-¿Papi?- inquirió Christopher haciendo pucheros, asomando su cabecita por entre la puerta del dormitorio.

Dean suspiró, levantando su cabeza para mirarlo.

-¿Qué pasa, bebe?- preguntó él con dulzura.

Christopher hizo otro tierno puchero.

-¿Puedo estar contigo un ratito?- preguntó el pequeño con tristeza, haciendo que Dean sintiera una fuerte presión en su pecho.

-Ven aquí, mi amor- comentó éste casi sin aire, palmeando suavemente el lugar vacío al lado de la cama.

Christopher no lo pensó dos veces, saliendo a correr hacia allí, subiéndose a la cama con un poco de dificultad.

-¡Huele a papá!- chilló con felicidad una vez que se hubo acurrucado al lado de Dean.

-Sí, mi amor- comentó Dean riendo- Es que ese es lado de tu papá.

Christopher le hizo una seña pidiendo más información, pues no entendía lo que su padre le quería decir.

-Algún día lo entenderás- le dijo Dean con dulzura- Lo prometo.

Christopher asintió satisfecho, dejándose mimar por su padre, quien tenía una pequeña obsesión por acariciar el cabello de su pequeño hijo.

-Papá dice que estás triste y que por eso no quieres salir de aquí y jugar con nosotros- murmuró con sus ojitos brillosos por las lágrimas que deseaban abandonarle.

Nuevamente, esa presión conocida golpeó el pecho de Dean, dejándolo casi sin aliento.

-Lo siento tanto, mi amor- comentó Dean comenzando a llorar- Soy un papá tremendamente horrible.

-¡No, eso no es verdad papi!- chilló Christopher abrazándose aún más a Dean- Tú no eres un papá horrible, ¡eres muy bueno!

-Sólo perdóname por no pasar tiempo contigo, mi bebé- insistió Dean intentando detener sus lágrimas.

-Yo te perdono, papi- murmuró Christopher comenzando a llorar también- Papá me dijo que habías perdido a alguien importante...- hizo una pequeña pausa-¡Yo me pondría muy triste si me quitaran a mi papi, o mi papá, o a mi hermanita, o a mis abuelos, o...!-

-Entendí, mi amor- le interrumpió Dean riendo- Mi pequeño bebé se está haciendo mayor, eh- Dean comenzó a hacerle cosquillas- Además ya hemos hablado sobre el bebé, mi amor- le regañó con dulzura- Aún no sabemos si será una hermanita o un hermanito.

-Es mi hermanita- refunfuñó Christopher, cruzándose de brazos.

Dean asintió, intentando no mostrar su preocupación.

-Pero si resulta ser un hermanito, lo querrás igual, ¿verdad?- Christopher asintió.

-Pero será una niña- insistió el pequeño una vez más- Ahora tengo hambre, papi.

-Entonces no hay más que hablar, vamos a alimentar a mi bebé- declaró Dean sonriéndole- ¿El último que llegue prepara la comida?

El pequeño lo miró totalmente sorprendido.

-¡Pero papi...- se quejó con voz aguda- yo no sé cocinar!

-Entonces más te vale llegar antes que yo, bebé- comentó Dean riendo- Tres, dos... ¡Ya!- exclamó saliendo a toda prisa de la habitación, sin llegar a correr.

-¡Eso es trampa!- exclamó el pequeño- ¡Aún estoy en la cama!

-¡Vamos pequeña tortuga, ya casi estoy en la cocina!- gritó esperándolo al pie de las escaleras.

Mientas tanto, Isaac salió de la habitación de Ada para echar un vistazo.

-¿A qué viene tanto ruido?- inquirió frunciendo el ceño- Dean- jadeó al verlo allí.

Dean sonrió brevemente.

-Sólo estoy jugando un poco con Christopher- le respondió- Puedes estar tranquilo.

Isaac asintió, sin poder creerse que Dean había salido de la habitación.

-¡Me has mentido, papi, estás aquí!- chilló el pequeño llegando hasta ellos.

-Isaac me ha retenido para que puedas ganar- declaró Dean haciendo un puchero.

-¡Gracias, ratón!- chilló feliz- Tienes que ayudarme a ganar...- hizo una mueca- ¡No sé cocinar!

Dean rió ante el apodo del pequeño.

-Oye- se quejó Isaac- No me llames así.

-Si Ada puede llamarte ratoncito, yo puedo llamarte ratón, ¿verdad?- hizo un puchero.

-Bueno eso ya lo hablaremos- refunfuñó Isaac- Ahora vamos a patear el trasero de tu papi- cogió al pequeño en brazos y desapareció rápidamente de allí.

Dean volvió a reír al escuchar a su pequeño chillar de felicidad por haber ganado.

Tenemos que ser fuertes Dean, no podemos estar encerrados en la habitación por siempre.
Susurró Caleb.

-Tenemos una pequeña familia que cuidar- concordó Dean acariciando su ya abultado vientre, comenzando a bajar con tranquilidad las escaleras.

Hugo suspiró ante el entusiasmo de su pequeño.

-¿Qué os he dicho de correr?- le reprendió Hugo a los dos.

-¿Qué te ha pasado?- se quejó Isaac sonriendo- Tú solías ser el permisivo- le guiñó un ojo, desapareciendo al instante.

Tú no tienes a tu mate encerrado en la habitación al borde de la depresión.
Pensó Hugo.

-¿Tienes hambre, pequeño hombrecito?- inquirió Hugo dulcemente.

-Sí- respondió el pequeño riendo, tapando su boca con sus manos.

-¿Por qué tan entusias...-

-Me rindo, he perdido- Hugo jadeó al ver a Dean entrar en la cocina- Uh, hola- comentó sonrojándose- Me has engañado, bebé, en el trato no decía nada sobre hacer la comida para papá también.

Christopher apretó el agarre de sus manitas sobre su boca, aguantando de forma pésima su emoción.

Finalmente chilló de pura felicidad cuando observó a Dean darle un pequeño beso en los labios a un Hugo todavía en shock.

-¿Qué te apetece comer, bebé?- le preguntó al pequeño, intentando contener su sonrojo.

-¡Quiero...-

-Verdura- terminó Dean- Hoy vamos a comer verdura.

Christopher hizo una mueca de horror mirando a su papá.

-Verdura no, por la diosa- se quejó Hugo caminando hacia Dean para abrazarlo- ¿Estás bien, bebé?

-No le des ese ejemplo al niño- refunfuñó Dean- Y sí, estoy mejor.

-Te amo- declaró Hugo apretándolo aún más entre sus brazos- No sabes cuanto te he echado de menos.

-También te amo- murmuró Dean sonrojándose- Ahora expresa tu felicidad por comer verdura.

-¡Yo también quiero!- chilló Christopher extendiendo los brazos hacia Hugo para que lo cogiera en brazos- ¡Abrazo! ¡Abrazo! ¡Abrazo!

Dean y Hugo lo abrazaron con cuidado de no aplastarlo.

-Está bien, pequeño hombrecito, es hora de preparar la comida- El pequeño hizo una mueca, pero acabó sonriendo.

-Habla conmigo, mi amor- susurró Hugo una vez lo hubo apresado entre sus brazos.

-No interrumpas la peli- susurró éste de vuelta.

Christopher frunció el ceño, mirando a sus padres. Hizo un pequeño gesto para que guardaran silencio, y continuó viendo la tele.

-Por favor, amor- insistió Hugo- Me tenías al borde de la locura...- hizo una mueca- Ni siquiera podía sacarte más de dos palabras.

Dean hizo una mueca, observando como el pequeño se iba quedando dormido.

-Siento muchísimo no haber estado para vosotros estas dos semanas- susurró Dean comenzando a sollozar- Pero me siento vacío.

-Amor...-

-Que te arranquen una parte de tí duele, Hugo- sollozó aún más fuerte, llevando una mano a su corazón- Duele muchísimo.

-Lo siento tanto, bebé- Hugo apartó bruscamente unas cuantas lágrimas que recorrían su propia cara- Pero teníamos que hacerlo.

Dean negó.

-Estoy convencido de que había otra forma- Dean se separó de Hugo al escuchar varios golpes en la puerta- ¿Esperas visita?- Hugo negó- Pues parece que es urgente.

-Yo abriré- comentó Hugo poniéndose en pie.

Dean negó, levantándose también.

-Abriré yo- comentó de forma un tanto atropellada.

-No, espera...- Hugo intentó alcanzarlo, pero este ya estaba casi corriendo hacia la puerta- ¡Mierda, Dean!

¿Sientes eso?
Preguntó Caleb.

Claro que lo sentía.

Sentía una pequeña sensación de asiendad.
Una imperiosa necesidad de abrir esa puerta.

Y cuando lo hizo, sintió como unos brazos lo envolvía de una forma reconfortante.

-Yo también os he echado de menos, pequeño par de traviesos- Dean jadeó, abrazandose aún más al desconocido- Siento haber tardado tanto, pero he aparecido en el culo del mundo.

-Dexter...-

-Él no tiene por qué saberlo- comentó éste riendo.

-¿Qué quieres decir?- Dean se contestó a sí mismo cuando escuchó el rugido de Hugo, seguido de un tirón que lo hizo separarse de Dexter.

-¡Hugo por el amor de la diosa!- chilló Dean.

-¿Qué pasa, caramelito? ¿Eso que huelo son celos?-