno del enamoramiento. Todo lo veía color rosa. Lo entendía, él había pasado por eso.
Esas personas no entendían de la realidad.
—¿Ya conociste a tu pareja destinada? —pregunta ella de la nada.
—No y no me interesa mucho realmente.
—¿Por?
—¿Estás diciendo que me voy a enamorar como tonto de una persona que no conozco solo por cómo huele?
— Suena feo si lo dices así, pero sí.
—No, gracias. Prefiero seguir solo.
—Pero... las mariposas en el estómago...
— Las mariposas nos traen problemas, Chat...
—Mala analogía, lo sé. — ríe. —¿A qué crees que huele tu omega destinado?
— Solo espero que no a desechos... — recuerda el olor de las feromonas de sus compañeros de la escuela. Asquerosas. Ni siquiera las de Adrianne, su ex amor platónico, eran soportables. Se sentían asfixiantes y repulsivamente abrumadoras.
Había leído que era común que ellas les hicieran entrar en celo, pero nunca le había sucedido. Lo único que le habían provocado era el vómito.
—¿Por qué un omega olería a desecho?
—No sé a qué huele un omega, gatita. —admite.
Aly y Nina eran betas, ellos no olían a nada realmente. Conocía a Rod, a Kimi, a Samuel y a Kano, pero ellos nunca le habían mostrado su olor porque creían que era alfa y todos tenían a su respectivo compañero.
—Hay alfas que tienen de compañero a otro alfa, ¿qué me dices de ellos?
Larga una carcajada.
—¿Los has olido?, muchos necesitan un baño urgente.
—¿El olor de otros alfas te parece asqueroso? — pregunta sorprendida.
—¿A ti no? — parece confundido.
—No, de hecho, creo que no huelen a nada. Las que tienen aroma son la de los omegas. Las feromonas de los alfas se suponen que transmiten solamente, ya sabes, entre más poderoso sea el alfa más sumisos serán todos a su alrededor. — lo piensa por un momento, tratando de entender. —No es por presumir, pero ningún otro alfa ha hecho que baje la mirada. - infló el pecho con orgullo. — Oh, ¿qué le parece si usted y yo...
—¿Y algún día encontramos por la calle y reconocernos por nuestro olor? — interrumpe. — No Chat, no se te ocurra... — regaña en broma, sonriendo.
—Solo admita que tiene miedo de caer a mis pies.
—Lo admito, eres mucho mejor alfa que yo.
—¿Por qué ese cumplido suena como ofensa?
— Ideas tuyas solamente.
La alarma de su yo-yo interrumpe la conversación. Las dos de la madrugada, su patrullaje; que siempre terminaba por ser de todo menos eso, había llegado a su fin.
Se despiden y dirigen cada uno a su casa.
Aunque él lo hizo con un mal presentimiento en el pecho.
[...]
Si ya tienes conocimientos del omegaverse, entenderás más fácil sobre los términos de "voz de mando", "celo", "supresores" y eso.
Si no lo haces, tranquilos, trataré de explicar lo que son cuando haga referencia a ellos.
1- Añadí algo llamado "círculos de manada", no sé si otro autor lo haya usado antes o si siquiera exista, pero aquí lo usaré. Estos círculos son reuniones entre alfas que comparten territorio para ver quién es el más poderoso, lo hacen principalmente por orgullo, pero también para elegir un líder que se encargue de controlar a los demás alfas por si llegase a ocurrir alguna disputa o por si se necesita proteger a algún omega.
2- Los alfas y omegas tienen lobos, y solo los que son puros pueden transformarse; pero es raro que lo hagan porque se requiere de un gran poder para hacerlo.
3- Las feromonas de alfa no tiene olor para los otros alfas, solo para omegas. Los alfa deciden cuando y donde desprenderlas, a menos que estén el celo.
4- Las feromonas de omega tienen olores y tanto alfas como omegas pueden percibirlas. Solo los omegas puros pueden controlar su intensidad e intención (seducir o someter). También depende mucho del poder del omega, si estos son puros o demasiado poderosos pueden incluso someter a los alfas.
Si no entienden algo, no duden en preguntarme, con gusto les resolveré todo.
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