Capítulo 2
Katherine buscaba socializar y hacer amigos al entrar a la universidad, pero no quería hacerlo en una fiesta de fraternidad llena de borrachos, drogados y encuentros pasajeros. Sin embargo, ahora se encontraba frente a la residencia indicada en la tarjeta del chico que las había invitado. La música a todo volumen resonaba por todo el lugar y los coches llegaban en masa.
Alice estacionó el auto y le entregó las llaves a Katherine, ya que sabía que apenas estaría consciente al terminar la fiesta. Ambas bajaron del coche luciendo vestidos coquetos que captaron la atención de más de un chico. Katherine se acomodó el vestido negro lleno de lentejuelas blancas en la parte del pecho; sentía que era demasiado ajustado, pero Alice insistió en que resaltaba su piel cobriza. Su cabello, recogido en una coleta alta, evitaba que se acalorara en el bullicio creciente de personas.
—¡Nuestra primera fiesta de fraternidad, esto será divertido! —exclamó Alice con emoción.
Los chicos que las invitaron ya estaban bebiendo y se acercaron con dos vasos de plástico para que se unieran a la fiesta. Alice no dudó en beber de un golpe, mientras Katherine solo probó la mitad de su bebida, que sabía a cereza con un toque de vodka. Adrián, el chico que no paraba de coquetear con Alice, era bastante guapo y tenía un cuerpo de deportista, esos eran la perdición de Alice que no dejaba de sonreírle a cada minuto y cuando la invito a bailar, ella aceptó de inmediato.
Katherine los vigilaba desde la cocina, por si a Adrián se le ocurría pasarse de listo. Mientras bebía, sintió una mano en su cintura y el olor a alcohol la golpeó. Era el amigo de Adrián, ya bastante borracho.
—Parece que se llevan bien —dijo, señalando a Alice y Adrián que reían mientras bailaban.
—Sí —respondió Katherine, queriendo cortar la conversación. Quitó discretamente la mano del chico, pero este volvió a sujetarla y descendió hacia su pierna. Katherine entendió las intenciones del idiota.
—Nosotros también podríamos divertirnos —dijo, deslizando su mano bajo el vestido.
Katherine no toleró más. Tomó la mano del chico y le dobló los dedos con fuerza, haciéndolo quejarse. Lo empujó, haciendo que tropezara y cayera al suelo, y luego le vacío su vaso encima.
—Vuelve a tocarme y te romperé la mano.
Alice se acercó a paso veloz al ver la escena.
—¿Qué ha pasado? —preguntó al terminar de beber.
—El idiota, se quiso propasar, pero lo resolví.
—¡Maldita bruja! —gritó el chico, poniéndose de pie.
Alice le mostró el dedo medio al borracho. Adrián intentó disculparse por la actitud de su amigo, poniéndose en medio para evitar otra disputa.
—Calmémonos y volvamos a la fiesta —dijo Adrián, esperando apaciguar los ánimos.
—Creo que para mí ha sido suficiente. No toleraré a este asqueroso pervertido.
—Katherine tiene razón, nos vamos.
Alice tomó la mano de Katherine y, ignorando las peticiones de Adrián, se abrieron paso entre la multitud. El lugar se volvía más sofocante.
Katherine, conducida por Alice, se soltó en la multitud y tropezó con un vaso. Casi cae de bruces, pero una mano la sujetó del brazo, evitándole la caída.
—Ten cuidado.
Katherine recuperó el equilibrio y, por el tono de voz, entendió que era un chico.
Este la soltó y se alejó antes de que pudiera agradecerle. Continuó hacia la salida, donde Alice ya la esperaba.
—Creí que venías detrás de mí.
—Tropecé.
—¿Te lastimaste?
—No, alguien me sostuvo antes de caer.
—Qué suerte. Vámonos, esta fiesta fue un total fracaso.
—Estoy de acuerdo.
Ambas se dirigieron al auto abrazadas, hasta que un ruido en el coche de al lado las hizo detenerse. Vieron a una chica bajita de cabello morado y jeans, discutiendo con un chico alto y molesto.
—¡Te dije que me la dieras después, no tengo tiempo para ti! —gritó el chico, arrojando una carpeta a su auto.
—Es el trabajo para esta semana, yo no sabía que tendrías una fiesta.
—Nadie te invitó, mírate en el espejo y lo comprenderás.
La chica sujetó sus dedos con nerviosismo y agachó la cabeza para evitar ver las miradas burlonas.
Fue cuando Katherine intervino junto con Alice.
—No tienes por qué hablarle así —dijo Katherine.
—Es molesta, solo piensa en la tarea y se presenta aquí así vestida.
—Ella no sabía de la fiesta y su forma de vestir no es de tu incumbencia, idiota —replicó Katherine, jalando a la chica fuera de allí.
La chica, algo confundida, fue subida al coche.
—Haces amigas rápido —dijo Alice, observándola por retrovisor —. Soy Alice.
—Annie —contestó con voz apenas audible —. Gracias por defenderme, pero no era necesario.
—Si lo era.
—Querida Annie, no debes contradecir a Katherine —dijo Alice riendo —. He sido su mejor amiga por tres años y nunca he ganado una pelea contra ella. Si te ayudo, fue por tu bien.
Katherine arrancó el coche y siguió el camino hacia los dormitorios.
—¿Dónde vives, Annie? —preguntó Alice.
—En el área B, temporalmente hasta encontrar un departamento.
—Nosotras vivimos a las afueras de San Petersburgo.
—¿Viven juntas?
—No, Katherine prefiere no tener compañeras, ni siquiera me deja quedarme en las noches.
—Estoy remodelando, por eso no puedes quedarte —contestó Katherine sin apartar la vista del frente.
—¡Esa remodelación lleva un mes!
—Debe ser una remodelación bastante grande —dijo Annie.
—No me ayudes, Annie. He llegado a pensar que tiene un cadáver y no sabe cómo deshacerse de él.
Annie y Alice rieron por el resto del camino. Se detuvieron frente al edificio B, que constaba de diez pisos y varios cuartos.
—Gracias por traerme y defenderme. Espero verlas pronto —Annie abrió la puerta, pero la vuelve a cerrar —Quiero volver a verlas, no tengo muchos amigos aquí a pesar de estar en segundo año. Me gustaría verlas después de clases, ¿les parece?
—Por mí está bien, ¿Qué dices, Katherine?
—Sería divertido ir al centro comercial —contestó Katherine, sonriéndole.
—Perfecto, nos verem...
Un ruido ensordecedor, cristales cayendo y el olor a sangre inundaron el coche. El cuerpo de un hombre se desplomó sobre él. Los gritos de Annie hicieron reaccionar a Katherine, que sintió los cortes en el rostro. Giró la cabeza buscando a Alice, pero alguien la sacó del coche.
—¿Katherine, estás bien? —Alice la ayudó a sentarse, repitiendo su nombre para hacerla reaccionar.
—¿Qué sucedió?
—¡Un hombre cayó sobre el coche, Dios mío! —la voz de Annie se quebró.
Katherine recuperó la vista y, a pesar de la insistencia de Alice de estarse quieta, se levantó. Caminó con tropezones y, al acercarse al hombre, vio un arma en su mano derecha y cartuchos atados a su cintura, Miró el edificio y creyó ver una sombra en lo alto. Observo el anillo en la mano del hombre, con un triángulo y una serpiente, y un escalofrío recorrió su espalda. Esa figura solo podía significar una cosa: asesino.
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