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Vamos a comenzar antes del embarazo, ya que habrá muucha novela por delante y prefiero que sepáis cuando comenzó verdaderamente la atracción entre los dos ♥
"Actualidad"
Dean 13 años, Hugo 17.
Dean.
-¡Venga ya otro con el mismo cuento!- gritó el abuelo exasperado- ¡¿Ni siquera un besito?!
¿Pero que tiene este hombre con los besos?
-No- comenté riendo- Ni siquera uno.
Bueno, quizás uno.
Miré de reojo a Hugo y éste estaba absorto en la pantalla de su móvil, como si fuera la cosa más interesante del mundo. Quizás sí lo era.
-Él tiene prohibido eso- habló Hugo sin apartar la mirada de la pantalla- Y te callas ya, pesado.
Suspiré al recordar como me trataba. Cumplí la edad para entrar en la adolescencia y con suerte me daba los buenos días.
Bueno, exagero un poco.
¡Pero es que ahora su favorita es Ada! Yo solía aprovecharme porque sabía que en parte era su favorito.
Pero ahora con suerte le puedo pedir algo.
-Tú no te metas en nuestra conversación- respondió el abuelo totalmente ofendido.
-Me meto porque quiero- apartó unos instantes la mirada de la pantalla para mirarlo bastante mal y luego volver a lo suyo.
-En realidad no sé desde cuando tengo prohibido dar besos- me metí en la pelea para ver si así me hacía caso.
Y vaya que si lo conseguí.
Una mirada de pura furia.
-¡Di que sí!- gritó el abuelo levantándose- ¡Vamos a dar un paseo, a la primera chica que te cruces le das uno y te juro que yo me llevo el guantazo por tí!
En realidad no sé a donde quería llegar con todo esto, porque de pequeño se me escapó, sin querer, que me gustaban los niños.
Hugo mantuvo la mirada en la pantalla mientras tecleaba algo y se llevaba el teléfono al oído. Pude observar como se había puesto rojo, y no precisamente por vergüenza.
-¡Abuela, tanta dieta, tanta dieta y está aquí vaciando la maldita nevera!- gritó.
Ni que la abuela tuviera problemas de sordera.
-Si no me queda más remedio te haré el favor- dijo mirándolo- ¿segura? ¿De los míos?- asintió un par de veces y colgó.
El abuelo y yo miramos atentamente como se levantaba del sofá y caminaba hacia él.
-De parte de la abuela- cogió la mano del abuelo y le dio un guantazo de los que picaban, como mínimo- Y ya de paso mío también.
-¡Pero serás bestia!- chilló el abuelo como un niño pequeño- ¡Ni siquera estaba comiendo!
-¡Podias haberle dado con menos fuerza, salvaje!- grité tomando la mano del abuelo para verla.
-Que te puedo decir, últimamente tengo demasiada rabia contenida- dijo escogiéndose de hombros.
-Vamos a echarte agua- dije para después mirar mal a Hugo.
-No te preocupes soy un hombre lobo- el abuelo cogió mi mano y me arrastró hacia la entrada- ¡Vamos a dar un paseo!
Comenzó a arrastrarme y Hugo casi expulsando humo por las orejas nos seguía, pero paró al escuchar la puerta.
-¡¿Queriendo escapar?!- gritó la abuela hecha una furia.
Me giré para ver a Hugo y el muy capullo sonreía.
-¡Yo no he hecho nada, lo juro! ¡Estoy en una misión de incógnito!- chilló ocultándose detrás de mí.
-Es verdad, abuela- dije atropelladamente- ¡Es injusto, él no ha hecho nada!- me giré para mirarlo- ¿Y qué clase de misión de incógnito es esa? ¡Ya te he dicho que nunca he dado mi primer beso!
Todo en mi gritaba; ¡Mentira!
Una de las últimas veces que dormí con Hugo porque se coló una rata en mi habitación, aproveché para darle un besito en la boca mientras él dormía.
-Es top secret- susurró llevándose el dedo índice a los labios, en señal de silencio.
Comenzaron a gritarse unos a otros, llegó papá e intentó poner orden, pero también acabó gritando. Sin embargo yo sentía como todo me daba vueltas y tenía ganas de vomitar.
¿Y si se había alejado de mí porque no estaba dormido?
-¡Qué top secret ni que mierda!- gritó Hugo- ¡Iba a llevárselo por ahí para que le diera un beso a la primera que se le cruzara!
Si antes era un caos, ahora se avecinaba el fin del mundo. Sin embargo yo salí a correr hacia mí habitación, ya que casi no podía aguantar las lágrimas al caer en la realidad.
Hugo se había alejado de mí por mi culpa.
-¡Sí, pues tu vete más lejos!- gritó Hugo abriendo la puerta- ¿Qué te pasa?- preguntó preocupado y no pude evitar echarme a llorar- ¡Mira lo que has causado! ¡De esta te enteras, Sherlock Holmes!
Cerró la puerta con un golpe que seguramente retumbó por toda la casa y se acercó hasta donde yo estaba.
-Vete- susurré dolido.
-De acuerdo- se sentó en el suelo frente a mí y cruzó sus brazos, inflando sus cachetes.
-¿Qué haces?- pregunté aguantando una sonrisa.
-El abuelo se cree detective, yo me creo trabajador en huelga- objetó con tranquilidad- Hasta que no me digas, no me muevo de aquí.
-Pues te vas a quedar ahí para siempre- se encogió de hombros- Lo digo de verdad.
La puerta fue abierta de nuevo dejándonos ver al gran detective.
-Tú mocoso lárgate de aquí- dijo feliz señalando a Hugo- Tengo que hablar con él sobre mí caso, y hacerle un interrogatorio.
-Mate sí, hermano también, y a la última no- gruñó Hugo- Venga pesado, lárgate que interrumpes mi huelga.
El abuelo chilló, saltó, nos dio un beso en la cabeza a ambos y se marchó. Definitivamente se ha vuelto loco.
-¿Mate? ¿Qué es mate?- pregunté curioso.
-Eso que se pone en las uñas- contestó con una gran sonrisa.
-Eso es esmalte, ¿Acaso no escuchas las conversaciones de la abuela?
-Esmalte, mate es lo mismo.
-¿Y qué tiene que ver un esmalte con un hermano?
-He dicho palabras sin sentido, lo primero que se me ha ocurrido y ha funcionado, ahora o me cuentas que te pasa o me dejas que siga con mi huelga- me señaló con el dedo y volvió a cruzarse de brazos.
-Estás igual o peor de loco que el abuelo- contraataqué riendo.
-Sí, por tí- chasqueó la lengua.
-¿Por mi?- pregunté sintiendo como mi corazón se aceleraba.
-Claro tu eres el que le sigue los royos al viejo demente- bufé irritado- O tal vez es lo que quise decir- murmuró pero lo escuché.
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